sábado, 7 de noviembre de 2020

Pelea de almohadas

 






Eran tiempos en los que aún se  podía salir y decidimos hacer algo diferente, una escapada de fin de semana a Burgos. Las ciudades del interior de España tienen un encanto especial todas, un tamaño amable, un ritmo de vida pausado,  una oferta gastronómica y cultural siempre interesante y una capacidad casi hipnótica de hacerte desconectar.

Nada más salir de trabajar el viernes, nos pusimos rumbo a nuestro destino. Un fin de semana es corto y cuando llegamos cansados de la semana y el viaje, lo único que nos apetecía era dormir, así que directos al hotel. Lo habíamos cogido céntrico con vistas a la estatua del Cid, en la plaza del mismo nombre. Cuando amanecimos el sábado, desayunamos y estuvimos de turismo por la ciudad, de regreso al hotel, nos dimos  una ducha y nos vestimos con la intención de salir a cenar algo y tal vez ahí cometimos el error de principiante, era pleno invierno y en la España interior hace mucho frío en invierno.

De camino al restaurante no caímos en ello, pero al salir después de una buena cena la temperatura debía andar entre los -2 o -3 grados y aunque la idea era ir a alguna calle de bares a tomar una copa, pronto se nos pasó y decidimos volver al hotel en busca de calor. Yo aun, pero ella con una mini falda vaquera y solo unos pantys...al entrar al hotel sentimos el confort del calor y nos fuimos a la habitación, no era muy tarde, pero nos habíamos bebido una botella de Ribera del Duero y alguna cosa más, así que estábamos bastante animados. Cuando entramos en la habitación le dimos más potencia a la calefacción, a mi se me había metido el frío en el cuerpo y le dije que me daba una ducha caliente, no dijo nada, se quitó las botas y cogió el mando de la tele.

Al salir de la ducha ya había entrado en calor, la calefacción ayudaba también, así que salí solo con los bóxer, la habitación estaba casi a oscuras sólo la televisión encendida la iluminaba, su respiración sonaba diferente, casi jadeante, encendí la luz y la imagen me arrancó una sonrisa, estaba tirada encima de la cama, solo llevaba las pantys negras y el sujetador y una mano jugaba traviesa por dentro de las pantys entre sus piernas.

-Que haces traviesa..

-Mmmm ¿tu que crees? yo que no me había puesto nada debajo de las medias por si comprobabas y mira que lo he intentado.

-Jjaajajjaja y no será el vino ¿señorita?

Entonces sacó su mano de dentro de los pantys, me miró lascivamente y saboreo sus dedos.

-Mmmm pues no saben a vino precisamente.

Había una almohada a los pies de la cama, la cogí y se la tiré a la cara. Me la devolvió y se puso de pie encima de la cama, armada con la otra almohada.

-Si quieres guerra solo tienes que decirlo...

Total que empezamos a tontear con las almohadas, por la habitación, al principio unas risas, pero ella empezó a aumentar su nivel de agresividad, yo paraba sus golpes y se los devolvía buscando darle en el culo o las piernas, ella no, empezó a intentar golpear en la cara o en la cabeza y las risas se fueron transformando en un reto y un gran alboroto.

-Va para, que nos van a  llamar la atención.

-Has empezado tu, ahora te aguantas

La cosa se estaba yendo de madre y le advertí un par de veces más que parase, que estas cosas empezaban con risas y acababan con lloros, pero ni caso siguió cada vez con más intensidad, hasta que en una de estas, me dio un golpe de almohada con la mala suerte que la pestaña de la cremallera me dio en el ojo y obviamente me hizo daño, me llevé la mano al ojo y me quedé quito, ella seguía golpeándome, hasta que si dio cuenta y paró.

-¿Que te pasa?

-¿Que me pasa? que ya sabía yo que esto acababa así, me has dado con la cremallera en el ojo.

-¿En serio?

-¿Tú que crees?

Abrí un ojo, con el otro cerrado y lloroso.

-Lo siento te duele.

-Un poco, pero no más de lo que te va a doler el culo en un rato, vas a aprender a parar a tiempo, que siempre te pasa igual.

Lo cogí con fuerza de la muñeca y tiré de ella hasta la cama, aún con el ojo cerrado, me senté en la cama y la puse en mis rodillas, bien sujeta por la cintura.

-Santi lo siento sólo jugaba

-Ya, pero te he avisado demasiadas veces, hasta que se roto el jarrón.

Subí el volumen de la televisión, estábamos en un hotel y lo que venía iba a ser bastante escandaloso.

