domingo, 30 de noviembre de 2025

Malas contestaciones (Por E.)

 




Llevaba varios días nerviosa. Tenía una presentación importante y le generaba ansiedad. 

La tenía bien preparada, pero últimamente le costaba más hablar en público. No sabía bien la razón, pero se ponía nerviosa y era algo que la preocupaba.


Ese día estaba especialmente tensa. Había dormido mal, el trabajo había sido especialmente pesado y, para variar, el tren de vuelta iba con retraso.


Habían quedado a media tarde para ir a elegir un sofá nuevo. Era lo último que quería hacer esa tarde, pero se les echaba el tiempo encima.


Llegó de mal humor. Nada más verla él lo supo. No paraba de moverse, nada la convencía, todo eran pegas.

Él intentó calmar las cosas pero no tuvo mucho éxito.


Ya le tuvo que dar un toque tras contestar un poco mal a uno de los vendedores.


- Nena ya! Contrólate que la gente no tiene la culpa de tu mal día.


Parecía que ese toque había bastado, pero la realidad fue muy distinta. 


Llevaban ya tres tiendas vistas y nada. Él sabía que así no iban a comprar nada y le planteó ir a casa y volver otro día.


- No tenemos tiempo Santi, tiene que ser hoy!!


- Nena, sabes de sobra que hoy no va a pasar. No perdamos el tiempo ninguno y volvemos el fin de semana.


- Yo tengo que trabajar el fin de semana Santi! Vamos a comprar de una vez el puñetero sofá! - su tono se elevó más de la cuenta. Lo bueno es que apenas había nadie en la tienda.


Él la cogió fuerte de la mano y tirando de ella se la puso enfrente y muy serio le dijo.


- Se acabó aquí, me has oído?


Normalmente eso era suficiente para hacerla controlarse, pero ese día su nivel de estrés estaba demasiado alto y estalló.


- Cállate y déjame en paz!


Se dió cuenta de la gravedad en cuanto lo soltó por la boca, pero era ya muy tarde.


- A casa!


Empezó a caminar en dirección al coche con ella cogida de la mano intentando seguirle el ritmo.


- Santi...


- En silencio!!


Llegaron al coche, le abrió la puerta, la sentó y se fue a su sitio. No puso ni la radio ni nada. Iba muy serio.


Ella iba nerviosa, sin embargo ya empezaba a notar cómo el estrés del día iba bajando. Ya estaba él al mando, ahora solo tenía que obedecer y ceder el control por un rato era muy liberador aunque era consciente de que él no iba muy contento...


Al llegar al parking misma operación. Salió del coche y la cogió de la mano. En el ascensor silencio absoluto. Ella no sé atrevía a mirarlo. 


Al entrar en casa directo al asunto.


- Ponte el pijama, quítate el maquillaje, te recoges el pelo y directa al rincón. No quiero oír ni una mosca.


No se le ocurrió rechistar. Se cambió de ropa, se fue al baño, se desmaquillo y se hizo un semirecogido sencillo.


Al salir no lo vió, pero se fue a su rincón de pensar.


Se sentía un poco culpable por haberle contestado así...pero en ese momento tenía una extraña sensación de bienestar. Se empezó a olvidar de la charla, del trabajo, del trasporte...solo había una cosa en su cabeza. Él al mando.


Él decidió darse una ducha para relajarse un poco. En esos días en que ella estaba tan difícil debía mantenerse frío. Se ponía tan provocadora que más de una vez tuvo el impulso de ponerle el culo rojo en público.

Al salir se puso cómodo y fue a buscarla.


Al entrar al salón la vió. Estaba en el rincón, de cara a la pared, con las manos a la espalda y con el pijama corto de verano. 

Sabía perfectamente lo que necesitaba. 


Se acercó a ella. Nada más notar su presencia bajó la cabeza y se hizo aún más pequeña.


Le agarró el cachete de culo fuerte con su mano derecha.


- Parece que cierta señorita ha olvidado las normas básicas de educación!


- No Daddy...lo siento...


Primer azote. 


- En silencio! Mientras que estés en el rincón en silencio!


- Toda la tarde provocando. De mal humor, con pegas para todo, impertinente con el vendedor... así te comportas ahora?


Se mantuvo callada.


- Como una niña pequeña cuando está cansada?? 


- Daddy...


- No Baby! No voy a consentirte esos comportamientos, ya lo sabes! Y desde luego lo que no voy a consentir es la contestación del final. 


Se dirigió al sofá y se sentó. 


- Ven aquí.


Salió del rincón y se acercó sin mirarlo.  Se quedó un poco alejada.


- Aquí! - se señaló entre sus rodillas 


- Mírame.


No podía...


- He dicho que me mires, vamos!


Con la cara roja lo miró. 


- Repíteme la última frase que me has dicho en la tienda 


- Daddy...


- Lo tengo que repetir?


Le costó un rato, pero al final lo dijo.


- Cállate y déjame en paz...- a medida que decía la frase iba perdiendo voz.


- Es esa forma de hablarme?


- No...


- A Daddy se le manda callar? 


- No...


- Y hay alguna justificación?


- Estaba cansada y se me escapó....


- Se te escapó... ajá...


- Y sabes lo que se me escapa a mi cuando te comportas así Baby?


Su cara cambió y puso un puchero para intentar ablandarlo.


- Lo siento Daddy...he tenido muy mal día...


- No es excusa. Si has tenido un mal día lo hablas, me lo explicas, pero no te comportas como una malcriada.

Ya sabes lo que va a pasar ahora, verdad?


- Sí...


- Dímelo.


- Que me vas a castigar...


- Y es merecido?


Sentía tanta vergüenza que era incapaz de mirarlo. Con sus manos se agarraba el pantalón del pijama nerviosa.


- Sí Daddy...


- Muy bien. Bájate el pantalón del pijama.


Obedeció. Se los bajó y los dejó caer hasta los pies. 


- Y ahora las braguitas. Hasta medio muslo. 


Ésto le costó más, pero metió sus manos por los laterales y se las bajó hasta donde le había indicado.


- Mírame.


Levantó su mirada hasta hacerle contacto. 


- Así te tengo que poner para que te calmes y obedezcas?


Bajó la mirada de nuevo. Ahí recibió el primer azote.


- He dicho que me mires.


- Te da vergüenza?


- Sí...


- A mi también me la daría que me tuvieran que castigar por tener una pataleta a mi edad!


- En casa hay unas normas Baby, y la falta de respeto no se tolera, y hoy lo vamos a dejar bien clarito. Ven aquí.


