En su momento decidimos, abrir una cuenta conjunta en el banco, aunque cada uno teníamos la nuestra, esa la usábamos, para los gastos comunes, cada uno aportábamos una cantidad al mes y así no nos teníamos que preocupar de facturas, seguros y demás todo se cargaba a esa cuenta y ya. Lo cierto es que la idea funcionó muy bien y nos quitó de muchos líos de burocracia. Tanto que al final acabamos por meter ahí cualquier pago.
Tenía que renovar el seguro del coche, que me vencía a primeros de año y una noche cenando, le dije.
-Recuérdame que mañana haga una transferencia a la cuenta de gastos, para el seguro del coche, que debe estar con telarañas...
-No te preocupes, tengo que pasarme por el banco uno de estos días te lo paso de mi cuenta, que el mío lo pagaste tú.
-Vale pero acuérdate que debe estar a punto de vencer.
-Que siiiii, mañana mismo voy
Ahí quedó la cosa, al día siguiente le pregunté si había hecho la transferencia me dijo que si y ya.
Pasaron como un par de semanas y estaba recogiendo, para irme para casa, cuando vi un e-mail de la aseguradora en mi correo, lo abrí pensando que sería publicidad y me encontré con una notificación que mi poliza había vencido y no había sido renovada, con x fecha. Empecé a darle vueltas y resulta que llevaba circulando 5 días sin seguro y eso sólo podía tener una explicación de carne y hueso y con cierta tendencia a procrastinar.
Conduje con miedo, en caso de pararme la policía podía tener un problema grave, con un enfado considerable y pensando lo tranquilo que había ido en la ignorancia aquellos días. Cuando abrí la puerta de casa la vi en el pasillo con el albornoz puesto. Se acercó a saludarme, me dio un beso.
-Haces mala cara ¿mal día?
No contesté, dejé caer mis cosas en el suelo, la cogí del brazo, le dí un par de azotes fuertes e inesperados.
-Pero ¿que pasa ahora?
Sin soltarla la llevé sujeta del brazo hasta el comedor, allí la solté me quité la chaqueta, la cogí otra vez, hasta el sofá, me senté, ella de pie.
-¿Sabes que he recibido un correo del seguro del coche?
La cara la cambió de repente.....
-Joder....lo siento ni me había acordado
-¿Sabes que llevo 5 días circulando sin seguro? ¿Te imaginas que hubiera pasado si me para la policía o peor si tengo un accidente?
-Pufffff de verdad, se me pasó
-Nena!!!!!!! si te pregunté y me dijiste que si...
Se puso como un tomate.
-Ya...si iba a hacerlo el día siguiente pero se me pasó totalmente, con todo el rollo este, no tengo la cabeza asentada.
-No te preocupes que yo te voy a "asentar" bien otra parte de tu cuerpo.
De un tirón la puse en mis rodillas, pase mi pierna por encima de las suyas, pero no por resistencia, más bien para dejarle claro, que le iba a caer una buena. Y sin mediar más palabra, empecé a azotarla con la mano. Estuve como un par de minutos sin parar y con ganas, necesitaba como desahogar un poco y calmarme, porqué en aquel momento estaba bastante molesto con el "descuido/travesura", la suerta para su culo, es que la gruesa tela tipo toalla del albornoz amortiguaba bastante y tras esa primera tanda intensa y desordenada, casi seguro que me picaba más a la mano a mi, que el culo a ella.
Paré jadeante, pero sólo para levantarle el albornoz y dejar su precioso pero travieso culo al aire.
-De esta te vas a acordar le dije.
Y ahí empezó a caerle una lluvia de palmadas ya directas sobre la piel desnuda, procurando no dejar ni un milímetro de piel de su culo sin cubrir, realmente me debí emplear bien porqué no me llevó mucho tiempo ponerle el culo como un tomate maduro y empecé a notar cierta incomodidad, además el sonido de las palmadas con toda la casa en silencio debía ser audible en todo el edificio. Entonces me detuve otra vez, no se porqué la cogí con fimeza da la cintura a la vez que quitaba mi pierna de encima de las suyas, ella llevó una de sus manos a una nalga para frotarse, pero se la quité.....
-Ni se te ocurra
-Pfffff te has pasado, me quema
-No debe quemar tanto, cuando estoy viendo el brillo entre las piernas que te baja hasta por los muslos.
Decirle esas cosas en ese momento sé que la perturba mucho, pero también es cierto, que los golpes de autoridad así repentinos, tienen la capacidad de provocar esas reacciones en su cuerpo. Entonces le di un par de palmadas fuertes, una en cada muslo y le dije..
