martes, 7 de abril de 2020

Confinados II






Los primeros días de confinamiento fueron digamos que hasta tranquilos, remanso de paz, de la cama al sofá, tele, que si ahora una cervecita, que si mira que han escrito aquí, vamos a pesar de todo como una especia de vacaciones, pero a partir de la semana más o menos, pues ahí encerrados, la cosa empezó a tensarse y decidimos entre los dos hacer cositas, como por ejemplo eso que vamos posponiendo con cualquier excusa que responde el nombre de: ordenar, y lo más duro aun triar, escoger y tirar a veces parece mentira el apego que le llegamos a coger a cualquier chorrada.

El trato era sencillo, cada uno hacía su parte de armarios y había no solo que ordenar sino que tirar cosas que no se hicieran servir. Lo cierto es que el trato tenía cierta trampa, a mi me llevo una mañana resolverlo y cuando terminé ella aun estaba mirando el armario. Como es de imaginar me dio la risa...

-¿Que empezamos?
-Puffff podrías ayudarme ¿no?
-Jajajajaaja que chiste más bueno
-¿Y que piensas hacer? ¿Tocarte el haba?
-Mas o menos. No voy a subir alguna herramienta, quiero ponerme a hacer algo, usaré la habitación vacia ¿vale?
-¿Que vas a hacer?
-Ya lo verás, si acabaré antes que tu fijo....

Bajé al trastero y me subí la caja de herramientas, una sierra de calar, y unos tableros de madera, me instalé en la habitación vacia improvise un banco de trabajo y me puse manos a la obra, mientras la escuchaba remenar por la habitación. Finalmente escogí para hacer el trabajo un tablero de madera de cerezo, con ese tono rojizo, de un centímetro de grosor más o menos. Necesitaba una plantilla, fui al baño, cogí uno de los cepillos del pelo, que sería mi plantilla, lo marqué en el tablero y a cortar, una vez cortado venía el trabajo más laborioso, pulir bien, matar bordes, pero antes me acerqué a la habitación a ver como estaba el panorama y al entrar me encontré con la cama repleta de bolsos.

-Madre de dios......
-¿Que?
-Nada, nada ni los voy a contar , pero vamos la mitad ni sabia de su existencia
-Es que hay de verano, de invierno, de noche, mochilas...todos tienen su momento
-Si claro, por eso la mitad ni los he visto nunca
-Pero que más te da, no comen, no gastan....
-Nena.....
-Que si que vale, pero me lo tengo que pensar ¿que haces?
-Ya lo verás

Volví a mi improvisado taller de ebanista, me puse a currar en la pieza, ya todo manual, bien pulidita y lisa, sin cantos vivos , el detalle del taladro en el mango para poder colgarlo y bajé al trastero a por el punzón de piro grabado, con la idea de grabar su nombre en la pieza, antes fui otra vez  a la habitación y allí seguía ella, ahora lo estaba era el suelo lleno de zapatos....

-¿Ya terminaste con los bolsos?
-Si
-¿Donde están los descartados?
-Ya los he tirado
-No escuché la puerta
-Porque estabas haciendo ruido
-Si ya puede ser, pues nada ahora zapatos....
-Pufffff pero es que ...
-Venga no pongas más excusas y espabila que aun acabaré antes que tu, ya si eso mañana, te lias con los complementos...
-Que si pesado

Me fui a la habitación taller y me puse a grabar el nombre en aquella especie de paleta con forma de cepillo que había construido y mientras iba haciendo me iba dando que no tardaría mucho en estrenarla. Recogí guarde las herramientas, limpié y dejé el juguetito encima de la mesa. Me fui para la habitación y justo cuando entraba doblaba camisetas.

-¿Ya estás?
-Siiiii todo el santo día, mañana aun queda alguna cosa.
-Lo ves todo es ponerse.
-Muy gracioso.
-¿Que zapatos has tirado?

Esa pregunta paró el tiempo, es malísima para mentir, se pone nerviosa, se atabala, se vuelve torpe intenta cambiar de tema....