La tumbó sobre su pierna izquierda con su cuerpo echado sobre el sofá. Su pierna estaba apoyada en el bajo de la mesa y estaba más alta, lo que la dejaba con el culo bien ofrecido 


Le acarició sus nalgas blancas durante unos segundos y enseguida empezó con los azotes. 

No tardó mucho en empezar a colorearle el trasero. Su mano caía severa sobre su culo marcando sus dedos en su piel.


- Última vez que me mandas callar, me has entendido?


- Sí Daddy ... Lo siento...


- Lo vas a sentir Baby ...espera a que acabe...


Ella empezaba a llorar bajito. Le dolía el culo, no hacía mucho que había recibido otra azotaina y todavía tenía el recuerdo, pero sabía que ese día no iba a salir tan fácil de aquello...


Estuvo un buen rato aplicándose bien con la mano. Ella se movía y a veces intentaba cubrirse con la mano, pero él lo impedía.


Cuando ya tuvo suficiente paró. 


- Esto es lo que pasa cuando no sabes comportarte Baby ...


Se oía su llanto y su respiración.


- Duele...


- La próxima vez que quieras montar una pataleta acuérdate de esto. Levanta.


Se quedó de pie delante de él. 


- No es tan divertido portase mal, verdad?


Bajó los ojos. 


- Espérame aquí. Y nada de frotarse el culo 


Salió del salón. Ella le oía moverse, pero sin saber qué esperar. 

Enseguida le escuchó volviendo. Se sentó de nuevo y dejó a un lado la paleta de madera y el plug.


- No Daddy ...


- Sí Baby. Daddy te castiga cuando lo necesitas y te pone el plug cuando lo necesitas también, y hoy te has ganado las dos cosas. Vamos, ponte en tu sitio.


- Daddy... - se echó hacia atrás.


- Quieres estrenar la vara? Porque si tengo que ir a buscarte lo harás...


Resignada se tumbó sobre su pierna izquierda. 


Le escuchó manipular el plug y ponerle lubricante.

Enseguida notó su mano izquierda en sus nalgas y la presión del plug en su culo.


- Respira hondo y relájate...


Que le pusiera el plug era un plus de rendición. Era asumir del todo que ahí el que mandaba era él y que ella solo obedecía. 


Cuando se lo puso le separó las nalgas dejándola expuesta. Ella hizo un mohín avergonzada.


- Te da vergüenza?


- Sí...


- Más vergüenza me ha dado a mi llevar a una cría de 41 años de tiendas!


Expuesta así se veía no solo el plug llenando su culo, sino sus labios hinchados y con un brillo evidente entre ellos.


Cogió la paleta y le dió un par de azotes de prueba para medir la distancia.


Pronto cayó el primero.


- A Daddy se le manda callar?


- No...


- Que sea la última vez Baby! 


- Sí Daddy...


A continuación vino una buena tanda de azotes con la paleta. Le costaba estarse quieta, tanto que le tuvo que bloquear las piernas con su derecha.


- Estate quieta Nena o empezaremos de nuevo.


- Duele...


- Claro que duele! Hoy vas a aprender bien la lección!


Ya lloraba más alto, intentaba moverse para esconder su trasero, pero la tenía bien sujeta.


- Daddy, por favor...


- No quiero niñas malcriadas en casa! 


- Daddy ...


- Cuando te pones así solo hay una cosa que funciona Baby, unos buenos azotes ya dormir con el culo calentito!


- Lo siento Daddy... Por favor...


Hizo un parón.


- Qué sientes?


- Haberme comportado como una niña malcriada Daddy...


- Y qué necesitas cuando te pones así?


- Que Daddy me ponga en sus rodillas y me caliente el culo...


- Es la única forma en la que aprendes?


- Sí Daddy...


- Y qué más hace falta?


- Que Daddy me ponga el plug...


- Para qué?


- Para recordarme quién manda Daddy...


Le volvió a separar las nalgas dejándola expuesta de nuevo 


- Sí Baby. En casa Daddy manda y tú obedeces, y si te portas mal ya sabes cómo acabas, o no?


- Sí Daddy ...


- Qué tienes que decir?


- Que lo siento Daddy....no lo volveré a hacer...


- Muy bien Baby. Si hay próxima vez estrenarlas la vara y me da igual los llantos que haya, está claro?


- Sí Daddy...


- Muy bien. Te voy a dar los diez últimos y vas a contar y a repetir. " No volveré a decirle a Daddy que se calle nunca más" Lista?


- Sí Daddy ...


Uno tras otro completó los diez. Entre lloros repitió la frase y llegó al final. 

Le ardía el culo, pero sentía una calma interior que no había tenido en todo el día. 


Le quitó la pierna derecha de encima y ahora sí, empezó a acariciarle el culo. Estaba caliente y muy, muy rojo. 


- Te va a dejar marca unos días...


Ella se dejaba hacer, ahora mucho más relajada.


- Tienes que aprender a gestionar mejor el estrés...


- Lo siento Daddy...


- Lo sé Nena...


- Ahora quiero que te pongas en el rincón mientras preparo la cena, de acuerdo?


- Sí Daddy...


- Y después de cenar a la cama a dormir.


- Daddy...son las ocho...


Media docena de azotes fuertes cortaron la queja.


- Aún tienes ganas de contestar Baby?


- No Daddy...- se cubrió el culo con las manos 


- Las manos delante!


- La pataleta de hoy es porque estás muy cansada. Duermes mal, estás nerviosa y eso te hace descontrolar, así que hoy después de cenar a la cama. Está claro?


Recalcó el mensaje con media docena más.


- Sí Daddy...


- Pues venga, al rincón!


Se levantó y se colocó en su sitio. 


- No nena, cuando tienes el plug puesto sabes que quiero verlo, así que inclínate, saca el culo y ya sabes dónde van las manos.


Llevó sus manos a su trasero y con mucha vergüenza separó sus nalgas para dejar a la vista unos de sus castigos . 


- Y quieta así hasta que venga a buscarte. 


Tardó unos veinte minutos en preparar la cena. Al volver al salón la encontró en la misma posición.


- A la mesa.


Al girarse vio la mesa puesta y una toalla en la silla. Eso significaba que cenaría con las braguitas bajadas.


Ambos se sentaron a cenar en silencio. Después de un castigo a ella le costaba hablar, aún estaba con todas las emociones muy intensas. 

Él le tuvo que insistir un par de veces en que se colocará bien y se comiera todo. 

Al acabar la hizo recoger la mesa y enseguida la mandó al baño.


- Daddy...


- Obedece. 


En el baño pudo mirarse bien el culo en el espejo. Había pasado casi una hora, pero seguía bien marcado. Y no pudo evitar mirar el plug. Se excitó de nuevo. 


Al ir a la habitación lo vió con la crema esperándola.


- Has aprendido la lección?


