martes, 3 de noviembre de 2020

Equilibradores.

 



Una de las cosas que más  me sorprendió en las dos primeras personas, con las que jugué. Es que ambas habían comprado un uniforme de colegiala, mucho antes de atreverse a dar el paso de convertir fantasía en realidad. Es más luego en la realidad, sólo lo usamos en contadísimas ocasiones en un caso y nunca en el otro, pero lo tenían.

Es sólo una anécdota personal, pero que a mi me hizo pensar mucho en su momento, que luego he visto repetida y sobre todo que tras ese detalle sin más, si hay  un perfil de personalidad bastante común. El de la mujer social que entra en conflicto con la mujer íntima o parte de ella. La mujer social fuerte, decidida, competitiva, auto exigente y responsable, colisiona de frente con una aparente necesidad íntima de todo lo contrario, de la fierecilla que necesita ser domada.

Eso es algo que es difícil de lograr sólo, la sociedad nos marca unas expectativas que asumimos y que estamos constantemente demostrando a terceros, no sólo hay que aparentar sino que hay que mostrar resultados y eso puede ser muy agobiante y estresante.

Las personas necesitamos transgredir como forma de demostrar que somos únicos e intransferibles, transgredir es experimentar con los límites manteniendo la prohibición. Sin prohibición no existiría el placer de transgredir. Así que todos tenemos un estímulo en mantener ciertos deseos en la penumbra, el secreto y la clandestinidad.

Lo que sucede es que muchas veces, esas dos partes entran en conflicto o colisión y aparece la prohibición interna, ahí es dónde entra la figura del "equilibrador" y en nuestro caso es el binomio spanker/spankee. Ceder ante una autoridad "erótica", suprimir la prohibición interna y exime de responsabilidad: "no lo hago yo, sigo a la autoridad, no tengo más remedio". El abandono de uno mismo parece ser un potente estimulante del erotismo y de la apertura a la experiencia y hacerlo a través de una "autoridad" que dirige parece ser muy eficaz, para suprimir la propia represión.

Pero aún así y volviendo a mi caso particular hablando ya de mi y mi forma de verlo, aceptando todo lo escrito anteriormente y disfrutándolo, creo que uno de los conflictos mas potentes de esa dualidad, es el hecho, que hay quien lo toma en plan "al final me salgo con la mía siempre". Yo pienso y así lo llevo a la práctica, que dentro del consenso acordado tiene que haber una libertad de acción de la parte spanker o lo que es lo mismo, que aunque la spankee puede intuir las consecuencias de sus actos y provocaciones. Así solo conseguiremos ese equilibrio, ese dejarse ir a medias. El concepto de autoridad no siempre puede ser cuando quiera y como quiera, debe saber que pasará y debe tener la seguridad de unos límites, pero un juego completo que consiga el objetivo debe pasar por las fases: confusión-ira-excitación-impotencia. La meta es esa impotencia que aquí no tienen connotación negativa, ya que en el fondo es el abandono, el dejarse ir del que hablaba.

Volviendo al inicio del post para terminar. Esos uniformes no eran más que una ayuda  para conseguir ese abandono, si en una época de nuestra vida estamos sometidos a la autoridad con absoluta conciencia de ello es en la infancia y adolescencia, donde incluso el control de nuestro cuerpo no nos pertenece. No debe darnos miedo de hablar de eso, porque estamos hablando siempre de adultos conscientes y con consentimiento libre, pero no deja de ser menos verdad, que la base de nuestros juegos, es una recreación de como se ejercía la autoridad adulta tradicional. Luego podemos incluir tantas variantes de sexualidad adulta como se nos ocurran y nos gusten, pero la base es esa. 

Y es que la autoridad socialmente va asociada a privilegios, esa es la idea preconcebida, pero nos olvidamos que someterse a la autoridad exime de responsabilidades y a cambio se obtienen, atención, cuidados y protección. Cuando eso sucede entre dos adultos, estamos a otro nivel de las cosas porqué entra en la ecuación la sexualidad adulta, pero el intercambio no es tan diferente. 

"Ahí, ahora mismo, ahora ...

Me gustaría que este castigo fuera duro, pero los que quiero no son necesariamente los que necesito o merezco.

Largo, vigoroso, vergonzoso ...

Que no le importen mis disculpas, mis gemidos y / o llantos o mis lágrimas.

Dejar de pensar, abandonarme a él, sus manos y sus deseos.

Olvidarlo todo, probar cosas nuevas .

Que me castigue como lo necesito, como me lo merezco y como mi piel exige ...

Que mucho después todavía tenga la piel rojas y el ardor de su mano y  del cuero"

Este pequeño texto me lo enviaron hace poco y creo que resume muy bien, esa necesidad de equilibrio.


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