Los finales de curso, cómo digo yo, son muy malos, entre que ya hay ganas de vacaciones y que precisamente por eso suele haber más carga de trabajo...Aquel día se me estaba complicando por momentos y ya intuía que igual salía tarde de trabajar. Y al día siguiente tenía aquella maldita visita con el cliente aquel raro. Visto lo visto la llamé para pedirle un favor.
- Hola!!!
- Hola nena ¿Que tal?
- Aquí andamos ¿Y tú?
- Si te cuento...en fin, que igual salgo tarde y quería pedirte un favor.
- Dime
- Te acuerdas que llevé el traje a la tintorería.
- Como para olvidarlo, tu único traje
- Pues habría que recogerlo sin falta lo necesito mañana y no sé si me dará tiempo.
- ¿Quieres que vaya yo?
- Si puedes si.
- Claro que puedo
- Pues me harás un gran favor
- Bueno...nada es gratis y un masajito...
- Y dos.
- No te proecupes que luego lo tienes en casa.
- El resguardo está en mi mesita de noche en el primer cajón.
- Ok
- Un beso
- Un beso
Al final falsa alarma y salí a la hora acostumbrada, así que la llamé por si no había ido que ya iba yo, no me cogió el teléfono así que pensé que estaría conduciendo. Me fui para casa y no estaba, me di una ducha y me puse cómodo, esperey un rato pero cómo no venía y empezaba a ser tarde me fui a hacer algo de cena. En ello estaba cuando escuché la cerradura abrirse. Y sus pasos pararse bajo el umbral de la puerta de la cocina
- Si es que eres un sol ¿Que cenamos?
- Gazpacho casero ¿Dónde has estado?
- Con María tomando algo y viendo escaparates.
- Genial, hacía buena tarde
Entonces algo no me cuadraba, algo faltaba en todo aquello
- ¿Y el traje?
La miré y se puso blanca.
- Buaaaaa, se me ha ido totalmente de la cabeza joder ¿Que hora es?
- Las 9....
- Lo siento Santi, es que ni pensar, me ha liado esta, Pufffff que cabeza, mañana voy sin falta
- Da igual si lo necesito mañana...
- Santi...
- Venga va cambiate que la cena ya está.
Mientras ella se cambiaba, yo puse la mesa y nos sentamos a cenar, el ambiente era tenso, con esa tensión que se corta con cuchillo, entonces ella intentó romper el hielo.
- ¿Estás enfadado?
- Esa no es la palabra nena. La palabra sería más bien defraudadado, decepcionado...
- Joder que duro ya te he dicho que lo siento.
- Nena está bien sentirlo, pero eso no es comodín que sirva para todo. Si te comprometes en algo, cuento con ello y si no puedes al menos avisa, si es que hasta te he llamado y no me has cogido el móvil.
- Lo he visto cuando volvía.
- Bueno da igual.
Dejé los cubiertos en el plato serio y se puso a recoger. Al terminar muy servicial, me dijo.
- Te apetece algo? Te preparo un café?
- No, gracias.
- Pffff si vas a seguir así de borde me voy a la cama.
- ¿Cómo?
- Pues eso.
- Lo que me faltaba, encima la que se enfada eres tú.
- Que ya te he pedido perdón!!!!
- No grites
- Lo dicho me voy a la cama.
- Ven aquí ahora y no me hagas levantar.
Suspiró y se acercó arrastrando los pies.
- Ves la tele
- Si claro
- Pues te quiero justo al lado, de rodillas y con los brazos en cruz, mientras soluciono lo del traje. Y mejor que lo solucione.
- Si así te cambia el humor...-me contestó toda digna y se fue junto a la tele de rodillas extendiendo los brazos-
Yo marqué el número de un compañero, que tenía mi talla y le pedí el favor si me podía dejar un traje, poninedole la excusa de que la tintoreria se había liado, mientras hablaba con el un par de veces, lo interrumpí para decir
-Nena esos brazos más arriba!!!
Finalmente colgué.
- Solucionado
- Perfecto puedo levantarme ya?
- Si, ven aquí
Se acercó a mí y se quedó de pie delante resoplando.
- Estoy bastante cansado y rebotado, así que mejor vas tirando para la cama, pero esto no va a quedar así. Mañana que estaré más frío ya pasaremos cuentas, así que te quiero aquí en casa cuándo llegue, ya te puedes olvidar de quedar, Ahhhh y te quiero con el uniforme puesto.
- Pffffff
Esa fue su única respuesta, se dio la vuelta se metió en el baño y se fue a la cama. Yo fui un poco más tarde. Al día siguiente no nos vimos, ya que yo salía muy pronto. Pero sabía que su cabeza estaría todo el día dándole vueltas. La espera del castigo puede ser parte del castigo, además habían muchas pistas. El uniforme por ejemplo, algo que era muy poco habitual y reservado a los castigos más severos.
Volví pronto a casa, abrí y lo primero que vi al entrar en el salón fue el traje en su bolsa en una silla, al poco salió ella de la habitación, falda a cuadros a medio muslo, polo blanco, calcetines hasta las rodillas.
