Estaba cansada, inquieta, con el "run-run" de tener que ponerse a trabajar y no querer... Odiaba esa sensación. Le pasaba cada vez que tenía que entregar algo o hacer algún trabajo fuera del hospital.
Siempre se prometía que a la próxima diría que no, y siempre se veía otra vez en la misma situación.
Él ya sabía de qué iba la cosa. A medida que se acercaban los días para la fecha final estaba más cansada, más quejica y más harta. A ratos se ponía como una cría pequeña, quejica y mimosa y a ratos salía la impertinencia a pasear.
Él a su manera también sufría las consecuencias de su mala gestión.
Era viernes. La semana siguiente era la peor del trimestre. Tres compromisos y la energía ya un poco al límite.
Al llegar la vió en el salón. Eran casi las siete. Ese dato ya le dió información.
- Hola Nena, qué tal el día?
- Hola Santi! No ha ido mal. Y el tuyo?
- Bueno, no me quejo. Final de semana. Estos dos días no voy a hacer absolutamente nada! Baloncesto, tranquilidad y nada más!
Ella le miró desde el sofá un poco resignada. Ojalá el suyo pudiera ser así....
Se quedaron un rato en el sofá hablando. El tiempo pasaba y no la veía moverse.
- Nena, vas a trabajar hoy? Se está haciendo tarde ...
- Ya, ya lo sé. Tengo que trabajar, pero no puedo... Estoy cansada
- Ya imagino, pero si tardas mucho te van a dar las tantas...
No contestó. Se quedó mirando la nada.
Él tampoco insistió. Hacerlo no le valía de nada, y lo sabía por experiencias anteriores.
Le vió levantarse y hacer cosas. Pasaban los minutos y nada. Ahí seguía perdiendo el tiempo
Volvió al rato y el panorama era el mismo.
- Nena... No quiero insistir, tú sabrás, pero estas cosas acaban mal. Por qué no te pones, anda... - su voz era suave y cariñosa. Sabía que estaba cansada, pero si lo dejaba el fin de semana estaría más agobiada y al final era una rueda ..
- Santi...es que no quiero trabajar en fin de semana!! - de repente parecía una niña pequeña. Le dió cierta ternura incluso.
- Nena...anda. Para la próxima di que no, pero ya está el compromiso hecho. No te queda otra va...
La cogió de la mano para intentar levantarla pero nada.
- Bueno, tú verás, pero no quiero numeritos mañana. - ya empezaba a sonar más serio. Quería cortar la dinámica de quejas y llantos tontos. Había que trabajar y ya. No quedaba otra.
Se quedó sentada mirándole. Tenía razón, pero no quería. Era como una forma de rebelarse, la única que tenía, aunque fuera inútil. No quería trabajar. Simplemente eso.
Él se fue a la cocina a empezar a preparar la cena. El reloj seguía corriendo. Las ocho y media y nada.
Ahí decidió intervenir.
- Son las ocho y media. Tienes cinco minutos para estar delante del ordenador. No lo repito más.
- Santi ..
- Ni Santi ni nada! Ya está bien con la pataleta! Cómo no te sientes por las buenas lo harás por las malas. Último aviso.
Algo dentro de ella le impedía moverse. Los cinco minutos pasaron y ahí seguía plantada. Lo estaba pidiendo a gritos.
Salió de la cocina. Se dirigió decidido hacia ella desabrochándose el cinturón.
- No Santi...ya voy, por favor...
- Tarde. Levántate ahora mismo!
Se puso de pie pero se quedó pegada a la pared protegiendo su trasero.
- Toda la tarde perdida! Y no te vale por las buenas, contigo siempre hay que acabar con amenazas y por las malas, no? Ven aquí!
- No Santi...ya voy, en serio.
- Ir vas a ir, pero calentita. He dicho que vengas aquí.
Se le acercó despacito. La cogió de su brazo izquierdo, la giró y la dejó colocada delante de él. Dobló el cinturón y así, de pie, le dió una docena rápida que picó mucho.
Al acabar la llevó de la mano al despacho. Le bajó el pantalón y las braguitas y la sentó.
- No quiero oirte ni respirar en un par de horas. Vendré a por ti a las diez y media, y pobre de ti que no hayas avanzado! Me has entendido??
Me fui y la dejé pensando, que aquel "toque" serviría para hacer un "reset" y sacarla del bucle negativo. Me puse la ESPN y busqué algún partido interesante para ver, un Arizona-Duke es siempre interesante, así que me puse a ello, la puerta del despacho estaba abierta, así por lo menos tenía la sensación de estar controlada.
Estaba a punto el partido de llegar a la media parte, cuando la escuché levantarse e ir hacía la cocina. Sin levantarme le dije.
