Cuando me propuso irnos el fin de semana a la casa del pueblo de su amiga María, no me pareció mal plan. Al parecer María estaba un poco bajita y necesitaba compañía y desconectar. Yo sabía que en otras ocasiones había sido al revés, así que acepté sin pensarlo. Sabía que mi papel el fin de semana sería secundario, pero así son las cosas.
El viernes al salir de trabajar hicimos maletas y nos pusimos en marcha. Un poco más de una hora de camino. Ya habíamos estado en otras ocasiones, es la típica casita de pueblo de los abuelos, que ha heredado la familia.
Cuándo llegamos, ya estaba María, nos instalamos, cenamos y se nos hizo tarde charlando, de hecho yo las dejé a las dos y me fui a la cama.
Al día siguiente, nos fuimos de excursión y a comer fuera, de vuelta a la casa, decidimos darnos una ducha, vestirnos e irnos de cañas al único bar del pueblo. Cómo era el único tenía su parroquia y cerraba tarde. Cenamos algo allí y nos fuimos para casa, eso sí nos llevamos una botella de ginebra, para seguir en casa.
Al llegar encendí la chimenea, y preparé unas copas, para los tres. La conversación estaba entretenida, ellas contando batallitas de adolescentes y sin pensarlo, empezamos a jugar de forma sibilina, juego de miradas r indirectas, cuando su amiga contaba alguna travesura.
- Queréis otra copa?
Dije yo al ver los vasos vacíos.
- Vale!!!
Dijeron las dos casi a la vez.
- Voy, pero tendrá que ser con Coca- Cola, ya no hay más tónica...
Entonces ella me puso ojitos...y no hizo falta nada más.
- Vale...ya voy al bar a por tónicas.
Me puse el abrigo y salí, total el bar estaba a dos calles, eso sí hacía un frío!!!. Cogí media docena de tónicas por si acaso y me fui para la casa. Estaba todo extrañamente silencioso.
- Ya estoy aquí chicas!!!
Me asomé a la sala de la chimenea y no había nadie, pensé que estarían tonteando por la casa o bromeando y fui a preparar los gin-tonics, hubiera jurado que la botella de ginebra estaba en la cocina, volví al salón.
- Niñas, dónde está la ginebra?!
Otra vez silencio, así que subí a las habitaciones y vacías, en la casa no había nadie. Son cómo crías!!! Me dije a mi mismo y me senté a esperar las risas, no habrían ido muy lejos, los abrigos estaban allí, pero cuando pasó media hora, empezaba a aburrirme así que cogí el teléfono y la llamé, para decirle que muy divertido, pero volvieran ya. El teléfono sonó en el salón estaba sobre la mesita y el de María también.
Estuve dos horas esperando, hasta que me cansé y me fui a la cama, pensando dónde se habrían metido aquel par de adolescentes entradas ya en años, con el frío que hacía. Me quedé dormido, pero al rato me desvelé, miré la hora en el teléfono, eran ya las 3 casi, y empecé a preocuparme. Pero claro dónde ir a buscarlas?!!!. Bajé y todo a mirar que estuviera el coche y vamos unos cuántos grados bajo cero hacía. Se habían ido sin abrigos, total que empecé a calentarme yo mismo la cabeza, con esa pregunta tonta ¿Y si no ha sido una travesura? Me estaba empezando a desesperar cuando escuché unas voces familiares en la calle, a un volumen alto y muchas risas. La puerta abrirse y cerrarse de un golpe y con la voz algo atascada.
- Cariño ya estamos aquí
Seguido de risas tontas...La broma no me había hecho ninguna gracia, pero disimulé.
- De donde salís??? Vaya cromo...
- Jajajaaja de recordar cosas...
- Tenéis que estar congeladas.
- Frío!!! Quién ha dicho frío!!! Jajajaaj.
- Anda que vaya dos, venga a la cama ya.
Siguieron las risas, pero se fueron a la cama y terminó la aventura.
El domingo cuando aparecieron las dos con resaca y medio resfriado, yo ya había preparado el desayuno.
- Hombre se han levantado, las mozitas. Lo pasasteis bien ayer?
- Mucho jajajjaja
- Hicimos la segunda parte de una aventura de adolescentes.
- Me lo contáis?
María empezó a hablar.
- Una vez teníamos quince años y vinimos para las fiestas, en Agosto, mis padres aquel día nos dejaron salir una hora más, pero justo cuando empezaba lo mejor, nos teníamos que volver y claro ya nos habíamos gastado el dinero. Total que nos volvimos y cuando mis padres se fueron a la cama, nos fijamos y nos llevamos una botella de anís, lo que pillamos, las dos pardillas para la plaza del pueblo, cómo imaginarás en un pueblo todo el mundo se conoce y aunque llegamos sanas y salvas, porque no veas el anís, al día siguiente nada más ir a buscar el pan, alguien se chivó a mi madre, nos despertaron, nos dieron la charla y ya no nos dejaron salir más en todas las fiestas.
