domingo, 15 de diciembre de 2019
La casa de piedra II parte.
Las 24 horas siguientes me toco hacer de enfermero, la fiebre continuó más o menos estable pero constante solo con algún pico, a partir del Sábado osea el último día completo, ya que el domingo había que emprender el camino de vuelta como muy tarde a mediodía empezó a remitir, pero decidimos no jugárnosla y salir. Aunque la nevada del Viernes había sido poca cosa y apenas había emblanquinado unas horas el paisaje el frío se quedó tozudamente, así que no era plan de salir. Chimenea, mantita y poco más. Yo salí en algún momento a por víveres, pero nada más. No estaba siendo el fin de semana soñado pero que le íbamos a hacer.
Aquella noche de sábado salí un momento a fumar fuera, de vez en cuando incluso en pleno invierno necesito tomar el aire puro, se que suena raro eso de tomar el aire para fumar, pero es así. Al salir de la casa note una calma extraña, en un pueblecito de la montaña no debería extrañar la calma, pero era una calma diferente, miré el cielo y pese a la oscuridad tenía como un extraño brillo, no se podía ver ni la luna, ni una estrella y aquello me recordó cosas de mi infancia en Soria y lo que significaba aquella calma y aquel cielo, el día siguiente diría si me equivoqué o no.
Cuando desperté medio dormido aun busqué institivamente el calor del lado más alejado de la puerta de la cama y para mi sorpresa lo encontré vacío y frío lo que me hizo despertar de golpe, había ruido en la cocina y llegaba a la habitación aroma a café recién hecho, me levanté adormilado, para salir de la habitación era obligatorio pasar por el salón e incluso el fuego estaba encendido. Ella me vio y desde la pequeña cocina me dijo.
-Buenos días, siéntate que voy.
Le hice caso me senté hipnotizado por la danza de las llamas que consumían tres troncos medianos. A los dos minutos apareció ella con una bandeja, la cafetera leche, tostadas....La miré sorprendido y mi cara le debió decir algo.
-Jajajajajja y esa cara?
-Nada, ya estás bien ¿no?
-Siiiii me he levantado genial, además dos días tirada pues con ganas de hacer cosas.
-Ya veo ya....
-Además es lo mínimo que podía hacer, por el paciente enfermero de estos días.
-Pelota
-Jjajajajaj
Se sentó a mi lado y nos pusimos a desayunar despreocupados, después de mas de 48 horas hecha un zombie era gratificante verla activa y bien, aunque una parte de mi seguía pensando que en algún momento habría que ajustar cuentas, tal vez aquel no era el momento. Terminamos de desayunar y era una lástima porque ya casi era el momento de hacer maletas y emprender el camino de vuelta. Entonces ella me dijo:
-Me voy a dar un ducha, la necesito.
-Vale yo voy a fumar fuera
Fui a buscar el tabaco, me puse la chaqueta y me dispuse a salir, ella había entrado ya en el baño, como en todas las casas donde acostumbra a hacer frio y las nevadas son frecuentes, la puerta abre hacía dentro, abrí la puerta y ahí vino la sorpresa, la nieve llevaba a media puerta, el corte perfecto de la puerta que había sostenido la nieve que se acumuló durante la noche, de hecho aun nevaba ligeramente, al verlo me dio la risa miré hacía fuera y el coche estaba enterrado literalmente bajo un manto blanco, me encendí el cigarrillo y en aquel momento no quise ni pensar como saldríamos de allí, simplemente me quedé disfrutando de la vista. El frío empezó a hacer mella y cerré me fui junto a la chimenea donde tiré la colilla y me calentaba, cogí el móvil y me fui directamente a ver la situación de carreteras: imposible salir de allí aquel día, con suerte al día siguiente, me dio por reír otra vez, el destino había querido alargar el puente, quizás como premio. Allí me quedé frente al fuego hasta que salió de la ducha y me dijo desde la habitación.
-Voy haciendo la maleta ya no? a que hora quieres salir?
-No hagas nada
-¿Como?
-Abre la ventana y lo verás
Desde el sofá escuché como abría y una exclamación, que no voy a reproducir. Menos de diez segundos y la tenía allí
-¿Y ahora que hacemos?
-Jjajajajaja nada....no podemos hacer nada
-Y te da por reír yo mañana tengo que trabajar.
-Y yo...pero creo que va a ser que no y a ver si mañana podemos salir de aquí
Empezó a dar vueltas como una leona encerrada y a maldecir.
-Tranquílizate, no podemos hacer nada, he mirado todas las carreteras y hay para rato, ya te digo con suerte mañana, es más aun que abrieran a la tarde no vale la pena jugársela
-Ya y que hacemos
-Pues nada avisar en el trabajo y ya, no podemos hacer otra cosa
-Joder...
