martes, 24 de diciembre de 2019
Justicia y proporcionalidad.
Llevaba un tiempo sin escribir ninguna entrada, espero que me disculpéis pero entre la falta de tiempo y que ando inmerso a diversas lecturas, con el objetivo de desgranarlas y compartirlas aquí no había podido escribir nada hasta ahora.
Una de esas lecturas, es un estudio que firma Rebeca F. Plante titulado: Sexual spanking, the self, and the construction of deviance (Spanking sexual, el yo y la contrucción de una perversión), publica por el Ithaca Collegue (Universidad del Estado de Nueva York USA). Es de los poquitos trabajos específicos sobre spanking que hay y realmente su lectura me ha parecido muy interesante y alguna cosa me gustaría compartir aquí, como esta que voy a compartir hoy.
Su autora contactó con un grupo de personas afines al spanking y consiguió que la aceptaran como observadora en una reunión periódica que suelen hacer. Es un tipo de reunión muy peculiar, quizás poco extrapolable a nuestra realidad aquí pero que teniendo en cuenta las características del país donde se realizó puede entenderse. Un país muy grande, con grandes distancias y muy diverso.
Le reunión se realiza en un lugar neutral, que ella cita en el medio oeste y digamos que lugar neutral, donde no reside nadie de los presentes en la reunión. A la reunión asisten tanto hombres como mujeres, en algunos casos son pareja, en otros aunque no se han conocido personalmente aún si hay conocimientos a través de redes, teléfono,etc, etc y proyecto de tener juegos y otros simplemente solo se conocen a través de redes sin más intimidad.
Para que os hagaís una idea es como si decidiéramos reunirnos un grupo en una casa rural por ejemplo y eso incluyera parejas y no parejas.
La reunión a parte de conocerse entre si como primer objetivo, también tiene planificados una serie de actividades o juegos voluntarios para quien quiera. Uno de estos juegos consiste (americanada) en hacer una especie de subasta, en la cual los hombres deben mostrar las manos y decir la siguiente frase
-Señorita a mis rodillas ahora!!!!!!!
Entonces las chicas pujan ofreciendo un número de azotes para ganar la subasta y tener un juego con el hombre por el que han pujado. Los juegos se llevan a cabo en una habitación distinta e íntima.
Pues bien la autora del estudio destacó algo que le llamo la atención y es que aquellos hombres que consiguieron las pujas más altas y el mayor número de pujas, tenían algo en común. Eran aquellos cuyas manos tenían un aspecto más masculino y más que el tamaño de las manos destaca su morfología y a la vez resultaron más convincentes al decir la frase y que eso no guardaba relación con los esteorotipos de belleza masculina. Es más destaca el caso de un hombre particularmente atractivo, al cual se el escapó la risa al decir la frase, que no obtuvo excaso éxito. Con lo que la autora concluye la importancia de los estímulos mentales muy por encima de los estereotipos sociales imperantes.
Otra cosa que destaca de la reunión, es el cierto malestar que provocó entre las mujeres, el caso de una de ellas que hizo pujas especialmente altas. Hay que recordar que las pujas se hacían mediante un número de azotes que la ganadora de la puja recibiría por parte del "subastado" y al parecer esta chica pujaba con números inasumibles para el resto, con lo que resulto ganadora de los "preferidos".
Cuando la autora preguntó al resto de chicas por el malestar, estas respondieron que aquella chica se saltaba la regla "Goldilocks" (ricitos de oro) y al preguntar por que era esa regla la respuesta fue.
-Cantidad justa de azotes
-Cantidad justa de disciplina
-Cantidad justa de erotismo
Y en esto quiero centrarme ya saliendo un poco del trabajo que os comentaba y basándome más en mi experiencia y es que si parece existir la necesidad de tener una sensación de justicia y proporcionalidad en el juego y eso nos llevaría a aceptar como cierta esa regla de "ricitos de oro) en sus dos primeros términos de cantidad justa de azotes y disciplina. Y es que realmente es un poco así, aunque sea un juego, una representación, no deja se ser verdad que hay una base real y que para hacerlo más real y creíble es importante esa cierta sensación de justicia y proporcionalidad en base a la supuesta falta merecedora del castigo.
Si algo sobre lo que se espera un buen castigo resulta en menos de lo esperado, lo más seguro es que resulta frustrante y al revés si algo es castigado en exceso puede producir una sensación de injusto, de exceso de autoridad.
No deja de ser curioso que a pesar de que los juegos resultan una clara transgresión de la sexualidad normativa, en si mismo están fuertemente normativizados y que incluso las perversiones tienen sus códigos de honor básicos para tejer esa red de confianzas y complicidades.
¿Que os parece a vosotros?
Si alguien quiere contestar ya sabe. Aprovecho para desearos a todos una Feliz Navidad.
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