Sin más empezaron a lloverle azotes sobre las pantys negras, estuve un largo rato, los azotes eran constantes, al principio se movió, intentó liberarse, se quejó y protestó, pero en base a insistir, se calmó, se quedó quieta y relajada y los azotes empezaron a ser más precisos. Estuve sin parar, hasta que pude abrir el ojo y a pesar de la cobertura oscura de sus pantys, se transparentaba el rojo de su piel, entonces paré, jadeante, de la intensidad con la que me había aplicado, ella también jadeaba y gemia. 

-Levanta!!!!

Lo hizo se quedó de pie frotándose el culo, yo también me levanté y le dije.

-Ponte a cuatro encima de la cama, y que no tenga que repetirlo.

Lo hizo, se subió en la cama y se puso a cuatro patas. Nada más ponerse me puse detrás, le bajé los pantys hasta las rodillas, le di un cachete en el muslo.

-Las piernas bien abiertas y la cabeza tocando el colchón.

Lo hizo, en esa posición quedaba ofrecida al máximo, no solo las nalgas quedaban absolutamente expuesta, sino además toda su intimidad, su sexo y su ano. Me fui a la silla de donde colgaba mi ropa, arranqué del pantalón el cinturón de cuero vuelto, quedó en mi mano con la hebilla colgando y repicando, lo doblé y le dije.

-La próxima vez a la primera que diga que pares, pararás.

Levanté el brazo y dejé caer un azote fuerte sobre su piel, el impacto atronó, seguido de un largo suspiro, dejé pasar unos diez segundos viendo como el recorrido del cinturón en su piel dejaba un rastro. El ritual se fue repitiendo unas 25 o 30 veces, no eran azotes normales, los aplicaba con fuerza y  ganas, no como venganza, como estímulo, hice una pausa, con la duda si seguir con otra tanda o parar ahí, tenía el culo lleno de los trazos inconfundibles del cinturón aplicado a conciencia, respiraba agitada, dejé el cinturón y agarré su sexo con fuerza desde atrás, gimió y empecé a frotarlo me mojó toda la mano...

-Eres la hostia, contra más duro, más cachonda

Ella gimió y empezó a mover sus caderas, entonces le dí una sería de palmadas en el coño desde atrás, lo único que conseguí es excitarla más.

-¿Te gusta verdad?

No dijo nada, resultó más eficaz la palabra que la acción y se quedó quieta. Fui a por el aceite de masaje dejé caer un buen chorro  por sus nalgas y empecé a extenderlo, por todo su culo marcado, la parte alta de los muslos, las ingles, me senté en la cama de espaldas a ella con la mano izquierda empecé a masajearla toda la zona del ano y el perineo, con la derecha volví a darle palmaditas en el sexo, el objetivo es hacer que se enrojezca, que se llene de riego y eso lo hace mucho más sensible, seguía con las palmaditas cuando un dedo de la izquierda entró en su culo y ella me dijo

-Quítame las medias por favor.

Lo hice, con una mano, nada más hacerlo aun separó más las piernas y me dijo

-Santi, por favor necesito correrme, aunque luego me castigues más

Mis dedos empezaron a masturbarla y si debía estar muy excitada porqué en apenas dos minutos tenía un orgasmo entre gritos.....y se quedó relajada y jadeante, cosa que aproveché para seguir trabajando su culo, en el que entraban y salían dos dedos. Entonces la invité a tumbarse del todo con las piernas bien separadas, le cogí las manos y las llevé a sus nalgas, al tocarse dijo.

-Pufff como escuece...

Se separó las nalgas con las manos mientras yo me desnudaba y me lubricaba la polla, me subí a la cama de rodillas entre sus piernas llevé mi polla a su culo y la penetré despacio pero constante, con toda la polla en su culo empecé a moverme, cada vez que entraba y salía mi pubis chocaba contra su piel castigada, pero yo tampoco tardé mucho, había sido un rato muy intenso y al poco la corriente del orgasmo recorría mi cuerpo, tiempo de sacarla y eyacular sobre sus nalgas marcadas...

Un rato de recuperación ella fue al baño y cuando volvió yo estaba en la cama, con la almohada en el cabecero medio sentado con las piernas estiradas fumando un cigarrito. Ella se puso a los pies de la cama y se giro, tocándose una nalga.

-Me acabo de ver en el espejo, pufffff escuece mucho ahora.

-Túmbate anda que te pongo crema fresca, aunque espero que sirva de algo.

Sonrió y se lanzó a  la cama boca abajo.

Continuará.


2 comentarios:

  1. Pero me encantó esta historia! Me encantaría leer el resto. Agradecimiento...

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  2. Yo en mi cama boca abajo casual leyendo relatos después de un castigo severo, tengo el culo super marcado y aquí estoy desafiando a mi spanker de nuevo

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