domingo, 10 de enero de 2021

La nevada del siglo.

 




Llevaban toda la semana  anunciando una temible tormenta, con extraño nombre de mujer, pero pasaban los días y no llegaba, salvo el frío que duraba ya unas dos semanas muy intenso nada más. Pero el sábado, tuve que ser el sábado amaneció todo blanco, y lo peor, seguía nevando con ganas.

Lo primero que hicimos al levantarnos es salir al balcón, a ver el panorama, tardamos poco en entrar, si todo muy bonito, pero mucho frío y más que previsibles molestias que nos afectarían los días posteriores, nos fuimos a desayunar, bueno ella pasó antes por la báscula y ya vino algo rebotada, de la confesión del aparato, algún kilito había caído con las fiestas. Enfado que como es habitual en mi, aproveché para meterme un poco con ella. Realmente soy incapaz de distinguir una 40 de un 38 así que dos o tres kilos de más para mi son imperceptibles, pero para ella es un reto con ella misma. Se preparó su desayuno especial y la idea era día de pijama y manta, poco se podía hacer.

Así pasamos la mañana, hicimos algo de comer, comimos y justo después de comer hizo una pausa, la nevada, le propuse vestirnos y salir un momento, a tontear un rato y hacer unas fotos, al principio se negó en rotundo, pero conseguí convencerla y salimos. No fuimos muy lejos, nos quedamos enfrente de casa, hicimos unas fotos, jugamos un rato con la nieve, algún que otro bolazo, unas risas, pero empezó a nevar de nuevo y el frío calaba, así que nos fuimos para casa en busca de calor.

Cuando entramos en el ascensor, me empezó a "zorrear" un poco....

-Uyyy que cariñosa de repente

-Joder, luego te quejas que soy borde y además tengo frio

El ascensor se detuvo enseguida, se abrió la puerta y ella seguía con el juego, tenía la nariz helada, así que pensé que el culo también, sin pensármelo nada más salir del ascensor, la cogí del brazo, le dí media vuelta y en medio del pasillo le di un par de sonoros azotes, que retumbaron en toda la escalera.

-¿Y esto?

-Que bien sabes hacerte la loca cuando quieres...

Abrí la puerta, entramos y volvió a intentar seducirme con sus armas. 

-Nena....

-Tengo frío

-Pues mira, aprovecha te quitas la ropa húmeda y te pones el pijama....

-¿Y por qué no nos damos una ducha caliente?

-No es mala idea, pero hoy no cuela, ponte el pijama y trae la libreta.

-¿Ahora? -puso morritos-

Pero ya me conocía algo sus trucos, nada que  no arreglaran un par de azotes, en dirección a la habitación y un serio.

-Si, ahora!!!!!

Mientras la esperaba puse la calefacción alta y esperé pegado al radiador. Cuando apareció en el salón, me dijo.

-¿Y tu, no te cambias?

-Si, ahora iré, pero primero son los deberes.

Me senté en el sofá, ella estaba de pie, con la agenda en la mano, la miré y le dije.

-Venga empieza a leer.

Ahí como siempre se ruborizó un poco, siempre le pasa, por más veces que lo haga, siempre está ese momento y empezó a leer.

-Sábado:Una mala contestación (que ya fue castigada como sabes) y no hice nada de mis deberes.  Domingo:En blanco. Lunes: Tensa, nerviosa y otra vez mi boca me jugó una mala pasada (que también fue castigada). Martes: En blanco. Miércoles: Enfadada con el mundo. Jueves: Irritable e impertinente. Viernes: Enfadada con el mundo....otra vez. 

Al terminar le pedí la agenda. La cerré y le dije.

-Fíjate en una semana sólo has recibido dos veces y aún así, el patrón de faltas sigue siendo el mismo, te pierde el carácter y la boca, desde el Lunes que no recibes, igual estoy siendo demasiado paciente, de todas formas, me gusta esto de apuntar cada día, así nada queda en el olvido. Ponte en mis rodillas.

-Pffff ¿pero no tenías que cambiarte?

-¿Tengo que ponerte yo?

No hizo falta, un poco a regañadientes, pero se puso en mis rodillas, llevaba un pijama de invierno puro y duro algo grues. Así que empecé con ganas, sin mirarme mucho, la tela era gruesa y debía parar bastante la fuerza de las palmadas o eso creía, tampoco estuve tanto tiempo, un par de minutos de zurra y la hice levantarse.

-Ponte de rodillas frente a la tele, con los brazos abiertos.

-Pffffffff

-¿Piensas estar resoplando toda la tarde? ¿te tengo que llevar de la oreja?

No hizo falta, acabó cediendo, de rodillas y con los brazos extendidos, le hice poner las palmas hacía arriba, cogí un par de libros, le puse uno en cada mano y le dije:

-Voy a cambiarme, cuando vuelva te quiero ver igual que te he dejado.

Me fui, me cambié de ropa rápido, hice una visita a la cocina, de vuelta llevaba algo conmigo que dejé en la mesa, me volví a sentar en el sofá y la  llamé. Le dije que colocara los libros en su sitio y viniera frente a mi, agitaba los brazos cansados. 

-¿Te has dado cuenta de algo?

-No, dime

-Pues que los únicos días en blanco son los posteriores a una zurra, esos días como una rosa, a la que te olvidas, volvemos a las andadas y siempre es lo mismo: el carácter o mejor dicho el no saber atarlo cuando toca, así que he decidido que igual, algo más "duradero" en la piel y en la mente, consigue algo, bájate el pantalón.

Al escuchar las últimas palabras la cara le cambió, no era la primera vez, pero yo sabía que hacerlo ella era un punto más de vergüenza añadido. 

