sábado, 25 de junio de 2022

Daños a terceros.

 




Era viernes hacía un día radiante de verano ya y la llamé a mediodía desde el trabajo.

- Hola!!!

- Hola...¿Pasa algo? 

- ¿Tiene que pasar algo para que te llame?

- No sé...

- Nada que estaba pensando, que podríamos aprovechar la tarde, yo saldré pronto y tendría que comprar algo de ropa, te parece si nos acercamos al centro comercial y luego nos vamos a una terraza a tomar algo y cenar.

- Pffff no puedo Santi, en cuanto salga me voy a casa cómo algo y me pongo a hacer cosas, que no tengo ni ropa que ponerme.

- ¿ Y no lo puedes hacer mañana?

- El fin de semana quiero estudiar, que falta un mes para el examen. Ve tú si quieres, de verdad no puedo. 

- Bueno vale, no pasa nada, ya habrá más días. 

- Como quieras. Un beso 

- Un beso.

El plan al traste, así que tampoco me di prisa en terminar. Pero al salir me fui para casa. Sabía que el examen de promoción interna del trabajo la tenía tensa y agotada. Y que si algo no le venía mal era sentir apoyo. 

Cuando entré en casa la encontré estirada en el sofá, hacía calor y sólo llevaba encima una camiseta. Dejé mis cosas, me senté a su lado y le di un beso.

- ¿Cansada?

- Más bien saturada.

- ¿Que pasa?

- Pffff que no sé ni por dónde empezar ni he comido...he llegado, me he quitado la ropa y me he estirado. 

- Bueno es fácil de entender.

- Pues explícamelo

- Has entrado en círculo vicioso, no puedes con todo y eso te desgasta, y como te quedas sin energía se te acumula más y llegas al punto en que lo más sencillo es lamentarte.

- Si lo sé no pregunto, lo que menos necesito es una moralina ahora.

- Nena, yo no soy otra gente, ya sabes por dónde voy, lo fácil es darte una palmadita en la espalda y compadecerte, pero esa gente luego se va y ahí te quedas.

En ese momento se levantó.

 - ¿ Dónde vas?

- A la cama, no estoy para broncas.

- Tu misma pero huir no va a hacer que se solucione el caos.

- Es mi problema 

- Te equivocas, también me afecta a mi.

- Pues ya sabes.

- Si, conozco muy bien cómo es tu reacción cuando escuchas lo que niegas.

- Pffff déjame en paz.

- Nena, no te pongas a la defensiva solo es cuestión de gestionar mejor el tiempo. 

- ¿Y me vas a enseñar tu?

- No, eso es algo individual.

- Pues entonces calladito estás más guapo. 

- Otra manía, morder a quien te quiere ayudar.

- Si me quieres ayudar, menos teoría y en la habitación de la plancha hay un montón de ropa que planchar.

- Tuya, no voy a plancharte las bragas. 

- Pues eso, mejor te callas y me espabilo yo a mi manera.

- Ya lo veo ya...y háblame bien, que yo ni levanto la voz, ni te tiro con ironía punzante.

- No me da la gana!!! Es mi forma de hablar!!!

Estaba empezando a picarme la mano. 

- Pues nada tira a la cama e igual los duendes te arreglan el tema. 

- Eres un....

Me levanté de golpe, me fui a por ella, la cogí del brazo y le solté dos cachetes en el culo, bien fuertes.

- Se acabó esa actitud de adolescente victimista, te lo aseguro. 

La llevé hasta la pared, y allí le di 5 o 6 azotes más. 

- La nariz pegada a la pared. Y no quiero ni escucharte respirar ¿ Estamos? Voy a cambiarme y cuando vuelva, te voy a enseñar algo de la gestión del tiempo. 

Fui y me puse ropa cómoda tomándome mi tiempo, estaba convencido que no iba a moverse ni un milímetro, sabía que acumulaba mucho, es arriesgado hacer lo que hice, pero estaba muy seguro también de lo que hacía. Cuando fui de vuelta al salón, saqué un silla de la mesa, la puse en el centro y la llamé. 

Se dio la vuelta y se acercó, en uno de sus muslos tenía la marca roja de mis dedos. Le indique que se parase frente a mis rodillas, manos detrás de la espalda. 

- No sé si llamar a esto un castigo o confrontarte, pero da igual tómatelo cómo quiera porque el resultado va a ser el mismo. 

Metí las manos bajó la camiseta y le bajé el tanga hasta los tobillos. Lo cogí de la mano la llevé a las derecha de mis piernas e hice que cayera en mi regazo. La rodeé con mi brazo izquierdo de la cintura, la levanté un poco para ponerla en la posición correcta. Entonces llevé mi mano detrás de la silla y cogí algo del suelo, que puse frente a su cara a un palmo del suelo.

