sábado, 10 de julio de 2021

A mano siempre mejor.

 




Una de las cosas más sorprendentes de este mundo, es la consideración que tiene la mano, de hecho en la mayoría de listados de instrumentos y sus características ni tan siquiera aparece. Luego la realidad es muy tozuda, y en la práctica descubres, que es el instrumento que más usas, el que nunca falla, el que siempre va contigo. Pero es hablar de la mano, y caer en el error muchas veces, que es un instrumento light, soportable, que sólo va a dar un poquito de calor y con el que te todo el mundo se atreve. Nada más lejos de la realidad, una mano firme y constante puede ser temible y provocar algo más que calor. Además es reversible, la misma mano que castiga, reconforta, calma y hasta da placer, pero es que todavía más no existe ningún otro instrumento que permita modular su uso de forma tan precisa. Y la mejor manera de demostrarlo es que un ejemplo.

Llevaba días en lo que yo llamo erupción latente, y sé cómo acaba esa actitud. Malhumor, malas respuestas, enfado con el mundo, no falla, es cuestión de horas que entre en erupción. Fue además de buena mañana, a una broma sin ninguna maldad, siguieron una serie de reproches, y una pataleta infantil, con portazo incluido al irse. Pero aquel no fue el detonante definitivo, lo fue la insistencia en el desafío, a veces pruebo a contemporizar y haber que pasa, a media mañana le puse un mensaje, también medio en broma.

-Se te ha pasado ya el enfado, leona.

La respuesta no lo voy a reproducir, fuero de tona, fuera de lugar y de mala educación. No contesté, me esperé a que fuera mediodía y mi mensaje fue claro, sin dar lugar a dudas.

-Hoy volveré pronto a casa, cuando llegué te quiero encontrar mirando a la pared mientras me esperas y olvídate de gimnasio, paseo y demás hoy.

No contestó, vi que lo había leído, eso sí. Salí pronto, mucho más de lo normal, la experiecia te hace anticipar cosas y sabía que aquel día me haría caso, por dos motivos. El primero es que aún tenía reciente el recuerdo de una vez que no lo hizo y el segundo es que cuando entra en modo erupción al final nada la calma más que terminar con el culo como la lava.

Abrí la puerta cómo anunciado mi llegada despacio, pero ruidoso, no me importaba se justo se ponía en aquel momento, pero quería entrar en el salón y encontarla allí. Caminé firme, haciendo crujir el parquet de madera del pasillo, hasta el salón. Y allí estaba, contra la pared cuerpo recto, piernas juntas, manos encima de la cabeza y la nariz a un centímetro de la pared. Llevaba unos shorts vaqueros de esos que tapan lo justo y una camiseta blanca tipo nadadora. Dejé mi agenda y el teléfono en la mesa, me senté sin decir nada, hacia calor, pero dentro de casa se estaba bien, las cortinas se levantaban con la brisa, me encendí un cigarrillo, en silencio. Alargando ese momento previo, provocando la tormenta de sensaciones: incertidumbre, anticipación, temor, excitación, vergüenza...Cuando apagué el cigarrillo, me levanté, fui a la cocina me bebí un vaso de agua y al baño a lavarme las manos, alargando aún más, cuando terminé con todo el ritual y volví a sentarme entonces la llamé.

Bajó las manos se dio la vuelta y se acercó ya con la mirada baja, hasta quedarse parada y de pie, frente a mis piernas.

-¿Crees que tu actitud de esta mañana y sobre todo tu respuesta después tienen alguna justificación?

-Es que...me tiras de lengua, cuando estoy así déjame.

-¿Que te consumas? Además eso no responde a mi pregunta

-No

-No ¿qué?

-Que no debí haberte contestado así.

-Cierto, me parece una falta de respeto innecesaria y que  yo nunca he tenido contigo, fuera de lugar e incluso de mala educación.

No dijo nada se ruborizó y bajó más la mirada.

-¿Sabes? debería lavarte la boca con jabón, sólo por esas palabras y ese comportamiento del todo infantil, pero no lo voy a hacer, ahora bien, más te vale no desafiarme más en una buena temporada.