- Jajajaja vaya dos, si llego a ser yo vuestro padre, os doy unos azotes
- Jajajajaajaja
María se reía, pero había otra persona a la cual se le habían subido los colores de repente.
- Estuvimos en el bar hasta que cerraron, pensamos que los supondrías....
- Bueno y un rato en la plaza, en el mismo banco sentadas - dijo María.
- Vaya dos -dije sin darle importancia, mientras miraba fijamente a ella-
El rato que nos quedaba ya era para recoger y limpiar, nos fuimos a comer algo y al salir nos despedimos. Nosotros nos montamos en el coche y para casa.
- Estás muy callada, te pasa algo?
- Me duele la cabeza, a ver si con la tontería me he resfriado.
- Eso es resaca, mañana cómo nueva...
Un rato después ya anocheciendo llegamos a casa, subimos las cosas y ella se apalancó en el sofá.
- Me voy a dar una ducha.
- Vale, cuando salgas tú voy yo...
Me di una ducha rápida, me puse cómodo y ella fue detrás. Apareció ya en pijama.
- Haces mala cara.
- Ya no me encuentro muy bien...
- Es lo que tiene tener quince años y poca cabeza...
- Jajajajaja, fue divertido, me hubiera gustado verte la cara al llegar.
- Reconozco que su gracia tuvo, pero hubiera tenido exactamente la misma, si te hubieras llevado el móvil o me hubieras puesto un mensaje. Me preocupé...
- No dramatices sin coche, sin abrigo, no hubiéramos ido muy lejos, si hubieras pensado un poco, hubieras deducido que estábamos en el bar. Donde si no?
- Pensaba que cerraban antes
- Y cierran, pero son amigos de la familia de María de toda la vida, así que nos quedamos ya cerrado.
- Entonces cómo iba a encontrarte, si estaba cerrado, lo dicho que hubiera tenido mucha más gracia y sobre todo hubiera sido más adulto si te llevas el móvil y me pones un mensaje, aunque sea "encuéntrame" que ya al menos sé que estás jugando.
- Pfffff Santi, no me calientes la cabeza.
- A qué te caliento otra cosa?
Se puso roja al instante.
- Pensabas que esto iba a quedar así? Ni tienes quince años ya, ni yo soy los padres de María. Conmigo hay que medir las travesuras, me puedo reír mucho con ellas, pero también pueden hacer que mi pique la mano y lleva picandome desde las 3 de la mañana.
La cogí del bíceps y la hice levantarse..
- Santi joder, que me encuentro mal...
- Ya te he dicho que es la resaca, mañana cómo nueva.
- Va suéltame!!!!
Plas y plas dos azotes sonaron secos y cortantes.
- Te divertiste? Me parece perfecto, pero para otra vez recuerda que tú diversión no sea ansiedad en terceros.
Con firmeza la llevé hasta la pared. Manos detrás de la espalda y punta de la nariz pegada a la pared.
- Piensa si es al revés, si soy yo quien se va de noche a -4 sin abrigo, contento con amigo, dejándote a ti en un sitio que desconoces y preocupada. Y piensa bien.
Al terminar de decirlo, de un tirón le bajé el pantalón del pijama que acabó enrollado en sus tobillos. Y allí la dejé, me fui a preparar una infusión caliente y me senté.
Estornudó tres veces, se giró y me dijo.
- Lo ves y voy a coger más frío!!!
- Te he dicho que te gires o hables? Pues la nariz pegada a la pared!!!!
- Pfffff.
Me levanté y fui al baño, cogí el estuche con el termómetro y volví al sofá dejándolo en el brazo.
- Ven aquí.
Se dio la vuelta y se acercó con desgana. Al ver el termómetro resopló.
- No lo mires así, míralo cómo la única oportunidad que tienes de no terminar el día con el culo cómo dos cerezas maduras.
Me incorporé un poco y me di un par de palmaditas con las dos manos en el regazo.
- Pfffffff
- Me tengo que levantar?
No hizo falta, dos segundos después la tenía sobre mi regazo. Con toda la parsimonia abrí el estuche del termómetro clásico de cristal y mercurio, lo agité para hacer descender el mercurio, con mi mano izquierda separé sus nalgas, al tocar la punta del frío termómetro una parte tan sensible, se contrajo y cuando volvió a relajarse, se lo introduje hasta la mitad. Yo sabía la vergüenza que le causaba pero también la excitación, sin tocarla ya tenía los labios rojos e hinchados. Dos minutos después se lo quité, lo miré...
- Pues tú juez ha dictado sentencia, 36,3, no tienes fiebre.
Dejé el termómetro sobre el estuche, la cogí de la cintura con el brazo izquierdo, la recoloqué bien sobre mis rodillas y empecé a pasarle la mano por el culo frío y suave.
Hasta que mi mano empezó a caer sobre el, lenta al principio y bien repartido, hasta que se empezó a calentar, cuando noté que empezaba a calentarse el cambio fue radical. Las palmadas empezaron a caer rápidas y constantes, que enseguida pintaron su culo de un rosado uniforme, hice un pequeña pausa y seguí durante un buen rato ya sin pausas, hasta que el rosado se fue transformando en un rojo brillante. Momento en el que decidí parar.
