Tenía unos días de vacaciones, aún me debían vacaciones del año pasado. Ella trabajaba así que no tenía ningún plan y a los pocos días ya empezaba a aburrirme.
Leyendo el periódico desayunando, le eché un ojo a la cartelera y daban una película interesante, me pareció un buen plan y a la hora que sabía que estaba almorzando la llamé.
- Hola!!! Que sorpresa ¿ Te aburre?
- Un poco...
- Jajajaja ya decía yo.
- ¿Te hace un cine esta tarde?
- ¿Hoy? ¿Jueves?
- Si podemos ir a la sesión de la 6...
- Si ya te entiendo, pero cero ganas, además tengo gimnasio.
- Ya pero por un día...
- El fin de semana lo hablamos ¿Algo más?
- No, nada ya está. Un beso
- Un beso.
Tampoco insistí más, la entendía después de trabajar todo el día, era comprensible. Pero cómo se me caía la casa encima, después de comer me fui a dar un largo paseo al solecito de la tarde. De aquellos paseos que sin pensar se alargan y acabas andando bastante. Volví a casa, pensando que no la encontraría. Mi sorpresa fue ver la luz del baño encendida al abrir.
- ¿Ya estás aquí?
Al acercarme vi que se estaba arreglando y a medio vestir.
- Hola!!! ¿ De dónde sales?
- Hola ¿ Y tú dónde vas?
- Al cine, me lo has propuesto tú
- De eso hace horas ya y me dijiste que no
- Pues me lo he pensado mejor, venga va espabila.
- Nena me acabo de dar un paseo de dos horas, ahora no tengo ganas, además al decirme que no, ya no he pensado más.
- Tú y tú cabeza cuadriculada, a veces hay que improvisar!!!
- Pues va a ser que hoy no, ahora de lo que tengo ganas es de darme un ducha y ponerme cómodo.
- ¿Lo dices en serio?
- Pues claro
- Vamos, que me he vuelto antes del gimnasio para nada?
- Has sido tú quién me dijo que no. Pues hice otros planes.
- Soy idiota..
Ya no dijo nada más, salió de malos modos del baño y se metió en la habitación dando un portazo.
Cogí aire profundamente y pensé que ya entraría en razón, mejor dejarla. Cuando entré en la habitación a por ropa estaba tirada en la cama jugueteando con el teléfono, intenté explicarme pero ni me miró. Cogí la ropa y me fui a la ducha.
Me di una larga y relajante ducha, esperando que le hubiera cambiado el humor me fui para el comedor, allí estaba sentada a lo indio encima del sofá con el teléfono en la mano y la cara hasta el suelo.
¿Qué te apetece cenar? -le dije para romper el hielo-
Y sin levantar la vista de la pantalla, me contestó:
- Son las 6 de la tarde ¿ O es que también necesitas un tiempo por anticipado para planear la cena?
- Nena vale ya, ese sarcasmo soberbio me está empezando a cansar.
- Pues ya sabes planifica, no dirigirme la palabra y arreglado.
- Ya no te aviso más...
- Que si lo que tú digas.
Todo esto sin levantar la vista de la pantalla, lo que aún me tocaba más la moral. Pero decidí hacerle caso e ignorarla, cogí el mando de la tele, empecé a hacer zapping y la dejé en un partido de baloncesto.
- ¿Piensas dejar el coñazo este?
- Sí ¿Por?
- Me aburre
- Llevo todo el rato intentando entablar una conversación contigo y no ha habido manera. Me he cansado por hoy, así que decido yo y punto.
Decidí contraatacar. Si quería retarme, tenía las de perder
- Yo no quiero ver esto - insistió.
- No te he pedido opinión. Déjame ver el partido tranquilo, estate calladita y sigue a lo tuyo por favor.
Fue decirlo, dejar el móvil en la mesa y no paró de hacer comentarios constantemente, haciendo que no me enterarse de nada. Intenté ignorarla, pero tras veinte minutos de quejas constantes y comentarios irónico/sarcásticos, se en acabó la paciencia
Apagué la tele de repente y me levanté.
- Levántate ahora mismo.
- Pero ¿ Por qué?
La levanté yo con firmeza.
- Llevas toda la santa tarde insoportable, borde, insolente, caprichosa y soberbia, ya está bien.
- Joder!!! Vuelvo antes a casa me ducho, me arreglo para darte una sorpresa y de repente a ti no te apetece, porque tú puta cabeza ha cambiado de chip!!!
