sábado, 30 de octubre de 2021

Dulce venganza I parte.

 




Si había una norma respetada por ambos desde el inicio, era la norma de avisar al llegar cuando salíamos de viaje sólos. También la aplicabamos al avisar al salir a la vuelta.

Así, que lo último que le dije al despedirnos aquel fin de semana fue:

- Avisa al llegar.

- Si, papá

Me contestó con su ironía habitual. Aquel fin de semana me quedaba sólo salía a visitar a la familia y celebrar el cumpleaños de una amiga. Y mi idea era aprovechar el fin de semana para descansar.

Cuando se puso en marcha, me la quedé mirando hasta perderla de vista, aún lucía, el sol bajo de esta época, tenía unas tres horas de camino a velocidad legal y a mitad de camino más o menos ya habría caído la noche. Subí a casa, silencio absoluto, me di una ducha me puse cómodo, estuve un rato charlando por teléfono con mi hermano y al colgar me fui a buscar una cerveza, con la intención de ver el partido de la Euroliga.

No estuve muy al caso del tiempo, pero inconscientemente miraba el teléfono, esperando recibir el mensaje:

" Ya he llegado, todo bien..."

Y cómo no llegaba me empecé a impacientar y ahora sí a estar pendiente de la hora, ya debería haber llegado. Que lento pasa el tiempo, cuando esperas algo. Empecé a mirar cada dos minutos el teléfono, ya no presté más atención al partido y el tiempo fue pasando. Cuando hacía una hora ya que debería haber llegado me impaciente y la llamé. 

" El número marcado está apagado o fuera de cobertura" 

Me dijo una voz enlatada, en esos momentos tenemos tendencia a no pensar lo más lógico y ponernos en lo peor. La llamé unas tres o cuatro veces más, con idéntico resultado. Me pasé la noche dando vueltas a la cama, en duermevela, tampoco quería llamar a nadie por no alarmar, tal vez todo tenía una explicación.

Por la mañana seguía sin saber nada, y a media mañana ya no podía más con la ansiedad del no saber, pero justo cuando iba a marcar el número de la cumpleañera, entró una llamada, era ella.

- Buenos días!!!!

Me dijo con voz de sueño.

- Que ha pasado?

- Cómo?

- No sé nada de ti, desde que te fuiste, no he pegado ojo en toda la noche.

- Ahhh, lo siento, me olvidé de cargar el teléfono y me quedé sin batería.

- En serio?

- Si, claro 

- Y no podías pedir un teléfono y mandar un puñetero mensaje.

- Pufff cómo nos hemos levantado, no sé te puede dejar solo.

- Pues a mí no me hace ninguna gracia, sabes las horas que he pasado? 

- Bueno vale lo siento, pero es que nada más llegar ya me esperaban y me tenían preparada una salida, ni pensé..

- Ni pensaste, tu de fiesta y yo sí que pensé si demasiado, bueno da igual, estás bien no?

- Te lo acabo de decir y no te enfades.

- Ya hablaremos cuando vuelvas y AVISA al salir. Voy a hacer la compra.

Y colgué el teléfono, ya me conocía lo suficiente cómo para saber qué significaba ese " ya hablaremos cuando vuelvas".

Durante el resto del día no supe nada más de ella. Luego ya por la noche si me envió algún mensaje, en plan calmar los ánimos y alguna foto, que leí pero no contesté.

El domingo había quedado para comer con un compañero de trabajo y amigo, de vuelta a casa recibí el mensaje.

"Salgo ya, en un rato estoy allí, besos"

A este si respondí, con un frío.

"Aquí te espero"

Tres horas después escuché la cerradura abrirse y la puerta cerrarse, unos pasos acompañados del sonido de las ruedas del pequeño trolley por el pasillo. Yo la esperaba en el sofá sentado.

- Ya estoy aquí...Pufff muerta, fin de semana corto pero intenso. 

Me dio un beso y notó mi frialdad.

- Aún estás enfadado?

- No, yo nunca me enfado

- Cualquiera lo diría.

- Es que es verdad, pero si soy un firme defensor de asumir las consecuencias de tus actos.

- Joder, ya te dije que me quedé sin batería 

- No me sirve la excusa, vete a poner cómoda y ven.

Se fue a la habitación y al cabo de un rato apareció, con el pijama, se acercó y me dio un beso sentándose en mi regazo. 

- Venga va, vale lo siento mucho, no pensé que te fueras a preocupar tanto.

- Deshaz la maleta.

- Puffff ya lo haré mañana, si apenas hay nada.

- Pues por eso 

- Ya lo haré mañana te he dicho.

Me levanté haciendo que se levantase, nada más hacerlo la cogí del brazo y le di tres azotes fuertes y seguidos de pié.

- Te he dicho ahora y no lo voy a repetir y cuando termines ven aquí.

Se quedó un instante en silencio e inmóvil frotándose el culo por encima del pantalón y finalmente cogió la maleta y salió. De vuelta, se plantó frente a mí y con un tono desafiante me dijo. 

- Contento el señor? Puedo sentarme de una puta vez.

-No, tráeme el cepillo del mango rosa.

- Qué????

- Tengo que ir yo a buscarlo? 

- Pufffff

El cepillo del mango rosa, es un cepillo muy especial, todo un descubrimiento, es un cepillo de madera redondeado, pero el mango está cubierto de una silicona rosa. 

Cuando entró de nuevo al comedor, llevaba el cepillo con ella, me lo dio otra vez plantada frente a mí. Lo tomé y lo dejé en el brazo del sofá. La miré y le dije.

- Manos en la cabeza. 