Ya no dije nada más, la cogí de la muñeca, la  puse en el lado derecho de mis piernas allí la solté y puse mi mano derecha en su espalda haciendo que se tumbara en mis rodillas, la cara y cuerpo le quedaban en el sofá, no así los pies que estaban en el suelo. Pasé mi mano por su culo, encima de los shorts vaqueros, entre otras cosas para comprobar que no llevara nada en el bolsillo, entonces la sujeté con fuerza de la cintura con mi brazo izquierdo tirando ligeramente hacia arriba y empecé a azotarla con la mano, como llevaba la protección de los vaqueros, no fui progresivo, al revés los azotes cayeron contundentes y rápidos desde el primero, ella estaba con los codos apoyados en el sofa y la cara sobre las manos, impasible, me pareció que aquella posición era un poco desafiante y aún hizo que acelerara el ritmo y la fuerza de las palmadas. El alto ritmo y la tela recia de los vaqueros hacía que mi mano también se calentara, pero a pesar de eso estuve cómo mínimo 5 minutos de azotaina constante, sin una sóla pausa. Paré porque la mano me empezaba a picar y hormiguear bastante.

-Levanta.

Lo hizo había aguantado en la misma posición impasible, a la azotaina. Cuando estuvo de pie, la miré y le dije.

-Desabróchate el pantalocito.

Resopló, pero una mirada penetrante hizo que empezara a desabrochar uno a uno los botones y se quedó quieta.

-A que esperas, quiero ver esos shorts alrededor de tus tobillos ya!!!

En un movimiento de caderas a la vez que tiraba de ellos hacía abajo, fueron descendiendo hasta que a mitad de muslo ya la gravedad hizo su trabajo y terminaron en sus tobillos.

-Date la vuelta.

Se giró, debajo llevaba unas braguitas tipo brasileña, que no es tanga, pero tampoco tapa mucho, la piel que quedaba a la vista ya presentaba un bonito color rojizo. Sin pensarlo más, metí los dedos de la mano por el elástico de las braguitas y tiré de ellas hasta abajo, hasta los tobillos también, le hice darse la vuelta, la cogí de nuevo de la muñeca y la puse en mis rodillas, ahora ya al tumbarse apoyó la cara sobre el cojín. La sujeté de nuevo con fuerza de la cintura, y empecé con un ráfaga de azotes rapidos en intensos, que marcaban mis dedos en blanco en su piel antes de enrojecerse más durante un par de minutos y paré. Primera pausa, y empecé a pasar rozando la yema de mis dedos por su piel ya roja y caliente. Mientras le decía.

-Hasta que mi mano no pueda más, no pienso parar y ya conoces la resistencia de mi mano.

Al terminar empecé de nuevo, ahora a un ritmo más lento, pero constante, alternando mejilla y mejilla, sin prisa, pero insistente y pesado, debieron ser otros 5 minutos más de lluvia de palmadas, y cuando me empezaba a picar de nuevo la mano, terminé con una nueva ráfaga fuerte y rápida que hizo que se moviera un poco y saliera alguna queja de su boca, me detuve en seco, sin caricias, tenia el culo rojo brillante, sus nalgas eran como dos cerezas carnosas maduras, ardientes y palpitantes.

La hice levantarse de nuevo y la envié el rincón a que sintiera un rato el calor de los azotes en el culo expuesto, además haciendo el paseo de la vergüenza, es decir con la ropa en los tobillos caminando torpemente, pero nada más llegar cometió un error, frotarse las nalgas.

-¿Se puede saber que haces? Si te mando al rincón castigada es precisamente para que sientas bien las consecuencias de tu comportamiento. 

Inmediatamente se llevó las manos a la cabeza, pero era tarde me levanté, fui hasta el rincón, la rodee con el brazo izquierdo por la cintura y allí mismo, le di una tanda de azotes de pie.

-Ahora, vuélvete a frotar.

