sábado, 31 de octubre de 2020

Mal día para buscar las cosquillas.

 




Tanto avisar de la segunda ola, que ya nos estaba pasando por encima, la pesadilla de la primavera, se repetía en otoño. Un año que no olvidaremos nunca. Y con la segunda ola otra vez las incertidumbres, las restricciones cada vez mayores y la angustia de una situación que no controlas. Demasiadas emociones malas que gestionar, como una cafetera puesta al fuego, con la válvula taponada, buscando desesperadamente  una vía de escape.


Estalló de  la forma más tonta. Una mañana estábamos los dos aburridos y empezamos a enviarnos mails, al principio jugando, luego fue derivando a otros temas y lo que empezó siendo un juego, un tonteo, acabó en un debate en serio, conato de discusión. En estas que cuando recibo su último mail, tuve que salir y no le respondí hasta pasado un par de horas. Al abrir para responder me encuentro con un mail que ponía:


"¿Sabes? si algo me molesta, es que me dejen con la palabra en la boca y no me contesten".


Al que respondo de inmediato:


"He tenido que salir, impaciente, ya te contesto..."


Lo siguiente ya fue un mensaje de Whatsapp:




-No hace falta, ya no me apetece


-¿Ya estamos con la pataleta de niña?


-Vete a tomar por el culo.


Me estaba subiendo la tensión, así que respiré y esperé 10 minutos a contestar, pero si quería recibir, enhorabuena objetivo cumplido. Le puse un mensaje/sentencia.


-Cuando llegues a casa, te pones el pijama y empiezas a copiar esta frase en la agenda: a veces me comporto como una niña malcriada, caprichosa, impaciente, impulsiva e impertinente ¿te ha quedado claro?.


Ahora la que tardó en contestar fue ella y la respuesta escueta.


-Vas listo,  paso...


-Tu misma


Dejé el móvil y me centré en acabar un par de cosas y salir pronto. No estaba enfadado, esa no es la palabra para definir mi estado de ánimo, estaba molesto eso sí, con sus caprichos, aunque también la veía venir y lo que buscaba, pero claro no puedes salirte siempre con la tuya. Pasé por el supermercado antes a por unas cosas que necesitaba y ahora si camino a casa. Cuando llegué dejé la compra, en la cocina y me fui a buscarla, de hecho esperaba encontrarla cumpliendo el castigo de espera, pero no, allí estaba tan tranquila en el sofá eso si con el pijama puesto.


-Enséñame la agenda.


-Puffff vaya manera de llegar con exigencias.


Me sonrió como queriendo rebajar tensiones, pero tarde ya.


-Nena, la agenda


-¿Iba en serio?


-¿Me tomas por idiota o qué?


-Jooo lo siento no me lo pareció


-¿Cómo?


-Que pensaba que no iba en serio.


No dije nada, sabía perfectamente donde estaba la agenda, la cogí del mueble, junto con un boligrafo, lo dejé sobre todo la mesa, con energía y le dije antes de irme.




-Me voy a dar un ducha, cuando salga te quiero aquí sentada haciendo líneas y pobre de ti, que sigas tirada en el sofá o que cuando salga al menos no tengas 50 hechas.


No dije nada más, me fui a la habitación me preparé la ropa y me metí en la ducha, tardé algo más de lo normal, porqué estuve repasándome la barba. Cuando entré de nuevo en el salón, allí estaba sentada en la cabeza de la mesa copiando. Al pasar por su lado, le cogí la agenda, me senté en el sofá y dejé la agenda cerrada sobre la mesilla, ella me miraba desde la mesa.


-Ven aquí.


Se levantó y se acercó, sin yo decir nada se puso a hablar.


-No te pongas así estoy muy agobiada, se me está haciendo un mundo esto y ya sabes a veces el carácter y la lengua me pueden...


-No se cómo decírtelo ya, la excusa antes de liarla siempre,  una vez la has liado no me sirven de nada.


-Ya pero tampoco hay para tanto, ha sido una salida de tono como tantas.