Cogí el teléfono que estaba en la mesilla y se lo di.
- Deberías llamar a María, que haya llegado bien no crees?
La hice llamar a su amiga desde mis rodillas con el culo rojo, mientras hablaba le iba acariciando el culo caliente y de vez en cuando hacía alguna incursión entre sus piernas, lo que hizo que cortase la conversación rápido, con la excusa de descansar.
Cuando terminó me dio el teléfono, pero le dije que se levantará, lo hizo y lo dejó en la mesilla.
- Ve a guardar el termómetro y cuando vuelvas tráeme el cepillo...
- Pffff vale igual nos pasamos...
- No uses el plural...
- Y que voy a usar? Si se nos ocurrió a las dos.
- Ya y si tú amiga se tira por un puente tu detrás...
- Jajajajjaajaj
- Te hace gracia?
- Es que esa frase, suena como muy adolescente.
- Y tú comportamiento de ayer más. Nena...
Cogió el termómetro y el estuche y se fue hasta el baño, poco después venía con el cepillo en la mano, me lo dio y se quedó de pié parada frente a mí...la cogí del antebrazo y a mis rodillas otra vez. Dejé el cepillo sobre su culo, para remangarme. Y le dije, espero no tengas que sentarte mucho mañana.
Lo cogí y sin más ritual empecé a azotarla, alternando nalga y nalga, los primeros azotes se movió y quejó algo, pero sobre la docena dejó de hacerlo, también al principio, los repartí bien, pero cuando la volví a agarrar con fuerza de la cintura, apunté el resto de los azotes a la arruguita de las nalgas con los muslos, y estuve un rato insistiendo eso hizo que llegado un momento tensara los glúteos y paré.
Se lo había puesto cómo dos guindas, pero aún quedaba un último tormento. Cuando agarré una de las nalgas y la separé resopló, sabía perfectamente cuál era el motivo y era recibir unos cuantos en esa parte oculta y sensible dónde cinco o seis son suficientes para hacerla retorcerse, terminada una nalga hice lo mismo con la otra. Entonces dejé el cepillo sobre el brazo del sofá y esperé unos minutos en silencio, sin tocarla, que sintiera bien vivo el ardor del castigo en el culo.
Volvió a estornudar y la hice levantarse. Manos detrás de la espalda sin frotarse.
- Cuando hicisteis la travesura original, cual fue el castigo?
- Pues toda las fiestas castigadas sin salir, fue el primer día.
- Me parece muy adecuado para dos adolescentes de quince años, para una adulta que se comporta cómo si tuvieras quince años va a ser distinto. Esta semana cada noche antes de irte a dormir, recibirás una dosis de recuerdo y no vas a tener placer adulto el resto de la semana. Esta claro?
- Si...
Ve a por la crema.
Fue y vino rápido, señal que necesitaba alivio. La tuve otro rato en mis rodillas con la crema y a pesar de lo mojada que estaba, no hubo placer. Al terminar le subí los pantalones, cenamos y a la cama.
La mañana siguiente amaneció acatarrada, le dije que fuera al médico y que al salir me llamase para ver qué la había dicho.
- Que te ha dicho el médico?
- Un catarro
- Te ha mandado algo?
- Lo de siempre, líquido, descansar y Paracetamol si tengo fiebre.
- Hay Paracetamol en casa?
- Si creo que sí, pero ya me paso por la farmacia después.
- Yo tengo que ir, ya lo cojo yo.
Cuando llegué a casa, estaba tirada en el sofá y la verdad es que hacía mala cara...me acerqué y le di un beso en la frente.
- Cómo estás?
- Cómo si me hubiera pasado un camión por encima...
- Si parece que tienes fiebre. Voy a por el termómetro...
De vuelta con el, me hizo el gesto para que se lo diera. Negué con la cabeza.
- Ya sabes, la fiebre te va a librar del recordatorio, pero si estás acatarrada es por tu comportamiento inmaduro, así que ya sabes...
Se levantó, metí mis dedos por la cintura del pantalón de pijama, lo bajé lo justo y la hice ponerse en mis rodillas. Preparé el termómetro y se lo puse. Mientras esperaba le acariciaba las nalgas bastante marcadas, cuando terminó lo leí.
- 37,8 un Paracetamol no sea que suba más.
Hizo intención de levantarse.
- Dónde vas?
- A por el Paracetamol
- Ya tengo aquí y no tienes ni que moverte...
No pude ver su cara, pero seguro que estaba muy roja, me saqué la caja del bolsillo, la abrí, sonó el sonido metálico de abrir un blister. Con la mano izquierda le separé las nalgas, y con la derecha llevé el supositorio de Paracetamol entre sus nalgas, apoyé un dedo sobre él y empecé a hacer presión, cuando desapareció lo acompañé un poco con mi dedo entrando también dentro. Luego le presioné las nalgas, un momento y sentí algo húmedo y caliente en mis pantalones, era su excitación a pesar de la fiebre.
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