- Sí Daddy ...


- Vas a portarte bien?


- Sí...


- Ven aquí anda...


La tumbó sobre sus rodillas y empezó a masajearle bien el culo con la crema.


- Está muy rojo Daddy...- sonaba mimosa.


- Te lo has buscado tú solita Baby...o no?


- Sí Daddy...


- Me vas a volver a contestar así?


- No...lo prometo...


- Eso espero...o qué pasará?


- Que estrenaré la vara Daddy...


- Eso es...te marcaré bien este culo travieso con la vara y acabarás llorando.


- Voy a ser buena...


- Eso espero...


Siguió con el masaje un rato, y ella cad avez estaba más y más excitada. Se movía sobre sus piernas y gemía cada vez más alto...


- Daddy...


- Dime nena...


No dijo nada, pero abrió sus piernas mostrando lo que quería.


Él llevó su mano a su coñito y encontró lo que esperaba. Estaba empapada.


- Y esto Baby?


- No lo puedo evitar Daddy...


- Y qué quieres que haga? 


- Que juegues conmigo Daddy...por favor....


- Eres una descarada, lo sabes?


Le dió un par de azotes.


- Sí...pero lo necesito Daddy...juega conmigo...


Llevó dos dedos entre sus labios y empezó a recorrerlos suavemente. Resbalaban...


- Así Baby...?


- Sí...- de nuevo la oía gemir.


- Así que acabas con el culo rojo, el culo lleno y mi niña lo que quiere es que le meta los dedos?


Le introdujo el par de dedos de golpe notando su interior caliente y húmedo.


- Sí Daddy...por favor...


Empezó a mover los dedos dejando oír el chapoteo.


- Escúchate cómo estás! Dime, qué es mi niña?


La escuchó respirar profundo ... Sabía que lo que le pedía le daba mucha vergüenza, pero a la vez la excitaba más.


- Vamos Baby, dime, qué eres?


Intensificó el movimiento.


- Una cochina Daddy...


- Eso es...mi niña es una cochina que moja las bragas cuando Daddy se pone serio, verdad?


- Sí Daddy...


- Porque, quién manda aquí Baby?


- Tú Daddy ...


- Y quién pone orden cuando te descontrolas Baby?


- Tú...


Le costaba hablar. Los jadeos eran cada vez más intensos.


- Y eso te pone cachonda?


- Sí Daddy ... Me voy a correr...


Sacó los dedos de inmediato y le dió una docena de azotes bien fuertes sobre sus nalgas ya doloridas.


- Esa es forma de pedirlo Baby? Daddy no te ha enseñado bien...?


- No Daddy ... Por favor....


- Por favor qué?


- No pares Daddy...por favor...


Volvió a meter sus dedos en su interior mientras que con su palma le frotaba por fuera


- Daddy ...me puedo correr por favor...? 


- Mi niña cochina parece que aprende...


- Por favor Daddy...


- Córrete nena...


Y explotó de placer en su interior. Un orgasmo intenso le recorrió entera. 

Él poco a poco fue bajando la intensidad de sus movimientos y la dejó recuperarse sin prisa.


Tras un rato de mimos la llevó al baño, le quitó el plug y la metió en la cama en camiseta nada más. 


- Descansa Nena, que ha sido un día muy largo ...


Y así la dejó acostada a las diez menos algo de la noche, sin protestar y muy, muy relajada....












sábado, 15 de noviembre de 2025

El texto




- Cómo que no has escrito el texto? 

Le pregunté con cara de asombrado. 

- Es que no me ha dado tiempo...

La escena ocurría en el salón, ella acababa de llegar, yo había llegado un rato antes, me había dado tiempo de darme una ducha y ponerme cómodo, y relajado y paciente la había estado esperando en el sofá. Allí estaba cómo tantas otras veces de pie frente a mí, con aquellos vaqueros rotos, que dejaban ver algo de piel.

- No me digas que no has tenido tiempo, has tenido una semana.

- Ya, pero cada vez que me he puesto a hacerlo, ha pasado algo.

- Menuda coincidencia.

- El fin de semana me pongo, te lo prometo.

- No, el plazo terminaba hoy.

Y es que el texto que le estaba pidiendo, formaba parte de un castigo. Tenía que escribir un texto descriptivo sobre las sensaciones del jengibre y leermelo. Había tenido una semana de plazo y no tenerlo listo pasado el plazo, significaba una falta muy grave cómo incumplir un castigo.

- Ayer te pregunté y me dijiste que hoy lo tendrías, que ha pasado?

- Pues...que me ha surgido un imprevisto 

- Ir a tomar café o lo que hayas hecho es un imprevisto?

- Pfffff no te enfades, te prometo que mañana lo escribo.

- Yo no me enfado, de hecho me resulta hasta gracioso, tu tendencia a procrastinar, esto viene del fin de semana pasado, si te hubieras puesto el fin de semana, esto no hubiera pasado. Además mucho más fácil porque lo tenías más fresco en la memoria. 

- Tal vez si hubieras insistido más

- Nena!!! No eres una niña, creo que ya tienes una edad para no tener que andar encima de ti y sobre todo para aceptar consecuencias.

Ahí empezó a morderse el labio inferior y sonrojarse levemente.

- Tranquila que no voy a calentarte la cabeza con ningún sermón. Sabes perfectamente cuál es la consecuencia de incumplir una tarea asociada a un castigo, o no?

Ahora ya estaba más ruborizada.

- Te he hecho una pregunta 

- Si 

- Si, qué?

- Se cual es la consecuencia 

- Y cual es?

- Pfff...un castigo severo 

- Desde luego que esa va a ser la consecuencia, así que vas a preparar todo para tu castigo. Ve a buscar la silla roja, la libreta y el bolígrafo, lo dejas todo en la mesa, cuando termines, tu misma prepara un buen dedo de jengibre y lo dejas en la cocina y cuando lo tengas de camino para en el baño y trae el cepillo, el que más odias. Está claro?

- Y no podemos hablarlo 

- No y no tientes a la suerte que todo es susceptible de empeorar.

- Puedo cambiarme de ropa?

- No, se me está acabando la paciencia.

Resopló, pero se dió media vuelta y desapareció por el pasillo, cuando volvió a aparecer llevaba consigo la silla roja, el cuaderno y el bolígrafo que dejó junto a la mesa, sin decir nada se volvió a perder, la escuchaba en la cocina y me la imaginaba pelando un buen trozo de jengibre a sabiendas de dónde acabaría. Finalmente escuché sus pasos acercarse una pequeña pausa y otra vez más cerca en dirección a mí. Entró en el comedor, yo seguía sentado esperando pacientemente, sin mirarme me alargó la mano, y cogí el cepillo, realmente no era un cepillo del pelo, era de cepillar ropa, con forma ovalada y bastante alargado, de buena madera y temido por su efectividad y precisión. Cuando me lo dio, lo dejé en el brazo del sofá. Le indiqué el hueco entre mis piernas, suspiró y se acercó. 

