Los castigos complementarios o de continuidad qeu digo yo, son a veces una forma de no apagar el fuego. Los hay más complicados de hacer cumplir que otros, quizás el más complicado es la suspensión temporal del placer. Vamos la prohibición de tener un orgasmo durante un lapso de tiempo.
Es difícil de hacer cumplir porque no puedes estar las 24 del día pendiente de alguien, es imposible y a eso hay que sumarle que tiene un enorme poder transgresor. Es aquello que basta que te prohíban algo placentero, para que te de más ganas de hacerlo, es una pura tentación, el riesgo, hacer algo prohíbido, conseguir burlar las prohibición sin consecuencias todo son estímulos que empujan.
Por eso cuando la castigue una semana sin placer, sabía que la tentación aparecería y que poder demostrarlo era realmente difícil, por eso también a veces hay que tender pequeñas trampas y más cuando se convierte en una especie de juego de gato y ratón. Recuerdo que aquella vez, simplemente se lo dije en su momento y nada más, los días siguientes ni pregunté, ni nada. Aunque tampoco tuve quejas, ni peticiones de levantar el castigo, me pareció todo demasiado tranquilo, incluso su humor no estaba afectado, al revés estaba amable, cariñosa, atenta, bromista y sonriente. Uno ya es perro viejo en esto y claro andaba con la mosca tras la oreja, así que empecé a pensar, la forma de pillarla con las manos en la masa, nunca mejor dicho. Algo ciertamente difícil, pero la confianza, es lo que hace caer al delincuente siempre y de eso algo sé.
Una tarde calurosa, sali de trabajar antes, bastante antes de la hora prevista, además la había tentado, enviándole un relato por la mañana, del que no me había dicho nada, pero estaba seguro que había leído. Tal vez era la única oportunidad que tuviera de cazarla si realmente, me había estado tomando el pelo, cómo sospechaba.
No metí ni el coche en el parking del edificio, lo dejé en la calle, tampoco cogí el ascensor para subir desde el parking, es bastante ruidoso y si estás solo y en silencio se escuchan las puertas al abrirse en el rellano. Cuando fui a meter la llave con sumo cuidado en la cerradura, como el cazador que acecha a la presa, escuché música de fondo, aún así abrí la puerta con todo el cuidado del mundo y la cerré del mismo modo, me descalcé en la puerta, para hacer el mínimo ruido posible, al empezar a caminar, situé de dónde venía la música, del baño no había duda, además la puerta no estaba cerrada del todo, así que me asomé con cuidado por la puerta a medio abrir. La mampara opoca, me dejaba ver su silueta y el vapor humeaba por todo el cuarto de baño, entre con mucho cuidado, me senté, no se había percatado que estaba allí, a menos de un metro de ella, separados por la mampara. A pesar de la música alta, empecé a centrarme en su respiración claramente agitada y subiendo el tono a entrecortada con gemidos cortos de por medio. Entonces de repente vi a través de la sombra de su silueta en la mampara, unos movimientos rítmicos y rápidos y un aumento de lo jadeos y gemidos. La tenía, la había cazado, sólo me quedó esperar y justo cuando más intensos eran los gemidos y los jadeos, le silencié el móvil, eso no provocó nada, simplemente debió pensar que se habría parado, y aun medio jadeante la vi volver a coger el bote de gel, entonces abrí la mampara. Grito asustada.
-Joder que susto tio, no me hagas esto más!!!!!!!!!!!
La miré con sonrisa malvada. Y con mucha calma, le dije:
-Llevo al menos 10 minutos aquí y ni te has enterado, estabas muy concentrada.
Su rostro se enrojeció como nunca, supongo que por su mente pasaron los 10 minutos.
-¿Que duchita relajante?
Creo que en ese momento si hubiera podido huir por el desagüe, lo hubiera hecho y más cuando alargando el brazo, paré el grifo.
-¿Que haces? aún no estoy.
Sin decir nada, la cogí de la mano y la saqué de la ducha, mojada, me senté en la taza, y la solté de pie frente a mi, toda ella goteaba agua, pero mi mano buscó entre sus piernas, pasé un par de dedos y se los mostre.
