jueves, 1 de agosto de 2019

Lo importante es el contexto.





Esta entrada bien podría ser una continuación de la anterior: "el dolor a través de ellas", puesto que voy a insistir con el tema de dolor, si bien vamos a tratarlo desde un punto de vista más neutral y entendible para todos.

Yo creo que hay quien aun teniendo asumido el gusto, ya sin hablar de gente ajena a los juegos, que alguna vez se ha preguntado ¿Como puede gustarme que me azoten? Voy a intentar responder a esta pregunta, la respuesta rápida sería: por tu forma de sentir ese dolor, por eso te gusta.

La linea que separa dolor y placer es muy estrecha porque van íntimamente ligados, la piel dispone de receptores nerviosos de presión y temperatura y dependiendo de como esos receptores interpretan la presión y la temperatura el placer puede ser dolor y viceversa. Una caricia es presión en un determinado grado y es placentera esa presión hasta que traspasa un umbral y entonces la misma sensación de presión se convierte en dolor. Lo que pasa es que ese umbral es muy variable y está sujeto a múltiples condicionantes y voy a poner un ejemplo que creo que casi todo el mundo conoce: un masaje.

Un masaje es placentero, uno puedo imaginar el tacto suave, que le soben, aceites y demás, pero ¿cual es la parte más placentera de un masaje? no cabe duda que es en el momento en el cual el masajista encuentra aquellos puntos rígidos en nuestra musculatura, incide sobre ellos, los amasa y los destensa ¿duele? mucho, pero nadie me negará que es un dolor placentero que alivia ¿o  no?.

Ese tipo de dolor "placentero" lo llevamos acabo mucho más de los que no parece. Los masajes, comer picante, ver una película de terror, subirse en una montaña rusa, tirarse en paracaídas, hacer deporte, son actividades dolorosas, ya sea fisicamente o emocionalmente, pasar miedo es doloroso. Incluso en el sexo, hay prácticas o momentos durante el sexo donde nos provocamos cierto grado de dolor y sin embargo nadie se queja ¿Que es lo que hace que a nadie le de placer que le den un pisotón y en cambio otras cosas que también son dolorosas nos den tanto placer?.

Podríamos escudarnos en la explicación científica y las míticas endorfinas, correr 10 kilómetros es sufrido y hay algo que se conoce como la euforia del corredor, que es una sensación de euforia placentera tras haber cumplido el objetivo, pero si solo nos basamos en las endorfinas ir al dentista también las provoca y nadie tiene euforia post dentista. ¿Cual es la diferencia entonces?

El contexto, eso es lo que lo cambia todo, si tienes la espalda tensa y vas a un masajista sabes que te va a doler pero te vas a sentir bien, si un desconocido te da un golpe en la espalda te va a doler y encima te vas a asustar. El sentimiento real de dolor puede ser muy similar, pero uno es placentero porque se entiende, se espera y es seguro, en cambio el otro es desagradable porque nos remite a un peligro intenso.

Nuestra psique utiliza varios elementos para discriminar un dolor "bueno" de uno malo. Uno de ellos es la anticipación, si te gusta el wasabi sabes que te va a picar, así que puedes disfrutar de la sensación del picante sin alarmarte, si mordieras una manzana y esta picase como el "wasabi" fijo que todos la escupíamos en acto reflejo. Anticipación sabemos que el wasabi pica y la manzana no, la sensación es la misma, pero la interpretación no. Lo mismo pasa con el masaje si vas al masajista ya sabes a lo que vas, te tumbas en la camilla y te relajas si vas al frutero de la esquina y de repente te pone las manos sobre los hombros todos nos sentiríamos incómodos y tensos.

Con lo cual nos vamos a el otro factor clave de discriminación del dolor, el control y la confianza.

Cuando vas al masajista confías en el, te tumbas te relajas y le dejas hacer, por decirlo de alguna manera esa confianza hace que le cedas el control, realmente no controlas el masaje en si (cesión temporal de control) pero si controlas la experiencia, confías en que el masajista no te va a dañar, aunque te cause dolor y sabes que en un momento determinado si la experiencia te supera la puedes parar. Y está claro que si tienes una mala experiencia al respecto, pierdes la confianza y cambiarás de masajista.

Lo del masaje me parece una magnífica metáfora muy entendible para todo el mundo de los juegos. El masajista es el spanker y el masajeado es la spankee. Entre ellos se establece una relación de confianza que lleva a la parte spankee a ceder el control a la parte spanker, con la confianza de que no la va a dañar, aunque la experiencia sea dolorosa y todo ello se produce dentro de un contexto de anticipación con un toque de incertidumbre que es también un poderoso estimulante. La parte spankee puede intuir que va a terminar con el culo rojo, caliente y dolorido, pero sin llegar a saber del todo como  y cuando. Previsible si, pero hasta cierto punto, y ahí es muy importante la capacidad del spanker para que sin traspasar la linea de la confianza, pueda ir  improvisando pequeñas novedades y variantes que no hagan del juego una previsión exacta.

Esta es la explicación de porque a algunas personas nos gusta esto, lo que determina estar a un lado u otro ya son otro tipo de necesidades, la cesión de control implica además de confianza necesidad de escapar de la responsabilidad momentáneamente y el deseo de tenerlo implica una necesidad de cuidar, pero eso ya será para otro post.

De momento en este nos quedamos con esto, la misma sensación física se puede  interpretar de forma muy distinta, en base al contexto, la anticipación, la confianza en la otra persona y el control que se tiene sobre la experiencia, hasta el punto de tener el control de cederlo.

Así imaginad si el contexto es tan importante, lo que puede serlo cuando gran parte del juego es precisamente eso construir un contexto para llevarlo a cabo.

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