sábado, 3 de junio de 2023

Espinas, hierba y ruinas

 



Mi veterano coche, empezaba a darme síntomas de agotamiento, aquella era la tercera avería en cuestión de meses. Pero había sido mi fiel compañero durante casi 18 años y me daba cierta pena desprenderme de él y más aún estando las cosas poco claras, con las normativas nuevas y demás. 


La suerte es que un compañero de trabajo me podía hacer el favor de recogerme y llevarme durante un par de días, hasta que estuviera reparado. 

Estábamos desayunando, antes de irnos a trabajar. 

- Nena, me podrás hacer un favor esta tarde.

- Depende...

- Ayer me envió mensaje el mecánico, que esta tarde estaría el coche, pero tengo reunión y cuando salga ya habrá cerrado, tendrías que acercarte pagarle y decirle que lo dejé aparcado fuera del taller, que cuando salga de la reunión lo recojo.

- ¿Y no prefieres que lo traiga ya que voy?

- Bueno, así no tiene que ir andando, sólo le pagas y le dices eso.

- Cómo quieras ¿Lo pago yo?

- No, en la librería hay un sobre con el dinero preparado

- Muy bien

- Gracias guapa

Le di un beso 

- Me voy...

- Entonces ¿Vendrás tarde?

- Si, sobre las 8 más o menos.

- Que te sea leve.

- Gracias!!!


Me pasó a recoger mi compañero y nos fuimos. Lo bueno de los días muy ocupados es que pasan rápido, aunque sean largos y no me di ni cuenta que se terminó la reunión y ya estaba de vuelta, mi compañero me dejó en el taller y siguió su camino, al bajar ni me fijé, pero al marchar mi compañero, no veía mi coche por ningún sitio cerca del taller, pensé que igual estaba ocupado y lo había dejado en los alrededores así que me di un vuelta buscando pero nada. Así que la llamé.

- Hola!!! Ya has terminado?

- Si, estoy en el taller, pero no veo el coche ..

- Ahhh si....aún no estaba acabado, mañana, no le he pagado por si acaso...

- Joder!!!! ¿Y cómo que no estaba si me dijo que estaría a media tarde?

- Pues no lo sé...

- Pfffff no lo llamo, porque no quiero molestar, pero que poca palabra.

- No te hagas sangre seguro que tiene alguna explicación

- En fin vuelvo dando un paseo y así estiro las piernas. 

- Muy bien.

Caminando de vuelta, pensé que no quería molestar más a mi compañero y que al día siguiente trabajaría desde casa. Lo llamé y se lo dije. 

- ¿Estás cansado? -Me dijo nada más abrir la puerta-

- Más que cansado, molesto por lo del coche...

- No te proecupes, ya me acerco mañana y cuando vuelvas ya lo tienes.

- No, mañana me quedo y trabajaré desde casa, ya iré yo. 

- Que no me cuesta nada, te encabezonas por tonterias...

- No es por eso, así recupero un poco el exceso de hoy.

- Bueno cómo quieras.

- Me voy a dar una ducha y ponerme cómodo.

- Muy bien, yo voy a hacer algo de cenar.

Cenamos y pronto a la cama que había sido día largo. Al día siguiente aproveché un ratito más en la cama y cuándo me levanté ella ya se iba, tiempo justo para darle un beso. Me senté a desayunar y decidí ir al taller a la hora que abría con el objeto de pedir explicaciones, pero fue llegar y escuchar algo que me descolocó.

- Buenos días te esperaba ayer. 

Me quedé con cara de circunstancias y en blanco.

- Sabes que pasa, que voy un poco justo de espacio, pero no pasa nada.

- Perdona tenía reunión y salí tarde.

- Haberme llamado hombre no me cuesta nada venir un momento, vivo aquí al lado, te abro y te lo llevas.

- Muchas gracias, ya lo sé para otra vez.

Pasamos a la oficina, me dio la factura y le dije que por la tarde pasaría ella a pagarle

Ya camino de casa, en el objetivo de mi enfado había cambiado, del rudo mecánico a la dulce pero procrastinadora que compartía casa y otras cosas conmigo. Al llegar me metí en el despacho, me puse a hacer cosas y otra vez perdí la noción del tiempo, hasta que escuché la cerradura abrirse, sus pasos y al pasar por la puerta del despacho se asomó.

- Ya estoy en casa!!! Has comido?

- No...ahora comeré algo ¿Y tú?

- Yo sí, pero voy a hacerme un café ¿Quieres?

- Venga...

