jueves, 6 de enero de 2022

La víspera

 





Un juego puede ser casi eterno, alargarse mucho en el tiempo, incluso olvidarse, para rescatarlo con un simple gesto. 

Nos habíamos tirado la tarde en la cocina, bueno de hecho prácticamente todo el día desde casi levantarnos. Entre compra, preparativos y demás. El motivo: la comida del día de Reyes, y este año me había comprometido a ayudarla, con lo que había conseguido rebajar un poco el estrés asociado a esa comida, que venía siendo habitual año tras año. 

No habíamos ni cenado, eso sí algo de lo íbamos preparando pues había que probarlo, así que ni hambre, debían ser ya más de las 9 de la noche, cuando por fin parecia estar todo listo o casi. 

- Bueno ahora sólo hay que esperar, que termine el horno.

Ella estaba sentada con cara de agotada, y yo apoyado en la encimera con el delantal puesto.

- Por que no te das una ducha y te pones cómoda, ya me quedo vigilando.

- Pues si...lo necesito.

- Venga y después ponemos los regalos.

Sonrió...

- No te acostumbres, pero eres un sol, gracias por estar ahí.

- Anda ve a darte la ducha, que el cansancio te pone tonta.

- Que idiota para una vez que te digo algo bonito 

- Pues por eso, estoy por ponerte la mano en la frente, igual tienes fiebre.

- Idiota 

- Yo también te quiero 

Me dio un beso inesperado y se fue al baño. Yo me senté simplemente había que esperar a que el horno avisara y echarle un vistazo.

Sonó el temporizador del horno y saqué su contenido, lo puse encima de la encimera, justo cuando ella salía del baño. Envuelta en una toalla.

- Ya está ahora a esperar que se enfríe, venga voy a darme una ducha rápida yo que huelo a comida, si quieres puedes ir poniendo los regalos. 

- Vale!!!!

Me metí en la ducha, una rápida y al salir ella terminaba de colocar paquetes de regalo bajo el árbol.  Me vestí rápido y cogí los míos que también puse debajo del árbol. Ella estaba ya apalancada. En el sofá.

- Bueno ya debe estar frío eso, así que lo meto en la nevera y mañana sólo calentar antes de servir. 

Me fui para la cocina y desde allí cuando ya iba a volver escuché una alarma en mi teléfono.

- Te suena el teléfono. 

- Ya lo escucho mira que es.

- Es una alarma 

- Una alarma que raro. Ya voy 

Al salir cogí la cuchara "especial" entré al comedor semi a oscuras. La dejé en la mesa, sin que se percatara. 

- Ya está todo?

- Ya está

- Dame el teléfono a ver qué era, por favor.

- Me lo dio 

Abrí las alarmas...y se lo di

- Mira que era 

Cogió el teléfono y se puso a mirar la pantalla, de inmediato soltó una carcajada.

- En serio? Pusiste una alarma el año pasado???

- Ya sabes que para algunas cosas puedo ser muy germánico. 

- Un año entero!!!!

- Si para no olvidarme. Y que pone?

- Jajajajaja...no lo voy a leer 

- Te da vergüenza?

- No pero hace un año.

- Pues léelo.

- Hoy ha sido un día difícil, me he tenido que armar de paciencia, pero el año que viene ajustaremos cuentas...

- Te acuerdas no?

- Cómo me voy a acordar si hace un año 

- Pues yo me acuerdo perfectamente cómo si fuera ayer, en especial de la pataleta infantil que me tragué a los diez minutos de haberse ido todo el mundo.

- Pfffff pero ya me conoces y sabes cómo me pongo estos días, al final sale todo. Abrimos los regalos?

- Si ahora los abriremos, pero antes me voy a asegurar que mañana no se repita lo del año pasado. 

- Jajajaja no puedes castigarme por algo de hace un año.

- Estás segura?

- Por supuesto.

- Bueno consideralo entonces un castigo preventivo por lo que pueda ser mañana.

- No valen castigos preventivos.

Entonces cogí la cuchara y empecé a hacerla sonar contra mi mano amenazante. 

- Nunca es tarde para fomentar el buen comportamiento, así que levanta. 

Ahí ella se lo había tomado como un juego picarón y se levantó, cómo para seguirme la corriente. Entonces la cogí del brazo le di la vuelta y un azote en cada cachete con la cuchara de pie.

- Auuuu pica joder.

- Verdad que sí?

Me senté, mientras ella daba saltitos frotándose el culo.

- A veces las palabras pican más o tienes amnesia?

- Eres un vengativo, ha pasado un año!!!!

Entonces la agarré del brazo y a mis rodillas. Metí mi mano derecha por dentro del pantalón del pijama y empecé a sobarle el culo.

- Pues está calentito 

- Y pica.

- Ahh si? Creo que aún va a picar más.

- Lo estás diciendo en serio?

Mi respuesta fue un tirón de la cintura del pantalón que lo hizo bajar a medio muslo. 

- Lo dudas?

- Esto es surrealista hace un año!!!!

Mi mano se fue a su coño...

- Y esto también es surrealista, me estoy imaginando que estás mojada?

