sábado, 14 de agosto de 2021

Bikini brasileño, playa y marquitas sospechosas.

 





Último fin de semana de verano, también último fin de semana en tiempo que podíamos permitirnos una escapada y como hacía sorprendentemente buen tiempo, decidimos escaparnos a la playa. El futuro no se presentaba muy halagüeño, la pesadilla parecía que quería repetirse y eso nos estaba pasando factura a todos en forma de agotamiento, tensiones, desgana. Una escapadita no nos vendría mal y más a sabiendas que igual pasaba mucho tiempo antes de poder permitirnos otra.

Maleta con lo justo y a la ruta, llegamos a nuestro rincón favorito más cercano a media tarde del viernes, en un extraño día caluroso ya de bien entrado Septiembre, dejamos las cosas en el apartamento, descansamos un ratito y decidimos arreglarnos un poco para bajar a cenar al pueblo, a un restaurante pequeño y coqueto ya conocido. Yo ya estaba vestido esperando, cuando apareció.

-Mmmmm que cortita ¿no?

-¿No te gusta?

-Si, si....

-Ya, ya se que algún cardenal de las piernas canta, pero chico no me voy poner medias.

-No  lo decía por eso.

Se había puesto una mini rosa chicle, con  una camiseta blanca y los taconazos de costumbre.

Salimos caminando, el sitio nos quedaba cerca, habíamos llamado para reservar mesa por si acaso, pero aquel día apenas habían tres o cuatro mesas ocupadas, nos sentamos en una apartada, con vistas al puerto y el paseo marítimo, una botellita de vino blanco para abrir apetito, mientras decidiamos y charla sobre actualidad, cuando se acercó el camarero a tomar nota, sentí algo en mi entrepierna, la miré, me sonrió y se llevó la copa, era su pie desnudo frotando ahí, pedí medio pertubado mientras ella seguía, con más ganas, cuando se fue el camarero, le cogí el tobillo con fuerza por debajo de la mesa.

-Auuu!!

-Se puede saber que haces.

-Joooo sólo jugaba un poquito

-Ya pero tal vez no es momento

-Puffff últimamente estás muy ausente, ni me tocas...

-A ver nena, tengo la cabeza en mil cosas sabes? ahora mismo 60 familias dependen de mi y eso me pesa mucho, si el lunes no nos dan la restauración de aquel edificio, no sé que pasará y eso pesa.

-Ya lo sé, pero habíamos quedado en no pensar, en disfrutar el fin de semana.

-Ya, pero igual no ha sido la mejor manera.

-Vale

Ahí quedó la conversación, de hecho hablamos poco cenando, me sentí algo culpable, tenía razón, era sólo un juego para destensar y mi reacción había sido brusca, pero yo necesito mi tiempo para darme cuenta de las cosas y ya con los postres, le dije.

-Siento lo de antes nena, tienes razón, hemos venido a desconectar.

-No te preocupes no pasa nada, voy un momento al baño.

Entonces se levantó, al pasar junto a mi, me dio un beso y acto seguido me pasó un dedo por los labios...el sabor me era familiar. Cuando volvió se sentó y me sonrió.

-¿Te ha gustado el postre?

-No habrás sido capaz.

-Puedo ser muy silenciosa, si quiero y si no me haces caso, me tendré que apañar sola, ya sabes que dicen del marisco y sus propiedades.

-No te creo?

Entonces se llevó dos dedos a la boca...los saboreó.

-Tu mismo

Me estaba perturbando para bien, a veces me cuesta dejarme llevar y razón tenía habíamos organizado aquella escapada para desconectar, ahora bien jugar a provocar tiene sus riesgos y estaba dispuesto a girar la tortilla. Terminamos y nos fuimos para el apartamento, a pesar de estar francamente cansado, toda la escenita del restaurante me había perturbado, me dejé caer en el sofá suspirando, ella se descalzó también dejando los zapatos allí en  medio y me dijo.

-Te preparo una copita, yo me voy a tomar una.

-Venga

Fue hasta la cocina, vino con dos copas con hielo y unas rodajas de limón, un par de tónicas abiertas dejó las copas en la pequeña mesa, abrió el mueble bar, cogió la ginebra y preparó un par de gin-tonics, me dio uno a mi, que seguía sentado, ella le dio un sorbo de pie, dejé la copa en la mesa y le empecé a acariciar los muslos, subiendo por debajo de la falda...