- Las manos sobre la cabeza.

Lo hizo acompañado de un suspiro, y nada más hacerlo empecé a desabrocharle los vaqueros rotos.

- Pffff sin calentar ni nada?

- No estás en condiciones de elegir desde el momento que elegiste incumplir un castigo.

Empecé a estirar los vaqueros hacía abajo cómo pude con paciencia a partir de las rodillas fue imposible y simplemente allí se quedaron vueltos como un calcetín. Le levanté la camiseta y de un tirón le bajé el tanga, entre alguna queja. 

- Pon el culo sobre mi pierna izquierda 

Eso significaba, que si bien el pecho y la cara las podía apoyar en el sofá, los pies permanecían en el suelo. Se colocó, pasé mi pierna derecha por encima de las suyas y mi brazo izquierdo rodeando su cintura, bien sujeta. Entonces empecé a acariciar su piel desnuda, suave y fría, frotamiento que de vez en cuando alternaba con un cachetito.

- Ya sabes que la consecuencia a incumplir un castigo, siempre es en forma de otro castigo más severo y por supuesto no te exime de tener que cumplir el anterior.

En ese momento mi mano empezó a calentar su culo, al empezar directamente desprotegido, empecé despacio y suave, repartiendo bien, pero continuado y aumentando un poco la intensidad cada x tiempo. Poco a poco la piel de las nalgas se le fue sonrosando al ritmo de las palmadas, haciendo que éstas también aumentasen la intensidad, hasta llegar a ese ritmo de castigo, con palmadas constantes y alternas que además suenan tan bien. Y el rosa se fue volviendo rojo. Momento en el que aún la sujeté más fuerte de la cintura, para seguir con un punto más de velocidad, hasta dejárselo bien rojo, unos diez minutos después de haber empezado. 

Sin soltarla cogí el cepillo que reposaba en el brazo del sofá.

- Te escurres, levanta bien el culo 

Se movió un poco ofreciéndome más sus nalgas sobre mi pierna. Empecé a cepillarle las nalgas, pasando muy suavemente las cerdas del cepillo por su piel roja, caliente y sensible. Hasta que me cansé le di la vuelta al cepillo y empecé a acariciar la con la lisa y dura madera. Hasta que aún la sujeté con más fuerza de la cintura y tirando un poco hacia arriba, empecé a castigarle el culo a base de cepillo. Si me gusta este arma es porque no es necesario aplicar apenas fuerza, sólo por insistencia es muy efectivo y preciso, te permite acertar siempre dónde quieres dar y mi objetivo era la mitad inferior de las nalgas. No tardé mucho tiempo en dibujarle dos círculos en cada cachete visiblemente más rojos que el fondo. Hice una pequeña pausa antes de seguir, dibujando el contorno de los dos círculos con la yema de mi dedo y así darle un respiro. Cuando me puse otra vez aumenté un poco la fuerza y la velocidad, pero muy poco, cada golpe el círculo se volvía un instante blanco, para al momento coger aún más color y ya no me detuve hasta que los dos círculos estaban más cerca del morado que del rojo y ella empezaba a dar síntomas de estar en el límite. 

Dejé el cepillo otra vez en el brazo del sofá, lo que significaba, que podía volver a usarlo si era necesario. Durante un rato dejé que recuperase el aliento, sobre mi pierna, pero a la vez sin tocarla , ni acariciarla, para que sintiera bien el fuego que había provocado con su actitud en su culo. Pasado un rato la acaricié muy suavemente, hasta que le dije.

- Ahora te levantarás, te sentarás en la silla y no te levantarás hasta que tenga el texto escrito y a punto de leer. Esta claro?

Su respuesta fue un resoplido, levantándose y caminando hasta la silla, sentarse fue una odisea, que le llevó un rato, saber cómo ponerse de forma más cómoda, hasta que empezó a escribir. 

Un rato después, se giró hacía mi y me dijo.

- Ya estoy 

- Bien traeme el cuaderno.

Se levantó suspirando de alivio y me acercó el cuaderno, se lo cogí sin leer nada y le dije.

- Vete a buscar el jengibre 

- Pffffff

De inmediato sonó un cachete atronador en su culo.

- Ya está bien de soplidos!!!!

Y empezó a caminar a la vez que se frotaba donde había impactado mi mano. 

De vuelta llevaba consigo un pequeño cuenco que me entregó, en el había un dedo de jengibre pelado. Lo puse también en el brazo del sofá.

- Date la vuelta.

Lo hizo de pie frente a mí, pasé los dedos por lo que ya empezaban a verse cómo marcas, estuve así un instante. 

- Agárrate los cachetes.

Otro suspiró, cogí el jengibre y le dije.

- Separa 

Tímidamente separó un poco las nalgas.

- Cojo el cepillo otra vez?

Cogió aire profundamente y me expuso todo separándose las nalgas.

- Así me gusta 

Empecé a jugar con la bala de jengibre alrededor de su más oculto agujero, cómo si fuera un pintalabios ardiente. Hasta que me incorporé un poco, puse mi mano izquierda en su pubis y empecé a presionar el jengibre en su agujero, haciendo pequeños movimientos giratorios a lado y lado haciendo que entrara despacio, hasta meter tres cuartas partes del dedo de jengibre.

- Las manos en la cabeza, no te muevas hasta que te diga y si se cae, volverás a probar el cepillo. 

Así de pie, frente a mí, con el culo rojo y marcado y el jengibre dentro la tuve un cuarto de hora.

Entonces la mandé de nuevo a poner las manos sobre la cabeza, le saqué el jengibre, lo dejé en el cuenco, cogí la libreta, la hice ponerse de nuevo de frente, se la di y le hice leer el texto en voz alta. Cuando terminó, le pedí la libreta de nuevo, me levanté y le dije.

- Ponte sobre el brazo del sofá

Lo hizo, aunque era amenazante la petición. Yo recogí todo, silla, jengibre, cepillo.

Cuando volví allí me esperaba sobre el brazo del sofá, con el culo marcado y ardiente por fuera y por dentro, sin saber si aún iba a quemar más. 