-Levanta y ofréceme bien el cuelo sobre el brazo del sofá.
Resopló, pero un par de azotes más y se acabó el desafío. Me levanté, se colocó sobre el brazo del sofá, las manos dentro de lo cojines, eso lo había aprendido ya. Me quité el cinturón, lo doble, lo dejé un momento sobre su espalda, para volver a levatarle bien el albornoz, con los pies le separé un poco las piernas, quería ver también, el rojo brillante de su sexo en aumento a pesar del escozor de los azotes. Cogí el cinturón ya doblado y le dije.
-Ya te he dicho antes que de esta te vas a acordar, se va a acordar tu piel unos días y tu cabeza unos cuantos más, como dicen en Francia, lo que no entra por la cabeza, entra por el culo.
La situación del sofá me hacía tener que usar la técnica de mano cambiada, pero me gusta, es muy precisa usas la mano que seria natural para sujetar la punta doblaba del cinturón y golpeas como de revés, eso hace que el golpe sea muy preciso y como acompañado. Le di una veintena de azotes, seguidos sin hacer una sola pausa, al terminar me coloqué de nuevo el cinturón, antes de pasar un momento los dedos por su piel, marcada a franjas de cinturón, se notaba caliente y palpitante, le agarré con fuerza un muslo por la cara interna y estaba mojado...le separé un poco más las piernas y pasé un dedo desde el clítoris hasta el culo. Suspiró como pidiendo más, pero lo que hice fue cogerla del brazo levantarla y llevarla hasta el baño.
-¿No ibas a la ducha, cuando llegué?
Allí la dejé cerré la puerta y salí. Me fui a la cocina a fumarme un cigarrito y al terminar, me metí el el baño, a través de la mampara opaca la observaba enjabonarse y como se entretenía frotándose el culo. Cuando salió para secarse, yo estaba apoyado en el lavabo, en mi mano llevaba el cepillo del pelo cuadrado, me miró con cara de cachorrito abandonado.
-Sécate
Apenas la dejé secarse, cuando creí que era suficiente, la cogí de nuevo del brazo, la llevé frente al lavabo, le hice apoyar las manos sobre el, con mi pierna trabando las suyas por delante, haciendo que asi inclinara la espalda y su cara quedara frente al espejo y le dije.
-¿Cual es el número clave del cepillo?
-Cuarenta...
-Bien, veo que eso no se te olvida.
-Pues ya sabes cuarenta, veinte en cada cachete, contados y sin dejar de mirar al espejo.
Pase mi brazo alrededor de su cintura y empecé a usar el cepillo contra su piel roja, caliente y aun húmeda de haberse secado rápido, de vez en cuando miraba al espejo mientras seguía azotándola para ver las reacciones en su cara, tras cada azote. No fueron fuertes, pero si concentrados en la parte más sensible de las nalgas, hasta dibujar dos grandes círculos de color rojo oscuro, ahí donde se apoya al sentarse. Al terminar, la hice incorporarse, y quedarse con las manos sobre la cabeza mirando el espejo, totalmente desnuda. Colgué el cepillo en su sitio y la dejé un rato allí castigada frente al espejo sin poder frotarse el culo.
Regresé unos diez minutos más tarde, llevaba conmigo lubricante y el plug de acero. Yo mismo le quite las manos entrelazadas sobre la cabeza, le dije que se apoyase de nuevo en el lavabo, pero esta vez, inclinando del todo la espalda, cogí el lubricante, dejé caer un chorro entre la separación de las nalgas, con cuidado se las separé, pase el frio plug metálico haciéndolo rodar para que se impregnase bien de lubricante por el ano y una vez bien lubricado lo apunté, le dije que mirase al espejo y empecé a presionar mientras miraba su expresión mientras iba entrando, con cierto alivio cuando por fin entró del todo.
Entonces le dije que terminase de secarse y que la esperaba en el salón. Que no hacía falta que se vistiera. Subí un poco la calefacción y la esperé sentado en el sofá con el aceite, cuando apareció, la hice ponerse de nuevo en mis rodillas, su culo necesitaba de alivio y me puse a ello con un suave masaje en las nalgas magulladas del castigo.
-Mañana te vas a ir andando a trabajar, ya que tendré que coger tu coche, estoy seguro que no te vas a olvidar de hacer la gestión esta vez....
Mis dedos empezaron entonces a jugar entre sus piernas, que otra vez parecía una fuente....
Continuará.....
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