Siguió con su ir y venir nerviosa, con lo que consiguió ponerme nervioso a mi y ya en ese punto de vale, le dije.
-Te quieres estar quieta y dejar de rondinar? No podemos hacer nada.
-Si es que teníamos que haber mirado la predicción y si eso haber marchado ayer.
-Ya claro con la señorita a 38 de fiebre, ideal para viajar vamos. Que no pasa nada joder
-Que fácil es decirlo.
-¿Te quieres tranquilizar? yo también trabajo
-¿Y que vamos a hacer? no puedo tranquilizarme joder....
-Tu misma, pero o te tranquilizas solita o te tranquilizo yo
-Ya estamos, no estoy jugando y no se como puedes estar ahí tan tranquilo
-Valeeeee ya busco una solución, no te preocupes
Me levanté y fui hasta una especie de trastero que había tras una puerta en la cocina, como suponía había una pala, con ella en la mano me fui al comedor, se había sentado y se la di.
-Toma, ya puedes empezar a quitar nieve, así de paso que te tranquilizas abres camino, hasta León hay ciento y pico de km, cuando estés me avisas.
Me miró con cierta cara de indignación y me dijo
-Eres idiota, no me hace gracia.
Dejé la pala, la cogí del brazo con fuerza y la hice levantarse.
-Mira "señorita" bastante paciencia he tenido este fin de semana ya contigo, pero se me ha acabado. Así que ahora te vas a ir un rato a tranquilizarte al rincón y cuando estés tranquila hablamos.
Sin soltarla la llevé yo mismo hasta el rincón que había al lado de la chimenea, nada más soltarla en el rincón le dije que las manos sobre la cabeza, musitó algo.
-¿Te lo tengo que repetir?
No hizo falta, ya me conoce y ya sabe cuando voy en serio. Yo me senté tranquilamente en el sofá, esperando que la ración de rincón amansara a la fiera. Dejé pasar un tiempo, hasta el punto que ni la miraba aunque ella no lo sabía, porque notaba mi presencia, en un determinado momento le pregunté.
-¿Estás más tranquila?
-Pufff no se
-¿No sabes? bueno cuando estés avisa
-Puffffffffffff valeeeeee
-Vale ¿que?
-Que estoy más tranquila
-Pues ven
Bajó los brazos se dio la vuelta y se acercó. El ritual es muy sencillo en estos casos si yo estoy sentado, ella permanece de pie mientras intercambiamos opiniones frente a mi y así fue se acercó y se mantuvo a la espera de pie frente a mi sentado.
-¿Has asumido ya que no podemos hacer más que esperar?
-Si
-Pues ha costado no crees?
-Ya sabes como soy para el trabajo
-Y me parece genial, lástima que no lo exportes a otras cosas, como la causa de haberte pasado todo el fin de semana encamada.
-¿Ahora me vas a echar en cara eso?
-¿Que pensabas que ibas a salir de rositas?
-No fue queriendo
-Ya, fue una irresponsabilidad, si a eso le sumas el comportamiento infantil, falta de respeto incluida de hace un rato, creo que te has ganado una charla en profundidad con tu culo.
Al decir eso se encendió, su cara parecía el fuego de la chimenea.
-Acércate
Separé las piernas para que se pusiera entre ellas.
-Pon las manos sobre la cabeza
-Joder...Santi
Una mirada bastó, lo hizo y yo empecé a bajarle el pantalón del pijama muy despacio, en vez de a tirones dándole vueltas sobre la cintura, sin prisa recreándome, justo hasta dejarlos encima de las rodillas, la miré un momento e hice lo mismo con la ropa interior, despacio y alargando el juego de descubrimiento y vulnerabilidad, una vez descubierta en su intimidad le dije.
-Sobre la rodilla izquierda.
-Puffff va que he estado malita...
-Para lo que te interesa. Ponte y quiero ver bien arriba ese culo, que te prometo que hoy no va a pasar frio.
A veces las palabras surgen más efecto que la fuerza y cedió obediente se colocó sobre mi rodilla izquierda, en cuanto lo hizo puse mi pierna derecha por encima de las suyas a modos sujección. Después de dos días sin poder hacer nada, tenerla así me excitó mucho y empecé a acariciarle el culo desnudo con la mano lenta y suavemente por un momento me olvidé de sus travesuras, hasta que caí en la cuenta de mi promesa de que no iba a pasar frío en el culo y empecé a azotarla a mano, tal vez por la excitación pero no fui nada progresivo, empecé directamente con ganas, con temperamento, con esas palmadas terminadas en un gesto de muñeca final que pican desde el principio, al poco rato de haber empezado ya noté que se movía algo señal inequívoca de la efectividad de la azotaina, la otra era el color de la piel, que enseguida se enrojeció sin mucho color intermedio, incluso yo jadeante del continuo movimiento enérgico.
