sábado, 24 de agosto de 2024

De 50 a 30.

 



Llegué a casa, había tenido un mal día de trabajo y nada más llegar, una noticia para acabarlo de arreglar.


-Te ha llegado una carta

-¿Una carta? ¿De quién?

-De la DGT....

-¿Dónde está?

-En la mesa

La cogí y la abrí. Era la notificación de un multa por exceso de velocidad, con foto incluida, acababan de cambiar la normativa y en zona urbana la velocidad máxima había pasado de 50 a 30 para las vias de sólo un sentido de circulación, lo malo es que la foto era a 61km/h lo cual significaba 300 euros y dos puntos. Vamos día perfecto. Me pregunto

-¿Es una multa?

-Si....

-Para que luego digas de mi...

-Bueno, el puto cambio de límites, hasta que no me acostumbre.

-Si es verdad, es un rollo

-Pero es lo que hay

-¿Mucho?

-Pues un pico, pero bueno, ya haré un recurso. Me voy a dar una ducha que estoy cansado.

Me fui a la ducha, con el ánimo por los suelos, un día de aquellos que hubiera sido más rentable quedarse en la cama. Estaba bajo el agua caliente con la mente en blanco cuando me vino a la cabeza la multa y no recordaba haber pasado por la calle en cuestión, estuve un rato intentando hacer memoria, pero es que no recordaba ni tan siquiera haber pasado en la vida por dicha calle, no me sonaba ni el nombre. Salí de la ducha y mientras me vestía en la habitación, cogí el teléfono para localizar dónde estaba la maldita calle y descubrirlo aún me generó más dudas, no estaba ni en mi recorrido habitual para ir al trabajo, ni me quedaba cerca de ningún lugar que soliera frecuentar, algo raro pasaba. Absorto en mis pensamientos volví a leer la notificación, calle, fecha, hora....y le pregunté

-¿Te suena la calle Arzobispo Domenech?

-Si creo que está cerca del centro, por Gran Via y Sagasta por esa zona

-Pues  yo nunca he estado ahí, en esa calle

Entonces me vino la iluminación.

-¿Que día cogiste mi coche para ir a la reunión aquella del sindicato?

La miré y le cara le cambió. Me crucé de brazos apoyado en la mesa mirándola fijamente, cruzándome de brazos y levantando el tono de voz sólo una octava, le dije

- Te he hecho una pregunta ¿que día fue la reunión esa?

Se puso roja y no contestó lo que equivale a una confesión.

-Vamos que lo sabías desde el principio

-Pufffff es que tengo muy mala suerte, un día que cojo tu coche....

-Pues si tienes mala suerte, pero lo peor no es es eso. Mira si me lo dices de buen principio, incluso hubiera podido entenderlo, acaban de cambiar la norma y cuesta acostumbrarse, pero la premeditación no es mala suerte, es una muy mala idea ¿de verdad pensabas que no te iba a cazar? ¿tan tonto crees que soy? Y lo peor sabes como me he ganado la vida muchos años

-Vale, no me des la brasa  me has pillado, ya la pago yo, la puñetera multa.

-No es eso, la multa no me molesta...

-Pues otras veces no veas como te has puesto

-No me interrumpas!!!!, créeme que ahora mismo lo mejor para ti es callar y escuchar ¿está claro?

Bajó la mirada y dijo un "si" sin mucha convinción.

-Sinceramente estoy alucinando, que pensaras que me la ibas a colar, en vez de asumir como una adulta tu responsabilidad, no me lo esperaba.

-Bueno vale, ya la asumo, te he dicho que la pagaré yo y ya está

-No señorita, ya está no. Aquí la multa es lo de menos, es la picardía para evitar represalias lo que me molesta y pagar la multa no te va a enseñar nada al respecto, necesitas algo que te deje una impresión más duradera en el tiempo.

-Venga va, si te estoy diciendo que asumo mi culpa

-Que no me interrumpas más, que no estoy negociando nada contigo, te estoy informando, pero vamos para lo que sirve, mejor no darle más vueltas.