Por eso cuando sintió el aceite resbalar por su piel ardiendo, suspiró aliviada y más aún cuando mis dedos empezaron a extenderlo suavemente por toda esa piel castigada. Después de un rato de masajito algo de alivio transmitía, pero aún faltaba algo por refrescar, me agaché separé sus piernas y luego con mis manos, las nalgas y empecé a pasar mi lengua alrededor de la piel rugosa de su culo, fue instantáneo, notar mi lengua ahí y erizarsele toda la piel alrededor, seguí un rato, con el juego, muy excitante pero no finalista, de vez en cuando hacía una pequeña incursión en su coño, para beber un poco, porque se podía beber, pero enseguida volvía a su culo, con mi lengua podía calmarle el efecto externo del jengibre, pero me faltaba el interno y ese sólo había una forma de calmarlo, lubricado, relajado y en la posición ideal, no me costó mucho, entrar en el con mi polla y follarle el culo hasta correrme. 


















sábado, 8 de noviembre de 2025

Es de buena educación aceptar los regalos.

 



Había sido una vuelta a la escuela después del verano bastante dura. Entre el trabajo, las clases, el gimnasio, etc. Estaba bastante estresada y agobiada. A mi me debían aún vacaciones y me iba cogiendo días sueltos antes que terminara el año, para completarlas y un día de esos, decidí darle una sorpresa. Ella tenía un examen y sabía que sobre las 11 terminaría, así que le dije que la iría a buscar al terminar y que tenía un plan para hacer algo diferente y desconectar.

A la hora prevista la esperaba y la vi salir, se acercó al coche, entró y me dio un beso.

- Que puntual!!!!

- Ya sabes que es una manía muy mía.

- Ya veo ya, pues venga sorpréndeme ¿Dónde vamos?

- Ahora lo verás.

Arranqué el coche y me puse en marcha, charlamos distendidamente, pusimos algo de música y llegamos a nuestro destino, el parking de un centro comercial.

- ¿Vamos de compras? 

- Si, bueno lo correcto sería decir: vas de compras...Yo me voy a limitar a comprarte unas cositas y luego tienes un presupuesto de libre disposición y al terminar nos vamos a comer al italiano ese que tanto te gusta ¿Te parece bien?

- Me parece genial ¡Gracias!!!! Por la sorpresa.

Aparcamos y subimos al centro comercial, la primera tienda que visitamos, fue una de lencería casual. Allí le hice elegir un pijama de invierno, cómodo y calentito y le compré tres pares de braguitas, con un toque infantil pero sexys a la vez, unas blanca, unas rosas y unas en azul celeste. Cuando salimos de esa primera tienda, le dije el presupuesto que tenía y empezamos a recorrer tiendas, cayeron un par de vestidos, unos vaqueros, un jersey y unas deportivas. Cargados con las bolsas por los pasillos, decidimos ir ya a comer. Entonces se paró frente al escaparate de una zapatería. 

- Me encantan!!!!

- ¿El que?

- Esas botas

Me dijo señalando unas botas negras.

- Si, tienes un par que son clavadas....

- Noooo, estas son preciosas...

- Pues pídelas a los Reyes, porque el presupuesto se ha agotado...

- Se ha acabado tu presupuesto, pero las puedo comprar yo.

- Nena, autocontrol....creo que ya está bien de compras por hoy y si tanto te gustan, devuelve algo de lo que llevas y coges las botas.

- Pfffff, es que todo lo que he cogido lo necesito... además, que más te da, las voy a pagar yo.

- Venga va, no quiero discutir hoy, además tengo mesa reservada y vamos tarde.

Puso morros, pero no dijo nada más. Nos fuimos a comer al restaurante italiano, lo cierto es que se comía muy bien, al terminar los postres, me levanté un momento para ir al baño y de paso pagar la cuenta, mientras nos tomábamos los cafés, al salir no estaba en la mesa, estaban las bolsas y pensé que habría ido al baño también. Me tomé el café y no aparecía, algo me extrañó, pero minutos después, la vi venir por el pasillo con una bolsa en la mano.

- ¿Y eso?

- Las botas - me respondió poniendo sonrisa de pícara -

- Nena, hemos quedado que no, es más te he dado la posibilidad de hacer un cambio, no puedes salirte siempre con la tuya. Así que ya puedes ir a devolverlas. 

- Las he pagado con mi dinero!!!! Que más de ta da!!!

En ese momento, el murmullo del restaurante se convirtió en silencio, cómo si todo el mundo estuviera pendiente de aquella conversación, la miré muy serio y no dije nada más. Se sentó orgullosa, cómo quien acaba de salirse con la suya, pedí otro café y nos lo tomamos tranquilos aunque en silencio.

- ¿Nos vamos?

- Vale...

Nos levantamos cogimos las bolsas y empezamos a caminar por el centro comercial, al llegar a un punto vi que a la derecha había un pasillo secundario, que iba a un baño y al llegar a la altura me cambié las bolsas a una mano y con la otra la cogí del brazo. 

- ¿Que haces?!!!!!

No respondí, simplemente la guíe, directo al baño de discapacitados, abri la puerta, cerré el pestillo, dejé las bolsas en el suelo y le hice dejar las suyas también. Sin decir nada la llevé contra la pared, le hice apoyar las manos en la pared y sin pensarlo le subí la falda con la mano izquierda y con la derecha empecé a darle una sonora azotaina, allí en aquel baño, sin parar, le solté un discurso.

- Nena, hay dos cosas que te van a quedar muy claras hoy. La primera es que hay límites y si te digo que hay un límite de gasto, te ciñes a él, ni un céntimo de más y la segunda es que no voy a tolerarte un numerito más de niña caprichosa en público, no tengo las más mínimas ganas, de sentirme observado y menos por una actitud de niñata caprichosa. 

En ese momento cesaron los azotes. 

- Ahora, voy a salir discretamente, te adecentas y te espero fuera ¿Está claro?

No respondió, salí y esperé un minuto, salió con cara de enfadada, al llegar a mi altura la cogí de nuevo del brazo y le dije.

- Ahora señorita, vamos a ir juntos a devolver las botas y tienes suerte que no tengo ganas de andar más por el centro comercial, porque si fuera por mí ahora mismo, lo ibas a devolver todo. Pero en casa ya ajustaremos cuentas. 

De la mano entramos en la zapatería, dónde avergonzada y bajo mi atenta vigilancia devolvió las botas. Al terminar y en silencio nos fuimos hasta el parking, nos montamos en el coche y volvimos a casa. Imagino que sabía que al llegar le esperaba una buena y no estaba equivocada. 

Nada más entrar, le cogí las bolsas y le dije.

- Vete a la habitación, te pones a mirar la pared, ya preparada, es decir, cuando vaya a buscarte, quiero encontrarte con la falda levantada, las medias y el tanga a medio muslo, las manos sobre la cabeza y la nariz pegada a la pared ¿Estamos?