La dejé allí y me senté, cogí su teléfono y le eché unas cuantas fotos, allí en el rincón con el culo bien rojo. Hasta que volví a llamarla, se acercó a mi, sobre mi regazo dos cojines, la hice volver a ponerse, lo cojines levantaban más aún el culo, le froté un poco las nalgas y seguí con la azotaina, en esta ya buscaba la sensación de castigo, así que insistía varios golpes seguidos en el mismo cachete y luego cambiaba, hacia alguna pausa corta y seguía, por lo menos estuve 20 minutos insistiendo, su culo estaba incandescente como la lava de un volcán y empezaba a retorcerse, cada vez   que empezaba de nuevo, sin duda aquella fue la azotaina a mano más larga y severa que le había dado nunca. Incluso mi mano palpitaba caliente cuando paré.

Al parar aun la sujeté mas fuertes de la cintura, imaginaba que podía sentir la brisa refrigerar un poco su piel, pero la tuve un rato así, sin caricias, que sintiera bien los efectos de la azotaina y en mis rodillas. 

Cuando la hice levantar, repitió el error y llevó las manos a sus nalgas un segundo para frotarlas.

-¿Que te he dicho antes?

-Lo siento...ha sido sin pensar, pica...

-Pon las manos encima de la cabeza.

Resopló otra vez, pero lo hizo.

-Separa las piernas

De repente su cara se ruborizó, las separó ligeramente, le dije que más, que todo lo que diera la ropa en sus tobillos, lo hizo, entonces con mi brazo izquierda la cogí de nuevo de la cintura de pie y con la mano derecha le di  una tanda rápida de palmadas en el sexo...al terminar lo agarré, estaba tan mojada, que le metí un par de dedos y empecé a masturbarla de pie frente a mi con el culo en llamas, mis dedos empezaron a entrar y salir frenéticamente de su sexo, empezó a gemir y a avisarme entre jadeos....

-Me voy a correr...para por favor

Pero no paré, cuando noté las contracciones del orgasmo en mis dedos y los gemidos, los saqué y seguí dándole palmaditas en el sexo durante el orgasmo, hasta que cayó de rodillas en el suelo, poniendo la cabeza en mi regazo, le acaricié el pelo, el cuello, la cara mientras se reponía.

-¿Estás bien?

-No sé ni dónde estoy.

-Levanta va

Se levantó despacio y tal y como lo hizo la puse de nuevo en mis rodillas. Le di un par de docenas de azotes a mano finales, recordándole que no quería verla frotarse hasta que yo decidiera levantarle el castigo.

-Y ahora a recoger la cocina que te toca y ni se te ocurra subirte la ropa

Obediente fue a lavar cuatro platos y recoger la cocina, estoy seguro que no se frotó. Cuando vino de nuevo al salón con la ropa en los tobillos y ruborizada me dijo.

-Ya estoy.

-Vete a la habitación y te tumbas boca abajo, que ahora voy.

No tarde mucho en ir, con el aceite de coco, aunque antes de echarle aceíte estuve acariciando un buen rato sus nalgas de un escarlata uniforme y aun calientes. Luego un buen masaje de nalgas con aceíte refrescante. Entonces me levanté, le terminé de quitar los pantalones y las braguitas, me tumbé boca abajo entre sus piernas, empecé a besarle las nalgas, y de ahí a jugar con mis labios y mi lengua en su coño primero, enseguida arqueó la espalda para ofrecerse más, saborée todos sus jugos, pliegues, jugué a intentar meter la punta de mi lengua en su sexo, pero sin terminar, entonces le cogí las nalgas doloridas aún y calientes, las separé y empecé a jugar con mi lengua en su culo, se le erizó toda la piel y ahí mientras seguía jugando con mi lengua en su rosa oculta con mis dedos en su coño la llevé al cielo por segunda vez. Con los dedos de la misma mano, que le acababa de poner el culo como lava incandescente.


Continuará.

2 comentarios:

  1. Hmmm, esta historia es muy caliente, inquietante, excitante y picante ...
    Pero estas manías de Hmmm, esta historia es muy caliente, inquietante, excitante y picante ...
    Pero estas manías azotainas de pie son terriblemente vergonzosas, humectantes y molesto!

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