-Mira nena, si estás agobiada, lo primero es que no creo que más que yo, ni menos y yo no te contesto así y lo segundo es que es tan fácil como decir: Santi tengo un mal día, estoy harta...y no, es mejor pagarlo conmigo y por ese camino vas mal, muy mal conmigo y lo sabes, yo te bajo del pedestal y te quito la corona en cero coma. Si crees que te voy a tolerar esta actitud lo llevas claro ¿estamos?.


-¿Estás enfadado?


-Nunca me enfado deberías saberlo, pero tampoco debato, ni discuto en plan haber quien puede más, eso te lo guardas para el personaje que enseñas al mundo, conmigo ni hablar, he sido muy paciente, pero se me acabó, aprende a medirte o aceptar consecuencias no hay más.


Ya no dije nada más, una mirada fugaz, para ver su cara ruborizada, cogí la libreta y empecé a contar líneas.


-42


-No sé no  he contado.


-Te dije 50 mínimo y ni eso.


-No sé, tenía la cabeza en otro sitio


-Al final siempre excusas y disculpas tardías.


Me la quedé mirando negando con la cabeza, hasta que estiré los brazos la cogí de las manos y la hice caer sobre mis muslos. No dijo nada, ni una queja. La sujeté bien con el brazo izquierdo por la cintura y mi pierna derecha encima de las suyas, mientras le acariciaba el culo bien presentado en mis rodillas.


-Se acabaron las oportunidades, demasiadas te he dado, igual ese  ha sido el error.


Ya no dije más una lluvia de palmadas empezó a caer sobre sus nalgas, a ritmo constante desde la primera, llevaba ya unas cuantas cuando empecé a sentir algo raro al tacto, aumenté la fuerza y si algo raro pasaba, así que detuve la azotaina.


-En pie.


Se levantó y no le di ni tiempo a poner las manos sobre la cabeza, cuando ya le había bajado el pantalón del pijama, ahí mi sorpresa y el tacto raro.


-¿Y esto? -le dije señalando un culotte blanco y ancho que llevaba bajo el pijama, cuando nunca llevaba nada en casa, bajo el pijama, solo para dormir-


-Tenía frío


No contesté me pareció una impertinencia más a la lista, simplemente metí mis dedos en la cintura del culotte y se lo bajé justo un palmo por debajo del culo a mitad de muslos más o menos, tirón y otra vez sobre mis rodillas. Sin decir nada más, empecé a azotarla de nuevo, ya piel contra piel, ahí si fui progresivo de menos a más hasta encontrar un ritmo de azotaina perfecto y constante. Me detuve, cuando ya me picaba la mano y su culo estaba rojo uniforme. Ni una caricia, recoloqué bien el culotte a medio muslo y cogiéndola de la cintura rectifiqué su posición en mi regazo. Dejé un rato que el aire acariciara su piel ardiente, estuve pensando si seguía con algún instrumento, pero decidí que no, que con mi mano bastaría, además tenía planes para hacer que aquel castigo quedara grabado en su memoria largo tiempo.


Tras el descanso los azotes empezaron a caer de nuevo sobre su piel, una mano bien usada puede ser el más eficaz instrumento, además la mordida de la mano que también se va calentando es especial. A ver quien aguantaba más su culo o mi mano. Estuve un rato seguido varios minutos, sin pausa, sin dejar de azotarla ni un momento, cuando empecé a notar cierta incomodidad en ella y mi mano echaba fuego paré. Me quedé un instante observando la piel de sus nalgas, salía fuego de ellas, estaban muy rojas, como nunca con la  mano, incluso se podía ver algún puntito rojo sangre de algún capilar roto bajo la piel. Una parte de mi, me pedía acariciarla y calmar ese fuego,  pero la otra seguía pensando, en darle un lección. Así que no lo hice, dejé que fuera el aire el que refrigerase un poco su piel castigada.


-Levanta.


Lo hizo, le di la agenda y le dije.


-Siéntate y sigue copiando líneas


Cogió la agenda algo contrariada y se sentó despacio en la fría silla de madera.