Se quedó callada de golpe. Mis dedos empezaron a explorar todos los rincones de su coño y se hizo el silencio, sólo escuchaba su respiración agitarse y algún gemido cuando dos dedos entraron en su cueva caliente y húmeda. Medio jadeante me dijo.

- Pffff no sé cómo lo consigues, pero me pones como una gata en celo sin tocarme.

- No soy yo, eres tú y tú cabeza, que se anticipa. 

Empecé a masturbarla, en mis rodillas, en la misma posición dónde lo más habitual es que acabase con el culo ardiendo. Ya no paré hasta llevarla al borde del orgasmo. Y ahí de repente paré, alargué la misma mano que le estaba dando placer y cogí la cuchara corta. Y sin esperarlo empecé a azotarle las nalgas desnudas y directamente con la cuchara, se movió un poco en los primeros azotes en frío, pero enseguida y sorprendentemente se relajó y los azotes estuvieron cayendo rato, había poca luz, así que tampoco distinguía muy bien el color de su piel, me guié más por lo que ella transmitía, y cuando noté que estaba más inquieta y su lenguaje corporal indicaba querer escapar paré.

Pasé mi mano por sus nalgas de abajo a arriba y viceversa, el tacto era caliente muy caliente y su suspiro profundo me indicaba alivio, hasta que mi mano fue de vuelta a su coño, está vez sin mucho preámbulo, directamente mis dedos entraron en el, ya receptivo y empezaron otra vez a entrar y salir...primero suspiros, después gemidos y retorcimientos, pero cuando otra vez estaba para explotar, paré de nuevo. Soplido de frustración y cogí la cuchara, la pasé por sus nalgas varias veces y de repente empecé a hacerla impactar por las zonas más sensibles, la parte más baja de las nalgas, la frontera entre nalgas y muslos siguiendo la arruga a base de azotes, luego un poco más arriba, en la zona dulce, para seguir con un ráfaga final bien repartida, que la dejó jadeante. 

Mis mano volvió a acariciar sus nalgas...

- Nunca te fíes de mi memoria 

- Eres un cabrón... cómo pica la maldita cuchara

- Toma nota para mañana.

Terminé de bajarle el pantalón hasta los tobillos, separé sus piernas y cogí de nuevo la cuchara, para empezar a pasársela por su coño suavemente, de vez en cuando le daba un toquecito con la cuchara ahí, para nada doloroso, pero con toda la zona palpitante de excitación la sensibilidad estaba a flor de piel, así que acabé por darle una docena de toquecitos con la cuchara ahí en el coño, para acabar de desbordar la humedad. 

- Ahora te vas a levantar y vas a abrir delante de mí, el regalo que hay en la caja morada.

Aún tardó un poco en levantarse, cuando lo hizo fue directa a la única caja envuelta con papel de regalo morado. 

- Ábrelo.

Lo desenvolvió y al ver la caja original sonrió. Abrió la caja y me enseñó el contenido.

Se lo pedí y me lo dio. Era un juguete peculiar. Eran cómo dos balas de silicona del tamaño de mi pulgar, unidas por un pequeño cordel de silicona también y un mando a distancia. 

Me di un par de palmadas en las rodillas para decirle dónde la quería. Se tumbó, le volví a acariciar el culo antes de coger el juguete. Lo cogí una de las balas era algo más gruesa y larga, la pasé entre sus labios varias veces y terminó alojada en su coño, al otro extremo del cortísimo cordel estaba la otra más fina y corta, la mojé un poco en su propio jugo y la apunté al culito, presionando despacio se abrió paso en el estrecho agujero hasta desaparecer. Sólo la unión entre ambas quedaba fuera. 

Entonces le di un par de palmaditas en el culo y le dije.

- Levanta y vete al rincón.

Lo hizo, encendí la luz, justo cuando llevaba sus manos a la cabeza, le miré el culo y estaba bien rojo, con alguna marquita más oscura en las zonas más sensibles. Entonces cogí el mando a distancia y le di al "on".

La vibración debía ser potente porque fue arrancarlo y moverse, doblar un poco una pierna y empezar a gemir. Paré y sonreí.

- Mañana lo vas a llevar puesto, toda la comida y yo tendré el mando, al mínimo gesto que no me guste....

Resopló y lo puse en marcha de nuevo, empezó a moverse y jadear.

- Paralo por favor...

Pero no lo hice y allí cara a la pared con el culo rojo tuvo el primer orgasmo, que la hizo terminar de rodillas. 

Me levanté y la fui a buscar. Se apoyó en mi hombro.

- Y si nos vamos a la cama, mañana será un día largo.

Y nos fuimos a terminar allí. 













 





1 comentario:

  1. Me gusta mucho esta historia, incluso si la percibo más erótica que puramente disciplinaria o azotes, pero afortunadamente podemos amar varias cosas y pasiones diferentes.
    Soy francés y aquí celebramos la epifanía cuando honras esta magnífica tradición de los tres reyes, pero me temo que ya no solo veré algo familiar y tradicional.
    Puedo ser discreto y guardar todos sus sentimientos para mí. ¡Disfruta y mantén tus tradiciones preciosamente!

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