Suspiró y se fue para la habitación. Yo cogí las bolsas y las dejé sobre la mesa del salón. Estuve un rato haciéndola esperar, que su cabeza anticipara lo que le esperaba, cuando fuera a buscarla. 

Unos 20 minutos más tarde, entré en la habitación, allí estaba, plantada frente a la pared, con la falda levantada, medias y tanga a medio muslo, mostrando las nalgas blancas que me iba a encargar de dejarlas incandescentes.

Me fui para ella, sin decir nada puse mi mano izquierda encima de su pubis obligándola a sacar el culo hacia detrás y allí frente a la pared de pie, empecé a darle una ráfaga de palmadas en el culo, de forma metódica y procurando cubrir bien toda la zona.

- Tu y tú actitud ha querido que lo que se suponía iba a ser un día diferente vaya a terminar así, aunque a veces pienso que es lo que necesitas. 

La estuve azotando allí de pie, hasta que se me cansó la mano y le puse el culo cómo un tomate. 

- ¿Tienes algo que decir?

Al darse la vuelta, estaba seria y en su mirada había cierta dosis de orgullo.

- Está bien

La cogí del brazo y la llevé hasta el salón. Una vez allí, le dije.

- Apoya las manos en la mesita y presenta bien el culo. 

Resopló y la miré fijamente hasta que se dio la vuelta y se inclinó, apoyando las manos sobre la mesita del sofá. Nada más hacerlo, me desabroché el cinturón, haciendo el máximo ruido posible, tanto al desabrocharlo, cómo quitármelo y doblarlo después. 

- Creo que el cinturón, te va a hacer reflexionar, ya lo verás.

Apunté bien y le di una ráfaga de una docena de azotes con el cinturón seguidos y rápidos. Sin soltarlo, me lo cambié de mano y le pasé los dedos por la piel, roja y caliente, un instante, tras el cual le di una nueva ráfaga de azotes. A la que siguió una tercera y última. Al terminar volví a colocarme el cinturón, fui a las bolsas, cogí el pijama y las braguitas blancas.

- Ve a ponerte esto, que esa ropa que llevas no encaja con tu actitud. 

Se levantó cogió la ropa y se fue para la habitación, yo me senté en el sofá a esperar. Cómo tardaba, le dije.

- Nena, es para hoy, te estoy esperando.

Entonces apareció, con el pijama y se acercó cuando estuvo justo delante de mis rodillas, le hice poner las manos sobre la cabeza de nuevo y muy despacio le bajé el pantalón del pijama y las braguitas, para seguidamente mandarle a poner de nuevo las manos sobre la cabeza.

- ¿Y bien tienes algo que decir?

Cogió aire profundamente y soltó

- Siento mucho haberme comportado así y haber estropeado el día....

La miré y sonreí. Mi mano fue directamente a comprobar cómo estaba su sexo... pasé un dedo entre sus labios y se lo mostré, haciendo que su rostro se pusiera casi tan rojo como su culo.

- Vaya...parece que una buena zurra, no sólo te calienta el culo...separa las piernas.

Suspiró de nuevo, aún se puso más roja, pero lo hizo y mis dedos empezaron a jugar con su sexo.

- No consideres esto un premio, es más bien parte del castigo, sólo las "niñas" muy traviesas se mojan cuando les ponen el culo ardiendo por portarse mal.

Empecé a masturbarla de pie frente a mí, con las manos sobre la cabeza, el culo rojo y la ropa en los tobillos...Cada vez mis dedos eran más rápidos y empezaba a moverse un poco y jadear...y cuando estaba a punto, paré. Le subí las braguitas y el pantalón del pijama.

- ¿No estarás pensando que iba a dejar que te corrieras, verdad? Para eso te debes comportar primero cómo una adulta. Así que ahora ve a guardar las compras y si de aquí a después de cenar te portas bien, me lo pensaré. 



sábado, 25 de octubre de 2025

A última hora

 



Habíamos salido a comer fuera aquel domingo, al volver a casa nos pusimos cómodos y nos apalacamos, sofá, mantita y tele, pero también siesta. Me despertó ruido de sillas y movimiento, abrí el ojo y me sorprendió verla levantada antes que yo.

- ¿Que haces?

- Voy a preparar la clase.

- ¿ La clase? 

- Si, no te acuerdas que te dije que mañana daba una clase a las alumnas en prácticas...

Recordaba vagamente algo, de hacía diez días por lo menos.

- Vaya, pues me apetecía ver una temporada de Derry Girls contigo...

- Ya la puedes ver, yo voy a ponerme no creo que tarde mucho. 

No dije nada para no meterle presión que la conozco, pero eso de dejar las cosas para última hora suele traer problemas. Encendí la tele y como me apetecía ver la sería con ella, me puse a ver un partido de baloncesto.

Ella se sentó y abrió el portátil y una libreta con apuntes. Un rato después me levanté a por una cervecita y al volver la tele estaba sin volumen y lo volví a subir, se giró.

- Santi...estoy intentando concentrarme.

- Si es que no sé cómo te pones a hacer eso aquí teniendo el despacho, que para algo lo monté.

- Pffff no me gusta nada el despacho, me hace sentir una niña haciendo los deberes. 

Por no seguir bajé el volumen casi al mínimo.

De repente y golpe inesperado.

- Joder con el portátil este!!!! Que lento es!!!!

- Dándole golpes no va ir más rápido 

- Ya lo sé!!!! Pero necesito desfogar!!!!

La miré serio, no hizo falta decir que no me gustaba el tono de voz levantado.  Se calló pero al rato empezó un concierto de soplidos y gruñidos y cómo el que se estaba poniendo nervioso era yo, apagué la tele y me fui a la cocina. Allí estaba leyendo un libro cuando apareció, la miré.

- ¿Que pasa?

- Pfffff que necesito tomar el aire un rato.

- ¿Te queda mucho?

- Un rato aún.

- ¿Y porque no te das una ducha? Y despejas..

- No es mala idea.

- Pues ya sabes.

Se dio media vuelta y se metió en el baño, cómo empezaba a ser tarde, decidí preparar algo de cena. La vi salir del baño con la toalla meterse en la habitación y salir con el pijama.  Desde la cocina le dije.

- Vente a cenar que esto ya está.

- Pffffff estoy para cenar con el lío que tengo.

Me sequé las manos con el paño y fui para el salón.

- No te vendrá de 15 minutos nena, venga va que te sentará bien una sopa caliente.

- Pfffff que no!!!!! Cena tú!!!! Yo ya cenaré algo cuando termine.

Y ahí su actitud caprichosa empezó a calentarme.

- Es que ya te vale, has tenido todas las santas tardes desde que me lo dijiste y te acuerdas la última, un poquito cada tarde y ya estaría hecho.

