jueves, 30 de diciembre de 2021

Melancolía y sexo ( Por V)

 



Para terminar este año extraño, me ha parecido interesante compartir este post, qué es una traducción del original en francés escrito por V. Titulado: Melancolie, sexe et moi (melancolía, sexo y yo). Un texto que creo que es un bonito colofón del año. 



"El día que me di cuenta de que sería una mujer, con una mente bastante fina y aguda, me sorprendió una revelación de violencia inesperada: estaba condenada a la melancolía.

Melancolía en el fondo de la vida, en perpetua implicación, en un sentimiento vago pero omnipresente. Habría melancolía en cualquier cosa que pasara por mis ojos, manos, nariz, lengua. La belleza misma estaría pintada de melancolía. Alegría también. Amor sobre todo. La primera vez que pareció que la melancolía se había ido, fue la primera vez que mi mano, se coló dentro de mis bragas. La melancolía se había desvanecido cuando mis dedos me dieron placer sexual por primera vez. De este gesto solo surgieron gemidos de intenso placer. Puro placer. Cuando había sexo, no había nada más. Todo estaba sucediendo de manera muy inconsciente. Lo único que sabía era esto: ya, cuando tenía catorce años, escapaba a la melancolía a través del sexo

Pasaron los años y la melancolía se me pegó a la piel. Algunas noches, era agresiva, terca, mordaz. Ella me quitaba todo y me prohibía llorar o incluso quejarme. Ella me estaba lastimando y evitando que me salvara. A menudo, esta sensación de vacío intenso se apoderaba de todo el lugar, que cavaba este enorme agujero desde mi estómago hasta mi pecho, del que nada podía escapar. En esas noches, la melancolía se convertía en tristeza. Todo era soso, pálido e íntimamente intenso. El nudo se atascó en mi garganta, pero no provocó nada más. Ni siquiera llorando escapaba de ella. Sin embargo, eso era lo que hacía la gente cuando la tristeza se apoderaba de ellos, ¿verdad? Estaban llorando. Yo no. Todo se retorcía por dentro y nada se molestaba en salir. Luego estaba la salida del sexo y es que cuando me mojo la melancolía desaparece.

El orgasmo tomó entonces una forma completamente ambigua. Lo estaba buscando, lo quería, corría tras él y a la vez le tenía miedo. Asustada porque una vez que el orgasmo terminaba sabia que ella regresaría. Volvería la melancolía.

 Acurrucada en los brazos de la persona que participó en la llegada de este orgasmo, o sola en las sábanas, con la cabeza enterrada en mis propios brazos, podía sentir cómo se deslizaba, recuperaba la posesión de mis miembros, infundía bajo mis venas. , ahogarme en todo ese montón de sangre, y alojarse allí arriba en mi cabeza. Dejo que ella lo haga. De todos modos, con el tiempo, había llegado a comprender que ella sería más fuerte que yo. Para siempre.

 Un día me atreví con una fantasía oculta, me atreví a hacerla real y el resultado fue inesperado. Desde antes del primer golpe, ya sentí cómo una fuerza inesperada y desconocida me iba despojando de todo, me hacía sentir más desnuda que nunca, pequeña y vulnerable. Entonces apareció el dolor, esa sensación de la huimos y que yo deseaba y fui sintiendo cómo toda yo me rendía. Todo en mí estaba capitulando. Incluyéndola a ella. La melancolía se hacía pequeña. No era rival. Ella se escondía detrás de las sensaciones físicas que se estaban apoderando de ella. El dolor era cómo una inundación que todo lo invade. 

Al final, pensando en ello descubrí que el dolor físico no es tan abrupto cómo el orgasmo, que aparece y desaparece. Es un proceso más lento, sobre todo en su final, no es un golpe seco, que te dice: fin. Un recuerdo que se siente te queda por un tiempo y mientras está ahí, domina la situación. 

Desde entonces, he conseguido domar mi perpetuo estado de melancolía, he conseguido o me he permitido, quejarme, llorar y sobre todo dejarme llevar, sigue estando, pero ahora la domino yo y no ella a mí. Sé que cuando intente apoderarse de mi, la enviaré al rincón y disfrutaré del placer sin miedo, al final. Aunque el ya no esté, en mi cama boca abajo, sintiendo aún el escozor de sus golpes en mi culo, me puedo dar placer una y otra vez, sin miedo a caer en la nada".

Alguna vez habéis sentido algo parecido?


2 comentarios:

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