sábado, 20 de noviembre de 2021

Vida social intensa.

 




Me despertó el ruido de la cocina, miré la hora en el teléfono. Las 10: 03, me sorprendió hasta a mí, suelo madrugar mucho, pero había sido una semana muy larga y encima por la noche nos habíamos ido tarde a dormir enganchados a una serie. También me extrañó que ella se hubiera levantado antes, con la cabeza adormilada aún no caí en el motivo, hasta que entró en la habitación y encendió la luz que me deslumbró y el comentario sarcástico me hizo salir del letargo.

- Tu sigue durmiendo, no te estreses. Me voy al súper.

Y se fue, con nerviosismo, cerrando la puerta de la entrada con energía. El motivo de aquello no era otro, que había organizado una comida en casa, con sus amigas y parejas, para dentro de unas horas. Lo curioso es que aquel fin de semana era el puente de Todos los Santos y que perfectamente podía haberse dado un día de margen y haberlo organizado el domingo, pero es así de tozuda, así que decidí no insistir más en ello hacía días.

Me levanté, me di una ducha rápida, me vestí y fui a la cocina a tomarme el café, en ello estaba en mi paz matinal, cuando apareció jadeante cargada con dos bolsas de compra. 

- No se levante el señor, no se vaya a herniar.

Segundo latigazo verbal del día.

- Si me pones un WhatsApp, te espero abajo, pero el don del futurismo aún no lo tengo. Y por cierto. Buenos días.

-Si, si, bueno días, pero te recuerdo que a la 1 tenemos invitados y hay un montón de cosas que hacer, entre otras cocinar.

- Ya te dije de hacerlo mañana y más este fin de semana, pero por una oreja te entra y la otra te sale, cuando algo se te mete en la cabeza...

Mientras ella iba sacando las cosas de la bolsas y dejándolas en la encimera, me puse otro café, me levanté, con la intención de salir de la cocina. 

- Dónde vas?

- A tomarme un café tranquilo 

- Pues no te encantes que hay un montón de cosas que hacer.

- Y tiempo de sobra, así que respira hondo o al final te daré la pastilla. 

Y me fui al salón, me senté en el sofá y me encendí un cigarrillo. Apenas la había dado un par de sorbos al café, cuando la vi toda decidida para la habitación, abrió las persianas con energía y la escuchaba renegar. Manteniendo la calma, le dije.

- Nena, vete a la cocina, que te comprometiste a cocinar tú y eso ya lo hago yo.

- No, quédate tranquilo y disfruta del café.

Entonces cerró la puerta del armario, dando un portazo y ahí ya me levanté.

- No te lo voy a decir más, o te tranquilizas o te tranquilizo. Está claro?

- Jajajaja amenazas encima? Anda y tira que aún se te va a enfriar el café, señor "lo tengo todo controlado"

Paciencia agotada, me fui para ella y la cogí de la oreja.

- Suéltame me estás haciendo daño.

- No te resistas y dolerá menos 

- Ahora no es momento de jugar!!!!

En cuanto la tuve a tiro y sin soltarla, le di unos cuantos azotes.

- A caso crees que estoy jugando? Estás alterada y te voy a dar el ansiolítico que mejor te funciona y con pocos efectos secundarios.

De la oreja la llevé hasta el comedor, sin soltarla al pasar por la mesa cogí una silla con la otra mano, la levanté y la puse en el centro del salón. Me senté, todo eso sin soltarle la oreja, la puse en mis rodillas, pierna derecha por encima de las suyas.

- Las manos en la espalda.

- Joder Santi, que es muy tarde.

- Si no te tranquilizas, más tarde se va a hacer.

Sin decir nada más empecé a azotarla con los leggins puestos. Con cierta resistencia al principio, pero en la silla y otk, tienes mucho control, además cuanto más se intentaba zafar, más fuerte eran las palmadas, y no paré hasta que empezó a dar síntomas de tranquilizarse y dejar de resistirse.

- Ya está haciendo efecto la pastilla. Levanta el culo.