-Esto no parece gel
Aún se puso más roja, mientras me llevaba los dedos a la boca.
-No, no es gel.¿Que pasa se te ha comido la lengua el gato?
-Eres un cabrón
-Ahhh vale , que la culpa es mía, yo pensaba que estabas castigada.
-Me has tendido una trampa
-Si claro ¿te crees que me chupo el dedo?
-Vamos que lo tenías pensado, el relato, venir antes....
-Pues si te he tentado lo reconozco, pero el tema central no es ese, es que te he pillado y eso va a tener consecuencias lo sabes ¿verdad?
-Has hecho trampa
-No, quien has hecho trampa has sido tú y me da que no sólo hoy, pero las otras me las tengo que comer, ahora la de hoy, creo que va a ser suficiente.
Ya no hubo más debate, ni discusión. un tirón seco y a mis rodillas, allí en el baño, estaba mojada aun y me mojaba los pantalones, pero me daba igual, su culo desnudo y mojado en mis rodillas, puse de nuevo la música, aquello iba a ser muy ruidoso y en cuanto empezó la música mi mano empezó a azotarle las nalgas desnudas y mojadas, bien sujeta por la cintura con el otro brazo. Normalmente hubiera sido una azotaina progresiva, pero incumplir un castigo, creyéndose que puede burlarse de mi, me molesta, así que no hubo progresividad y todo sumado a que con el culo mojado, además de sonar más los azotes también pican más, al terminar la primera canción, que casualmente era Purple Rain de Prince, ya le había secado el culo a azotes y púrpura aún no, pero rojo como un tomate maduro si lo tenía ya. Mi lluvia de palmadas en vez de mojar secaba a la vez que coloreaba. Es una canción larga. Exactamente 8 minutos y 41 segundos, de la mano de mi lluvia secando su culo. Al parar, pasé las uñas rozando su piel, totalmente seca ya, caliente y roja. Hasta que allí sobre mis rodillas en la taza del wc, busqué su coño, allí seguía lloviendo, una lluvia espesa y caliente, le metí dos dedos y jugué un poco, mientras le decía.
-¿Sabes? venía con la idea, que si te portabas bien, a pesar de la provocación del relato, te levantaría el castigo, pero cómo no ha sido así, termina de ducharte, yo voy a ponerme cómodo y cuando estés, te presentas en la habitación, no hace falta que te vistas...ahhhhh y trae contigo el cepillo.
Suspiró, se levantó. La miré y se volvió a meter en la ducha, mientras yo sentado miraba su culo rojo, cuando volvió a abrir el grifo, salí del baño, me fui a la habitación, me cambié de ropa y esperé sentado en la cama. Hasta que apareció, sólo con una toalla en el pelo y completamente desnuda, se quedó de pie con las manos tras la espalda, con el dedo le hice el gesto que se acercara y extendí la mano demandando lo que la había pedido, resoplando sacó las manos de la espalda y puso el cepillo, sobre mi mano, lo cogí y lo dejé en la mesilla, la acerqué cogiéndola con firmeza con las dos manos de la cintura, hasta situarla entre mis piernas, le acaricié las caderas.
-Que piel más suave y fresquita y que bien hueles.
Entonces mis dos manos se fueron al culo, caliente, frotándolo de abajo a arriba y al revés...hasta que separé mi pierna izquierda, llevé mi mano a la parte baja de la espalda y la "invité" a colocarse sobre mi pierna. Podía apoyar el cuerpo en la cama, y yo pasar mi pierna derecha por encima de las suyas. le pedí que pusiera las manos tras la espalda, lo hizo y las sujeté con la mano izquierda entonces cogí el cepillo de la mesilla y empecé a pasarlo despacio por la piel y le dije.
-¿Sabes? voy a poner la canción otra vez, y supongo que cuando termine entonces si tendremos algo púrpura.