Poco después apareció con un par de tazas de café y el azucarero. Se sentó sobre la mesa. 

- ¿Mucho trabajo?

- No que va, me das más trabajo tú

- ¿Yo? ¿Y eso?

- He ido al taller esta mañana.

Al decir eso le subieron un poco los colores...

- ¿Y? Ya estaba arreglado?

- Si

- Pues genial ¿No?

- ¿Te has terminado el café ?

- Si ¿Quieres otro? 

- No ¿Que vas a hacer esta tarde?

- Nada, igual después voy un rato al gimnasio...

- Pues ve a ponerte el pijama y vuelve.

Su rostro se ruborizó un poco más, pero no dijo nada, ya intuía que se había metido en un lío.  Mientras se cambiaba me levanté y puse el pupitre que había en el despacho, pegado a la pared, junto con un paquete de folios y un bolígrafo, al poco entró ella. Sin preguntarle nada se plantó delante de la mesa y me dijo.

- Te lo puedo explicar...

- Adelante, todo oídos...

- Pues verás, estaba cansada ayer me estiré un rato en el sofá y me quedé dormida, cuándo me desperté ya era tarde y sabía que te enfadarías.

- ¿Estuviste 4 horas durmiendo?

- No sé igual tantas no..

- Mírame, te voy a dar mi versión alternativa, y si puede que durmieras un rato, pero 4 horas no, así que lo más seguro, es que te liaras con alguna serie, con el teléfono y ya iré más tarde, hasta que cuando te diste cuenta, ya no podías ir porque habían cerrado ¿Me equivoco? 

Sonrió ruborizada.

- Tienes un problema con una palabra que empieza por P: procrastinación ¿Sabes? Una vez leí que donde se instala la procrastinación, sólo crecen espinas, malas hierbas y ruinas, así que conviene erradicarla cuánto antes. Es más fíjate que tú procrastinación o más bien intentar evitar las consecuencias ha afectado a mí y de rebote también al pobre mecánico, el cual yo había puesto verde mentalmente, no habiendo hecho nada y además te ha llevado a mentir, con lo cual de una pequeña falta inicial has pasado a un cúmulo de faltas a cual más grave y que no pueden volver a repetirse. Siéntate en el pupitre. 

Se levantó mirando al suelo y se fue hasta el pupitre, se sentó, yo también me levanté y le dije anota esto en una hoja.

- La procrastinación, sólo deja espinas, malas hierbas y ruinas. 

Esperé que terminara de escribir la frase y cuando estuvo, le dije.

- Me queda algo más de una hora para terminar, mientras termino, vas a copiar la frase sin parar ¿Está claro? 

Suspiró y no dijo nada, yo volví a mi mesa y me puse a trabajar, de vez en cuando levantaba la vista y me aseguraba que estaba copiando. Aproximadamente una hora después terminé, salí un momento, a fumarme un cigarrillo. De vuelta cogí mi silla y la puse frente al escritorio pero mirando a la puerta y la llamé. Se levantó y se acercó. 

- ¿Y las copias?

- En el pupitre.

- Tráemelas.

Fue a buscarlas y me trajo unas cuantas hojas completas con la frase, las revisé y las dejé sobre la mesa. 

- Estás en un buen lío, y no es tanto por no haber ido, que eso te podría haber salido gratis de haberlo dicho en el primer momento, es por toda la cadena de la procrastinación, para que veas dónde te lleva la tontería inicial, que es a no asumir e intentar evitarlo, a costa de terceras personas y eso sí que me parece grave y merecedor de un severo castigo ¿Te pasa algo? - estaba inquieta-

- Es que me estoy haciendo pis...

La cogí de la cintura del pantalón del pijama, con firmeza y entonces tiré de el hacía abajo, hasta los tobillos, hice lo mismo con la ropa interior.

- Ya puedes ir y cuando vuelvas no es necesario que te vistas, no va a hacer falta.

Esperé a que volviera, entró arrastrando los pies , con la ropa enredada en los tobillos y la mirada baja. 

- Ya sabes dónde y cómo quiero verte.

Volvió a suspirar y lentamente se puso sobre mi regazo, nada más hacerlo, puse me mano izquierda en su cadera y con la derecha empecé a acariciarle la piel desnuda de las nalgas, pero pronto las caricias pasaron a ser sonoras y rítmicas palmadas, en absoluto silencio, el inconfundible sonido de la disciplina, poco a poco la piel fue cogiendo color, primero sonrosado, que un rato después de zurra, era ya un rojizo que prácticamente cubría toda la zona. Entonces paré. 

