miércoles, 6 de febrero de 2019

¿Y a ti que te gusta a parte de los azotes?.




Creo que no me equivoco si afirmo que a todos nos han hecho alguna vez la pregunta, que da título a esta entrada. Es más, estoy convencido que a alguno en varias ocasiones hasta que llega un punto que empieza a ser mosqueante ¿verdad?.

Pues bien creo que la mejor respuesta a esa pregunta, es la que me dijo alguien que responde siempre:

"Yo soy spankee".

Ahora también estoy convencido  que a más de una se le habrá puesto sonrisa maliciosa y habrá entendido a la primera la respuesta.

La palabra "spankee" es una etiqueta que dice lo que dice, vamos que expresa la preferencia de esa persona por recibir azotes, si la simplificamos, los que conocemos un poco de que va esto sabemos perfectamente que esa "etiqueta" significa muchas más cosas, que voy a intentar condensar.

Ser spankee o spanker para el caso es lo mismo, no quiere decir más que en un momento dado tirar de esa etiqueta para situarse frente al resto, pero no es algo que se cincunscribe a un acto puntual de algo que es muchísimo más amplio. El gusto por los azotes no es exclusivo de spankers y spankees, de hecho estoy convencido que de la sensación física de los azotes, puede disfrutar mucho más en un momento determinado, una sumisa. Es más yo creo que las spankees al menos las que yo he conocido del momento azotes por si mismos no disfrutan, lo que realmente le es excitante es todo el contexto, que evidentemente necesita de los azotes  para que el hechizo tenga efecto.

Para entender que es una spankee, hay que entender el tipo de juego en su conjunto. Una spankee no busca que la azoten, busca todo un completo, donde entran sensaciones físicas y emociones. Una spankee no busca la sumisión, busca la rendición, que son parecidas pero no idénticas, en la rendición hay sumisión, pero no es un punto de partida es el resultado de un camino. Cuando a alguien le excita someterse, lo que conocemos por sumisa deja el orgullo en la puerta del juego, solo así alguien puede someterse. En cambio una spankee necesita del orgullo para jugar, de hecho el juego tiene como uno de los objetivos doblegar ese orgullo para que se produzca la rendición. Osea que confronta por una parte el deseo de conseguir esa rendición, ese dejarse ir, con la resistencia del orgullo a que eso no pase. Entiendo esto y reflexionando un poco sobre la experiencia y deseos propios, veremos que precisamente el trabajo del spanker es conseguir que el deseo se imponga al orgullo y yo solo conozco tres maneras de hacerlo.

-Usando la culpa. Vamos la típica escena donde se consigue generar una culpa relativa, que sirve para aparcar el orgullo. "Me he portado mal, me merezco un castigo, que alivie esa culpa".

-La imposición mental. Es que a través del juego mental el spanker consiga provocar en la spankee, la sensación que no puede escapar a su destino.

-La imposición física: Esta es simplemente el uso de cierta fuerza, que consiga el mismo efecto que la imposición mental, osea que no puede escapar.

Esto no quiere decir, que se usen de forma diferenciada, más bien al contrario, la mayoría de juegos resultan de una mezcla de estas tres formas de conseguir la rendición.

La rendición trae consigo un efecto más, y es que una vez doblegado el orgullo y conseguida esa rendición hay que asentarla un rato y  para ello es fundamental que aparezca en escena lo contrario del orgullo, que sería la humildad y su forma visible: la humillación. Pero aquí creo que si se produce una confusión de emociones y humillación es sustituida por algo que se le parece mucho pero que tampoco es exactamente lo mismo:  pudor.

Eso explica que muchos juegos asociados al spanking y que aun con las particularidades de cada persona, si suelen ser de agrado de casi todos a los que nos gusta esto, sean juegos encaminados a hacer muy presente la sensación de pudor, que de alguna forma es la que acaba de ratificar la rendición y que el orgullo que trababa el dejarse ir del todo, desaparezca un rato y se produzca ese anhelo de dejarse ir a las sensaciones y las emociones, de ahí que los juegos tiendan a  un infantilización por ejemplo o a prácticas que implican situaciones de vergüenza y pudor muy marcados.

Ser spankee o spanker es mucho más que el gusto por una determinada y delimitada práctica, es algo que va mucho más allá y que tiene que ver con saber crear un escenario donde el deseo venza al obstáculo del orgullo. Eso no quiere decir que todo juego sea una lucha, donde al final hay que imponerse ni mucho menos, se puede conseguir a una spankee muy obediente en el momento clave del juego, pero no te va a esperar de rodillas adorándote como si fueras un ídolo, te lo vas a tener que ganar.

Las spankees me entendéis ¿verdad?.

4 comentarios:

  1. Claro que sí, una no puede ir así de primeras.

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  2. La spankee necesita ser doblegada por el spanker para llegar a rendirse. Muy bien explicado. Mrd

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