domingo, 13 de octubre de 2019

El primero de la temporada.






Me extrañó muchísimo no saber nada de ella en todo el día, ni un mensaje así que nada más llegar a casa la llamé. Me descolgó el teléfono y enseguida noté algo.

-¿Que te pasa?
-Pufff que tengo un febrada....
-¿Y eso?
-No se supongo que gripe.
-Joder y cuando has empezado
-Esta noche, pero esta mañana no he podido ni ir a trabajar.

Eso me puso en sobre alerta, que ella no fuera a trabajar era señal que tenía fiebre alta.

-¿A cuanto estás?
-Hace un rato a 38,8
-¿Has tomado algo?
-Si pesado, pero me duele la cabeza y me voy a ir a la cama
-Vale, pero acércate al médico mañana
-Bueno ya veré, según me levante
-Mira que eres tozuda
-Pufff no estoy para broncas ahora
-No es una bronca, si fuera al revés ¿que dirías?
-Que asi que iré pesado, buenas noches.
-Buenas noches y dime algo mañana
-Siiiiii

Yo sabía de su cabezonería y que vamos que a poco que le bajara la fiebre se iría a trabajar y así fue al día siguiente la llamé por la mañana y me dijo que había pasado mejor noche y había ido a trabajar, con lo que me quedé tranquilo a medias, porque eso significaba que podía tener perfectamente fiebre pero menos. Otra vez no supe nada de ella hasta la noche en que al volví a llamar. Esta vez hacia voz de sueño.

-Pufff me acabo de levantar, ¿que tal?
-Bien y tu? en casa te ha dado el bajón no?
-No, pero no te enfades
-Miedo me das cuenta pero ya
-.....bueno me dio un subida en el trabajo y me llevaron al médico
-¿Y?
-Bronquitis....
-Joder tia que puedes pillar una neumonía
-No me regañes, que ya bastante tengo
-¿Que te ha recetado?
-Antibiótico 6 días y si tengo fiebre lo típico vamos
-Bueno y la baja
-No, no se le he pedido de momento
-Pues deberías
-Ya me conoces...
-En fin si, demasiado
-Joder no te enfades encima no tengo culpa de estar enferma
-Bueno ya hablaremos ahora a recuperarse

Ya cambiamos de tema y seguimos hablando un rato, durante un par de días estuvo bastante fastidiada, pero al tercero ya mejoró bastante y fue a trabajar y unos días más tarde me fui a verla el fin de semana.

Al llegar ya me esperaba, en pijama, se le notaba en la cara que había pasado unos dias malos.

-¿Como estás?
-Bien, ya puedo darte por saco como de costumbre jajajajaj.
-Bueno eso hasta estando mala, pero si ya veo que mejor tozuda.
-Puffff no empieces, además no me gusta que me trates como a una niña, ya se cuidar de mi.
-Mira no pensaba sacar el tema, pero ya que lo has sacado, señorita adulta, te dije no vayas a trabajar y tu dura ¿y que pasó?
-Bueno vale no me apetece discutir.
-Pues has sido tu la que has sacado el tema y ahora me vas a escuchar
-No paso de chapas, bastante he tenido ya con estos días, además hoy acabo el antibiótico
-Que te apetezca o no a mi me es indiferente y ahora por lista me vas a escuchar.
-Si me vas a soltar el rollo de la responsabilidad y demás, ya te lo puedes ahorrar, paso de escucharte.
-¿Que has dicho?

Ahí por mi tono de voz debió notar que me estaba poniendo serio de verdad y no llevaba esa intención pero me molestó digamos que la chulería o el desafio y más sin razón.

-Lo que has oído.

Me levanté como un rayo sin decir nada la cogí de la oreja (algo que sabía le daba mucha rabia).

-¿Encima te me vas a poner chula?, pues ya verás que rapidito te bajo los humos.

Cogida de la oreja la puse en el rincón y allí la solté y le dije

-Tienes calentita la oreja, a ver si vas a tener fiebre, quédate aquí y no te muevas y las manitas encima de la cabeza.

