sábado, 1 de abril de 2023

La conferencia.

 



Desde que había llegado aquella tarde a casa, había notado algo raro, estaba cómo inquieta y pensativa. 

- ¿Te pasa algo nena?

- ¿Por qué me tendría que pasar algo? 

- No sé te noto rara...

- Pfffff...cómo me conoces, es que no se decir que no y luego me arrepiento...

- Pero ¿Que ha pasado?

- Pues que nos han propuesto hacer unas conferencias/charlas...

- ¿Y has dicho que si?

- Siiiii 

- Pues no veo dónde está el problema, no eres mala oradora. 

- Pues que hay que prepararla y es más trabajo.

- ¿Cuanto tiempo tienes?

- Tres semanas...

- No creo que sea un tema que tengas que aprender de cero, tienes tiempo de sobra, más que nada el trabajo será buscar referencias y apoyo bibliográficos ¿No?

- Si...pero porque tendré que abrir la bocaza. 

- No seas negativa, piensa que puede ser positivo ¿Es de acceso público la conferencia o sólo para el sector?

- Pública, es en la biblioteca municipal...

- Pues ya tienes a uno que va a ir.

- No sé si me ayudará mucho ...

- Venga va relaja, que a veces que ahogas en un vaso de agua, seguro que lo haces genial y tiempo tienes.

Y así quedó el tema a pesar de que era consciente de su tendencia a procrastinar, cómo alguna tarde al llegar la vi con el portátil y cómo tomando apuntes, ya no le di la menor importancia. 

Un sábado por la tarde unas semanas después hacia una preciosa tarde de primavera, habíamos comido y con la tarde que se había puesto, me pareció una pena desperdiciarla en casa, sin hacer nada.

- ¿Nena y si nos vestimos y salimos a dar un paseo y tomar algo?

- Ojalá, pero no puedo.

- ¿No puedes? ¿Que te pasa? 

- Pues que tengo que ponerme si o si a preparar la conferencia, que es el lunes...

Recordé que cuando me lo dijo, me había dicho tres semanas, pero no la fecha exacta.

- ¿ Y estos días que cuando he llegado estabas con el portátil?

- Te prometo que lo he intentado, pero me quedaba en blanco...ya sé que más a regañar, con que lo dejo todo para última hora, pero es la única manera, cuándo ya no tengo más opción...

Suspiré y tragué saliva. Le pregunté sobre el tema de la charla y le dije.

- Vamos a hacer una cosa, tu prepara un guión/esquema y yo me pongo con las referencias y la bibliografía.

- Ahora me vas a hacer sentir culpable.

- Bueno, ahora no es momento de eso. Ya se verá - dejé en interrogante esa misteriosa frase- 

Y así nos tiramos el resto del fin de semana, los dos trabajando en su conferencia. Ya el domingo a última hora hicimos un pequeño ensayo del guión de la conferencia y nos fuimos a descansar.

El lunes a mediodía me puso un mensaje.

- Hola!!! ¿Cómo llevas el lunes? Yo salgo ante hoy, me voy para casa, estoy nerviosa, es una tontería ya lo sé...

- Hola!!! Muy bien. Yo también salgo en un cuarto de hora.

- ¿Y eso? 

- Bueno me he cogido la tarde libre, no todos los días haces una conferencia...

- Muchas gracias pero no era necesario, es a las 7 !!!!

- Bueno te dejo, que recojo y voy para allá.

Media hora después llegaba a casa y allí estaba ella. Se había puesto cómoda con unos leggins y una sudadera vieja y estaba estirada en el sofá, le di un beso.

- Pensaba que estarías comiendo.

- Que va, no tengo hambre, estoy un poquito revuelta...

- ¿De los nervios?

- Pues si...pero come tu algo si quieres en la nevera hay macarrones que sólo tienes que calentar.

- Me pongo cómodo y algo comeré.

Y eso hice, me puse ropa cómoda y comí en la cocina.

- ¿Quieres un café?

- Si, lo que me faltaba ahora café.

Preparé una cafetera, me servi un café y me fui para el sofá. 

- ¿A qué hora tienes que estar allí?

- Media hora antes.

- ¿Lo tienes todo?

- Si -me dijo señalando, el portátil y una carpeta- 

- Muy bien ¿Entonces por qué estás nerviosa?

- Pues sobre todo por el ruego de preguntas, se que va a venir gente, que tiene mala intención...

- Ya, pero eso es lo que debería preocuparte menos, improvisar se te da muy bien, otra cosa distinta es organizarte.

- Jajajajaaj ya sabía yo, que me iba a caer discurso...

- ¿Y te hace gracia?

- Santi, ya sabes cómo soy, al final funciono mejor bajo presión, cuándo no tengo escapatoria.

- Ya y aunque no es muy aconsejable es tu problema, pero la cosa cambia cuándo tú procrastinación afecta a terceros, la que se comprometió voluntariamente a la charla fuiste tú y quién se ha quedado recluido el fin de semana para ayudarte he sido yo, no me parece justo, que yo tenga que cargar con los efectos de tu procrastinación.

- En ningún momento te obligué a ayudarme te ofreciste tu!!!! 

- Cierto, pero creo que esto te va a servir de aprendizaje. Así que levanta el culo del sofá y vete de cabezas a mirar un rato la pared.

- Pero ¿Por qué?!!!!! 

