domingo, 4 de agosto de 2019

Descalza.





Estábamos inmersos en plena ola de calor y donde mejor se está cuando cae el sol es en la calle, como aquel día llegaba tarde, le propuse quedar directamente en una terraza que hay en una plaza, cenar cualquier cosa allí al fresco aliviador de la noche, que seguía siendo calurosa, pero no es lo mismo cuando el sol ya se ha escondido.

Quedamos en eso y en vez de ir a su casa me fui directamente para el lugar, cuando llegué ella ya estaba sentada en una mesa, me había dicho había bajado andando. Al llegar se levantó me dio un beso y nos sentamos, iba muy informal ella, una camiseta de tirante y unos vaqueros cortos blancos, no exageradamente cortos, pero si bastante. Me senté suspirando.

-¿Cansado?
-Un poco esta calor me mata
-Es que hoy ha sido horrible

Pedimos algo de picar y  unas cañas, lo cierto que es que estar al aire libre al principio refrescaba un poco, pero a la que llevabas un rato, tampoco era tanto el alivio, noche calurosa por delante. El calor a mi personalmente me produce un efecto psíquico a tener en cuenta: me irrita y cosas que un día normal no le daría importancia o incluso me reiría con ellas, cuando hace mucho calor me ponen de una mas mala hostia que un guardia civil de los antes de tricornio y bigote. Pero aquella noche estaba relajado extrañamente relajado, hasta que algo encendió la chispa, se levantó un momento a pedir dentro y noté una especie de cojera, además me extraño y mucho que llevase deportivas y no sandalias, con volvió le pregunté.

-Vas coja que te pasa?
-Ahhh nada una tontería

Su digamos que actitud evasiva me hizo sospechar.

-¿Algo te pasará que vas coja no?
-Joder!!!! me hice una herida de nada cansino!!!

Ahí le lancé una mirada de esas que dicen sin decir, seguida de un:

-No levantes la voz y menos en público.
-Valeeeee, lo siento, pero es que a veces te pones muy pesado.
-¿Y como te lo hiciste?

Imagino que pregunta no esperada, de haberlo sido buscar una excusa hubiera sido fácil, pero un instante de silencio es igual a duda, estoy pensando, que me invento y entonces fui yo quien habló antes.

-Ibas descalza por casa seguro
-Puffff siiiii ya sabes que me gusta ir descalza en verano
-Ya, y tu ya sabes que a mi no me gusta, que es peligroso, que te diste con la pata de la mesa o una silla ¿verdad?
-Jajajajaaj que va, fue con una percha de la manera más tonta.
¿Con una percha?
-Si fui a recoger ropa que tenía tirada en la habitación y no vi una percha.
-Vale, vale

Ahí cambié de tema, aun estuvimos un rato en la terracita, pero mi cabeza ya iba maquinando, le había dicho mil veces que no me gustaba que fuera descalza, en aquel momento el reloj de la plaza tocaba las campanadas de medianoche tropical y le dije.

-¿Nos vamos?
-Vale

Pagamos la cuenta y fuimos dando un pequeño paseo hasta mi coche. Cuando nos montamos antes de arrancar puse mi mano en su muslo desnudo tenia la piel un poco húmeda del calor y empecé a hacer círculos sobre ella con el pulgar y entonces le dije.

-Prepárate porque cuando lleguemos a casa vas a saber lo que es bueno.

No dije nada más esperé un momento antes de darle a la llave, por si decía algo, pero no dijo nada, yo creo que entre sorprendida y excitada. Arranqué y empecé a callejear, con las ventanillas abiertas en silencio los dos, ella miraba hacia fuera a través de la ventanilla, sin decir nada y le dije.

-¿En que piensas?
-No, en nada
-Pues deberías pensar -le dije en tono firme-

Por su actitud creo que la había pillado desprevenida y que mi actitud firme lo que provocaba en ella no era precisamente culpa, sino más bien algo que se manifestaba entre sus piernas y que retenía su natural tendencia a la rebeldía.

Aparqué al lado de su casa, cuando paré el motor la cogí de la mano, la miré, sonreí, me sonrió tímidamente y entonces apreté con fuerza su mano y le dije.

-Me apetece fumarme un cigarrito en la calle, tu ve subiendo que ahora voy, eso si cuando suba te quiero descalza y en el rincón, ya sabes cual.....ahhhh y deja la puerta abierta.

Un momento de tensión, pensé que saltaría, que saldría la rebeldía, pero solo salió un resoplido antes de bajarse del coche, la seguí con la vista hasta verla entrar en el edificio, entonces me bajé yo y me encendí el cigarrillo. Hacía un bochorno insoportable y era ya más de media noche, mientras fumaba iba maquinando, el tema de ir descalza por casa, nos había costado más de una discusión de aquellas tontas pero hasta ahora nunca había intervenido, era el momento de dar un golpe en la mesa, distraído en mis pensamientos debió pasar un cuarto de hora cuando entré en el edificio, con mis llaves abrí la dos puertas la de la entrada y la de la escalera, subí las escaleras en vez de coger el ascensor, no se si desde el rincón se debían escuchar mis pasos subiendo, la instrucción era muy clara la puerta abierta y así la encontré, lo que si debió escuchar es como la cerraba y entonces si mis pasos acercándose al salón, al entrar respiré hondo, allí estaba descalza, con el short vaquero blanco, la camiseta y las manos encima de la cabeza esperando, ella también suspiró como aliviada, aunque yo sabía que habría calculado mentalmente lo que tardaría en subir antes de ponerse, por eso en parte alargué algo más. No dije nada, me senté, la miré un instante y entonces si le dije.