Resopló pero lo hizo, si me buscaba me había encontrado, no tardé mucho en llamarla el tiempo de ir a buscar el termómetro y sentarme en el sofá.

-Ven aquí

Se dio la vuelta y salió del rincón sin con un gesto le indiqué mis rodillas. Pero vio el estuche del termómetro y me dijo.

-Hace días que no tengo fiebre, eso es del todo innecesario.
-No te lo voy a decir dos veces y ya te digo que mi reloj de la paciencia está en zona roja

Resopló y le dije.

-Por lista, bájate el pantalón del pijama lo quiero ver en los tobillos

Se volvió a quejar, pero un cachete en el muslo hace milagros y al final el pantalón del pijama terminó enrollado en los tobillos, en ese momento y en esa situación de pie desnuda de cintura para abajo frente a mi aproveché y le pasé un dedo entre los labios. Al terminar de pasarlo se lo mostré mojado y le dije.

-En las rodillas ya.

Aquel simple gesto hizo que de golpe fuera obediente, rechistando un poco pero se tumbó en mis rodillas, yo abrí el estuche del termómetro era de aquellos antiguos de cristal y mercurio, lo agité para que bajase el mercurio, le separé las nalgas y se le metí, al tocar el frío cristal con el ano, se contrajo pero terminó la mitad dentro, entre alguna queja sobre lo innecesario de aquello, hasta que la mandé callar. Esperé pacientemente los dos minutos, se lo quité y lo miré, que no tenía fiebre estaba claro, pero aquello iba por otro sentido.

-Vete al rincón otra vez, que con el pantalón por los tobillos, no creo que estés igual de altiva que hace un rato.

Como tardó en levantarse, le cayó un buen y sonoro azote, tras el cual se levantó y marchó obediente a su rincón de pensar. El rincón era un recurso que conocía de sobra, lo usaba a veces antes del castigo, siempre después y a veces también durante incluso varias veces, era una forma de alargar la espera, de hacerle subir la adrenalina, pero también de ese momento de soledad y de gestionar emociones tan necesario a veces. Aquel día iba a pasar rato en el rincón, porque me había retado y quería bajarle los humos. La tuve algo más de lo  habitual incluso la escuché suspirar varias veces hasta que la llamé. Vino arrastrando lo pies y todo sea dicho con muchos menos humos ya. Cuando le indiqué que volviera a mi rodillas ya lo hizo resignada sin apenas protestar, algún ligero sonidito de desaprovación pero no más.

En mis rodillas la coloqué bien, ese ritual de cogerla de la cintura y moverla ligeramente para poner su precioso culo bien a tiro, me encanta. Cuando lo hice empecé a azotarla con la mano, suelo hacerlo en silencio pero aquel día a la vez que le azotaba le recordaba el motivo de porque estaba ahí, le di una charla sobre la responsabilidad y cuidarse y otra sobre desafiar, la chulería y sus consecuencias, sin darme cuenta cuando acabé con las charlitas tenía el culo ya como un tomate de la zurra continua con la mano  y decidí parar. La hice levantarse e ir a buscar el felpudo de los castigos, era un felpudo de fibra áspera que usaba a veces para hacerla sentarse sobre el por ejemplo para copiar con el culo desnudo y recién azotado, cuando me lo trajó lo puse en el rincón y le dije.

-De rodillas y sigue pensando.

Se arrodilló sobre el felpudo, manos encima de la cabeza y yo fui a preparar  unas cosas mientras, todo un kit de castigo, que incluía, el cinturón "especial", un tallo de jengibre pelado y algo que dejé en el baño. Con todo preparado la llamé, me levanté, vino hacía mi con los pantalones en los tobillos, le dije que se tumbase sobre el brazo del sofá y le dije.

-Ahora voy a usar el cinturón para bajarte los humos y tu misma me  dirás cuando los tengas bajos, pidiéndome que te ponga el jengibre ¿está claro?
-¿Como?
-Que cuando quieras que paré con el cinturón me pedirás el jengibre.