Me fui directo hacía ella que estaba medio estirada en el sofá, la levanté cogiéndola de la oreja, se quejó pero no se resistió de camino al rincón ya se llevo media docena de azotes, mientras caminaba de la oreja como una niña traviesa y alli la puse contra la  pared. 

-Quiero ver esa nariz tocando la pared.

La dejo, abro una de las puertas del armario, allí hay un bote con viejas monedas, cojo una de esas antiguas de 25 pesetas, que tenían un agujero en medio, me con ella hasta el rincón, la cojo otra vez de la oreja, pongo la moneda en la pared y le digo.

-Aguántala con la nariz y pobre de ti que se caiga al suelo.

Ella apoya la nariz contra la moneda, la suelto y me retiro. Me siento y la observo, allí con las manos detrás de la espalda, ligeramente inclinada y sujetando la pequeña moneda contra la pared. La tengo esperando un cuarto de hora hasta que la llamo y le pido  la moneda, se acerca a mi y me la da, la cojo y la pongo en mi bolsillo y le digo.

-Pon la radio, que esto va a ser bastante ruidoso.

Coge el mando de la tele la enciende y pone una emisora cualquiera.

Frente a mi, le digo.

-Te mereces no poder sentarte en una semana

-Lo siento de verdad...ha sido una mala idea

-Y tanto que ha sido una mala idea y lo de sentirlo, bueno cuando lo sienta bien tu culo, me lo creeré, así que ve presentándolo ya.

Se queda quieta, ruborizada y sin saber que hacer.

-¿No me has oido? quiero ver esos pantalones y lo que lleves debajo en tus tobillos, ya!!!!.

Coge aire con fuerza a la vez que empieza a desabrocharse los vaqueros grises, el primer tramo bajan bien, pero hacerlos llegar a los tobillos cuestan pese a ser elásticos, me mira con cara de pena y me dice.

-¿Ya vas a empezar sin nada?

Mi respuesta es un cachete en el muslo.

-Espabila!!!

Rechista pero las braguitas siguen el mismo camino deslizándose por sus piernas, hasta los tobillos, en cuento termina la cojo de la mano, la pongo a la derecha de mis piernas y una vez alli, pongo mi mano derecha en la parte baja de su espalda haciendo que se tumbe en mis rodillas, como estoy sentado en el borde el sofá, al caer sobre mis rodillas, su cuerpo no tiene apoyo, las manos en el suelo por un lado y los pies en el otro. La colocó bien, el culo bien levantado y expuesto y sin decir nada más empiezan a llover las palmadas, mientras le digo

-Así que la señorita ha tenido la brillante idea de intentar colarme un gol, bueno pues me voy a asegurar que sea la última que se te pasa por la cabeza algo así.

A diferencia de otras veces, hay menos progresividad, aquel día no era un juego, era  un castigo de verdad y por eso le hice poner la radio, para amortiguar algo el escándalo de las palmadas constantes sobre la piel desprotegida, tardo poco en ponerle la piel de un rosado brillante, entonces paro un momento para decirle.

-Te vas a acordar de esta travesura tiempo

Y sigo, con un poco más de intensidad y en modo zurra continua, el rosa va dando paso al rojo, son unos diez minutos de larga azotaina a mano, hasta que la mano empieza a picarme a mi también y decido parar. No hay caricias, ni mimos, nada más terminar la hago levantarse, me levanto y la llevo de la oreja de nuevo al rincón, despacio, ya que con los vaqueros y  las bragas en los tobillos, no puede caminar rápido,  una vez allí, le hago poner las manos sujetando el antebrazo contrario en la espalda, saco la moneda, la pongo en la pared y la hago aguantarla de nuevo.

-Ahora voy a salir del salón, pero cuando vuelva quiero encontrarte como he llegado, si te mueves, te frotas o se cae la moneda te vas a arrepentir. Antes de irme le doy un azote y me voy a la cocina, me enciendo un cigarrillo y me lo fumo con toda la calma del mundo. Cuando lo apago, me voy a la habitación, pero antes echo un vistazo, para verla allí como una niña traviesa. En la habitación abro el armario y cojo uno de mis cinturones, el marrón de piel vuelta de búfalo, en la habitación lo doblo en sentido contrario al habitual, eso hace que sea más rígido y empuñándolo ya preparado me voy al salón, me acerco por detrás le quito la moneda y le digo.

