sábado, 12 de junio de 2021

Perturbación

 



La experiencia enseña mucho y a mi me ha enseñado que una de las cosas que más perturba a una spankee, es saberse excitada durante un castigo y generalmente esa excitación es proporcional a la sensación de estar siendo castigada de verdad, no tiene tanto que ver con la dureza física del juego, sino que más bien con la parte más emocional. Es cómo si a más vulnerabilidad, control y sentirse abrumada por la autoridad, más excitación. Lo que pasa es que muchas veces el propio juego y su potencia física y mental hacen que no haya consciencia de esa excitación,  por eso hacerla patente puede resultar tan perturbador.

Lo mejor es contarlo a través de un ejemplo a modo relato, de una vez que recuerdo especialmente en la que jugué a exponer esa contradicción entre castigo y excitación de forma consciente.

No recuerdo exactamente el motivo, pero conociendo a la persona estoy casi seguro que debió ser por una salida de tono, un enfado con el mundo y consigo misma. Lo que si recuerdo es que el enfado por su actitud en el momento fue serio, así que pospuse el castigo y ahí ya empecé a jugar con su mente. Imagino que cuando se calmó esperaba algo inmediato y me hice el loco, aquí no ha pasado nada, aunque ella que también me conoce estoy convencido que no lo iba a dejar pasar y no ha mucho tardar.

Así fue al día siguiente le escribí un escueto mensaje, corto, claro y que empezaba a jugar con la anticipación.

-Esta tarde, cuando llegué te quiero en casa, con el pijama, ni gimnasio, ni café, ni compras, ni historias, que tenemos que hablar.

Me escribió algo pero ni me molesté en leer. Sabía perfectamente que sobre las 5 más o menos llegaba a casa, ella llegaba antes y que las veces en las que la "orden" era esperarme en casa, sin salir y con el pijama, es que la cosa iba muy en serio. Así que supongo que su cabeza no dejó de darle vueltas a aquel mensaje todo el día. A veces en este tipo de situaciones había intentado jugar a retarme y probar que pasaría si no hacía caso, aquel día no tentó a la suerte. Cuando llegué a casa allí estaba, se había dado un ducha, se había puesto el pijama e intrigada imagino esperaba su destino. Mi entrada fue tan normal, le di un beso, le pregunté por el día....cómo jugando al despiste. Es más me senté tranquilamente a hacer una cervecita, mientas charlaba con ella, quizás la única pista, es que ni me cambié de ropa, ni me duché. La llamaron por teléfono y estuvo un rato hablando y al colgar era el momento, incluso en lo previsible siempre tiene que haber  un efecto sorpresa, además estaba de pie en ese momento y yo sentado, los detalles cuentan y mucho y ese es importante.

-Bueno señorita tu y yo tenemos que hablar muy en serio...

Su cara cambió sabía que era el momento de la verdad.

-Ya me conoces y ya sabes cómo soy, no puedo decirte más, a veces exploto y pago con quien menos culpa tiene.

-Bueno, una vez vale, dos también, tres incluso, pero van muchas y no creo merecerme, este tipo de contestaciones, ni actitudes, además tampoco solucionas nada, más que meterte en un lío, que sabes perfectamente cómo va a acabar, a veces llego a pensar que lo necesitas de vez en cuando.

Lo dije totalmente calmado, seguro y firme, pero desde la más absoluta tranquilidad y esa parte final estoy seguro que le tocó algo por dentro.

-¿No vas a decir nada?

-¿Qué quieres que diga? tienes la mala costumbre de dejarme sin palabras.

-Ya, lástima que eso sólo pasa cuando vez peligrar tu culo ¿ Por qué imagino que sabes que te has ganado una buena y que la vas a tener verdad?

-Algo sospecho si....