- Hola
- Hola ¿Que tal la visita?
- Bien. Tienes algo que hacer?
- No ¿Por?
- Porque quiero resolver esto cuanto antes mejor.
Me senté en el sofá, ella estaba apoyada en la mesa con los brazos cruzados.
- Aquí delante.
Cogió aire y se acercó, se quedó quieta frente a mí jugueteando nerviosa con sus manos. La miré.
- Nena, lo de hoy era importante y no puede ser que te comprometas a algo, confíe en tí y luego "se te olvide" tanto que ni avisar. Ayer te hubiera dejado el culo lleno de ampollas, por eso mejor ahora, pero vamos te has ganado una buena y además te vendrá bien para centrarte. Pon las manos sobre la cabeza.
Cogió aire y lo hizo, me incliné un poco y metí mis manos por debajo de la falda, busqué la cintura de la ropa interior y lentamente la hice descender por sus muslos hasta verla. Nada más hacerlo, le indique con un gesto mi regazo, otro soplido, pero no tardó en ponerse. Cuando estuvo despacio le levanté la faldita y la enrollé cómo una persiana sobre su propia cintura. Brazo izquierdo con encima de la parte baja de l espalda y mano en la cadera. La mano derecha frotaba la piel desnuda de sus nalgas. En absoluto silencio, roto cuando mi mano empezó a caer y rebotar sobre la alcochada carne de sus nalgas. Una primera tanda algo lenta repartiendo bien por todas las nalgas, hasta sonrosarlas.
- Ya conoces de sobra mi método de incentivar la memoria ¿Verdad?
No contestó. Entonces le di una ráfaga de azotes rápida y más fuerte cómo una docena.
- Te he hecho una pregunta responde.
- Si..
- Si ¿Que?
- Que conozco tus métodos
- ¿Y cuáles son?
Se hizo el silencio de nuevo, así que volví a tirar de mano firme durante algo más de un minuto seguido.
- ¿Cuáles son?
- Una zurra.
- Exacto, una zurra en mis rodillas con el culo aire, muy efectivo con las niñas despistadas, que se van por ahí con las amigas y olvidan sus compromisos, ya lo dice el dicho francés: Qui n'a pas de tête, doit avoir des fesses (Quien no tiene cabeza debe tener nalgas).
Me callé y empezó a hablar de nuevo mi mano, ahora ya más rápido y más intenso, sin pausas y durante un largo rato lo suficiente para ponerle el culo del color de una lata de Coca-Cola. Hacía calor y notaba unas gotitas de sudor en su espalda, empecé a pasarle los dedos rozando las nalgas. Pero fue un espejismo al poco rato, le dije.
- Levántate y tráeme el cepillo que tiene tu nombre.
Otro soplido y se levantó, empezó a caminar hasta el baño, desde mi posición era un bonito cuadro, caminando con la ropa interior a media pierna y la falda enrollada que dejaba al aire sus nalgas rojas. De vuelta me dio el cepillo y sin decirle nada se puso otra vez en mis rodillas. Cogí el cepillo y empecé a juguetear con el en su piel. Estuve un buen rato. Hasta que empecé a darle el tratamiento para la memoria, lo bueno del cepillo es que es muy efectivo sin necesidad de aplicar mucha fuerza, pocos minutos más tarde tenía la espalda empapada de sudor y se retorcía a cada nuevo azote, además llevaba ya un rato insistiendo en el mismo punto de cada nalga, la ropa interior ya estaba enrollada en sus tobillos de moverse y dos círculos casi azules se dibujaban ahí donde más había insistido el cepillo. Dejé el cepillo en el brazo del sofá.
- Ahora señorita mala cabeza, quiero ver tu naricita plantada en el rincón, mientras hago una llamada.
Se levantó y esperé que se pusiera correctamente, manos en la cabeza y nariz tocando la pared. Cogí el teléfono y mantuve una conversación con mi compañero, el que me había dejado el traje, en un momento de la conversación dije algo así.
- Bueno pobre bastante arrepentida estaba, se despistó nos puede pasar a cualquiera, seguro que la próxima vez no se olvida.
Cuando colgué la llamé. Se acercó despacio y cuando estaba llegando vi dos lágrimas que rodaban por sus mejillas. La cogí de las manos y dándome un golpe en el regazo le dije.
- Venga va siéntate.
Se sentó y se escondió en mi hombro.
- Lo siento de verdad...
- Lo sé...ya está, olvidado aquí se queda.
- Gracias.
La dejé un rato acurrucarse en mi hombro, mientras le acariciaba las piernas, hasta que se relajó y empezó a respirar profundamente, en ese momento mi mano se metió bajo su falda y ella separó un poco las piernas, enseguida encontré "otro" tipo de lágrimas que brotaban entre sus piernas y le regalé con mis dedos un orgasmo de reconciliación...cuando se recompuso de nuevo, le dije.
- Venga ve a buscar la crema, que la vas a necesitar.
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