martes, 16 de agosto de 2022

El peto (por V)

 




Estaba un poco cansada de tener que cambiarme para estudiar, ese peto lo compré por internet y nunca me lo he puesto porque no me gusta nada el aspecto infantil que me da. Me dijo que si me portaba bien dejaría que estudiase sin él... habían pasado tres días en las que en mayor o menor medida había cumplido.


-¿Hoy va a ser el día en el que estudie sin el peto?

-Mmmm... no creo que sea suficiente tiempo para decirte que te has portado bien.

-¡¿Cómo que no?! He cumplido todos los días

-Claro, repitiéndote las cosas tres o cuatro veces y con quejas por el medio

-El caso es que lo he hecho

-Victoria, aquí mando yo, y yo decidiré cuando te lo quitas, ¿está claro?


Obviamente estaba cabreada y no le dije nada, me dio un cachete en el culo para que reaccionara.

-¿Está claro?

-Sí...


Se fue a su segunda parte de la jornada laboral. Eran las seis y me sonó el wats. “aún no he recibido la foto y es tarde, ponte ya”. El caso es que sabía que era tarde, le reenvié una de hacía días y dejé pasar la hora y media tras lo cual le mandé otro wats “fin, me pongo el pijama”. No me apetecía nada ponerme y encima estaba cabreada porque estaba harta de esa ropa y decidí que por un día de mentirijilla no pasaba nada. Cuando llegó a casa sobre las ocho y media estaba serio, se puso a dejar sus cosas, se dio una ducha, cenamos, todo muy normal, como siempre. Sobre las once estaba quedándome frita en el sofá...

-Victoria cielo, ¿no tienes nada que decirme?

-Que me voy a dormir que tengo sueño

-¿Estás segura?

-¿De que tengo sueño o de que me voy a dormir? - le dije vacilando

-De que hoy no hayas estudiado, por ejemplo

-¿Quéeeeeee? Sí he estudiado, ya has visto la foto, ¿es que no confías en mí?

-Hasta hoy sí

-Ve a por el cepillo

-¡No pienso ir porque no he hecho nada!

-Si voy yo será peor


Me senté en el sofá cruzada de brazos, haciendo muestra de lo injusta que me parecía la situación. Volvió con el cepillo.


-Bájate los pantalones y como me lo hagas repetir te arrepentirás.


Allí de pie a su lado volví a cruzarme de brazos como muestra de desafío. Me bajó los pantalones de un tirón, no llevaba nada debajo. Me dio un tirón del brazo y acabé en sus rodillas, apoyó la pierna sobre la parte de abajo de la mesa pequeña del salón, lo que hacía que mi culo quedase muy en pompa. Empezó con el cepillo, sin calentamiento, sin aumentar progresivamente, empezó con ganas. Eso era una de las pocas cosas que no he soportado, el cepillo fuerte sin precalentamiento. Sólo lo había probado una vez a parte de esta y me levanté enfadada y me fui. Intenté ponerme la mano pero me la sujetó a la espalda, no podía evitar moverme hasta que se le agotó la paciencia. Me cogió de la melena y me dio un tironcito hacia atrás de tal forma que podía verle de reojo, se acercó a mi oreja y me dijo en tono suave pero contundente “O te estás quietecita y colaboras o vamos a tener que darte una azotaina de recuerdo el resto de la semana antes de estudiar para que te acuerdes de obedecer”. No sabía qué pensar, por un lado me intenté estar más quieta que antes, que no me cortaba, intentaba pensar en cómo podía saber que no había estudiado. Entre azote y azote no podía pensar con mucha claridad, mi culo literalmente era fuego, ese dolor sordo... cómo lo odiaba. De repente me acordé... La alarma te permite hacer fotos de la casa a tiempo real con la aplicación y había una cámara enfocando el salón, menudo fallo de principiante. Ya sólo me quedaba arrepentirme porque si era eso, no tenía excusas.


