jueves, 28 de abril de 2022

¿Cómo mantener una relación de juegos, sin interferir en la vida real?

 



A veces tendemos a hacernos trampas al solitario. Cuántas veces no hemos leído eso de que una relación con juegos, es cómo una relación normativa sólo que con una sexualidad algo diferente. Seamos sinceros con nosotros mismos; esto es lo que nos gusta pensar, leer o escuchar, pero la realidad tiene alguna diferencia y es mejor conocer y aceptar, para así prevenir.

Yo diría que hay dos tipos de relaciones con juegos, las que se limitan a quedar con el único objetivo de jugar y las relaciones de que incluyen juegos en ella. Este post se refiere exclusivamente a las segundas.

La gran diferencia con una relación vainilla yo diría que es esta: Un tipo relación de autoridad y jerarquía permanente (no solo en el dormitorio y no solo cuando estás de humor). Y eso implica que diversos factores de la vida real y ajena o externa a la pareja entren en el juego. Por eso es muy importante tener muy claro y trazar una línea bien visible entre lo que queremos que entre en el juego y lo que debe quedar fuera. 

No es lo mismo pactar que la manía de picar chocolate entre horas, entre dentro del juego, que jugar con temas relacionados con la vida laboral, social o familiar. En ambos casos hay un componente de intervencionismo, pero sus consecuencias son muy distintas. No es el mismo grado de intrusismo. 

A mi entender la mejor manera de iniciarse es a través de un intervencionismo muy débil y progresivo, siempre mejor pecar de corto. 

Para mí esta es la forma más divertida de jugar, la que involucra realidad y juegos, pero también es la más difícil y arriesgada. Hay que tener muy claro que una cosa son las fantasías y otra la realidad, y que lo divertido está dónde la fantasía se puede llevar a cabo sin alterar la realidad. 

No podemos negar que si vamos a jugar así, el juego va a ser un poco intrusivo y repito que para mí es la forma más divertida de jugar, pero también hay que tener muy claro que el objetivo del juego es pasarlo bien, nunca esa autoridad y jerarquía concedida pueden invadir la libertad, el derecho al error y la belleza de ella imperfección, es todo lo contrario, reforzar la libertad de quien elige conceder a otro la autoridad, desdramatizar el error y disfrutar de la humanidad de la imperfección. 



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