sábado, 14 de septiembre de 2024

Vuelta a las viejas costumbres

 



Una manera muy divertida de empezar a jugar es a través de una " libreta de faltas". Es muy sencillo y no admite malas interpretaciones. En la libreta o cuaderno la spankee anota sus faltas durante un periodo de tiempo, una semana, por ejemplo y se reserva un día para su análisis, comentarios y si es necesario el castigo correspondiente. Sin que eso signifique, que si entre medias se produce alguna falta muy evidente no sea corregida en el momento, eso sí falta corregida falta perdonada.

Durante un tiempo jugamos con eso, con la libreta de faltas, pero con el tiempo cayó en el olvido, algo muy habitual también. Pero debido a una serie de comportamientos, decidí recuperarla y el sábado por la mañana, fue el día acordado para su lectura. 

Me levanté y puse una cafetera, ella seguía en la cama remoloneando aunque estaba despierta. Cuando estuvo hecho preparé un par de cafés y fui para la habitación, puse la bandeja en la mesita de noche y nos tomamos el café tranquilamente, cómo toca un sábado.  Estuvimos charlando un ratito y haciendo el remolón, hasta que ella dijo.

- No vamos a hacer nada hoy ¿Verdad?

- ¿Que quieres hacer? Tú tienes que ir a buscar a tu sobrina después de comer y yo tengo la cena con los del baloncesto, así que recoger un poco y ya. En la nevera hay de todo.

- Genial!!!! Es lo que me apetece.

En ese momento recogía la bandeja del desayuno, para llevarla a la cocina. 

- Bueno si algo tenemos , que hacer, mientras recojo, ve a por la libreta, que es sábado.

Cogí la bandeja y me fui, lave los cuatro cacharros y volví a la habitación. Al entrar ella seguía en la cama, destapada, llevaba solo una camiseta de tirantes y unas braguitas negras tipo brasileña.

- ¿Dónde está el cuaderno?

- Puesssss....es que no he apuntado nada.

- ¿Cómo? 

- Pero bueno lo tengo todo en la cabeza.

- Levanta.

Se levantó, me senté en el borde de la cama y sin decir nada más la puse en mis rodillas.

- Primera falta, no apuntar en el cuaderno, empezamos bien, pero todo tiene solución.

Le cogí de la mano y de un tirón la puse en mis rodillas. 

- Ya conoces de sobra cómo funcionan las cosas, y que no acepto excusas, solo me ciño a los hechos.

Ya no dije nada más, empecé a azotarla con la mano sobre mis rodillas, aquellas braguitas apenas tapaban nada. Y no me llevo mucho tiempo sonrosarle el culo.

- Levanta. 

Se levantó.

- Las manos en la espalda.

En cuanto lo hizo le bajé las braguitas hasta los tobillos. 

- Ahora señorita, te vas al despacho, te sientas y empieza a escribir en el cuaderno, cuándo estés, aquí te espero. 

Salió de la habitación sin decir nada y escuché cómo abría la puerta del despacho, poco después volvía a entrar en la habitación con la libreta en la mano. Se acercó hacia mi para ofrecérmela y la rechace.

- Ya sabes que quiero escuchar tus faltas de tu voz, si hay varias, las analizaremos una a una, así que empieza.

Sonrojada y con voz aniñada empezó a leer.

- Está semana me fui a dormir tres días más tarde de la una, sin que te enterases...

Suspiré profundamente.

- Creo que este tema es demasiado repetitivo ya, y al final voy a tenerme que poner muy serio. La semana que viene, sin que tenga que decírtelo, te irás a las 11 en punto a la cama, ahhhh y dejarás el teléfono en la mesa y no hay Netflix, ni Prime, ni HBO ¿Está claro?

- Pffff es verano!!!!

- ¿Y qué? Si no sabes regularte, ya lo haré yo y te repito, cómo tenga que "obligarte" encima te vas a acostar calentita. Sigue leyendo...

- También algún día por pereza, he sacado comida del congelador y después no la he preparado y la he tenido que tirar.

- ¿ Y entonces que has comido?

Su rostro se volvió a encender...

- Helado... cosas así.

- Una alimentación muy sana...-dije negando con la cabeza- pues vas a apuntar también en la libreta, que comes , desayuno, comida y cena y si picas entremedias también. Y como entenderás el helado queda prohibido una temporada. Sigue.

- Un día no me comporté bien con una compañera de trabajo, le contesté mal y perdí las formas.

- ¿Te sientes culpable por eso?

- La verdad es que si.

- Pues tiene muy fácil solución, el lunes le pedirás perdón.

- Pfffff es que me da vergüenza!!!!

- Vergüenza debería darte perder los papeles. Pedir disculpas es un gesto que nos honra cuando nos equivocamos y no admito ningún debate o negociación y ya que me encargaré que no te olvides. Sigue leyendo.

Cogió aire profundamente y con voz aún más floja, leyó.

- También me he tocado...dos días sin permiso...

La miré y aún estaba más roja.

- Vaya, al final te tendré que restregar una guindilla en los dedos? Desvergonzada!!!!