La cogí del brazo haciendo que me diera la espalda y le solté un par de azotes.
- Ya he tenido bastante.
Entonces la cogí de la oreja y la llevé arrastras hasta la habitación. Abrí la puerta la hice entrar pero yo me quede fuera y con el dedo amenazante le dije.
- Cuando decidas actuar cómo una adulta sal y hablamos, ahhh y cómo escuche otra palabra malsonante salir de tu boca te la lavo con jabón.
Ahora el que cerró dando un portazo fui yo. Cansado de su soberbia. De vuelta vi que su teléfono se había quedado en la mesita, así que no tardaría mucho en salir, pero los humos se los iba a bajar.
Unos 20 minutos después escuché abrirse la puerta de la habitación y sus pasos. Ya el tono y la actitud al decir un simple "hola" eran totalmente diferentes. Cogió el teléfono e hizo la intención de sentarse.
- ¿Se puede saber qué haces? Dame el móvil y antes de sentarte tenemos que hablar tú y yo.
- Pffffff
- Nena el móvil.
Me lo dio a desgana y se quedó de pié con los brazos cruzados.
- Has estado aquí 20 minutos sin callar y ahora se te ha comido la lengua el gato. Pues no te proecupes que ya hablo yo. Te propuse ir al cine, me dijiste que hoy no te apetecía y lo entendí, por eso no insistí más. Lo que no puedes pretender es que adivine los cambios de parecer de la princesa, si al menos me envías un mensaje o me llamas, así que hice mis planes, pero mira por dónde su alteza decide que ahora si quiere sentar su culo en el cine, pues vas tarde. Y cómo ves yo también puedo ser muy sarcástico y soberbio.
Estaba en la misma posición, de pie de brazos cruzados, pero más inquieta y con la mirada baja.
- Pero el problema ha sido después con esa actitud soberbia e insolente, así que vas a ser tu misma quien me diga que podemos hacer para que no se repita y tengo todo el día, hasta que no te escuche decirlo no te vas a mover y si te tengo que tener plantada en frente hasta medianoche, así será.
Al terminar cogí el mando de la tele y seguí con el partido.
De vez en cuando la miraba, había entrelazado sus manos, de vez en cuando cogía aire como si fuera a hablar, pero no terminaba de arrancar. Yo sabía que no le resultaría fácil a fin de cuentas le estaba pidiendo que reconociera abiertamente lo errónea de su actitud y al hacerlo dejaba la puerta abierta a una corrección. Casi media hora tardó en arrancar y finalmente con una voz aniñada que nada tenía que ver con hacía un rato dijo.
- Siento mucho haberme comportado así...
- Muy bien y que podemos hacer para que no se repita...
- Joder Santi, no puedes pedirme...
- Muy bien, pues si no te importa sigo el partido.
- Pffff Santi...
- Sigue
Se puso roja cómo un tomate y con la voz más floja y aniñada aún dijo.
- Creo que mi actitud se merece un castigo
- ¿Crees?...¿ Y que castigo merece?
- ....una azotaina....
- Estoy totalmente de acuerdo. Y ya que lo has pedido tú, vete preparando...
- Santi....
- El derecho a la modestia, es algo que hoy no te has ganado, quiero ver ese pantalón en tus tobillos, nada más efectivo contra la soberbia, que el culo al aire y los pantalones en los tobillos!!!
Esperé un instante hasta ver caer el pantalón del pijama, la miré y le dije que pusiera las manos en la espalda, cuando lo hizo me puse a ver otra vez el partido. Quería que sintiera el aire acariciarle la piel del culo y algo más un rato, había que bajarle los humos y esa es la manera más eficaz. De vez en cuando la miraba, allí plantada con el pantalón en los tobillos, sabía que estaba avergonzada, pero también que si comprobaba entre sus piernas, su cuerpo delataria otras cosas. Cuando terminó el partido apagué la tele.
- Bien señorita, es el momento de ocuparme de ti.
Me levanté cogí una de las sillas de la mesa y la puse en el centro del salón.
- No te has ganado el sofá hoy, ven aquí.
Se acercó con los pasos cortos, me senté en la silla. Cuando estuvo a mi alcance la cogí de la mano y la guié hacia mi pierna derecha, puse una mano en su espalda y la hice inclinarse sobre mi regazo. Para una adulta recibir una azotaina en las rodillas de alguien sentado en una silla puede ser mortificante. Las manos apoyadas en el suelo quedan inutilizadas y además de aguantar los azotes tiene que aguantar el equilibrio y la infantilización es máxima.