-Lo siento mucho

Paró y me giró la cara dirigiéndome del pelo suavemente para que quedase mirándolo en esa posición tan ridícula, tumbada sobre su regazo con el culo expuesto y debía de ser rojo guindilla en esos momentos.


-¿Qué sientes? Pensé que no habías hecho nada


Escondí mi cara en un cojín, que él me quitó.


-Tienes que empezar a hacerte responsable de tus actos como una adulta Victoria, si te comportas como una cría, te trataré como a una cría – me dijo enfatizando sus palabras con un par de azotes con la mano.


Me quité el cojín de la cara y lo miré a los ojos, no solía hacerlo cuando estábamos en situaciones así por el factor vergüenza.

-Siento mucho haberte mentido y haberte dicho que estudiaba mientras no lo hacía


-Mira Victoria, esto es muy sencillo, tú has querido que me involucre en esto y te ayude, yo odio las mentiras, es algo que no pienso dejarte pasar, además si mientes, te mientes a ti también – seguía azotándome con la mano enfatizando el discurso – Te he dejado pasar los primeros días tus tonterías de niña mimada, tus quejas, el que remolonees, las pegas, pero ya va siendo hora de que asumas tu parte de responsabilidad y si tengo que ponerte cada día el culo así antes de estudiar cada día, estudiarás de diez a once y media con el culo como un tomate, ¿esta claro?

-De verdad que no será necesario, no lo haré más

-Bien


Siguió azotándome con la mano pero más enérgicamente, más rápido, al principio alternando, luego dejaba caer una tanda en un lado y luego otra en el otro lado. Yo resoplaba. Como no quería moverme porque realmente parecía enfadado más por la mentira que por el hecho de no estudiar metí la cabeza en el cojín para intentar controlarme.


-Trae el felpudo y ya sabes donde va


Cuando llegué de vuelta había una hoja en la mesa con la frase “No volveré a decir/me mentiras”.


-Espera en el rincón y ni se te ocurra moverte un solo milímetro.



Se fue a la cocina y volvió con una ramita de jengibre muy flexible pelada. Con su mano izquierda me empujaba de la espalda para que quedase sobre la mesa y con la derecha tiraba de mis caderas hacia fuera dejando mi culo expuesto, me bajó los pantalones y me introdujo el jengibre un poco. Se acercó por detrás de mi, podía notar su bulto en mis escocidas nalgas y me dijo “ya sabes lo que tienes que hacer”. Me senté sobre el felpudo con el jengibre dentro, aumentando a medida que copiaba su escozor. A ratos apretaba las nalgas intentando aliviar la sensación de quemazón del jengibre pero nada... sólo conseguía aumentarla. Por otro lado tenerlas relajadas sólo hacía que notase más lo áspero que era la alfombra que había entre el asiento y mi derriere


-¿Quieres copiar un rato de pie?

-Sí

-¿Voy a tener que darte otros azotes para que aprendas a pedir las cosas bien?

-Sí, por favor

-Eso está mejor, anda, acaba de pie

Seguí copiando las treinta frases que me quedaban apoyada semirrecostada en la mesa, no tengo claro si lo hizo por compasión o porque verme en esa situación tan “humillante” le gustaba. Terminé mis treinta frases y acerqué con los folios.


-Perdóname de verdad, siento mucho el arrebato y haberte mentido, intentaré no mentirte más, te lo prometo.

Jajaja ains Victoria... ¿después de todo sólo vas a intentarlo?

-Bueno, tú siempre dices que no prometa lo que no puedo cumplir...

-¿Qué voy a hacer contigo? - me dijo dándome un beso en el pelo


Es más alto que yo así que para mirarlo estando descalza tengo que levantar la cabeza. No tenía muy claro cómo se iba a tomar aquello pero le sonreí.


-El amor quizá sería una buena opción - le dije enredando mis dedos por los pelitos de debajo de su camisa.



Continuará...



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