-Te tenía ganas, pero estaba dispuesto a comerme las ganas, no me has dejado otra opción.
Seguí un par de minutos más de azotaina sin pausa, hasta que llegó un punto que me picaba la mano a mi y entonces si paré un momento, ella suspiró aliviada y más cuando volví a acariciarle el culo, rojo y sensible, quité mis pierna derecha que sujetaba las suyas, le aparté hacia su pierna derecha, la cogí con el brazo izquierdo de la cintura y haciendo que levántase el culo más y con dos de mis dedos le separé los labios, su sexo brillaba casí más rojo que su culo y húmedo como la nieve pero caliente.
-¿Te castigo por portarte como una niña caprichosa y te pones cachonda? Levántate.
Se levantó, la miré.
-Ve a buscar lo que uso para castigar estos comportamientos
-Pufffff......¿el cinturón?
-No el cinturón es para cuando incumples una norma pero lo asumes, cuando te portas como una niña ya sabes lo que uso.
Se quejó algo, pero llegados a este punto las quejas solo pueden empeorar la situación así que al final cedió sin tener que ponerme muy serio, fue al baño y de vuelta con ella, el cepillo de madera. Yo sabía que no le tenía mucho cariño, por una parte pica y bastante por la otra la hacía sentir pequeña. Cuando me lo entregó, le indiqué de nuevo mis rodillas, esta vez sobre las dos, la cogí de la cintura para colocarla bien del todo, cogí el cepillo y empecé a pasarlo suavemente por su piel enrojecida de mi mano, otra vez perdí un poco la noción del tiempo, alargando la tensa espera, incluso dejé el cepillo un momento para seguir acariciando con mi mano, cuando lo volví a coger, ya se acabaron las caricias, y empezó el diálogo entre la madera y su piel desnuda, una primera tanda seguida y constante y empezó a moverse. Paré, le dije que se volviera a colocar bien, con el culo bien expuesto y que cuando volviera a comenzar si se volvía a mover, alargaría aun más de lo previsto el castigo, que ya de por si iba a ser severo. Continué a pequeñas tandas de una docena, tras la cual le daba un respiro antes de volver a empezar, para terminar el castigo de momento con una especial, estirándole la piel y golpeando justo en la frontera de las nalgas y los muslos con la piel estirada, media docena en cada nalga, al estirar la piel, haces que sean especialmente dolorosos, al terminar sabía que estaba en ese punto límite, en el que dolor y excitación se confunden.
Dejé el cepillo y le pasé despacio los dedos por todo el culo, solo rozando, había puntos rojo amoratado en especial en la zona baja del culo, sin decir nada volví a buscar su sexo y separarle los labios pero sin ir más allá solo para ver, el brillo de la humedad.
Un toquecito en el muslo y una exigencia clara.
-Vete al rincón
Se levantó de mis rodillas y se fue al rincón con la ropa a medio bajar, de espaldas, con las manos sobre la cabeza y mostrándome el culo desnudo y castigado. La estuve un rato contemplando así, se me pasaron varias cosas por la cabeza, desde ir allí ponerla en pompa y follármela contra la pared, hasta hacerla volver a mis rodillas y terminar de marcarle bien el culo. Todo eso hasta que vi la pala, y se me encendió la bombilla. La cogí fui hasta la puerta, la abrí un cogí una palada de esponjosa y fria nieve, que improvisando descargué en un bol de la cocina y con el bol de nieve me fui de nuevo al salón, una vez allí la llamé. Salió del rincón y como siempre frente a mi de pie.
-¿Ese culo tiene que quemar verdad?
Se puso roja otra vez casi más que su culo, hasta que le indiqué otra vez mis rodillas, se puso y cogí un puñado de nieve fresca, se lo puse sobre una nalga, después otro sobre la otra, el contraste debía ser importante, dejé que la nieve se derritiera sola sobre su piel y entonces empecé de nuevo a acariciarla para recuperar calor, finalmente cogí un toalla y la sequé, una vez seca, con la mano le volví a calentar el culo, esta vez mucho más suave palmadas suaves y constantes hasta que volvió a coger temperatura, entonces paré sin decir nada le separé las piernas y allí en mis rodillas con el culo rojo caliente y azotado la masturbe hasta que se corrió en mis rodillas.
El resto del día lo pasamos jugando, era lo único que podíamos hacer, al día siguiente pudimos viajar y retornar, y al menos aquella nevada nos permitió recuperar el fin de semana.
Fin.
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¡¡Menos mal que nevó y pudisteis recuperar!! Cómo me gustaría saber algunas de las veces de después de la azotaina!
ResponderEliminarBesos.
Me encantaría saber al menos qué pasó después de que se corriese, la reconciliación entre los dos. =)
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