-Ven aquí

Tengo que decir a su favor, que no opuso ninguna resistencia, creo que abrumada ya, a veces me desconcierta como ese carácter que primero muerde y después pregunta, se vuelve dócil y obediente, simplemente siguiendo unas pautas, la primera es dejar que se enfríe. Se acercó y cuando estuvo a la altura de mis piernas, de un tirón seco le bajé el pantalón del pijama hasta los tobillos, ahí escuché la única queja que escucharía aquel día, yo sabía que si se había dado un ducha y puesto el pijama debajo no llevaba nada y si no llevaba nada y le había bajado el pantalón significaba que desde el primer azote sería con el culo al aire. Me coloqué en una posición extraña, en vez de juntar las piernas para proporcionarle el regazo, separé las piernas  e hice que se expusiera sobre una de mis piernas, de tal forma que debía separar las suyas para apoyarse en la única de mis piernas que le servía de apoyo, eso a la vez hacía que sus piernas quedaran separadas por el grosor de la mia y a la vez que el pubis tuviera contacto directo con mi pierna, en vez del vientre como en la posición otk normal.

Nada más ponerla, le sujeté las manos en la espalda con mi mano izquierda, no creo que hubiera necesidad, pero le daba un toque de control absoluto. Entonces empecé a sobarle el culo con toda la mano, ambas mejillas y así estuve un rato, atrasando aún un poco más el momento de empezar a colorearlo con mi mano. Un apretón en la presa sobre sus muñecas en la espalda, fue mi forma de avisarla que iba a empezar y empecé a un ritmo lento y constante un palmada en cada mejilla y el sonido de la piel percutiendo contra la piel invadió todo el piso, tras un par de minutos, de "calentamiento" empecé a aumentar el ritmo, un acelerón repentino, aunque siguiendo la cadencia intercalando cachete y cachete, la piel fue cogiendo color y calentándose hasta conseguir un rojo pálido, entonces paré de repente también y empecé a pasar los dedos por la piel ya coloreada de sus dos globos carnosos a la vez que relajaba la sujeción de sus muñecas, estuve un buen rato recorriendo todo el monte de sus glúteos con la yema de los dedos disfrutando del calorcito que desprendían ya y de repente de la misma manera que había parado, volví a empezar, sujeté con fuerza las manos en la espalda y empecé a zurrarla, ahora ya sin progresividad, mi mano caía implacable contra su culo expuesto y desprotegido, ahora no llevaba un ritmo concreto alternaba cachete y cachete, pero sin orden establecido tres y cinco, dos y seis, siempre varios seguidos en la misma mejilla antes de cambiar y seguir con varios seguidos en la otra, el color de su piel fue subiendo enseguida y la fuerza hacia que la vibración de cada palmada se transmitiera por todo su cuerpo y que la posición estratégica de su pubis hiciera que este siguiera un movimiento rítmico de roce constante contra mi pierna. Cuando me detuve de nuevo tenía el culo ya de un rojo intenso y mi mano estaba caliente, así que su culo debía estarlo mucho más.

-Levanta

Le dije sin darle tiempo a mucho, lo hizo y para evitar tentaciones le hice poner las manos en la cabeza nada más levantarse quería que sintiera su culo hirviendo y palpitando, sin que nada adulterara esa sensación caliente y hormigueante. Fue entonces cuando vi una mancha de humedad en mis vaqueros, justo dónde apoyaba el pubis. Miré la mancha y la miré a ella, su cara se puso casi tan roja como su culo y sin decir nada llevé dos de mis dedos entre sus piernas, pasándolos por la rajita entre sus labios.

-Vaya, vaya, así que te zurro el culo y tu cuerpo reacciona mojándome la pierna, no sé si así el castigo será muy efectivo...