- Santi, es tarde por favor.

- Levanta el culo he dicho, está pastilla es de efecto tópico, hay que aplicarla sobre la piel desnuda y no lo voy a repetir, al no ser que quieras, tener que usar cojín para sentarte toda la comida. 

Yo ta tenía los dedos metidos en la cintura de los leggins. Resopló pero colaboró y levantó ligeramente las caderas. Momento en el que le bajé los leggins lo justo, para descubrir que no llevaba ropa interior.

- Has ido al súper, sin nada debajo...

- Pffff tenía prisa y dormías

La agarré con fuerza de la cintura, ahora que podía soltarle las manos, pero mi pierna seguía bloqueando las suyas. Y empecé un concierto de percursion, piel desnuda contra piel desnuda, bastante escandaloso y más un sábado por la mañana tranquilo, pero a aquellas alturas los vecinos si nos oían debían estar ya más que acostumbrados a ese sonido tan peculiar, que de vez en cuando atronaba en nuestro piso. La lluvia de palmadas era incesante y rítmica, pero ya no había resistencia alguna, así que seguí unos cinco minutos, hasta dejarle el culo rojo como un semáforo. 

- Estás más tranquila?

- Pffffff 

- Eso que quiere decir.

- Que sí

- Ahora te entiendo 

- Levanta y manos detrás de la espalda

Se levantó, su cara estaba tan roja cómo su culo. 

- Escúchame bien, ahora te vas tranquila a la cocina y yo me encargo del resto. Con calma hay tiempo de sobra para todo, ahora bien, como escuche algún portazo más o alguna mala contestación, te pongo el culo morado antes de que vengan y te aseguro que no va a ser muy cómodo. Está claro?

- Si...

Le subí los leggins y cuando se giró para ir a la cocina, le di una palmada que la hizo dar un saltito y mirarme.

- Por cierto, cuando se vayan, tu y yo vamos a volver a hablar. 

Se fue a la cocina caminando por el pasillo frotándose el culo. Yo me puse a recoger la casa y media hora antes de la hora prevista ya estábamos.

- Tengo el horno programado, pero échale un vistazo, voy a ducharme y vestirme.

- Muy bien, has visto cómo con tranquilidad aún nos ha sobrado tiempo, encima de la cama tienes la ropa preparada. Ponte sólo lo que hay.

Le di un beso y me fui al salón.

Le había preparado un vestido, unas medias musleras autoadhesivas y nada más, vamos sin más ropa interior que el sujetador.

Ya vestida aún no habían llegado, pero enseguida sonó el timbre.

- Ya están aquí voy a abrir 

- Un momento 

La cogí por la cintura, la pegué a mi y metí mi mano bajó su vestido por detrás, le acaricié el culo desnudo y aún algo caliente.

- Esto es para que pienses que luego tenemos una conversación pendiente.

La comida transcurrió con total normalidad, ambiente distendido, muchas risas y una tensión que sólo yo y ella entendíamos. Cuando marcharon y nos quedamos solos, como siempre en estos casos queda la más pesada de las tareas; recoger. Pero teníamos todo el domingo. Bajamos a despedirnos y al entrar de nuevo en casa, me dio un beso.

- Gracias 

- De nada 

- Pffff y ahora a recoger, pero antes voy a ponerme el pijama. 

- Tengo otros planes yo, ya recojo yo lo más gordo y mañana hacemos el resto.

- Eres un sol...pues me voy a poner cómoda

- No, te vas a ir directamente al rincón mientras recojo, tenemos algo pendiente.

- Pffff vaaaa que estoy cansada y ya....

La cogí del brazo pasillo para delante y la llevé hasta la pared desnuda.

- Aquí sin moverte un milímetro, levántate el vestido y manos atrás sujetándolo. 