-Mmmmm parece que te has animado un poco.

-Pues si, objetivo cumplido.

-Me alegro

Dejó la copa en la mesilla junto a la mia, y entonces le dije.

-No se si te alegrarás tanto dentro de un rato.

En ese momento mis dedos se colaban por la cintura de sus braguitas y tiraron hacía abajo, bajándolas justo hasta medio muslo, nada más hacerlo, busqué su brazo tirón y cayó sobre mi regazo...

-Te parece correcto tocarte en un sitio público? eso hacen las señoritas educadas?

A la vez le levantaba la corta falda hasta descubrir del todo su culo y empezar a acariciarlo.

-¿Sabes por qué las bajo hasta ahí? por si se te ocurre intentar escapar.

Entonces pasé un dedo entre sus labios, en la rajita, esperaba encontrarlo lubricado pero tal vez no tanto...

-Así estás y ni he empezado? o es la satisfacción de salirte con la tuya?

Su respuesta fue un gemido, mientras yo seguía la  inspección táctil con mi dedo por todo su sexo, en ese momento, me entra la duda, seguir o cambiar, entonces pienso en que su travesura en el restaurante no puede quedar impune...quito mi mano de ahí y si mediar palabra empiezo a azotarle el culo desnudo directamente sin calentamiento, los primeros azotes los recibe con sorpresa, pero la lluvia de palmadas es incesante sin mucho tiempo a la reacción. Me excita el sonido de los azotes, mucho, tanto que aumento la velocidad, ese monótono "plas, plas, plas, plas...." mientras la piel se va sonrosando y la carne tiembla a cada nuevo cachete. Mano firme de hombre castigando su piel fina y suave, que se va encendiendo, cogiendo color y calor. Todo eso es dificil de narrar, sucede se crea como un microclima, donde una cosa conduce a la otra, donde las intensidades se alimentan entre ellas, el sonido de los azotes, los cambios en la piel, su respiración, sus gemidos, como hay cierta tensión en los primeros azotes, luego como una meseta de relajación, dónde parece inmune y cuando empieza a tomar un color vivo, vuelve cierta inquietud, movimientos, que parece que pidan un respiro y ahí paro, siempre paro...muchas veces paro sin más, dejo que la sensación de escozor punzante este viva un rato, que la única alteración sea el mínimo aire que se mueve y a duras penas refresca algo. Eso hice aquel día, paré tan de repente como había empezado, cuando vi que empezaba a costarle mantener la compostura y a mi me picaba la mano, sin caricias, sin palabras, solo mirando la piel roja en mi regazo y las sensaciones que podía intuir tenía.

Pasado un rato, volví a inspeccionar su sexo, ahí en mi regazo con las braguitas a medio muslo, vulnerable y expuesta, todo lo más íntimo de su cuerpo dispuesto a ser inspeccionado por mis dedos curiosos, pero me centré en su coño empapado, y de nuevo con el culo rojo, empecé a masturbarla, otra cosa que me gusta, la sensación de control absoluto, de estar a merced de mi y de mis ritmos y mis tiempos, un dedo entró en su cueva, luego dos, la piel se le erizó, fui subiendo el ritmo  muy despacio, acabando con su paciencia que empieza a mover las caderas, para pedir más ritmo, la tengo donde quiero, entonces paró, la levanto, la cojo de la mano, con cierta brusquedad, la dirijo a la mesa, apartó con el brazo el tapete y le digo.

-Te quiero doblada sobre la mesa, no apoyada, todo el cuerpo sobre la mesa y el culo bien expuesto!!!!!!

Lo hace, la falda está a medio caer así que la levanto del todo, agarro la cara interna de los muslos haciendo que separe ligeramente las piernas, me retiro un poco, me desabrocho el cinturón, se que no puede verlo, pero si oirlo, oir todo el ritual, el rozamiento al estirarlos, la hebilla repicando, como lo doblo y dejo el cuero gastado sobre su piel, deslizo las braguitas hasta los tobillos, cojo el cinturón de nuevo, en esa posición el movimiento del golpe es horizontal, tengo que medir bien, la largura del cinturón, debe dar solo en las nalgas, pero a la vez debe dar bien. 