- ¿Donde vas?
- A picar algo, necesito azúcar.
- Ven aquí un momento, por favor.
Escuché un resoplido y el cambio de sentido de los pasos, hasta verla aparecer.
- ¿Que te he dicho hace un momento?
- Yaaaa, si solo voy a coger un par de galletas y sigo...
- No recuerdo haberte dicho nada de galletas, lo que te he dicho es que no quería que te levantarás hasta las diez y media.
- ¿Y si tengo ganas de ir al baño?
- Pues vienes y pides permiso, pero ir a por galletas no es ir al baño.
- Pfffffff
- Además¿quien te ha dado permiso, para subirte el pantalón y las braguitas?
- Bueno...pensaba que...
- Creo que sabes de sobra, que si estás castigada y te he bajado el pantalón y las braguitas, así permanecen, hasta que yo te lo diga ¿O no lo tienes claro aún?
- Joder, Santi....es ridículo estar así!!!!
- Lo que es ridículo, es que te comportes así a tu edad, que llevé toda la santa tarde escuchando quejas y que tenga que estar encima para que seas consecuente con tus responsabilidades, que además son voluntarias. Bájate el pantalón y las braguitas.
- Ya me los bajo, cuando me siente
- He dicho ahora
- ¿Y que más te da?
- Nena, estás acabando con mi paciencia...
Se dio media vuelta en plan desafiante y empezó a caminar hacia el despacho sin hacerlo. Y ahí acabó mi paciencia, me levanté y me fui a por ella, la alcancé cuando entraba en el despacho.
- Pffff que ya voy....
- Pues vas tarde.
La cogí del brazo y la saqué del despacho dirección al salón, ya por el pasillo le di unos cuantos azotes mineras caminábamos.
- Si yo te digo algo, lo haces y punto, y si no lo haces por las buenas lo harás por las malas.
Una vez en el salón, me senté y la planté de pie frente a mí.
- Te lo voy a decir una vez , no más, el pantalón y las braguitas en los tobillos, ahora.
Suspiró ruborizada, y tanto el pantalón como las braguitas descendieron, hasta quedar enrollados en sus tobillos.
- Al final, quien elige eres tú y has elegido seguir trabajando muy incómoda. Pues nada, objetivo cumplido. Colócate en mis rodillas.
- Pfffff Santi...se me va a hacer tarde y tengo que terminar
- Y terminarás, pero con el culo bien calentito.
La cogí del brazo y la puse en mis rodillas, la sujeté bien de la cintura y le di una azotaina con la mano de unos cinco minutos, seguida y con ganas, hasta ponerle el culo cómo un a cereza. Al terminar le dije.
- Levanta.
En cuanto se levantó...
- Ahora dame el pantalón y las braguitas, que de momento me lo quedo en depósito
Lo hizo
- Ve a terminar y no te levantes hasta que hayas acabado, cuando estés me avisas.
Se dio la vuelta y caminó desnuda de cintura para abajo hasta meterse en el despacho.
Una hora más tarde más o menos, apareció de nuevo en el salón, con la mirada baja.
- ¿Has terminado?
- Si....
- Bien, si tú lo dices te creo.
- Me puedes devolver la ropa, tengo frío....
Me levanté y cogí el cinturón que colgaba en la silla, lo doblé y le dije.
- De momento, no la vas a necesitar. Túmbate sobre el brazo del sofá.
Suspiró, pero lo hizo.
- Esto es para que recuerdes las normas, serán una docena. Cuenta.
Me coloqué perpendicular a ella, levanté el cinturón por encima de mi hombro y mo dejé caer sobre su piel.
- Uno....
Y así, despacio hasta completar la docena de azotes. Al terminar, volví a dejar el cinturón colgando del respaldo de la silla, ella seguía en la posición, con el culo bien rojo, cogí la ropa que le había confiscado y empecé a ponerle y subirle las braguitas, cuando las tenía subidas a medio muslo, las dejé ahí y mis dedos fueron a comprobar su humedad...
- ¿Sabes? Mi paciencia de esta tarde se merece un premio.
Me desnudé, y allí tumbada sobre el brazo del sofá con el culo rojo y ardiendo, empecé a pasar mi polla por su sexo caliente y empapado, hasta que agarrándola de la cintura, mi polla entró en su sexo.
- Piensa que esto es un premio para mí y no puedes correrte, estás castigada.
Empecé a moverme, cada vez más rápido, mi piel chocaba contra la piel caliente de su culo, ella también empezó a moverse y jadear...
- Si te corres, volveré a coger el cinturón...
Ya no paré hasta correrme. Entonces terminé de subirle las braguitas y le dije.
- Ahora ponte el pantalón, recoge el despacho y prepárate para irte a la cama.