Dejé de acariciarle con el cepillo un momento, para coger el movíl, buscar la canción, darle al play y en cuanto empezó a sonar, empecé a hacerle el acompañamiento de percursión con la dura madera del cepillo contra su piel enrojecida. Es una canción lenta así que seguí el ritmo de la canción con los azotes, lentos pero constantes y alternos, mejilla y mejilla y a medida que avanzaba la canción el efecto de lluvía púrpura se dejaba ver en su piel desnuda, pero no paré, seguí lo que duró la canción. Al principio estaba relajada, pero a mitad de canción, el cuerpo se tensó, se levantó un poco y agarraba con fuerza las sábanas, en especial cuando insistía en la parte más baja y sensible de sus nalgas traviesas. Cuando terminó la canción, dejé el cepillo y paré la música. Empecé a pasarle la yema de los dedos por las nalgas realmente marcadas y calientes. Tenia las nalgas rojas, pero de la mitad hacia abajo el rojo era más intenso como dibujando dos círculos superpuestos al rojo de fondo, círculos que se oscurecían cuanto más al centro, dónde si habían otros dos círculos dentro de los círculos, cuyo color se aproximana más al púrpura que al rojo. Un par de minutos de caricias y volvió a dejarse caer relajada y suspirando. Ahí volví a coger el cepillo, cuyo mango estaba recubierto de una goma, que lo hacía muy util, está vez lo cogí al revés y empecé a jugar con el mango en el surco de su sexo, pasándolo por el, entre los labios, desde el perineo hasta el clítoris, cuando llegaba a el, lo presionaba a la vez que lo frotaba un poco y vuelta a empezar, hasta que el mango del cepillo del castigo acabó dentro de su coño, entrando y saliendo a modo de improvisado juguete. Entonces se volvió a tensar, solo que ahora en una distinta tensión, sin decirle nada separó sus piernas, arqueó la espalda y empezó a jadear. De repente le quité el cepillo, la sujeté con más fuerza aún de la cintura con mi brazo izquierdo y empecé a darle palmaditas desde atrás y sobre mi rodillas en el coño, suaves pero muy rítmicas y seguidas. Que importante es el ritmo, encontrar el ritmo exacto de las palmadas, cuando lo hice creo que hasta ella se sorprendió y sin poder evitarlo se corrió entre gritos, mientras yo seguía dándole palmadas en el coño.
Para terminar agarrándolo con toda la mano con fuerza, mientras aún sentía las contracciones residuales del orgasmo y mojaba mi mano con su lluvia espesa....De nuevo la acaricié muy despacio, hasta que se volvió a relajar, entonces abrí el cajón de la mesilla, donde siempre había un bote tipo spray de lubricante, cogí el cepillo, lubriqué bien el mango, luego con la mano izquierda le separé las nalgas, ella suspiró al notar el frio del lubricante en su culo y es que para que un castigo sea completo, tiene que tener su dosis de vergüenza. Empecé a presionar el mango lubricado del cepillo contra su pequeño agujero trasero, la parte del extremo era del grosor de un dedo, hacia la mitad se hacía más ancho del tamaño de dos dedos y luego se volvia a estrechar, medía unos 10 o 12 cm y poco a poco fue entrando en su culo, cuando lo tuvo dentro, la acaricié un rato, hasta que le dije.
-Ahora señorita desobediente, te vas a ir al rincón. Yo me voy a la ducha, antes de irme pondré de nuevo la canción y cuando termine, vienes a la ducha, que creo que necesitas otra. Le di una palmadita en el muslo y se levantó, se fue al rincón con el cepillo metido en el culo, manos sobre la cabeza, me desnudé, cogí ropa y puse a sonar la canción otra vez.
Cuando salía de la habitación me giré un instante a mirarla, sonreí y me fui al baño. Podía escuchar la canción desde allí....cuanto terminó, abrí el grifo y el agua caliente empezó a caer por mis hombros, enseguida apareció, me miró sonrió con cara de traviesa y sin decir nada, se arrodilló allí en la ducha, para comerme la polla hasta que me corrí. Se levantó y nos abrazamos, me susurró, que era un cabrón, justo cuando agarraba el cepillo y lo sacaba de su culo, entonces, le dí la vuelta, hice que apoyara las manos contra la pared de la ducha, con la espalda arqueada y alli cayendo el agua caliente, la poseí contra su culo con dos círculos púpura.
Fin

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