martes, 5 de octubre de 2021

Extremismos

 



Estamos en la época de las polarizaciones, del conmigo o contra mí, los extremos ganan adeptos a cada aspecto de nuestra sociedad. Así que esta entrada va dedicada a los extremos en nuestra subcultura y cómo veréis sus contradicciones.


Digamos que en este mundo los extremos serían dos formas de entender el juego, que además suelen tener unos adeptos muy militantes.


Los disciplinarios puros: este subgrupo es aquel, para el cual la base del juego es la disciplina desexualizada, lo importante es una relación de autoridad, con unos roles muy marcados y el concepto de rendir cuentas cómo básico. Para este grupo el sexo o la sexualizacion del juego, es mancillar lo y hay una gran carga de platonismo masoquista en ellos. 


Los sexuales puros: para estos el juego no tiene sentido si no es cómo un calentamiento "especial" que conduzca a tener sexo. El fin no es el juego, es el sexo, el juego es el camino que hace al sexo más atractivo o intenso.

Luego estamos la mayoría, que nos movemos en un terreno intermedio. Para los cuales ambas cosas no son incompatibles y tienen su momento y su motivo. Nos gustan los juegos que tengan una base de disciplina, de hecho además de resultarnos poderosamente erótica, también nos ayuda a meternos en el juego y sobre todo en el rol. Pero tampoco desexualizamos el juego. El sexo puede y debe tener su momento en la relación, aunque a veces juguemos con los tiempos o incluso que algunas prácticas sexuales cómo parte de todo lo que envuelve al "castigo". 

Tal y cómo lo veo, somos adictos a la excitación y jugar nos permite alargarla más que con el sexo normativo. De hecho en mi experiencia personal, me he encontrado con mujeres que consiguen el placer sexual fácilmente y de alguna manera que otro lo "regule" alarga esa excitación.

Pero volviendo a los extremos, cómo la mayoría de extremismos tienen sus contradicciones, ya que a los disciplinarios puros, cuanto más disciplina más excitación y los sexuales no pueden negar que necesitan de la disciplina, para tener un sexo más atractivo y complaciente. 

Una vez conocí a una persona que negaba cualquier tipo de contacto sexual durante un juego, su idea de juego era sentir un castigo real y estricto. Le pregunté qué hacía después y me confesó, que posteriormente al juego en cuanto estaba sola, se masturbaba varias veces incluso y que le era especialmente una experiencia intensa, cuando aún podía sentir en su cuerpo los efectos del castigo.

Por eso creo que podemos ponerle todas las etiquetas que queramos, al final incluso para las posiciones más extremas, el spanking es altamente erótico y para que lo sea por lúdico que nos guste, hay un contexto de autoridad y disciplina en el.

1 comentario:

  1. No creo que la búsqueda de placer sea extremista. Creo que lo opuesto sí lo es.

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