Lo hizo despacio, no sé si por convicción o por cansancio. Me la quedé un rato mirando, las medias a medio muslo resaltaban aún más la piel desnuda de la parte alta de los muslos y las nalgas ya blancas.  Me puse a recoger lo más aparatoso, vajilla y demás. En diez minutos lo tuve todo a punto. De vuelta, pasé por la habitación y cogí una venda de raso negra, me acerqué por detrás mientas seguía allí inmóvil y expuesta, le puse la venda tapándole los ojos y atandola bien. Y la dejé de nuevo allí. Fui a buscar varias cosas, las dejé en el brazo del sofá y fui a buscarla, la cogí de la mano y la guié hasta el sofá, sin soltarla me senté y nada más sentarme la conduje a mi regazo otra vez. En el sofá está más cómoda ya que menos las piernas todo el cuerpo descansa. 

Entonces le levanté el vestido y separé un poco sus piernas. Lo primero que hice fue comprobar si estaba mojada. 

- Así has estado toda la comida? 

Le dije mientras dos de mis dedos se paseaban por la raja entre sus labios, al quitarlos, los miré empapados de una lava transparente y viscosa. Una de las cosas que había cogido, era un juguete muy especial. Es un vibrador que tiene como dos pequeños bulbos unidos por un pequeño puente de goma, el bulbo de más tamaño, se lo metí fácilmente en el coño y el más pequeño, con la ayuda de un poco de lubricante, en el culo. El juguete tiene un mando a distancia que activa la vibración a diferentes ritmos, probé que funcionase, su reacción me hizo ver que a la perfección, lo paré y cogí el cepillo para el pelo de madera cuadrado y empecé a pasarle la parte de las púas rozando la piel de sus nalgas, que se erizó toda. Luego cuando empecé a pasarle la parte dura y fría de la madera se tensó.

- Pfffff no vas a calentar?

- Más? Si estás goteando.

Entonces le di una pequeña serie de 10 azotes suaves con el cepillo, su piel se volvió rosada y volví a jugar a pasarle las dos diferentes texturas, la áspera de las púas y la lisa de la madera. 

- Está mañana, has sido muy injusta, además de borde e impertinente.

Ahora empecé con una serie algo más larga de un par de docenas de azotes con el cepillo, pero sin ser demasiado intensos, quería que fuera todo muy progresivo. El color subió un poco pero tampoco demasiado, para lo eficaz que puede ser ese arma. Y volví al juego de texturas aunque esta vez activando la vibración del juguete, empezó a moverse inquietamente, lo que hizo que la sujetara de la cintura y sin parar la vibración, le di una nueva tanda de azotes con el cepillo, esta vez más intensos y picantes, que hicieron que la piel ya cogiera un color rojizo uniforme. 

Al cesar los azotes, paré también la vibración y le quité el juguete, al quitarlos mi mano se fue a su coño, que desbordaba ya por los muslos. Tomé de nuevo el cepillo y le di una nueva tanda de azotes, esta si de castigo y apuntando bien a las zonas sensibles de la parte baja de las nalgas, hasta grabar dos círculos rojo más oscuro. 

Dejé el cepillo, era el momento de trabajar con mis manos. La izquierda sobaba sus nalgas calientes y la derecha jugaba en el charco de su coño. Un dedo de mi mano izquierda se coló entre la hendidura de sus nalgas, hasta encontrar el agujero más oculto, que acarició, masajeó y presionó, hasta que cedió y el dedo entró completamente. Empecé a hacerlo entrar y salir despacio, mientras con los dedos de la derecha jugaba en su coño, por cada rincón, pliegue y zonas sensibles, el pulgar acabó dentro de su coño y el índice y el corazón friccionando a ambos lados del clítoris, el de dentro haciendo ligera presión hacia fuera y los de fuera hacia dentro, hasta sincronizar los movimientos de ambas manos, que operaban por agujeros distintos, pero muy cercanos.

El escándalo de los azotes de la mañana había sido importante, pero su gemidos y gritos por la noche igual más, ahogados sólo con un orgasmo tan intenso, que los espasmos los sentí con los cuatro dedos. 

Tardó un tiempo en volver en sí...mientras le acariciaba las nalgas, rojas, calientes y con la piel erizada y sensible.

















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