Nada más ponerlas resoplando, fui a buscar la cintura del pantalón del pijama, se sujetaba con un nudo, así que fue deshacer el nudo y el pantalón cayó por gravedad hasta quedar hecho un nudo en sus pies. La miré, la desnudez, la posición todo pensado para aumentar su sensación de vulnerabilidad.

- Cómo te he dicho antes no estoy enfadado, pero si creo que ya eres mayorcita como para aceptar las consecuencias de tus actos. Tenemos un acuerdo y ese acuerdo es avisar siempre que salimos de viaje sin el otro de la llegada a destino y la salida de la vuelta. Hasta el viernes ese acuerdo no se había roto nunca, ni por tú parte, ni por la mía. Y creo que el motivo de ese acuerdo es obvio, no preocupar en vano al otro. Tienes algo que decir?

En eso momento sus mejillas eran el anticipo de cómo estaría su culo en un momento.

- Ya te he dicho que lo siento y el motivo por el cual no te avisé.

- El motivo no me sirve, ya que había formas de no preocuparme toda la noche. Además me parece ya de por sí irresponsable salir a carretera sin carga en el teléfono, así que el motivo aún empeora las cosas. 

Se quedó muda. 

- La noche que pasé, ya te aseguro que no se va a repetir más. 

Ya no dije nada más la cogí de la cintura, la llevé a la derecha de mis piernas y cuando estuvo, puse mi mano derecha en la parte baja de su espalda, haciendo fuerza para invitarla a presentarme el culo en mi regazo. Cuando estuvo la sujeté con el brazo izquierdo por la cintura y le di una primera ráfaga de una veintena de azotes rápidos y sonoros.

- Se te va a hacer larga la semana, te lo aseguro. 

Y continué la azotaina a mano, algo más lenta, pero constante y rítmica. Con la mano jamás cuento, me guió más por tiempos. 5 minutos de azotaina constante a mano, ya suele ser suficiente para dejarle el culo como un tomate y ese es el tiempo que estuve más o menos sin pausa, hasta notar también mi mano caliente.

Al parar, sin darle tiempo a mucho alivio cogí el cepillo y empecé a jugar con el en su piel coloreada y sensible, primero cepillando suavemente con las púas y después con la madera dura y fría. Me detuve un momento.

- Manos a la espalda.

Suspiró y lentamente, las llevó hasta que pude sujetarlas. Una vez bien sujetas, era el momento del cepillo, fui "recalentando" a base de tandas cortas y bien repartidas, subiendo uno o dos tonos el rojo en su piel, hasta que en un momento determinado, sujeté sus manos con más fuerza y empecé a darle una larga tanda apuntando justo por encima del pliegue del glúteo, insistiendo ahí, dónde la piel es más sensible, hasta dibujar dos círculos rojo oscuro, en cada nalga, círculos que me aseguraban unas bonitas marcas para días. 

Cuando paré, resoplaba de nuevo, pero esta vez no era de desaprobación, era de la sensación que tenía en el culo. Le di tiempo, sin hacer nada y sin soltarle las manos, que el aire acariciase su desnudez palpitante. 

Minutos después le solté las manos y le separé las piernas, cogí el cepillo al revés y comencé a pasarle el mango de silicona entre la hendidura del sexo, también rojo e hinchado pero por otros motivos. Los resoplidos de alivio, se transformaron en pequeños gemidos a medida que mis juegos con el mango del cepillo con el que le había puesto el culo al rojo vivo, se hacían más intensos, hasta que llegó un momento, que empezó a entrar y salir de su coño, cada vez más mojado y los pequeños gemidos se volvieron intensos jadeos y sus músculos se tensaban, de golpe paré. Dejé el cepillo y dándole unas palmaditas le dije.

- Antes te he dicho que la semana se te va a hacer muy larga, levanta y te lo explico.

Se levantó con algún gruñido de frustración. Se quedó parada de pie otra vez frente a mí, le di un palmada en el muslo.

- Las manos!!!

De inmediato las puso en la cabeza. 

- Escucha atentamente el plan de semana. Lo primero es que hasta el viernes no hay placer. Lo segundo, es que a partir de mañana cada día después de cenar haremos revisión de marcas después de cenar, dosis de recuerdo y luego castigada al rincón hasta la hora de dormir. Alguna duda?

Hizo el amago de decir algo pero acabó por asentir, imagino que aún tenía muy presente el escozor del cepillo.

- Muy bien pues al rincón mientras hago la cena.

Esperé que se fuera, con los pantalones en los tobillos, el culo rojo y la humedad resbalando por sus muslos.


Durante la semana, seguimos el ritual. Por las mañanas antes de irme a trabajar, dejaba un plug en la mesita de noche, cada día uno diferente. Cuando acabábamos de cenar le hacía ir a por el plug y lubricante. Entonces yo sentado y ella de pié, le hacía bajarse el pantalón del pijama y darse la vuelta, para enseñarme las marcas. Le acariciaba un rato las marcas y después a mis rodillas, allí le ponía el culo rojo a mano, durante dos o tres minutos, al terminar le ponía el plug del día y al rincón, hasta la hora de dormir, cuando nos íbamos a la cama, me levantaba y allí en el rincón comprobaba su humedad, pero sin placer. 

Así fue hasta el jueves, el viernes la historia cambió, pero eso lo cuento en el próximo.









2 comentarios:

  1. Jo, me gusta mucho tus historias, yo habría dicho que no me sé el número como para poder marcar en otro móvil. Y estoy deseosa de leer la segunda parte

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  2. ¡Qué firmeza!
    Es severo pero justo...
    ¡Pero ahora lo anhelo y no puedo esperar a leer más!

    Por favor, no tardes demasiado, parece que no soy el único y terminaremos poniendo el desastre aquí. ^^

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