- Es que me da mucha vergüenza tener que pedirte permiso y a veces tardas en contestar!!!! 

La miré muy serio.

- Fuiste tú la que quiso eso...¿O no?

Otra vez estaba roja...

- Responde

- Si...lo siento.

- Aquí no vale con un lo siento, ya sabes que los actos tienen consecuencias y la lista es amplia... Así que ya sabes que va a pasar ahora ¿Verdad?

-....Le dije a mi sobrina que iríamos a la piscina...

- Lo sé y no es cuestión que vayas con el culo rojo, así que voy a ser bueno y te daré el castigo que te mereces mañana. Así que mañana por la mañana, después de desayunar, te vas a la habitación, preparas el cepillo de los castigos y me esperas castigada en el rincón, con las braguitas bajadas ¿Está claro?

Asintió con la cabeza.

- Pues venga vamos a vestirnos y a hacer algo.

El día transcurrió con normalidad, después de comer fue a buscar a su sobrina y fueron a la piscina, yo estuve un buen rato con ellas, hasta que fui a prepararme para ir a la cena.

Sabía que aquella noche cuando se quedara sola, no podría dejar de pensar en el castigo que le esperaba al día siguiente.

Volví sobre las 3 a casa, ella ya dormía y me metí en la cama intentando no despertarla.

El domingo yo me levanté un poco más tarde que ella y ya tenía el desayuno preparado, me senté a desayunar tranquilamente, me preguntó por la cena y estuvimos comentando, entonces me dijo.

- ¿Te apetece ir al centro a mediodía a hacer el aperitivo o incluso comer ?

- Ya veremos, pero antes tú y yo tenemos un asunto pendiente ¿Has terminado?

- Si....

- Pues ya sabes que tienes que hacer.

Se levantó en silencio y con la mirada baja y salió de la cocina. Terminé de desayunar y fui para la habitación.

Al entrar, allí estaba, en el rincón bajo la tele colgada. Con las braguitas en los tobillos y las manos, sobre la cabeza. Encima de la cama estaba el cepillo de ébano. Me senté y la llamé, salió del rincón y se acercó  hasta quedarse de pie frente a mí. Le di el cepillo y le dije. 

- Cuando te lo pida, me la das, ponte en mis rodillas. 

Suspiró y despacio se colocó en mis rodillas, nada más hacerlo empecé a acariciarle el culo. 

- Hoy no hay piscina y a la vista del número de faltas, tengo que se severo.

Ya no dije nada más, empecé a azotarla con la mano, alternado nalgas y nalgas y de forma progresiva, subiendo la intensidad y el ritmo despacio. Por suerte ya era bastante tarde y el edificio no estaba ya silencioso...cuando ya tenía el culo de un color rojo brillante, paré y la acaricié durante un par de minutos, hasta que le pedí el cepillo, con el que también jugué un poco a pasárselo rozando la piel roja y caliente ya.

Hasta que empecé a castigarla con el cepillo, la primera tanda me dediqué a repartirla bien por todo el culo, la segunda de la di íntegramente en la parte baja del culo, la más sensible y la apoyamos al sentarnos y como propina, aún le di unos cuantos más en esa zona, pero estirando su piel con mi mano izquierda, haciéndolos aún más doloroso. Al terminar dejé el cepillo en la cama y jugué un poco con mis dedos resiguiendo cómo un lápiz, la zona más roja.

- Levanta.

Se levantó.

- Ahora súbete de rodillas en la cama, separa las piernas, apoya la cara en el colchón, pon las manos en la espalda y saca bien el culo. 

Esperé que lo hiciera, que de pusiera en esa posición bien expuesta y vergonzosa.

- No te muevas ahora vuelvo.

Al volver me senté en la silla de la habitación y llamé a unos amigos mientras ella en aquella posición y con el culo rojo y ardiendo escuchaba la conversación.

- ¿Quedamos en una hora entonces? Pues perfecto allí nos vemos.

Colgué el teléfono y me senté en la cama, empecé a acariciarle el culo. 

- ¿Te apetecía ir al centro? Pues vamos a ir...

Entonces empecé a jugar con mis dedos en su sexo empapado, primero suavemente y despacio pero poco a poco más rápido en intenso, ella empezó a gemir y jadear, al principio inmóvil, pero después empezó a mover las caderas, yo seguí jugando y cuando estaba a punto, paré.

- No señorita, no te vas a correr hoy, así aprenderás a no tocarte si permiso...

Le di una docena de palmaditas en el sexo desde atrás, paré, me levanté y fui a la mesita, cogí el plug y el lubricante. Lo preparé todo y a ella también y le puse el plug. Cuando lo tuvo puesto, le volví a dar unas palmaditas en el coño. 

- Ahora vete a dar un ducha, cuando vuelvas tendrás la ropa preparada en la cama. 

Y así fue, aquel día fuimos a tomar algo y comer con unos amigos y ella bajo el vestido, no llevaba nada, salvo el plug y el culo como un tomate y ardiendo. 



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