Cuando empezó a copiar me levanté y me fui a la cocina, abrí la nevera y cogí algo de lo que había comprado antes. Elegí un dedo de buen tamaño de aquella raíz de jengibre, la más verde que había encontrado. Pelé un unos cinco centímetros de largada del dedo de jengibre, dejando un trozo sin pelar, le di forma de supositorio y lo dejé sobre un pequeño plato. Abrí uno de los armarios y saqué de su envoltorio algo que puse en mi bolsillo.


De vuelta al salón seguía copiando en la silla con el culo desnudo y azotado tocando directamente la silla. Dejé el plato sobre la mesita de café, la llamé, le pedí la agenda, conté las líneas.


-85...mucho mejor.


Separé la mesita.


-Date la vuelta, apoya las manos en la mesa.


Rechistó un poco pero lo hizo, quedando así bien expuesta, pasé el dorso de la mano por su piel aun estaba ardiente y sensible. Cogí el dedo de jengibre del plato, le separé las nalgas con la mano izquierda, con la punta del dedo le recorrí toda la piel plisada del ano y al terminar con dos dedos empecé a hacer presión desde la parte que no había pelado a la vez que giraba a un lado y el otro el dedo, que fue entrando hasta el tope que no estaba pelado.


-Incorpórate.


Lo hizo.


-Manos sobre la cabeza.


Al hacerla poner de pie, hacía que fuera ella quien tuviera que hacer fuerza con la musculatura de la zona, para aguantar el jengibre, pero aún había una sorpresa, saqué algo de mi bolsillo, lo puse a modo compresa en el culotte y se lo subí con fuerza. Era una esponja de esas con dos caras, una amarillenta y suave de esponja, la otra verde y áspera de estropajo, que era la que tocaba directamente con su sexo y perineo.


-Ahora vete al rincón un rato a pensar.


Apenas 4 o 5 pasos, pero me imaginaba como al moverse la áspera esponja rozaba sus labios desnudos...


-Vamos a trabajar la paciencia, si eres paciente en breve calmaré todas las molestias, ya sabes.


La tuve un cuarto de hora allí de vez en cuando, la escuchaba suspirar o quejarse casi en silencio. Al ardor de sus nalgas por la azotaina, ahora se le sumaba, el del culo por el jengibre y el roce incómodo de la áspera esponja en todo su sexo.


-Ven aquí.


Bajó las manos se dio la vuelta y se acercó otra vez ruborizada. De pie frente a mi le bajé el culotte hasta los tobillos y suspiro, quise comprobar su humedad, pero antes de llegar a su sexo enrojecido también una gota cayó en mi mano, la miré y sonreí.


-Ponte sobre el brazo del sofá.


-Puffff más???


-Ponte...


A regañadientes lo hizo, me levanté y me fui detrás de ella, entre sus piernas, empecé a acariciarle las nalgas, con ambas manos y con ganas, aun estaban muy caliente y muy rojas, así estuve un rato hasta que le dije.


-Sepárate las nalgas.


Suspiró y lo hizo, mis pantalones cayeron al suelo y el bóxer detrás, llevé mi polla erecta a su sexo rojo pero empapado, la pasé por todo el, mientras con la mano le quitaba el jengibre del culo, cuando estuvo fuera llevé la punta de polla lubricada con su propio lubricante a su culo necesitado de alivio al escozor del jengibre y allí en su estrecho agujero se abrió camino, hasta entrar toda y empezar a bombear, para sacarla justo en el momento de eyacular sobre su culo ultrajado.


Después sesión de crema, perdón y más juegos, pero eso ya es otra historia.


















4 comentarios:

  1. Qué hermosa historia, me encantaba, los azotes, el placer, el deseo y el sexo... En fin, lo que yo quiera. Muchas gracias.

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  2. Gracias a ti Mademoiselle, me alegro que te gusten.

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  3. Me ha encantado, sobretodo la regañina.. no puedo evitarlo, es de aquellas cosas que más detesto y más busco...

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  4. Gracias!!! esas dualidades que curiosas son ;-)

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