- Fíjate todo el recorrido de consecuencias a lo que nos ha llevado tu procrastinación inicial y eso es lo que voy a corregir, más que la procrastinación en sí. Levanta.

Se levantó y yo también.

- Ahora quiero que te apoyes sobre la mesa exactamente igual que la escena de la secretaria, codos y manos apoyadas en la mesa, espalda inclinada recta y el culo bien presentado. 

Volvió a suspirar y esperé que se pusiera en posición. 

Cuando estuvo, fui al escritorio, abrí el cajón y cogí la regla de madera de 18 pulgadas, con ella en la mano, me fui hacia delante del escritorio y mientras la hacía sonar contra la palma de mi mano, le dije:

- Serán 18 por mentir, 18 más por las consecuencias de mentirme y 18 más por las consecuencias de mentir en una tercera persona, así que los vas a contar  ¿Está claro? 

No dijo nada, empecé a pasar la regla por las nalgas que ya había puesto bastante rojas con mi mano. De repente atronó el ruido sordo de la madera, seguido de un suspiro y un tímido "uno".  A partir de ahí los azotes empezaron a caer algo espaciados, sin prisa hasta completar los primeros 18. Ahí hice una pequeña pausa, jugando con la regla por su piel, no sólo del culo, tambien por el interior de los muslos, tras el pequeño respiro, empecé la segunda tanda de 18 azotes y al llegar al 36, de nuevo pausa más larga y usando la regla de prolongación de mi mano. La última tanda fue diferente, más rápida, pero menos intensa hasta escuchar el número 54. 

En ese momento y sin dar tiempo a nada, sin soltar la regla, la cogí del brazo haciendo que se levantará y la llevé hasta el salón, allí en el centro la hice quedarse de pie, espalda recta pies juntos y brazos extendidos con las palmas de las manos hacia arriba. Para sujetar la regla.

Yo fui hasta la habitación, cogí uno de los vestidos de verano y unas zapatillas y con ello volví al salón, dejé la ropa en la mesilla, le quité la regla y le dije.

- Desnúdate, del todo. 

Suspiró y empezó a desnudarse, cuando estuvo completamente desnuda, le dije que se pusiera el vestido sin nada debajo y se calzara. 

Mientras lo hacía fui a por el sobre con el dinero, cuando estuvo se lo di.

- Ahora ve al taller y paga la factura.

Se volvió a ruborizar, tener que ir hasta el taller caminando, sólo con un vestido de verano, sin nada debajo y el culo en llamas era muy abrumador.

- No tardes.

No dijo nada , cogió el bolso y salió, me senté tranquilamente a esperar, media hora después escuché de nuevo la cerradura y apareció seguía ruborizada, la miré. 

- Espero, que si vuelve a pasar, lo digas a la primera y si hay que tomar medidas se tomarán, pero si intentas evitarlas te pillaré seguro y te arrepentirás, ven aquí.

Se acercó y acabó de nuevo en mi regazo, nada más caer le levanté el vestido y comprobé que seguía teniendo el culito como un tomate. Empecé a acariciárselo, pero enseguida las caricias pasaron a otras zonas y fue inevitable no acabar haciendo una incursión entre sus piernas, ninguna sorpresa, su sexo estaba hinchadito y mojado, y mis dedos con ganas de jugar, al principio estuvo totalmente pasiva, pero duró poco y enseguida sus caderas empezaron a moverse al compás de mis dedos y los tímidos suspiros se volvieron jadeos lascivos y cuando estaba a punto de dejarse ir del todo paré de repente.

- Levanta. 

Escuché una especie de sonido de desaprobación...

Ponte de lado y las manos detrás de la espalda levantando el vestido. 

En cuento lo hizo, con la mano izquierda le sujeté un brazo y allí de pie frente  a mis piernas de lado, le di una ráfaga de palmadas en el culo. 

- La procrastinación no tiene premio adulto en esta casa.

Y otra nueva ráfaga de palmadas. 

Entonces me levanté, la cogí del brazo y caminamos de nuevo hasta el despacho, directa al pupitre. Antes de hacerla sentarse le enrollé el vestido bien alto y entonces la hice sentarse, sólo que esta vez había una incómoda sorpresa en el asiento en forma de áspero felpudo de fibra de coco, esperé a que se sentará sobre el incómodo cojín improvisado y le dije.

- Voy a darme una ducha y a hacer la cena, copia y no te muevas hasta que te avise, dejo la puerta abierta por si acaso. Y me fui a la ducha. 



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