-Ven

Bajó las manos, las agitó lo que quería decir que si llevaba un rato ahí y se acercó a mi. Yo estaba en modo spanker total, con la mirada clavada en ella. Cuando estuvo a mi altura, le dije .

-A ver ese pie -indicándolo que lo pusiera encima del sofá entre mis piernas-

Al ponerlo con la mano izquierda le sujeté con fuerza el tobillo, tenía una herida de unos 6 o 7 centímetros superficial, entonces con el dedo toqué uno de los bordes de la herida, se quejó, la sujeté con más fuerza del tobillo.

-No hace falta que lo explique, todo este rojo alrededor de la herida es principio de infección, además es una zona delicada, distal y propensa a las infecciones.

Le bajé el pie y le dije:

-Ve a por el botiquín.
-Pufff de verdad no es necesario, ya lo hago yo, me estás haciendo sentir una niña.
-Lo tengo que repetir?
-Pufff Santi hace mucho calor, ahora no me apetece.

Me levanté de golpe, la cogí del brazo de debajo de la axila  con fuerza, le di la vuelta y asi sujeta y de pie, le di una docena de azotes en el culo.

-VE-A-BUS-CAR-EL-BO-TI-QUÍN. ¿está claro?.

Con la mirada baja y frotándose el culo, se dio la vuelta y fue hasta el baño de vuelta trajo la bolsa de curas. A regañadientes puso otra vez el pie entre mis piernas y procedí a desinfectar la herida, en un momento dado protestó.

-Auuu pica!!!!!!!!

Me reí, lo que te va a picar va a ser otra cosa cuando termine.

Y terminé.

-Lo mejor es dejarla al aire, bueno ya lo sabes, toma -le dije dándole el estuche botiquín- ve a guardarlo y ven.

De vuelta se acercó como con precaución yo seguía sentado en el sofá, esperé a tener la tiro y entonces la cogí de la cintura del short vaquero y la acerqué de un tirón y empecé a desabrochárselo. Mientras le decía:

-Te he dicho mil veces que acabarías por hacerte daño por la manía de andar descalza, pues se acabó.

En ese momento desabrochaba el último botón y empezaba a tirar hacía abajo del short, cuando superó las caderas, la gravedad hizo el resto para terminar en sus tobillos, entonces hice lo  mismo con el tanga que llevaba debajo solo que este no lo deslicé hasta los tobillos, lo dejé a medio muslo. La miré y le dije.

-¿Tengo que ponerte yo? -en ese momento me di un par de palmadas en mi regazo

-Joder Santi no es para tanto es solo una pequeña herida, cualquiera diría.

Ni la contesté la cogí del brazo y de un enérgico tirón la hice caer en mi regazo.

Ahí hizo un intento de librarse.

-Vale, vale tienes razón, ya me pondré algo para estar por casa. Lo siento.
-No te quepa duda que te lo vas a poner, y sentirlo lo vas a empezar a sentir ahora.

No le dije nada más mi mano derecha empezó a golpear sus nalgas desnudas no tan frías como otras veces hacia calor mucho calor, los primeros azotes se movió algo, e hizo algún tímido intento de resistencia, pero solo consiguió que aplicara más energía en ellos y en determinado momento se rindió, pero yo seguí con una larga zurra a mano sobre mis rodillas, enseguida empecé a sudar, entre el esfuerzo inicial por sujetarla y los incesantes azotes, no si el calor, si que era algo que habíamos hablado muchas veces y siempre había acabado por transigir yo, lo cierto es que me apliqué con ganas, paré de puro agotamiento sudoroso y jadeante, me quedé recuperando un instante, viendo su culo rojo como un tomate maduro, debía arderle, así que cuando recuperé un poco el aliento, me dio por soplarle la piel como queriéndola refrescar, después empecé a acariciarle las nalgas, calientes muy calientes, por su espalda algunas gotas de sudor, el ambiente me llevo a buscar con mis dedos entre sus piernas, pasé el índice por sus labios desde atrás tumbada en mis rodillas, era como una fuente empapada, tras pasarlo varías veces se lo metí primero el índice y después también el corazón y empecé a jugar con mis dedos a meterlos y sacarlos, ella empezó a mover las caderas y a gemir, entonces me dí cuenta, le estaba dando un premio y paré de golpe.

-Que haces? sigue por favor
-No estoy jugando.
-Eres un cortarollos joder.
-¿Que has dicho?
-Nada lo siento
-Levanta ahora mismo!!!!!!

Lo hizo medio obligada, nada más hacerlo me levanté, la cogí de la oreja y la llevé de nuevo al rincón.

