Hace algún tiempo pedí personas que voluntariamente, quisieran hablar conmigo de spanking en una conversación y así documentarme, a través de la experiencia real, sobre los "qués", las necesidades, los anhelos, los deseos y demás asociados a esta práctica. Lo cierto, es que me está resultando muy interesante y enriquecedor conocer distintas formas de percepción, aunque al final, muchas veces las diferencias son más de forma que de fondo. Hoy os voy a compartir un testimonio, que prefiere mantenerse en el anonimato y del que os voy a dar la información justa: mujer, spankee, entre 30 y 40 años.
La paradoja del castigo.
"Llevaba una temporada que me estaba yendo muy bien. Sintiéndome completamente satisfecha conmigo misma y cumpliendo mis metas.
Un día se me giró aún no sé porque y decidí tomarme un descanso. Pedí un permiso extra tras las vacaciones, me lo dieron, pero al volver ya nada fue igual. Me invadió la apatía, empecé a procrastinar a inventar excusas para no cumplir y acabé poniendo en riesgo una grandísima oportunidad laboral y vital, hasta perderla.
Cuando sucedió, fue como una tormenta repentina, me sentí mal, muy mal, derrotada, enfadada conmigo misma y con el mundo, avergonzada y sobre todo con un culpa insoportable. En aquel momento me sentía perdida y no sabía como apagar mi conciencia.
Empecé a pensar que en aquel momento necesitaba a alguien capaz de entenderme para calmarme. Alguien que me pusiera frente al espejo, para ayudarme a dar un paso atrás y analizar todo desde otra perspectiva. Alguien que me hiciera analizar mis decisiones y sus efectos, que en vez de seguir culpándome, aquello me sirviera de aprendizaje para el futuro y no repetir errores. Poder limpiar mi conciencia y empezar de cero con nuevos objetivos. Pero alguien también capaz de agotar mi energia y expulsar toda la negatividad de mi, bajarme hasta lo más profundo, temblar, llorar, gritar, hasta dejarme sin energia que alimentar mi negatividad y ansiedad. Necesitaba un castigo externo, que me perdonara y no dejara espacio a la autocrítica cruel y la culpa.
En aquel momento no lo hice, se me da mal pedir ayuda y por aquel tiempo mis fantasías y yo, aun teníamos una conversación pendiente.
Tiempo después conocí a una persona o más bien tropecé y poco a poco paso a paso, me llevo de la mano a conocer mi vunerabilidad. A día de hoy exponer mis errores al juicio externo, me resulta terriblemente perturbador, pero a la vez absolutamente liberador. Sigo teniendo ese sentimiento paradójico, entre desear el castigo y a la vez pensar cómo estoy dejando que suceda.
Pero al final, me dejo ir, se que es mucho peor quedarme atascada en mi propia condena y la culpa, que es mucho peor y más estricta que cualquier castigo que pueda recibir, tras el cual siempre obtendré el perdón y mejor aún, me lo concederé a mi misma".
Os dejo el enlace de la entrada dónde explico lo de los testimonios, por si se anima alguien más.
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