- Esto es tiempo, exactamente seis minutos, que se te van a hacer eternos, así verás lo que pueden cundir seis minutos. Cuando te avise le das la vuelta y cuando caiga el último grano de arena del reloj, avisas. Ya. 

Esperé a que le diera la vuelta y nada más hacerlo mi mano empezó a caer implacable en su culo. Seis minutos de azotaina dan para mucho, sobre todo para no dejar ni un centímetro de piel sin cubrir, para enrojecerle todas las nalgas y para conseguir que al terminar un calor y un hormigueo especial. Seis minutos sin pausa, seis minutos de sonido de palmadas, seis minutos de calor subiendo e irradiandose. 

Cuando me avisó, que el reloj había terminado, mi mano también necesitaba descanso. Tenía el culo rojo cómo un camión de bomberos. Y mis dedos se deslizaban por esa piel caliente y palpitante.

Hasta que la hice levantarse, arrodillarse en el centro del salón, manos sobre la cabeza, puse el reloj delante, le di la vuelta y seis minutos allí. Cuando me avisó y terminó. Le dije que fuera a buscar el cepillo "especial". En realidad no era un cepillo, era una paleta con forma de cepillo, así que plana por las dos caras y con una serie de agujeros para que tuviera menos resistencia al aire. Yo sabía que era el instrumento que más respeto la daba. Pero no hubo quejas, ni súplicas, fue a por él y me lo dio.

La hice ponerse de nuevo en mis rodillas, le di de nuevo el reloj de arena y cuando la avisé le dio la vuelta.

Empecé muy lento, espaciando mucho los azotes, seis minutos de zurra constante con aquella paleta le hubieran dejado el culo morado una semana y cuando digo morado es literal. Con el rabillo de ojo miraba el reloj y a la mitad más o menos empecé a aumentar el ritmo progresivamente, cuando ya quedaba poco la sujeté con fuerza de la cintura para terminar rápido y seguido, jadeante me avisó y paré. Tenía el culo de un bonito color rojo intenso, con dos grandes ronchas más oscuras casi moradas en la zona de asiento. Le empecé a pasar el cepillo rozando la piel, sin prisa, no sólo por el culo, también por la cara interna de los muslos y por la grieta entre las nalgas.

Ahí se paró el tiempo, no sé el rato que estuve. Me tomé mi tiempo hasta sentirla completamente relajada, le dije que se levantase. Cuando lo hizo la cogí de la cintura y la puse en el rincón de pie. Al dejarla cogí el reloj de arena del suelo lo puse en la mesa y le di la vuelta. Mientras fui a la habitación de planchar. Cogí toda el montón de ropa, la tabla y la plancha, lo puse todo en el salón. 

Al terminar la llamé, yo estaba sentado en el sofá, en el brazo un bote de crema y un plug de acero. La hice ponerse en mis rodillas, lubriqué el plug, separé sus nalgas con mi mano izquierda, le puse el plug y le di un cachete.

- Aquí te espero con la crema, cuando termines. 

Suspiró y se levantó.

Un rato después llevaba el último montón de ropa planchada. Recogió la plancha y la tabla y se acercó a mí.  La hice ponerse de nuevo en mis rodillas, cogí la crema y dejé caer un buen chorro en cada nalga. El rojo más externo, había desaparecido casi, pero el más interno, tenía un tono aún más oscuro, cuando empecé a extender la crema por sus nalgas, suspiró. Yo tenía el reloj de arena en el brazo del sofá y le di la vuelta. Durante seis minutos estuve masajeándole las nalgas. Luego paré, puse una mano en la cara interna de su muslo derecho haciendo que seperara las piernas. Le di la vuelta al reloj y de inmediato mis dedos empezaron a explorar su sexo, los labios hinchados y mojados, el clítoris duro y tan sensible que se retorcía al tocarlo y finalmente dos dedos entrando y saliendo de su sexo, antes que terminara el reloj, sentía en mis dedos las contracciones de su orgasmo y en mis oídos una sinfonía de jadeos.

Minutos después mientras le sonaba la con calma otra vez el culo, le dije.

- Me ha llevado 12 minutos ponerte el culo morado, 12 más que te rindieras, y no ha llegado a 6 minutos que te corrieras, todo eso en media hora...y entre medias te has quitado la plancha de encima, eso sí me da que mañana tendrás que estudiar con un par de cojines para estar cómoda. 



1 comentario:

  1. ¡Me gustó mucho esta historia, la pluma de las nalgadas, la vergüenza/vexación de la lección, así como el placer y la atención prestados por la pareja que conoce bien a su pareja obstinada!
    Sentimos la ternura, la autenticidad que seguramente experimenta esta pareja. ¡Gracias por compartir!

    ResponderEliminar

"

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...>