- Santi no empieces. Yo hago las cosas a mi manera. Punto.

- Desde luego, sin pensar en nadie más que ti, y además encima hay que aguantarte el mal humor. 

- Pues es lo que hay y si no te gusta , vete a dar una vuelta.

- ¿Cómo?

- Nada...

-¿Nada? Ya me tienes harto hoy, cuento hasta tres y como cuando llegue a tres no hayas levantado el culo de la silla y lo muevas hasta la cocina para cenar, ese culo va a tener un serio problema. Uno, dos...tres 

Me fui directo a su oreja y para arriba. 

- Suelta!!! Que me haces daño.

Sin soltarla la puse a tiro y le di tres o cuatro azotes fuertes de pie y cogida por la oreja. La solté y le dije.

- Tira para la cocina y siéntate a cenar. Ya.

Esperé que empezara a caminar y me puse detrás de ella. Se sentó en la mesa de la cocina, que ya estaba puesta, abrí la sopera y le llene el plato con el cazo, después me serví yo y me senté. Empecé a cenar pero estaba cruzada de brazos, toda digna y orgullosa, sólo le faltaba aguantar la respiración en plan niña de pataleta, la miré un par de veces y a la tercera ya vi que seguiría con el desafío y me cansé. Me levanté de golpe la cogí del brazo.

- Tira para el comedor.

Sin soltarla cogí la cuchara de madera del bote, la que lo único que cocinaba de vez en cuando era su culo. 

De camino, por el pasillo ya se llevó algún cucharazo por encima del pijama. Al llegar al salón, dejé la cuchara en la mesa y sin soltarla le di una vuelta a una silla y me senté. 

- Pon las manos en la cabeza ahora!!!

- Santi....aún me queda un rato está a medias.

- Tienes toda la noche, así aprenderás a que dejar las cosas para última hora sólo trae problemas. Imagina que te quedas sin conexión, que hay una avería, que se va la luz, mil cosas y cómo vas con el tiempo justo, no hay tiempo a buscar una solución!!!

- Pffff ya sabes que soy así, lo intento pero siempre tengo excusa y ya lo haré mañana, hasta que no hay mañana y no tengo más remedio.

- Pues eso va a cambiar porque ya ves el resultado, malhumor, nervios, agobio sin necesidad, te voy a quitar esa manía. 

De un tirón le bajé el pantalón del pijama y resopló, con lo que se llevó un par de cachetes en el muslo.

- Se han acabado los soplidos por hoy. 

Después de bajarle el pantalón del pijama hasta los tobillos, hice lo mismo con el tanga. La cogí de la mano y a mis rodillas. En la silla no estaba tan cómoda cómo en el sofá y aumentaba la sensación infantil con pies y manos medio colgando. Cogí la cuchara y empecé a acariciar con ella sus nalgas desnudas.

- Cuando termine contigo, te sientas y terminas. Y pobre de ti que te escuche una queja más . 

Mi brazo izquierdo la sujetó bien por la cadera y la cuchara empezó a picar. Era de un poco más de un palmo de larga, de madera de olivo. Cómo es ligera y manejable, en un primera tanda me puse a cubrir bien toda la piel de las dos nalgas, golpes rápidos y seguidos, hasta dejárselas como una especie de mar a topos rojos. Entonces le di una pausa, jugando con la cuchara en su piel.

- ¿A qué hora das la clase?

- A las 9....

- Pues la vas a dar de pie 

La cuchara volvió a atacar sus nalgas, sólo que ahora apuntando bien a la mitad inferior de las nalgas e insistiendo, para asegurarme que sentarse no iba a ser cómodo a base de insistir en esa zona ya no había una serie de circulitos rojos, toda ella eran un par de grandes círculos rojos en nalga y nalgas que en algún punto cogía un poquito de muslo. 

Me detuve de nuevo y en vez de caricias me incliné para soplar un poquito cerca de sus piel roja y caliente. Hasta que me cansé, entonces le quité el pantalón del pijama y el tanga, que estaban enrollados en sus tobillos y los dejé sobre la mesa.

- Separa las piernas.

Las abrió un poco.

- Más...-le dije cogiendo con mi mano su muslo derecho para ayudarla.

Y entonces volví a coger la cuchara, que es un instrumento que tiene una ventaja, llega a zonas dónde otros no llegan. Con la mano izquierda apoyada al final de su espalda le estiré la piel de la nalga derecha y apunté bien una serie de azotes en la parte baja de las nalgas con la piel estirada, que la hicieron resoplar, después hice lo mismo con la otra nalga. Eso sí haría que sentarse al día siguiente fuera complicado. Pero aún no había acabado, separé su nalga izquierda y apunté bien con la cuchara a esa piel oculta, fina y muy sensible de la cara interna de la nalga, media docena de azotes suficientes para hacer que se retorciera. Un pequeño descanso, la mano en la otra nalga y su ración correspondiente. Y por si acaso un rápida ráfaga final está ya repartida. 

La tuve un momento resoplando en mi regazo aún, hasta que le dije.

- Ahora siéntate y termina.

Se levantó, le puse la silla, se sentó despacio y soplando, yo me fui al sofá y ella se quedó allí terminando de preparar la clase. No la escuché quejarse ni una vez, sólo se movía de vez en cuando para cambiar el peso de estar sentada a un lado y al otro. 

- Pfffff ya estoy.

La miré y le dije.

- Las 11 de la noche del domingo...si es que te merecerias otra ración de cuchara, pero venga va ve a cenar y te espero en la cama.

Yo me fui para la cama y apareció a los 20 minutos, seguía sólo con la camiseta del pijama y nada más y en la mano llevaba el bote de crema.  La miré y sonreí, anda túmbate.

Se tumbó boca abajo y empecé a pasar mis dedos por su culo en seco.

- ¿Pica?

- Quema....odio esa cuchara cualquier día tiene un accidente.

En ese momento un chorro de crema caía en su piel, y un pequeño suspiro salía de su boca. Empecé a extenderla con mucho mimo por lo más visible, pero claro después tuve también que "calmar" el escozor de las partes menos visibles y eso llevo a zonas que si bien no había castigado estaban igual de calientes o más. 

Mis dedos empezaron a jugar entre sus piernas, ella cerró los ojos, abrió las piernas y arqueó la espalda, mis dedos dejaron de investigar y se centraron ahí en jugar en su centro de placer, los suspiros se hicieron gemidos, cada vez más seguidos y audibles, pero entonces me quedé quieto. Le di un besito en cada nalga y le dije.

- Es tarde y mañana lunes, así que a dormir.

Soltó un soplido de resignación pero aún tenía el culo hirviendo cómo para arriesgarse. 

