viernes, 11 de octubre de 2019

Identidad







Os voy a compartir un trozo de texto del libro "Love with Shakespeare" de Jillian Keenan. Ya he hablado en alguna ocasión de Keenan. Keenan es una periodista freelance, que entre otros medios ha escrito par el New York Times o la reviste Time. En 2014 el dominical del New York Times publicó un artículo suyo donde se declaraba abiertamente como "spankee", con lo que eso representa en estos tiempos que una mujer joven y autosuficiente declare en abierto y en uno de los medios con mayor difusión mundial que le gusta que la azoten. A posteriori escribió un libro, el que cito, que no ha tenido traducción al español, en el que a través de ligar su fetiche con la obra de Shakespeare, hace una introspección autobiográfica en su identidad sexual. Os dejo el texto y luego hago un pequeño comentario


"Cuando me mudé a Omán ya había reconocido mi fetiche como el centro de mi sexualidad.

Me identifico como masoquista, bottom y en casos raros también sumisa, según el contexto. Por lo que las tres palabras aparecen, pero siempre en diferentes momentos. Pero eso no debería significar que esos términos son intercambiables porque no lo son. Los masoquistas no son necesariamente sumisos y los sumisos no son necesariamente masoquistas. Al igual que el termino "vainilla" que se aplica a quienes viven una sexualidad convencional no quiere decir que sean personas aburridas y conservadoras, como el hecho de ser perverso te hace necesariamente aventurero e interesante. De hecho mucha gente "vainilla" explora las perversiones como complemento a su sexualidad, la diferencia es que los fetichistas hacemos de nuestro fetiche la base de nuestra sexualidad, es nuestra primera necesidad a cubrir, no un simple condimento para darle un toque picante a nuestra vida sexual.

Yo creo que la diferencia es que la perversión puede elegirse, probarse y descartarse, mientras que el fetiche, no lo eliges, se impone el deseo de probarlo y ni las malas experiencias te hacen descartarlo, puede desaparecer por un tiempo, pero vuelve a surgir con más fuerzas si lo ocultas.

A menudo me he preguntado el porque de este fetiche tan poderoso en mi, que experiencias vividas lo han podido causar. Me considero feminista y pacifista ¿Como podía fantasear con escenas de disciplina doméstica que internalizaban el patriarcado y lo erotizaban? Todo eso chocaba de frente con mi compromiso con el pacifismo, los derechos de las mujeres, la igualdad de género y la no violencia y había en mi un inframundo oscuro y aterredor en forma de fetiche erótico. Me he llegado a odiar por mi hipocresía.

Llegué a crear que no sabía amar, que ese era el problema y que el día que encontrara una relación "sana" y amorosa me curaría....y allí estaba  en medio de la noche en el desierto omaní, rota, asqueada y sola.

Allí recordé el personaje de Helena y entendí por primera en mi vida algo, yo amaba aquel personaje de Shakespeare y aquello que amas es algo más que un amigo. A través de ellos podemos transmitir nuestras, podemos transmitir nuestras ansiedades, preguntas, miedos e inseguridades a una fuente externa de fortaleza y confrontar lo que es interno con lo que es externo."

Como habréis comprobado en el texto de Keenan, hay como una constante contradicción entre su deseo y la corriente cultural predominante. Keenan habla de vergüenza por tener un gusto, incluso de hipocresía, creo que esto a mucha gente le puede resultar familiar, sea cual sea su rol en el juego.

Luego también me parece muy destacable, esa búsqueda de la identidad o más bien del sentido a esa identidad sexual. Me parece interesante esa definición de tres palabras que da:

-Masoquista
-Bottom (este es un término del inglés de difícil traducción, realmente significa "fondo", pero se aplica también a culo a nivel coloquial, yo si tuviera que traducir en el contexto del texto de Keenan lo traduciría como : "el que está abajo" osea la parte del juego que cede el control
-Sumisa (aunque específica que en casos raros)

Dice algo para mi muy importante también, que estas tres definiciones nunca aparecen juntas y siempre según el contexto (osea el juego). Vamos que durante un juego hay momentos en los que es masoquistas, momentos en los que cede el control y alguna vez incluso se somete, pero nunca todo a la vez. Yo creo que algo de razón lleva, ceder el control no es sumisión, para mi sumisión sería ceder el poder y no es el caso, puede que en algún momento muy concreto, en algún juego muy concreto, hayan momentos de sumisión, pero no es lo habitual en el spanking, he explicado muchas veces que la spankee es parte activa del juego y que de su comportamiento durante es crucial para modificar el juego.

Y para terminar algo que me gusta mucho también, ella describe el juego no como perversión, sino como fetiche y estoy totalmente de acuerdo en que la perversión es elegible, por lo tanto también descartable y que incluso dentro de los juegos podemos incluir o eliminar perversiones sin embargo, el fetiche, la parte central del juego tienes dos factores comunes a todos.

-No lo hemos elegido, osea no hemos elegido la fantasía, lo que elegimos es si llevarla a cabo o no.
-Un juego puede incluir  muchas cosas, pero el fetiche osea los azotes, son algo indispensable en el juego, no hay juego sin azotes.

¿Que os parece?

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