-Nena.....es para hoy

Otro resoplido, pero el pantalón acabó en los tobillos por sus propios medios, lo siguiente fue cogerla de la mano y de un tirón seco ponerla en mis rodillas, ya sin ninguna protección, debajo del pantalón no llevaba nada. Con el brazo izquierdo la sujeté de la cintura y sin mucho preámbulo, empecé a azotarla piel contra piel, la calefacción ya  había calentado el ambiente y mi mano ya lo estaba de antes, su piel también algo rosada, así que no me andé con muchos miramientos, ritmo constante y continuo. Es curioso el efecto mental de la mano, como que asusta menos, pero bien usada, es muy efectiva, pica y enrojece como nada, consigues el rojo más bonito y efectivo a la vez, además el sonido es especial. Estuve un rato largo, hasta que literalmente me ardía la mano, entonces paré, pasé un instante los dedos rozando su piel roja.

-Levanta!!!!

Solté mi agarre y se levantó, la miré y le dije.

-Vete a buscar el cepillo o la cuchara lo que prefieras

Volvió a resoplar.

-Bueno ya elijo yo entonces.

Al decir eso se dio media vuelta y no se porqué fue a por el cepillo, supongo que porque le quedaba más cerca, de vuelta me lo entregó con cara de enfado. Le indiqué las rodillas de nuevo y otra vez resoplando se puso, la coloqué de nuevo bien, cogí el cepillo lo pasé un poco suavemente por la piel enrojecida y empecé a azotarla con el. No me excedí demasiado, tenía otros planes y tampoco quería agotarle la piel ya. Un par de tandas, en la parte baja del culo y paré. Suficiente para dejárselo bien rojo y dolorido por un rato, al parar le dije.

-Ahora vete a la mesa te sientas, verás que hay un trozo de jengibre y un pelador, así que ya sabes lo que quiero que prepares.

Palmadita en el culo y de pie. Se fue hasta la silla, se sentó, me sorprendió la obediencia, hasta que vi que se cruzó de brazos inmóvil. Esperé pensando que igual se había quedado en blanco por un momento, hasta que pasó un rato y seguía igual.

-Nena, espabila.

-No pienso hacerlo

-¿Que has dicho?

-Que me niego.

-De acuerdo ya la haré yo entonces.

Me levanté, la fui a buscar, la cogí del brazo, hice que se levantara y la llevé hasta la habitación, allí la solté, saqué las dos almohadas, las puse en el centro de la cama, la hice tumbarse sobre ellas y esperarme. Supongo que aunque era consciente que la negativa seria peor para su culo, su orgullo salía ganando un poco. Lo que no sabía, es que fui a por un trozo más gordo y largo, que el que había preparado, lo pelé le di forma y me fui a la habitación. Seguía allí con el culo rojo al aire, levantado por las almohadas, dejé el platito con el jengibre en la mesita, abrí el armario y saqué mi cinturón preferido para los castigos, imagino las mariposas es su estómago al escuchar el sonido metálico de la hebilla al estirarlo y doblarlo.

-Tu has querido este final, así que levanta bien el culo.

No dije número, empecé a soltar el brazo armado con el cinturón contra su piel desnuda, en tandas de 6 azotes bastante seguidos, una pequeña pausa y me fui al otro lado de la cama y otra media docena desde el otro lado, repetí el ritual varias veces a un lado y al otro, para igualar perfectamente las dos nalgas, hasta que creí que era suficiente para su piel. Unos días marcada y seguro que con poco frío en esa parte. Guardé el cinturón. Me senté en la cama, cogí el jengibre, era del grosor de mi pulgar y del doble de largo, separé con mi mano izquierda las nalgas marcadas por el cinturón, pasé la punta del plug de jengibre alrededor de su culo y empecé a presionar suave pero firme....

-Cuanto más te resistas peor...más fuerza tendré que hacer, así que relaja

Un par de intentos y al tercero, entró. Una vez dentro, le dije.

-Ahora vete un rato al rincón y procura que no se te caiga o volveré a coger el cepillo.

Cuando estuvo en el rincón, me levanté la miré un rato, sus nalgas rojas y marcadas, que imaginaba ardientes y doloridas, a la vez el tener que apretar para evitar que se cayera el jengibre debía aumentar el escozor y por supuesto la vergüenza. Fui a lavarme las manos y allí la dejé un par de minutos, decidí no alargar más y la llamé, yo estaba sentado a los pies de la cama, cuando estuvo frente a mi le dije que pusiera las manos sobre la cabeza, lo hizo roja como su culo. Pasé un dedo por su sexo, gimió, no sé si de excitación incomodidad o una mezcla de todo, entonces le dije.

-Estás muy mojada, esto no parece un castigo

Se puso más roja aun y más cuando le dije.

-Tócate, quiero ver como te corres con el culo rojo y el jengibre.

Otro resoplido.

-¿Quieres que vaya a buscar el cepillo?

Automáticamente una mano bajó entre sus piernas y empezó a tocarse, primero tímidamente, pero le pudo la excitación, hasta que un determinado momento, me pidió  por favor que la dejara tumbarse que de pie no aguantaría. Fue la única concesión. La dejé tumbarse boca arriba en la cama, sin dejar de mirar como se masturbaba, castigada y con el jengibre aún dentro, hasta que se corrió. Mientras recuperaba el aliento me desnudé, cogí el lubricante, aun jadeante le di la vuelta, le quité el jengibre, lubriqué mi polla y le follé el culo, a medio trayecto, noté sus dedos otra vez jugando en su coño, le quité la mano, sin dejar de moverme y le dije.

-Esto, es parte del castigo, así que de momento nada, si te portas bien ya veremos más tarde.

Fuera seguía nevando.

Fin.




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