viernes, 8 de febrero de 2019

Disidentes sexuales




La primera vez que tengo recuerdo de haber escuchado el término: disidente, este se refería a una persona muy concreta, a un científico ruso llamado Andrei Sajarov, al que el telediario de la 1 (tengo una edad y yo de aquella época en la que solo habían dos canales de tv) se refería siempre como "disidente" de la Unión Soviética. Es curioso que usaran ese término y no el de represaliado o exiliado, supongo que en aquella época, eso de represaliado o exiliado solo tenía cabida en las dictaduras digamos capitalistas y sin embargo, era tabú referirse a represaliado o exiliado en una "democracia popular" y el término disidente era más políticamente correcto a favor del por entonces dogma predominate digamos que rojo.

Según la RAE disidencia es:


"Desacuerdo o disconformidad de alguien respecto de las doctrinas, creencias, sistema, etc., que sostiene el partido, la religión, el colectivo ideológico, etc., al que pertenece."
Atendiendo a esta definición puedo afirmar que nosotros, quienes compartimos este gusto somos unos disidentes sexuales y como tales estamos en el punto de mira del poder, ya que vamos contras los dogmas y creencias que quieren imponernos. La ideología imperante en la actualidad, a diferencias de las que hubo en otros tiempos, ha decidido traspasar el umbral de la puerta de nuestras alcobas y colarse en ellas. Antes incluso en épocas oscuras e infames de nuestra historia, donde curas, militares, aristocracia o burguesia imponían su ley de lo presuntamente moral, lo hacían siempre de puertas para fuera, además entonces tenían la ventaja de ser conscientes que vivían bajo la bota opresora, ahora no. Ahora todos pensamos que vivimos en una sociedad libre y abierta, donde no hay brigadas politico-sociales, ni policias religiosas, bueno no las hay cierto, pero tampoco las necesitan, han conseguido la dictadura perfecta, aquella en la que cada ciudadano es a la vez presunto delicuente y policia, donde delatamos y señalamos con el dedo lo que nos dicta una moral impuesta cada vez más asfixiante.
Y nosotros sin saberlo ni pretenderlo vamos en contra de esos dogmas de la sexualidad políticamente correcta. Para empezar nos gusta algo que no es igualitario, en el cual hay una cesión del control consensuada si, pero cesión, que otorga a uno de los dos "jugadores" la capacidad de decisión última. Nos importa un pimiento la sexualidad contable, la que mide la calidad de las relaciones sexuales basándose en algo que es una ínfima parte de la sexualidad como es el orgasmo y le otorgamos tanta o más importancia a todo lo que rodea el juego, como al juego en si. Lo que significa que el erotismo es indispensable en  los juegos y precisamente la cruzada de lo políticamente correcto es contra el erotismo, no contra el sexo, porque el sexo es algo que no se puede controlar, es una pulsión humana, pero el erotismo si. Sexo sin erotismo es un mero intercambio de necesidades, es el erotismo lo que le da esa parte de implicación emocional, de complicidad más allá del atractivo físico. Solo hay que hacer la prueba y buscar para darse cuenta, que los estímulos pornográficos están al alcance de un click en cambio, el erotismo está cada vez más arrinconado.
Otro dogma que rompemos y que está muy focalizado en el sexo femenino, es esa idea de que la mujer tiene que ser asertiva, competitiva y sobre todo nunca bajo ningún concepto estar supeditada al hombre. Bajo el pretexto de la presunta igualdad, se está masculinizando a la mujer y a la sexualidad femenina natural. La idea de que una mujer adulta y libre decida tener juegos eroticos en los cuales por llamarlo de algún modo este debajo del hombre no es admitida. La realidad es que no se permite a la mujer su libertad de elección osea que en el fondo los guardianes de la moral hacen lo mismo que hacían las monjas; reprimir escudándose en salvaguardar la integridad y la moral femeninas. Además eso tiene un efecto secundario y es que también cercena a la mujer de la posibilidad de estar en el otro lado, ya que si se pretende la igualdad, no se puede defender que lo que está mal para un hombre, esté bien para un mujer.

Y para terminar, el último punto de disidencia es tal vez el más inadmisible. El dogma actual ha conseguido crear la falsa idea que solo existe un tipo de violencia: la física. Y evidentemente bajo ese prisma cerrado, en lo nuestro hay violencia física o eso pretenden vender. La realidad es muy distinta, si a mi me gusta azotar y doy con alguien mayor de edad, en sus plenas facultades y libre que le gusta que le azoten y lo llevamos a cabo, aunque pueda parecer un acto violento no lo es, mas al contrario es cuanto poco un acto de intercambio de atenciones entre dos adultos y yo iría más lejos: es un acto de amor, complacer a la vez que te complacen es un acto de amor, dure unas horas o toda la vida.

La puede ejercer muchísima violencia sin hacer un rasguño y es precisamente esa violencia la que sufrimos los disidentes sexuales, esa presión constante, esos mensajes subliminales, que nos vienen a decir que somos enfermos o que sobre todo ellas están "alienadas" (palabreja de la neolengua orwellina) y que generan en mucha gente sentimientos de culpa, vergüenza que llevan a la autorepresión y el auto-odio por algo que nadie ha elegido, sinó que le viene de serie, como el color de ojos o la altura.

Pues eso, somos disidentes, aunque tengo un consuelo, algo están haciendo mal, cada vez más gente se manifiesta como disidente, así que algo de luz entre tanta oscuridad se ve y eso me alegra.


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