A la mañana siguiente, cuando yo me levanté ya no estaba. A media mañana le puse un mensaje.

- Hola ¿Cómo va la clase?

- Muy bien...

- ¿Te has sentado?

Me puso un montón de emoticonos de vergüenza como respuesta y le contesté.

- Pues hoy cuando llegues a casa me esperas, que haremos revisión de marcas y de braguitas...

sábado, 18 de octubre de 2025

Para que te acuerdes de mí





Estaba metido en la habitación que uso de despacho, con la puerta abierta, cuando la vi salir de baño, sólo cubierta con una toalla. 

- Nena, ven un momento por favor.

Se quedó en el umbral de la puerta, me llegaba ese olor tan especial a gel y cremas. Me miraba con media sonrisa, la miré.

- Entra y cierra la puerta por favor.

Lo hizo, yo estaba sentado tras la mesa, tenía el portátil abierto, me crucé de brazos y la miré. 

- Santi, tendría que ir vistiéndome, he quedado en un rato. 

Miré la pantalla del portátil fugazmanente, aún quedaba un largo rato hasta la hora que me había dicho antes. 


- Está bien, ya hablaremos en otro rato. 

- Gracias.

No dijo nada más y salió cerrando la puerta. Diez minutos más tarde salí yo, para mí sorpresa estaba sentada en el sofá aún con la toalla y jugueteando con el teléfono. Me fui para allá, directo, sin titubeos, le quité el teléfono y la cogí del brazo con fuerza haciendo que se levantase. 

- ¿Que haces? -dijo sorprendida- 

- ¿No tenías tanta prisa? 

- Bueno no viene de 10 minutos!!!

- Llevas toda la tarde buscándome y al final me has encontrado. 

Durante los pocos metros que separan el comedor del dormitorio forcejeamos, ella intentaba liberarse de mi agarre, mientras yo la arrastraba a la fuerza hasta la habitación, cuándo entramos cerré la puerta con el talón, en un gesto más simbólico que otra cosa, me senté en la cama a la vez que estiraba la toalla que le cubría el pecho justo por encima, al abrirse y caer quedó completamente desnuda. Un tirón enérgico y cayó en mi regazo, desnuda en indefensa, empezó a moverse pero pasé mi pierna derecha por encima de las suyas y con mi brazo izquierdo rodeé su cintura, sin decir nada más una lluvia de fuego empezó a caer sobre sus nalgas desnudas, aún las podía notar algo húmedas pero sobre todo suaves e hidratadas. 

Durante un par de minutos mi mano cayó implacable y rápida sobre su culo.  Cuándo paré estábamos los dos jadeantes del esfuerzo, aunque sus músculos ya se habían relajado. 

- He aguantado tus niñerías toda la tarde ¿Pensabas que por salir hoy no iban a tener consecuencias? Vas a pasarte una cena de amigas muy divertida sin saber cómo sentarte cómodamente y te vas a acordar de mí.

Metí mi mano izquierda por debajo de su cadera haciendo fuerza hacía arriba y empecé otra vez a aplicarle el tratamiento para las niñas traviesas, esta vez más metódico y rítmico no cómo antes más caótico y errático. 


- No me has dejado hacer la siesta, has estado picando toda la tarde, si querías "atención" especial, objetivo cumplido. 

Durante unos cinco minutos estuve cocinando a fuego lento su culo, hasta dejarlo en el punto de cocción ideal, rojo uniforme. 

- Levanta. 

Se levantó y nada más hacerlo, llevó las dos manos al culo suspirando. Le di un cachete en el muslo 

- Las manos encima de la cabeza!!!

- Pffff

Una mirada y se cortó el soplido las manos subieron a la cabeza. La miré un momento, no solía castigarla totalmente desnuda, pero aquel día no iba a hacerla vestir para después desnudarla. Tenía los pezones erectos y el pubis hinchado. Me levanté, arranqué las almohadas y las puse en el centro de la cama. 

- Túmbate sobre ellas.

- Santi...se me  va a hacer tarde...

- Quiero ver ese culo bien levantado o te quedas sin ir a cenar. 

Bajó la mirada y se tumbó, las almohadas debajo de sus caderas levantaban aún más de lo ya naturalmente abultadas. Cogí aire profundamente, me desabroché el cinturón, al susurro del cuero al estirar de él para sacarlo, le siguió el campaneo del hierro de la hebilla, lo doblé y el siguiente sonido fue el del cuero impactando rápido y veloz sobre la piel ya caliente y roja. Una docena de azotes con el cinturón. Una leve pausa, le di la vuelta a la cama para ponerme en el otro lado y repetí con otra docena rápidos y seguidos. 

Al terminar volví a ponerme el cinturón.  Pase mis dedos por las franjas de fuego que había dibujado el cinturón en su piel. 

- Levanta.

Cuando se levantó, la cogí le brazo y la puse mirando a la puerta, con la nariz pegada y las manos detrás de la espalda.

Abrí el armario, y puse sobre la cama un vestido, de manga larga por encima de las rodillas. A los pies de la cama unas botas hasta las rodillas de cuero negro, también un sujetador de encaje negro y unas medias autoadhesivas musleras negras. Entonces la llamé.

Se acercó. 

- Vístete y arréglate. Cuando termines te espero en el comedor.

Cuando sentí los pasos de las botas acercarse, levanté la mirada y sonreí. 

- Me gusta, y esta vez sin tener que escuchar "no sé qué ponerme"... acércate.

Se acercó cuando estuvo frente a mis rodillas...

- Date la vuelta

Lo hizo.

- Levántate el vestido y aguántalo.

Lentamente se levantó el vestido hasta la cintura, aún tenía el culo muy rojo y caliente cómo pude comprobar al pasar mis dedos por toda su piel. 

- Date la vuelta 

Lo hizo soltando el vestido. La cogí de la mano y la llevé de nuevo a mi regazo, le levanté el vestido, para descubrir otra vez sus nalgas.

- Tengo que asegurarme que te acuerdes de mí.

La sujeté de la cintura otra vez y le di una dosis de palmadas de recuerdo, para asegurarme que salía de casa con el culo palpitante. Cuando me detuve llevé mis dedos entre sus piernas y empecé a jugar con ellos, no sólo saldría con el culo rojo y palpitante, también con el sexo mojado. Entonces sonó el portero, ya estaban aquí. 

- Diles que ya bajas...que tardas un minuto.

Se levantó corriendo y cogió el telefonillo del interfono.

- Ya estoy, un minuto...y colgó.

Vino a coger el bolso. Le di un beso a la vez que le levantaba el vestido y jugueteaba unos segundos más con mis dedos entre sus piernas. 

- Venga va que te esperan...





"

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...>