Ya no dije nada más doblé el cinturón, lo posé sobre su culo desnudo y empecé a darle con el, los azotes iban cayendo sobre su culo desnudo además de arriba a abajo en esa posición en el sofá, la primera docena los aguantó bien. entonces empecé con una segunda con más alegría osea aplicando más fuerza en cada azote, alguna tímida queja y al terminar la segunda docena, su piel estaba ya bastante perjudicada, entonces le pregunté.

-¿Tienes algo que decir?
-No..
-Bien pues sigamos

E inicié una segunda tanda, más fuertes y rápidos enseguida empezó a moverse y a quejarse ahora si sin dudas, paré tras la tercera docena, ella respiraba agitadamente, esperé que se relajase un poco, el culo debía arderle y entonces le pregunté.

-¿Quieres decirme algo o sigo?

Se hizo un silencio expectante y tenso, esperé un poco pero como seguía el silencio, cogí el cinturón, al escucharlo dijo

-Espera, espera...
-Si dime...
-Puedes ponerme el jengibre.....por favor.

Dejé el cinturón.

-Vete preparando. Fui a hasta la mesa y cogí el cuenco donde estaba el tallo de jengibre pelado y con forma de plug, me fui hacía ella que se agarraba las dos nalgas con las manos y las separaba. Cogí el tallo con dos dedos, lo froté en circulitos un poco alrededor del ano y despacio lo metí hasta el tope, sin pelar. Al principio no dijo nada, pero un minutos después más o menos empezó a hacer efecto y ahí le dije.

-Otra vez tu decides, cuando quieras que te quite el jengibre, me pides que te tome la temperatura de nuevo.

Aguantó unos cinco minutos, yo estaba apoyado en la mesa viendo la escena, sobre todo concentrado en toda la gama de colores del culo, desde el rosado de la parte más alta, hasta el rojo vino de la parte más baja y alli donde más habían los extremos del cinturón. Entonces escuché con una voz tímida

-Por favor  me puedes tomar temperatura.
-Si, pero vas a ser obediente?
-Si prometido.

Me acerqué, le quite el plug de jengibre, la ayudé a levantarse, me senté sobre el sofá le indiqué mis rodillas de nuevo y repetí el ritual del termómetro, lo saqué de la caja, lo agité y se lo metí de nuevo en el culito, el frío cristal le debió aliviar algo el escozor del jengibre porque suspiró al meterlo. Pasaron los dos minutos de rigor se lo quité, no tenía fiebre, lo guardé, la hice levantarse y esperarme de pie en el centro del salón con las manos sobre la cabeza y el pantalón en los tobillos, mientras fui al baño, allí tenía un plug de cristal reactivo, si lo mojas con agua caliente coge temperatura, si lo haces con agua fría se enfría. Lo tuve un rato bajo el agua fría y con el me fui al salón, ella me esperaba allí de pie, me senté y de nuevo la mandé ponerse en mis rodillas, le pedí que ella misma volviera a colaborar separando las nalgas y le metí el plug fresquito y calmante en el culo, cuando estuvo dentro, le hice levantar de nuevo, cogí una de las sillas de la mesa, la puse en el rincón puse el felpudo encima y la hice sentarse sobre el con el culo castigado y el plug dentro, mientras preparaba la cena.

Cuando tuve la cena en el horno fui a buscarla, ya con las cremas, la puse sobre mis rodillas otra vez, y estuva acariciándola y dándole crema hasta que saltó la alarma del horno, de nuevo al rincón pero esta vez de pie mientras ponía la mesa y servia la cena, nos sentamos a cenar ella siempre con el pantalón en los tobillos, el culo castigado desnudo y el plug. Cenamos y al terminar a la cama, más crema y masaje, la toqué estaba inundada, pero le recordé que aquello era un castigo y que aquella noche no habría placer, me pidió que le quitase el plug y le dije que no, que hoy dormiría con el plug puesto y así fue.

Continuará....



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