Todavía se puso más roja, me levanté la cogí del brazo, sin que los bajara y la puse en el rincón como una niña traviesa, allí la puse algo separada, le hice separar las piernas y le dije que tocara con la punta de la nariz la pared, eso hacia que tuviera que inclinar la espalda, exponiendo bien el culo rojo, con el pantalón en los tobillos. Me senté un rato a observarla en esa  posición tan embarazosa, pero estoy convencido que eso hacía que aun lubricase más, la posición, la vergüenza y la conciencia de estar mojada a pesar de tener el culo rojo y sentirlo. Así la tuve unos 5 minutos, hasta que me levanté y fui directo a buscar un sacudidor de alfombras de mimbre, que estaba colgado en la terraza, lo dejé en el sofá y la fui a buscar. Otra vez la cogí con firmeza del brazo sin decir nada, la llevé hasta la mesa, la hice inclinarse sobre ella, con todo los codos y las palmas de la mano apoyadas en la  mesa, la espalda casi recta en horizontal, las piernas separadas y verticales y el culo rojo bien expuesto. Cogi el sacudidor y empecé a acariciar con el las nalgas, la cara interna de los muslos y incluso llegué a pasar el borde por su sexo. Después del jueguecito, ya me puse yo en posición, le di unos golpecitos muy suaves con el sacudidor y entonces le di el primero de verdad, lo dos o tres primeros los espacie mucho, jugando un poco a acariciar con el instrumento antes de cada golpe, hasta que empecé una tanda seguida de una docena más o menos, intensos y seguidos, al parar dejé el sacudidor sobre su espalda, pasé los dedos por sus nalgas, ya salpicadas de puntos más rojos, de las zonas de más impacto. Y ahi volví con mis dedos a "comprobar" su coño....ahora ya no solo estaba mojado por dentro, incluso por los mulos resbalaba alguna gota de humedad, empecé a jugar con un dedo por toda la hendidura entre sus labios, primero a un lado y después la otro, hasta que me fui directo al clítoris, hinchado y duro, ahí usé dos dedos y jugué con ellos a intentar subir y bajar el capuchón, algo que sabía que le resultaba molesto, por exceso de sensibilidad, no pudo evitar moverse en intentar que parase, lo hice pero antes metí varias veces mis dedos en su coño, entonces le dije algo.

-Ya que te pone tan cachonda que te zurre el culo, vas a empezar a tocarte, cuando empieces, yo empezaré a azotarte y no pararé hasta que te corras, de ti depende, cuanto menos tardes, mejor para tu culo.

Suspiró, pero se quedó quieta hasta que un par de azotes con el sacudidor y un.

-Tu misma no te lo voy repetir más

Hicieron que su mano derecha dejase el apoyo de la mesa, de hecho dejó caer todo el pecho sobre la mesa y empezó a frotarse el coño, tal y como empezó yo armé el brazo y empecé a azotarla, acompasando ritmos a la vez que ella aumentaba el suyo estimulándose, metiéndose dos dedos, el ritmo de los azotes también aumentaba, su cabeza debía estar saturada ante tantas sensaciones enfrentadas, el dolor punzante de cada nuevo azote, la vergüenza, la excitación, su respiración cada vez más agitada y acelerada, hasta que vi como se sujetaba con fuerza con la mano libre en el borde de la mesa, en ese momento le di un último azote y su mano empezó a chapotear a la vez que con una serie de espasmos y gemidos se corría irremisiblemente, me quedé quieto contemplando ese momento final, como goteaba hasta el suelo y a la vez tenia el culo de color escarlata. Se quedó un rato boqueando apoyada en la mesa como pez fuera del agua, hasta que poco a poco fue volviendo en si. Cuando la ayudé a levantarse,  estaba como drogada, con suavidad la llevé hasta el sofá, la hice tumbarse boca abajo, le puse un cojín en la cabeza, le di un beso en cada nalga y le dije que no tardaba nada.

Tiempo de ir a buscar la crema refrescante y volver, me senté en el borde del sofá, el poco de espacio que había, cuando notó caer un chorro de crema en cada nalga suspiró, y más cuando empecé a extenderle la refrescante crema por todas las nalgas magulladas del castigo. Me podría pasar las horas sobándole el culo después de azotarla, pero estuve menos, había otros asuntos que resolver.

Continuará.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

"

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...>