Dejé que terminara de colocarse ella, mi brazo izquierdo envolvió su cintura, elevé un poco mi pierna derecha, le acaricié el culo para comprobar su temperatura, llevaba un rato al aire y al terminar empecé a darle palmadas metódicas, repartidas y progresivas, subiendo el ritmo cuando noté que la piel empezaba a calentarse y sonrosarse. Es una posición en la cual hay que recolocar muchas veces, ya que el mismo ímpetu de los azotes tiende a provocar movimientos y al final después de dos o tres veces de tener que parar para hacer que rectificara la posición, la sujeté con mucha fuerza de la cintura y le di una ráfaga rápida e intensa que terminara de calentarle y enrojecerle bien el culo. Nada más parar le dije.
- Levanta y tráeme la zapatilla de ballet.
Resopló, no era precisamente mi instrumento más usado, era una zapatilla de ballet con suela de cuero, ligera, sonora, que picaba lo suyo y sobre todo tenía ese toque infantil ideal para el tipo de castigo que necesitaba.
Cuando apareció me la dio la dejé en el suelo, le indique que asumiera de nuevo la posición en mis rodillas, bien sujeta por la cintura, entonces le pedí que me diera la zapatilla, la cogí y sin más ritual empezó a cocinar su culo. Tiene un sonido peculiar, bastante escandaloso y sólo por cómo suena sabes que pica, cómo es de un número pequeño la forma más efectiva es alternar nalga y nalga y para que pique el truco es ir bastante rápido, dar tandas rápidas y hacer una pausa para que suba el calor. Si la aplicas bien en 5 minutos dejas un culo como un tomate y en 10 ardiendo para un rato. Estuve 10 minutos de zurra con la zapatilla.
Al terminar la dejé de nuevo en el suelo y empecé a pasarle la mano por las nalgas, estaban ardiendo. Tras un rato de sobarle el culo castigado, le separé las piernas para comprobar que no sólo tenía el culo rojo. Podía ver sus labios rojos, hinchados y brillantes. Le di un cachetito en cada nalga y le dije.
- Levantar ve a guardar la zapatilla y cuando vuelvas tráeme el plug de acero y el lubricante.
Se levantó, recogió la zapatilla, y ya sin pantalones que habían terminado por salirse, fue a la habitación al volver me dió el plug y el lubricante. Se los devolví.
- Preparamos tú...
Su rostro se tiñó de rojo otra vez, abrió el bote de lubricante y empezó a lubricar el plug ante mi mirada. Cuando estuvo se lo pedí, me lo dio y se quedó a la espera.
- Venga es para hoy...
Avergonzada se echó un chorro de lubricante en la mano y llevó su mano hacia atrás entre sus nalgas.
- ¿Suficiente?
No me contestó, la cogí de la mano y la llevé de nuevo a mis rodillas, le separé un poco las nalgas con mi mano izquierda y con la derecha apunté el plug a la entrada de su culo y despacio empecé a hacer presión y fue entrando suavemente hasta que venció la parte más ancha y entró el resto de golpe. Le seguí acariciando un ratito las nalgas muy rojas. Mientras le decía.
- Te has quedado muy callada, con lo contestona e impertinente que estabas hace un rato, que distinto se ve todo cuando te quema el culo ¿Verdad?
En ese momento mis dedos, se habían sumergido en su sexo.
- Aunque cualquiera diría que ha sido para tanto, el culo lo tienes al rojo vivo, pero tan mojada...
Quité mis dedos de momento.
- Ahora acaba de purgar tu soberbia en el rincón, mientras preparo de cenar.
Se levantó, castigada, avergonzada, pero excitada y se fue derecha al rincón. Allí estuvo mientras preparaba la cena. Cenó sentadita cómo una niña traviesa con el culo azotado desnudo apoyado directamente en la fría y dura silla. Y sin un sólo síntoma de soberbia más. Al terminar recogió la mesa mientras yo la esperaba en el sofá con una toalla entre mis piernas y el aceite de coco para masajes.
Oh, conozco bien este "pecado"
ResponderEliminarO exceso... A menudo me da muchas quemaduras en las nalgas.😋
En mi opinión, la zapatilla es un pedazo de instrumento, con una gran variedad de tipos y efectos... y muy efectivas todas ellas
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