martes, 21 de mayo de 2019

¿Miedo a las consecuencias? (Por A).





No se si es una impresión por mi parte, igual estoy equivocada, pero vamos a mi me lo parece que mis posts, son los menos serio del blog. La culpa es del jefe que cuando me animó/motivó a escribir, ante mis dudas, me dijo. "Escribe como eres tú" y le he hecho caso literalmente al consejo, que dicen  las malas lenguas que tiene la mano suelta...


Es una obviedad, que si nos preguntan a nosotros sobre las ventajas del spanking, todo van a ser cosas buenas, sino de que íbamos a meternos en estos líos. Por lo tanto por bien que hable de el, no os voy a vender nada, porque si estáis aquí ya lo habéis comprado o al menos tenéis curiosidad por ello. Pero hoy os voy a hablar más en lo personal, en que me ha aportado a mi, ya no en lo sexual que eso es evidente, sino a mi como persona, que empujocito me ha dado el spanking para crecer.

Desde que tengo uso de razón casi, que siempre había temido mucho a las consecuencias de mis actos. No penséis mal, esas consecuencias no fueron nunca, las que os imagináis, de hecho la consecuencia que he siempre he temido, es defraudar. Debido a eso nunca di motivos, fui una buena niña en todos los aspectos,  hice siempre lo que se esperaba de mi y me comporte siempre como se esperaba de mi, fui una niña adulta y las pocas veces que di motivos, estos pasaron desapercibidos y la única consecuencia que recuerdo, es la indiferencia o esa extraño sentimiento como de una compasión presionante de cuando te dicen: "tu puedes hacerlo mejor", "eso para ti no es nada" o el terrible "todo el mundo se equivoca". Supongo que eso me llevó a coger yo muy pronto las riendas de mi propia vida, a ser yo quien se marcaba objetivos y meta, ante las que rendía cuenta conmigo misma y aunque os parezca mentira, llegué a envidiar las broncas que le caían a mi hermano.

Hubo  un época en la primera adolescencia que volví a intentarlo, intenté rebelarme, pero para entonces, ya era yo misma quien ejercía el control absoluto sobre mi, además el resultado fue aun más frustrante y tiré la toalla y en aquel tiempo fue cuando empecé a fantasear con alguien, mitad príncipe azul, dulce y romántico, mitad profesor rígido y estricto que me exigía rendirle cuentas, fantasía que me excitaba a la vez que me extrañaba y me hacia sentir diferente. Lo gracioso es que fui a dar con una persona que era todo lo contrario a esa fantasía, alguien que en vez de liberarme de mi propia opresión, me cargaba con mas responsabilidad y que siempre estaba a remolque de mi. Aunque mi mente seguía fantanseando con aquel chico duro, que sabía pararme los pies. Fantasía que lejos de ir a menos con el tiempo fue yendo a más, siendo sobre todo mucho más concisa en su forma y un día como nos pasa a todos le puse nombre y terminé de dibujarla.

Cuando empecé a plantearme la idea de hacerla realidad, siempre lo hice empujada por los efectos que producía en mi cuerpo y en mi mente, todo lo relacionado con ella. Escuchar simplemente la palabra castigo en una conversación era suficiente para provocar un terremoto desde mi cabeza hasta los pies, pero siempre todo muy sexual, lo cual me era difícil de asumir, ¿como podía ser que me excitara tanto?. Tuvo que pasar tiempo, para que un día me liara la manta a la cabeza y me decidiera a probar, a hacer realidad mi secreto que tanto me perturbaba.

El resultado fue mejor aun de lo imaginado, aunque al principio tampoco fui capaz de encontrarle explicación, mas allá de que jamas me había sentido tan excitada como me sentí aquel día que por primera vez, terminé en las rodillas de un hombre. Excitación que se repitió incluso aumentó las siguientes veces.

De eso han pasado ya casi ocho años, ademas ocho años muy movidos en todo los aspectos, poco queda en mi ya de aquella chica. He madurado, he crecido y le he dado forma a muchos de mis sentimientos. Ahora se que llegué a todo esto buscando muchas cosas, y que las encontré. Encontré libertad, la libertad de temer a las consecuencias de mis actos, de no tener miedo a defraudar. Entendí que había tenido tanto miedo a eso, que muchas veces no me atrevía a hacer cosas, o  a mostrarme con naturalidad, por miedo a las consecuencias que pudiera acarrearme y que eso me había dado fama de borde, distante y fría. Dicen que los niños aprenden jugando, yo creo que los adultos también, y en mi caso ha sido así, jugando aprendí a perder miedo a las consecuencias, que es lo mismo que perder el miedo a equivocarte, jugando a una consecuencia prevista, controlada y excitante.

¿Y vosotros habéis aprendido algo de vosotros mismos jugando?.

2 comentarios:

  1. Yo estoy en el momento de descubrir esto, en parte me siento identificada en cuanto a que también me preocupaba eso de defraudar, y bueno todavía siento eso, intento ser lo que esperan los demás de mi, así como a veces magnificar un error que he cometido como algo gordo. Aunque he de reconocer que tampoco me puedo considerar una persona de las que se exige a si misma mucho, pero si me exijo cuando lo que hago implica a terceros. Como tampoco me considero una persona que se haya portado bien, alguna vez me sale la vena un poco rebelde, pero dosificado. Qué alegría es que haya esa química y aprendizaje.

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  2. Es maravilloso y enriquecedor compartir, aunque sea a través de la pantalla, las experiencias de alguien muy parecido a nosotros. Yo llevo ya varios años en esto y, a pesar de ello, el aprendizaje es constante... Si me preguntas a mí, diría que el spanking, más allá de disciplinar o corregir, ayuda a crecer y a relacionarse sanamente con las personas...
    Te envío un saludo afectuoso desde México.

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