-Mañana irás a tomar el sol con marcas -le digo-

Apunto bien y empiezan a caer los azotes con el cinturón, es otro sonido especial, el del cuero del cinturón, es como un ligero silbido y sonido seco, le doy una docena y hago un pequeño descanso, palpo las zonas que veo más castigadas, se estremece, le agarra con fuerza a la mesa, cuando dejo de tocar y una nueva tanda seguida, repito todo el proceso un par de veces más, hasta que veo que va a llegar el agotamiento y no quiero, quiero la sensación viva, pero sin llegar a ese punto de no retorno. Dejo el cinturón sobre el respaldo de la silla, es la señal de que se ha acabado, sigue en la mesa, paso el dorso de la mano por las nalgas, calientes muy calientes...le digo

-¿En serio pensabas que no íbamos a jugar?

No me contesta...toda ella es sensación ahora, voy a mi maleta, siempre llevo algún juguete en ella. Abro  un estuche, pienso un momento y elijo uno, es uno muy en concreto, tres bolas de acero unidas, las primera y la última tienen el mismo tamaño, la central es más ancha. En realidad es un plug en forma de tres bolas, vuelvo con el, y lubricante, sigue apoyada sobre la mesa, con el culo en llamas, paso las bolas entre sus labios, el frío la hace suspirar, juego un poco con ellas mientras dejo caer un chorrito de lubricante entre sus nalgas, ahí saqué el plug de su sexo, le separé las nalgas marcadas con el mismo plug extendí el lubricante por su culo y empecé a meterlo despacio, no en el primer intento, hice un par de amagos, hasta casí la bola más gruesa y vuelta empezar, hasta que acabó todo dentro, en total no más de diez centímetros, pero algo pesado. La ayudé a levantarse, la desnudé del todo, haciendo que pusiera las manos sobre la cabeza en plan pasivo total y entonces la acompañé la rincón de espaldas a mi.

Yo me senté en el sofá, la estuve observando un rato y entonces me levanté me acerqué por detrás, volvía inspeccionar su sexo, seguía empapada, le dije que apoyase las manos en la pared y se inclinara ligeramente con las piernas separadas, cuando lo hizo, empecé a darle unas palmaditas desde atrás en el coño, estimulando más el riego en la zona, lo justo para ponérselo un poco rojo, entonces le dije.

-Quiero ver como te masturbas, con el culo marcado y aquí no hace falta que no seas ruidosa.

La dejé y me senté en el sofá...como no hacía nada, le dije.

-Tengo el cinturón a mano

Entonces vi bajar una de las manos, y como empezaba a tocarse, otra cosa que me encanta ser espectador de la parte finalista del juego habiendo provocado antes la excitación. Fue rápido ni dos minutos tardó y nada silencioso, acabó jadeando con la frente en su brazo...me levanté y la llevé casi en volandas a la habitación, la tumbé boca abajo en la cama, fui a por crema, le apliqué crema durante un rato por todo el culo, aun con el culo embadurnado de crema, me desnudé, me situé detrás con mis piernas a horcajadas, justo encima de su culo, le cogí las manos, le puse una mano en cada nalga, no hacía falta decir nada más, ella misma las separó, despacio le quité el plug, me lubriqué la polla y aprovechando el trabajo del plug, se la metí sin prisa, despacio, abriéndome paso, cuando la tuve dentro le dije...

-Si quieres ya sabes, a usar la mano, provocadora

Y empecé a follarle el culo, me encanta la sensación de piel caliente contra mi piel, no tardó mucho en llevar su mano otra vez al coño, mientras le follaba el culo, se corrió de nuevo y yo también en su culo...

Ya rendidos otra sesión de mimos y caímos rotos, muchas sensaciones y emociones.

A la mañana siguiente hacia un dia radiante, desayunamos y nos bajamos a la playa, mientras yo extendia las toallas, ella se quitaba el vestido para quedarse en el bikini rojo frambuesa, con la braguita tipo brasileña, de las que se ve medio cachete del culo, se tumbó boca abajo y se podían ver perfectamente unas marquitas sospechosas en forma de puntitos rojo oscuro por toda la parte visibles de las nalgas. Cogí la crema solar y empecé a echarle sin quitar ojo a aquellas marcas, que me/nos recordaban la noche intensa.


Continuará....

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