-Lo que me faltaba encima !!!!! aquí quietecita así te enfrías.

Alli la dejé, me volví a sentar y la estuve mirando un rato, entonces cogí el móvil y le hice unas cuantas fotos allí en el rincón con el culo rojo, directas al álbum de castigos. Hecho el reportaje me fui del salón y volví con un cepillo en la mano, me senté y la llamé  mientras me daba golpecitos con el en la palma de la otra mano.

-Como veo que tu comportamiento necesita de más dosis y a mi me duele la mano ya, voy a usar esto, a ver cuanto le dura el aguante a tu culo.

Le indiqué de nuevo mis rodillas, decidió no jugársela más y obediente se colocó, antes de coger el cepillo pasé de nuevo mis dedos por su sexo y le dije.

-Vaya pensé que te  habrías enfriado pero parece que a la nena le gusta estar con el culo rojo y se moja aun más en el rincón, pues nada habrá que ponerlo más rojo aun.

Cogí el cepillo y empecé a azotarla con el, azotes secos alternando cachete y cachete, no se porque pero aquel día estaba muy excitado, la calor igual, el saberla tan cachonda, pero la erección bajo mis finos pantalones la debía notar, pero aquello era un castigo, así que esa propia excitación me llevó a aplicarme más a centrar todos los azotes en la parte baja del culo y la alta de los muslos, hasta que llegó un momento que empezó a moverse de nuevo, pero esta vez ya de incomodidad a cada azote, paré hice una pausa, quería darle  una última tanda antes de acabar, pero si seguía llegaría al límite en nada si seguía así que paré, durante unos segundos no hice nada, la dejé que sintiera el escozor de los azotes en su piel, luego le di la vuelta al cepillo y empecé a pasarlo muy suavemente solo rozando su piel  con las púas redondeadas del cepillo, mientras con la mano izquierda le acariciaba los hombros, el cuello, estaba empapada en sudor, seguí un rato así hasta que su respiración se fue relajando, cuando ya estuvo relajada del todo giré de nuevo el cepillo apuntando por la parte plana y una veintena rápida de azotes golpearon la "zona dulce" de su culo, esa parte que apoyamos al sentarnos, donde la piel es más fina y sensible, ella se agarró con fuerza al cojín hasta que volví a parar y suspiró. La dejé un rato sin ningún otro estímulo que el calor de los azotes. Cuando de nuevo empezó a relajarse, empecé a pasarle mis dedos por todas las nalgas, en especial por los puntos más "calientes" e irremisiblemente volví a hacer una incursión entre sus piernas, pasé mis dedos entre sus labios, nada había cambiado seguía igual de cachonda pesé a tener el culo ardiendo.

Jugué un rato con mis dedos, en su sexo, estimulando, pellizcando suavemente, metiéndole mis dedos y entonces fue cuando se me ocurrió usar el mango del cepillo para masturbarla en mis rodillas, cogí el cepillo del extremo, pasé varias veces el mango entre sus labios y finalmente se lo metí, el mismo con el que acababa de azotarla ahora me servía de improvisado juguete de placer, empecé a meterlo y sacarlo despacio y poco a poco subiendo el ritmo, en un determinado momento ella también empezó a moverse frontándose contra mis piernas, contra mi polla sin dejar de meterle y sacarle el mango me acerqué a su oído y le dije.

-Si te vas a correr pide permiso...

Dijo algo que no entendí entre jadeos y gemidos y se corrió sin haber pedido permiso....no dije nada espere que recuperase el aliento, mientras yo paulatinamente bajaba el ritmo de la penetración del improvisado juguete, hasta parar y quitarlo, metí la mano por dentro de la camiseta estaba empapada en sudor.

-Te has corrido sin permiso señorita?

No dijo nada, seguía moviéndose despacio. Entonces la levanté de golpe, la cogí de la mano la llevé contra el brazo del sofá e hice que su tumbase sobre el.

-Me costará, pero me harás caso y tanto que me harás caso.

Tumbada sobre el brazo del sofá, con el culo bien expuesto, rojo y marcado, me desabroché el cinturón, lo dejé sobre su culo. La miré un momento, tenia el culo que iba a estar un par de días sin poder ir a la piscina seguro, dejé caer mis pantalones, me bajé los bóxer y en vez de coger el cinturón lo que hice fue llevar mi polla a su sexo, pasarla un par de veces entre sus labios y de una embestida metérsela hasta el fondo, y allí en el brazo del sofá sudorosa y con el culo rojo me lo follé hasta correrme.

Al terminar, dos fuimos a la ducha los dos necesitabas refrescarnos, al salir a la cama desnudos, la hice tumbarse boca abajo para ponerle crema y mientras se la ponía le dije.

-Mañana volveré a curarte la herida y cuando terminé tocara la dosis de recuerdo en mis rodillas y así hasta que la herida cicatrice....

No dijo nada, al revés sonría mientras mi mano le extendía crema por todo el culo.

Continuará....




1 comentario:

  1. A mí también me gusta andar descalza, así que la comprendo a la hora de no querer ponerse nada. Y el castigo es un tira y afloja. ����.

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