La miré serio, muy serio, mi lenguaje corporal decía: o vas por tu propio pie o te llevo a la fuerza. 

Duelo de miradas, de unos segundos y se levantó resoplando. Cuando pasó por mi lado se llevó un par de azotes.

- Espabila y no quiero escuchar ni una queja o vas a estar de rodillas.

Durante quince minutos la tuve castigada cara a la pared. Hasta que la llamé. Se acercó despacio, prudente, pero obediente y sabía porqué. Se acercó hasta ponerse frente a mí , que estaba sentado en el sofá, pero sin decir nada me levanté, la cogí de la mano y fui a por una silla, sin soltarla cogí la silla y la puse en el centro del salón, entonces me senté, ella seguía de pie, la volví a mirar.

- Las manos sobre la cabeza.

Volvió a suspirar mientras subía las manos. 

- ¿Sabes? La famosa ley de Murphy, se considera algo empírico, pero tiene cierto fundamento científico, eso de que si algo puede salir mal, saldrá mal, es porque das opción a que salga mal, si tienes tres semanas para preparar una conferencia y esperas a las últimas horas, para ponerte, le estás dando demasiadas opciones a Murphy. Esta vez te ha salido bien, pero han habido consecuencias colaterales y una de ellas va a ser que vas a dar la conferencia con el culo rojo cómo un tomate.

En ese momento la miré y lo que estaba rojo era su rostro y más se puso, cuando metí los dedos por la cintura de los leggins y los hice descender y acto seguido hice lo mismo con la ropa interior. La miré y sonreí mientras pasé un instante el dorso de mi mano por su pubis y entonces la cogí de la cintura y la crucé en mi regazo, sentado en la silla, cómo una niña traviesa, sin derechos, ni tan siquiera a la intimidad.

- Además necesitas relajarte y despistar la mente.

Ya no dije nada más, mi mano empezó a caer sobre su piel desnuda, había mucho tiempo por delante, así que me empleé a fondo, sin prisa, haciendo pequeñas pausas, para volver a empezar e ir coloreando su piel sin prisa. Fue una azotaina a mano larga muy larga, de minutos y minutos, sin prisas. Cuándo paré, estuve también un largo rato acariciándole toda la piel, la enrojecida y zonas cercanas también. Hasta que le dije.

- Ahora te vas a levantar y me vas a traer el cepillo, que lleva tu nombre. 

Suspiró, sabía a cual me refería, aquel viejo cepillo de ébano, que colgaba tras la puerta del cuarto de baño. Se levantó y caminó torpemente con la ropa por los tobillos, hasta el cuarto de baño, de vuelta se plantó otra vez frente a mí y me ofreció el cepillo. Lo cogí y le indiqué que se pusiera de nuevo en mis rodillas, lo hizo obediente, puse mi mano izquierda apoyada en su cadera y mientras pasaba el cepillo suavemente por si piel, le dije:

- Piensa que es un castigo, pero también una ayuda, seguro que el escozor y el calor, te harán pensar menos en la situación de tener que exponer en público.

De repente el cepillo empezó a caer sobre su piel ya encendida, despacio alternando nalga y nalga y apuntando bien justo encima de la frontera que separa muslos de nalgas, está segunda parte del castigo, también sin prisa, despacio, sin usar mucha fuerza, no es necesario, el cepillo es muy efectivo sin necesidad de usar la fuerza, y más si vas jugando con los ritmos, de alternar nalga y nalga a dar varios seguidos en la misma, antes de cambiar, o también llevar un ritmo inverso, azotes más rápidos y seguidos pero más suaves, eso sí me aseguré bien, que sintiera calor y hormigueo en el culo para todo lo que durase la charla. 

Cuando decidí terminar, estaba seguro que durante unas horas iba a sentir el culo muy caliente. Dejé el cepillo en el suelo y la estuve acariciando un rato más, más que caricias eran ligeros roces con la yema de los dedos, aunque al final comprobé cómo había reaccionado su sexo y no me llevé ninguna sorpresa, estaba mojada, diría que demasiado mojada, pero era el momento de prepararse ya. 

Le dije que se diera una ducha, le preparé la ropa, vestido, medias, pero sin ropa interior. 

Media hora antes de la hora de programación de la conferencia salió de casa, con el culo rojo y caliente y sin nada bajo el vestido.

La charla fue genial, una hora más o menos, una media hora de ruego de preguntas y al terminar nos ofrecieron a los asistentes algo de picar. Y volvimos para casa.

Como ya íbamos cenados, nada más llegar, la volví a enviar al rincón. Ésta vez con sujetando el vestido levantado con las manos en la espalda. Mientras estaba castigada cara a la pared, preparé el cuaderno, un bolígrafo y escribí en el:

" Procrastinar es un mal hábito que suele traer malas consecuencias"

La llamé, yo estaba sentado en el sofá. La hice tumbarse de nuevo en mis rodillas, lo primero que hice fue comprobar otra vez la humedad entre sus piernas y una vez comprobada, una pequeña dosis de recuerdo para encender otra vez su culo, antes de mandarla a sentarse y copiar 50 veces la frase en el cuaderno, sentándose sobre la silla con el culo desnudo y caliente. 

Mientras copiaba fui a buscar la crema hidratante, esperé que terminara y me presentara las copias, cuando lo hizo, volvió a mi regazo y ahí pasamos a otra dimensión, la de los mimos, los cuidados y algo más...




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