-Las sandalias aquellas de cuña....los botines marrones que ya estaban muy viejos...

Me enumeró como cinco tipos distintos de zapatos, así con pausas entre medias, como pensando.

-¿Donde están los bolsos?
-En su sitio.

No dije nada, me fui al armario, empecé a coger bolsos y mochilas y los tiré sobre la cama

-¿Que haces? Tio llevo toda la tarde ordenando.

Ni caso seguí, hasta que tiré el último y le dije.

-¿Crees que soy tonto o que?
- A que te refieres.
-Cuéntalos
-¿Por qué?
-Los cuento yo?
-Pero para que
-Porque los conté antes y estoy seguro que sale el mismo número.

Se puso roja al instante.

-Cuéntalos...

Silencio...

-Va que es para hoy.....
-Pufffff no he tirado ninguno, es que....
-Es que hostias, me has dicho antes que si
-Joder entiéndelo nunca se sabe, fijo que si tiro alguno, la semana que viene lo necesito, es la ley de Murphy.
-Aqui la única ley de Murphy es la que va a afectar a tu culo.

Hice espacio en la cama llena de bolsos, para sentarme, la cogí del brazo y a mis rodillas.

-Así que no te escuché porque estaba haciendo ruido...

Me remangúe la camiseta de manga larga, me froté las manos, la sujeté de la cintura con el brazo izquierdo, pasé mi pierna derecha por encima de las suyas.

-Es que a veces me da la sensación que si no te vas a la cama con el culo caliente, no estás contenta, porque sabes que te voy a pillar.

Una lluvia de azotes empezó a caerle sobre el pantalón a cuadros del pijama de tela fina, con ganas .

-Te voy a quitar las ganas de torearme....

Seguí un par de minutos, hasta que cogí la cintura del pantalón para tirar para abajo de el, ahí conato de resistencia.

-Yo de ti...colaboraría...

Suficiente sugerencia, se acabó las resistencia y el pantalón acabó en las rodillas, debajo no llevaba nada como sospechaba, así que piel sonrosada, suave y calentita que acaricié un poco antes de seguir en la labor de ponerla al rojo vivo. El tacto piel con piel es especial, al principio siempre hay algo de resistencia, de tensión, pero llega un punto que sucede un curioso fenómeno, de repente se relaja y se nota, los glúteos no ofrecen ninguna resistencia, se produce tal quietud que es como si cabeza y cuerpo desconectaran un instante, la piel se va enrojeciendo, los azotes son  más rápidos e intensos, pero no hay resistencia, lo que te transmite como parte y observador es paz, tampoco diría placer, por momentos notas como se estremece, pero son momentos contados. Entonces paras, la piel esta encendida roja, caliente, ya no está tan suave, se defiende, el tacto es distinto como más granulado, acaricias y enseguida vuelve a ese tacto suave pero caliente, en ese momento no sabes donde está su cabeza, hasta que buscas entre sus piernas y la devuelves por un instante al mundo real, está ahí en tus rodillas con el pantalón a mitad de las piernas, le acabas de  poner el culo como un tomate maduro y chorrea literalmente y juegas a que lo sepa, juegas a que sepa, que nada la excita más que eso...

Tras un rato de juego de caricias en todos sentidos y direcciones, le dije.

-Levanta y escoje.
-¿Que?
-Al menos cinco tienes que tirar por lista.
-Puffffffff

No hizo ni tan siquiera el gesto de subirse los pantalones, por otra parte sabe que una vez bajados, no se suben hasta nueva orden. A regañadientes escogió 5 bolos.

-¿Estos seguro?
-Puffff no, pero cuanto antes mejor

Yo mismo lo subí los pantalones.

-Hala ya puedes ir a tirarlos
-Ahora?
-Si ahora,

Se quejó algo pero se puso la chaqueta y salió con los bolsos, me la imaginé caminando por la calle oscura y desierta, dejándolos en el container y nada más liberar las manos frotándose el culo que debía picarle.

