En todos los manuales de psiquiatría/psicología, se hablan de tres diques de contención de la sexualidad: el asco, el pudor (la visión que se tiene de uno mismo) y la vergüenza (la visión que creemos ven los ojos de los demás). Por lo tanto en teoría, pudor y vergüenza, son emociones cuyo objetivo primario es reprimir la sexualidad.
Sin embargo, mi experiencia me dice que cierta dosis de vergüenza, no sólo es inherente a los juegos, sino que además genera una mayor excitación, por lo tanto su significante inicial es pervertido y de emoción represora, pasa a ser emoción potenciadora, voy a intentar explicar porque.
En la mujer, por diversos condicionantes biológicos y sociales, la vergüenza sexual está más marcada, por ejemplo a las niñas pequeñas se las tapa antes que a los niños, por una sencilla razón, sus genitales son internos y más propensos a las infecciones, pero ese tapar prematuro deja impronta en forma de pudor o vergüenza, luego está el tema de que la mujer tiene una sexualidad más elástica y menos esclava de la biología, el placer en la mujer no está asociado al hecho biológico de la eyaculación y por lo tanto menos centrado en la genitalidad pura y eso ha hecho que históricamente haya sido más reprimida.
Todos los estudios al respecto, coinciden en que la mujer alcanza el orgasmo más rápido y fácil a través de la masturbación en solitario y esto se explica, porque la soledad y la intimidad con una misma, elimina todos esos condicionantes biológicos y sociales y se consigue una desinhibición absoluta, que es el camino más rápido para dejarse ir, algo necesario para el orgasmo.
Para resumirlo el placer femenino está muy asociado a tres condiciones.
-Tranquilidad y desconexión
-Pérdida de inhibiciones
-Rendición mental.
Entendiendo esto, podemos entender que la vergüenza se puede entrenar y darle la vuelta como a un calcetín.
Tranquilidad y desconexión: ella debe alcanzar un estado mental en el que se olviden el estrés y las tensiones cotidianas. Deben sentirse segura, cómoda y emocionalmente apoyada, dentro de una atmósfera donde se brinde confianza y consentimiento generosamente, y se sienta capaz de concentrarse completamente en su propio placer y satisfacción sexual
Pérdida de inhibiciones: es de vital importancia que ella comprenda que su potencial de placer y goce natural y completo no solo está siendo bienvenido, sino también alentado y celebrado activamente. La reticencia, el pudor y la vergüenza se trascienden y se olvidan, la resistencia física y la aversión a la exposición se superan a medida que ella se libera por completo de las inhibiciones establecidas durante la educación y la socialización
Rendición mental: ella renuncia por completo a los mecanismos de defensa vinculados a la supervivencia de la vida cotidiana y presenta a la persona entregada por completo. La mente está abierta a la sugestión y el control, y el cuerpo sigue a la mente rendida: se vuelve flexible y muy receptivo al tacto y los gestos.
Bueno creo que todo el mundo a estas alturas, ya habrá hecho por si mismo una asociación, entre estos tres factores y los juegos. Se dan y se buscan. Así que de alguna manera y sin saberlo de forma inconsciente a través de los juegos, estamos entrenando esa vergüenza, que va a ser sentida y percibida, que es real, pero que provoca un efecto contrario, al supuestamente original de esta emoción.
Los juegos, requieren de un proceso previo, dónde la vergüenza y el pudor están muy presentes y en todo el recorrido de un juego, no desaparecen, pero en vez de provocar rechazo, provocan todo lo contrario, deseo. No estoy hablando de personas con un deseo o inclinación natural a ser humillados, de hecho por momentos esa vergüenza puede ser abrumadora, cómo abrumador puede ser tomar consciencia de que produce excitación, yo lo veo más bien como un reto, cómo la forma de romper una barrera, que impide dejarse ir del todo y cómo algo a lo que vencer para conseguir el objetivo. Aquí también entra la pericia del spanker, para mantenerse dentro de esa línea de una vergüenza aceptable y excitante, sin traspasar la línea de lo vejatorio. Pero también digo que cómo todo, el tiempo y la práctica, suelen demandar más o novedades, pero aún así hay cosas que quedan. Y no he conocido a ninguna spankee aún, que pese a una dilatada experiencia no se estremezca cada vez que tiene que mostrar las nalgas desnudas, pero eso precisamente es el camino buscado. Tranquilidad y desconexión, pérdida de inhibiciones y rendición mental.
Cuando otro tiene el control no hay espacio para la culpa.
Me fascina esa pérdida de control, ese dejarme ir... (tranquilidad y desconexión), además es el único momento (a través de un juego) donde le doy espacio en mi vida.
ResponderEliminarY la vergüenza es mi guía para mojarme...