-Apoya las manos en la pared.

Lo hace

-Da tres pasos hacia atrás sin dejar de apoyar las manos.

Suspira y lo hace, al dar tres pasos, la espalda queda inclinada y el culo ya rojo bien expuesto.

-No voy a decirte número, hasta que se me canse el brazo y te aviso, quiero ver ese culo travieso bien presentado, si veo que lo escondes o aprietas los glúteos cuando termine con el cinturón, seguiré con el cepillo ¿está claro?

No digo nada más armo el brazo y el cuero del cinturón rompe el aire antes de impactar con su piel, dejo pasar unos diez segundos hasta el siguiente y así  a ese ritmo, le doy la primera docena, al terminar le doy media docena seguidos más, que hacen que se mueva

-¿Que te he dicho?

Nada mas terminar suspira y vuelve a sacar bien el culo, me tomo un tiempo, mientras miro las franjas del cinturón en su piel enrojeciéndose y vuelvo a empezar, ahora aun los espacio más, dejo pasar casi medio minuto entre azote y azote y de nuevo al terminar una racha corta pero seguida, hasta hacerla moverse de nuevo, esta vez no le tengo que decir nada, y ella misma jadeando vuelve a exponer bien el culo que empieza a estar ya muy marcado. La tengo ahí a la espera  un par de minutos, con la incertidumbre y el escozor bien vivo en su piel.

-No te muevas le digo.

Pongo el cinturón doblado sobre el arco de su espalda y salgo del salón, ella sigue alli con las manos apoyadas en la pared y presentando el culo marcado.

Cuando vuelvo llevo conmigo un incómodo taburete de mimbre sin respaldo, el cuaderno y un bolígrafo. Pongo el taburete junto a la mesa, el cuaderno abierto, por una página en blanco y el bolígrado al lado.

-Coge el cinturón y date la vuelta

Suspira de alivio, se acerca despacio, con la mirada baja me da el cinturón, le indico que se siente en el taburete, lo hace, con mucho cuidado, la piel castigada y el mimbre del asiento no se llevan  muy bien y nada más sentarse empieza a balancearse a un lado y al otro intentando aliviar el escozor. En el cuaderno hay escrita la frase.

"A partir de hoy asumiré mis errores como una adulta y no intentaré eludir mis responsabilidad con trampas y trucos" entre paréntesis pone (x100)

-Ya puedes empezar, cuando termines, te levantas y me traes el cuaderno.

Me siento en el sofá y a esperar.

Un rato después se levanta, avanza despacio y torpemente hacia mi con el cuaderno en la mano, me lo entrega, cuanto las líneas y cuando termino arranco las hojas y las rompo, dejo los restos en la mesilla, la tomo de la muñeca y la vuelvo a poner en mis rodillas, paso los dedos por las marcas del cinturón y le digo.

-Lo que queda de semana, cada noche después de cenar, revisaremos marcas y recibirás una dosis de recuerdo como esta.

Sin decir nada más, vuelvo a empezar a azotarla con la mano, más lento y durante un par de minutos, entonces paro y vuelvo a acariciarle la piel, juego un poco con todo su culo y hago una breve incursión a zonas más íntimas, al notar su humedad sonrió y le digo.

-Yo me voy a aguantar las ganas, pero tu también, el placer adulto es para los adultos.

La hago levantarse, le subo las bragas y los vaqueros, ante su sorpresa.

-Si te portas bien después de cenar, cuando nos vayamos a dormir te pondré crema, pero te irá bien sentir un rato las consecuencias de tu comportamiento. 

Al final si terminé por darle crema antes de dormir, pero no hubo placer, al menos aquel día. Teníamos una semana por delante con azotaina diaria de recuerdo y aguantar una semana se me antojaba más difícil.

Fin.




5 comentarios:

  1. Cada que leo un relato tuyo me imagino que soy yo.
    Uff que extraordinario relato, un verdadero castigo impuesto con amor.

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  2. Jajaja, pues yo vivo muy cerca de esas calles, a ver si me va a alcanzar algún azote también

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