Mientras yo fui a por mi creación, que mejor forma de saber si es efectiva que probarla, la dejé sobre la mesita del sofá, fui a la habitación al cajón de los juguetes, me los miré y elegí uno que hacía mucho que no usaba junto con el lubricante. También encima de la mesa. Cuando apareció en el salón son estaba sentado en el sofá. Se quedó ahí de pie quieta, se quitó la chaqueta y me dijo.

-Me lo has hecho tirar bajo presión, seguro que en algún momento te odiaré.
-Señorita has entrado en casa otra vez tu castigo no ha terminado, así que ya sabes donde quiero los pantalones.

Se puso roja, una vez más, yo sabía que hacerlo ella y más estando yo mirando la perurbaba mucho más, lo hizo. Le señalé mi regazo, resopló pero no tiene mucha opción y suavemente se colocó sobre el, cuando estuvo le dí lo que había fabricado aquella tarde, era una paletita de madera de cerezo en forma de cepillo ovalado, con su nombre grabado.

-Enseguida la vas a probar en tu culo, pero antes voy a prepararlo bien.

Cogí el lubricante tipo spray, le separé las nalgas apreté el botón y salió un chorro, con el dedo lo repartí bien por el ano, luego cogí el juguete, era una tira de cinco bolas de silicona, de menos a más lo lubriqué también y despacio fui metiendo una a una las bolas , hasta que las cinco entraron en su cuerpo, solo quedando fuera la anilla para estirar y sacarlas, entonces le pedí la paleta, me la dio. La pasé despacio por la piel roja que fuera comprobando el tacto de la madera, hasta que empecé a golpear alternando cachete y cachete, solo en la parte baja, mientras sujetaba la anilla de las bolas con la otra mano hacia arriba, no muy fuertes esa zona es muy sensible, solo con la insistencia sin aplicar mucha intensidad es más que suficiente para lograr un picadura constante, además la vibración de cada azote se transmitia también dentro a través de la tira de bolas, cuando vi que esa frontera entre el final de los muslos y el principio del culo eran ya dos círculos rojo oscuro paré, dejé la paleta en la mesa, le acaricié la cara interna de los muslos separándole las  piernas. Hasta que dándole un cachete le dije.

-Vete un rato al rincón así piensas, si te compensa volver a intentar tomarme el pelo.

Lo hizo, con el pijama en los tobillos, las  bolas dentro y el culo rojo.

Me encendí un piti, me encanta verla ahí quieta inmóvil, sintiéndose castigada y deseada a la vez. Ese es otro momento especial, que puede signficar muchas cosas y que me gusta saborear pero en su justo tiempo, sin alargarlo mucho. Me levanté un momento, fui a la cocina a buscar un bote con dosificador de estos tipo kh-7 lo llené de agua fresca, me fui armado con el al salón, me acerqué por detrás y empecé a rociarle las nalgas castigadas y calientes con el agua fresca, bien rociadas, ella suspiró, cuando las tuvo bien empapadas, la cogí de la mano, la hice acompañarme de nuevo al sofá y otra vez sobre mis rodillas, le acaricié las nalgas mojadas, rojas pero ahora frías y empecé a azotarlas otra vez a mano, hasta secar por completo el agua.

-No se si volver a rociarlas....pero te voy a dar la oportunidad de seguir mañana con los zapatos, que tampoco has tirado ni uno ¿verdad?

Se le escapó una medio risa, medio gemido,  porque dos de mis dedos habian entrado ya en su coño, y poniéndolos en forma de media luna entraban y salían cada vez más rápido, se que así con el culo caliente y en mis rodillas, el tiempo que tarda en correrse, es el que yo quiera según la energia que le imponga a la masturbación y quería algo rápido aquel día. Cuando se corrió , estuve un rato acariciándola, jugando con las bolas aun dentro, hasta que sin decirle nada se levantó, se arrodilló entre mis piernas se quitó la camiseta, buscó la cintura de mi pantalón de pijama, le ayuda a que lo bajara y empezó comerme la polla, hasta que me corrí en sus tetas...

Continuará...






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