jueves, 16 de enero de 2020

Hablemos de la vainilla.




A estas alturas no creo que a nadie le llame la atención el término "vainilla". Digamos que es el nombre con quienes los digamos somos fans de la sexualidad no normativa nos referimos al resto del mundo, por llamarlo de algún modo a los "normales".

Pero antes que nada me gustaría aclarar que aunque este término no pocas veces se usa en tono peyorativo o de superioridad, su origen no es meramente distintivo y se refiere no al gusto más monótono o aburrido, se refiere al más seguro al que gusta a todo el mundo. Prueba de ello es que nosotros mismos tampoco renunciamos a el, solo que lo mezclamos con otros sabores.

Aclarado esto me gustaría entrar un poco más a fondo, en ese dualidad "vainilla/chocolate" tan polémica a veces, polémica que por cierto a mi personalmente me parece del todo estéril. Para empezar voy a hacer un poco una cronología de hechos, que creo importante para centrar el tema. Desde la décadas de los 50 del pasado siglo hasta los 10 de este, parece que cada década haya tenido que hacer un aporte a la sexualidad.

La década de los 50 podríamos decir que supuso, la aceptación del sexo como un divertimento más allá de la procreación.

La de los 60 fue la de la anticoncepción y eso significo entre otras cosas, empezar a aceptar las relaciones sexuales pre-matrimoniales.

Los 70 trajeron el amor libre o más bien el sexo libre sin necesidad de pareja estable

Los 80 la visualización y salida del armario de la homosexualidad

Los 90 es destape definitivo de la sexualidad femenina, con el reconocimiento por ejemplo de la masturbación femenina

La 00 fue la década del tupper sex, la de la introducción de juguetes y ayudas externas para enriquecer la sexualidad y otro hito fundamental la universalización de las redes que permitieron con mucha facilidad conocer los gustos íntimos de alguien, mucho antes de conocer en persona a ese alguien.

Y finalmente la del 10 fue la de la salida de las catacumbas del sadomasoquismo, con fenómenos con las 50 sombras famosas.

Huelga decir que todos estos procesos no surgieron espontáneamente en esas décadas, sino más bien que se afianzaron y sobre todo fueron visibles, lo cual no significa que todos fueran aceptados socialmente. Algunos si como la homosexualidad o la aceptación de una sexualidad femenina propia y otros a medias como las relaciones no monógamas o lo que aquí más nos interesa: el sadomasoquismo erótico.

El sadomasoquismo erótico salió definitivamente del armario la década pasada, pero su aceptación no ha sido completa ni mucho menos, solo parcial. Yo veo que se acepta en dos formas bien definidas. Una es en el caso de la homosexualidad en especial la masculina, que está aceptada como algo absolutamente loco y desenfrenado en el que todo vale y sobre todo tiene tras de si un estigma de superficial y promiscuo, que todo sea dicho la propia comunidad no ha combatido. En el segundo caso que se acepta es cuando se ve como una extensión de la "vainilla" osea como un mero accesorio para de vez en cuando saltarse la rutina y añadir un poco de picante al menú. Recuerdo que hace poco leía un artículo de una revista generalista francesa, que en uno de esos apartados de sexualidad hablaba sobre los azotes, que definía como una práctica muy erótica, pero cuyo objetivo era estimular un poquito y sin pasarse vamos. Yo pensaba lógicamente en la de veces que me han pedido "recuerdo" de la escena en forma de marcas que duren días....

Así que la aceptación de los juegos es a medias, digamos que se acepta el hacer, pero no el ser y ese es el error a mi entender. Porque para la mayoría de nosotros esto no es una cuestión de hacer sino de ser. Lo cual es una grandísima diferencia.

Para empezar para ser es imprescindible la otra parte, ya que sin que existiese esa otra parte, no podrías ser. Vamos para ser spanker es imprescindible que haya spankees, para hacer spanking no, en un momento dado  unos azotitos pueden ser excitantes en un contexto "vainilla" pero no crear una escena completa de spanking.

Como escribía antes, la diferencia estriba entre hacer (extensión de la sexualidad "vainilla) a ser (juego con dos dimensiones definidas. Una física y otra emocional que operan juntas).

La siguiente pregunta es ¿que es ser? ¿Identidad, orientación?. Yo creo que nada de esos en el aspecto totalizador. Todos tenemos una orientación previa definidad, ya sea hetero, homo o bi, que no cambia dentro de la escena. Pero tampoco somos spanker o spankee cuando trabajamos, cuando vamos de cañas con los colegas, lo somos con la persona adecuada en el contexto adecuado. Osea que el ser sería parcial, ni orientación, ni identidad pero si parte de ellas, igual cuesta de entender pero con un simple ejemplo lo entendereis seguro.

Los hay que nos gustan las mujeres, como es mi caso, además soy spanker, ninguno de esos roles son a capricho, ni intercambiables, no aparto el sexo vainilla, pero la falta de juegos en una relación me da la sensación de falta. Pero es que hasta incluso en los casos más extremos que he conocido, una forma u otra de gratificación sexual "vainilla" tras una escena es una necesidad.

Espero haberme explicado. Pero como siempre estoy abierto a saber como lo véis vosotros.

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