domingo, 19 de mayo de 2019

El nuevo despacho





Llevaba tiempo dándole vueltas a algo. En el piso había tres habitaciones, una la nuestra. Otra que estaba acondicionada como habitación de invitados y una tercera que de hecho era la más grande, que era una especie de habitación multiusos, para planchar por ejemplo, aunque en realidad, servía más de trastero que otra cosa. Lo cierto es que desde un tiempo hacía aquí pensaba que instalar un pequeño despacho en esa habitación me podía ser muy útil y además podría hacer que pudiera hacer mucho trabajo desde casa y acortar así las maratonianas jornadas laborales. Lo que pasa es que me daba cosa pedírselo a fin de cuentas yo estaba de "okupa" y era su casa.

Pero tras semanas de rondarle al coco, una noche cenando, saqué el tema.

-Nena, quiero comentarte una cosa de la habitación de la plancha...
-Puffff ya se que está hecha un desastre el fin de semana me pongo de verdad
-¿Esta hecha un desastre? no tenía ni idea hace día que no entro
-Que bocazas soy a veces
-No iba por ahí, es que llevo días pensando, que la habitación es grande y desaprovechada y que tal vez si me hiciera un pequeño despacho, solo necesito  una mesa, para poner el portátil, la impresora y el scaner y una silla y un pequeño archivador, vamos que ocuparía poco espacio y todo lo demás seguiría cabiendo....
-Es eso lo que me querías decir?
-Si
-Es que parece que lo digas con miedo
-Es que nena es tu casa y me sabe mal invadir tu espacio.
-Pero tu eres tonto o que?....si en el fondo irá genial aprovecharla y es la excusa perfecta para no acumular cosas ahí, pues claro que puedes.
-Joder muchas gracias, así también muchos días podría venir antes y hacer cosas que tengo que hacer allí desde aquí.
-Demasiado has tardado en pedirlo, claro que puedes.
-Genial, pues el sábado vamos a Ikea y la  montamos
-Perfecto, ya tenemos plan.

Y en efecto el sábado nos fuimos a buscar los muebles, todo muy funcional, una mesa de despacho, una par de sillas con ruedas, un archivador y poco más. Lo monté todo aquel mismo fin de semana, y de paso hicimos orden que ya convenía codo con codo. El resultado final, es que tenía allí mi pequeño despacho sin que eso restara otros usos como el de la plancha. Fue cuando ya lo tuve funcional, cuando una tarde, que ella estaba en el gimnasio y mientras yo aprovechaba para hacer unas cosas, cuando me vino a la mente que aquel despacho, también podía tener un segundo "uso" mucho más divertido....

Aun tuvieron que pasar unos días, para que apareciese el momento ideal para "estrenar" ese segundo uso del despacho, fue una tarde que cuando llegué ella estaba fuera, había ido a la ciudad a tomar café con una amiga, al llegar entré al despacho para escanear unos planos y enviarlos por correo a la oficina, nada 5 minutos, pero ya me mosqueó el cierto desorden imperante. Mi "espacio" impoluto, pero para acceder habia que sortear varios obstáculos, una caja de papeles por tirar, un montón de roapa suya por planchar. Tampoco le di más importancia, hice lo que tenía que hacer y andando. Me apetecía un duchita y ponerme cómodo, pero al entrar a la habitación, la cama sin hacer, el trato era que quien se iba el último hacia la cama y aquel día había sido ella, y no solo eso, es que además había estado aquella tarde allí y lo que acabó ya de mosquearme fue el baño que parecía un campo de batalla. Así que ya con la mosca tras la oreja, me toco hacer la cama y recoger el baño antes de darme la deseada ducha.

No hacía ni diez minutos que había salido y me había sentado por fin, cuando apareció ella más feliz que una perdiz, me dio un beso, me preguntó por el día, me contó su tarde y me dijo que se iba a poner cómoda, cuando apareció de nuevo con el pijama puesto ya me dijo.

-¿Quieres un cervecita?
-Si pero antes ven un momento, que quiero hablar contigo.

Tonta no es y sabe que eso significa algo, así que antes de que  yo lo dijese nada ya anticipó la excusa.

-Puffff es que me eché un rato, me quedé frita y cuando desperté iba tarde, ya se que estaba todo hecho un desastre.

Entonces yo, que también me las veo venir, le dije.

-¿Nos apostamos algo a que las botas que te acabas de quitar están en cualquier sitio de la habitación menos en el armario?

El rojo que empezó a subirle por la cara la delató.

-Mira nena, entiendo que estas ultimas semanas igual he descuidado un poco ciertas cosas, el trabajo, lo de montar el despacho y bueno ya sabes como todo a veces va por épocas y te he dejado pasar muchas demasiadas tal vez, así que en parte es culpa mía, si tu me concedes algo que no ejerzo, pues pasa lo que pasa...

Ha medida que iba hablando ella se iba como encogiendo y haciendo pequeña.

-He hecho la cama, te he recogido el baño que vaya baño habías dejado y todo eso mientras la señorita estaba tomando café y después de haber estado un buen rato haciendo la siesta y encima he tenido que ir esquivando minas, para acceder a la mesa del despacho, que tenía que enviar una cosa, pero eso lo he dejado para ti, así que ahora vas a coger y te vas a poner a recoger el despacho, tienes hasta la hora de cenar. ¿Esta claro?.
-Puffff ahora no me voy a poner a planchar y además hay cajas para tirar y voy en pijama.
-No te estoy diciendo que planches, simplemente que dejes la ropa bien puesta y en cuanto a las cajas te pones la chaqueta y las bajas que no será la primera vez que bajas en pijama a tirar algo, además no lo voy a repetir.

Rechistó un poco, pero se puso  manos a la obra, lo cual era buena señal. Incluso bajó las dos cajas de papeles. Cuando terminó yo ya estaba poniendo la mesa para cenar y nos sentamos a cenar, en aquel ambientillo de tensión, que ella intentó distendir varias veces. Cuando terminamos, me levanté a recoger y me dijo.

-No te preocupes ya recojo yo, que bastante has hecho ya.
-No, recoger, recojo yo, para ti tengo otros planes.
-Puffff estás enfadado?
-No y ahora te lo explicaré. Así que mientras recojo te vas al despacho te sientas frente a mi mesa, coges un folio y empieza a escribir en el todas las "faltas" que recuerdes de estas semanas.

Seguí recogiendo sin decir nada más, ella se levantó y se metió en la habitación del despacho. Cuando terminé me senté 5 minutos antes de entrar y me fui para allí. La encontré sentada frente a la mesa escribiendo, yo entré y me senté a mi lado de la mesa me miró y me dijo.

-Ya estoy

Entregándome el papel.

-Levántate y lee.

Se levantó ahora si roja del todo y empezó a leer, la lista era larga, lo típico, desorden, procrastinación, vaciladas y malas contestaciones, la verdad cosas que ni recordaba. Al terminar de leer, le dije que dejase el papel sobre la mesa, me levanté, rodée la mesa y me senté donde estaba sentada ella, pero poniendo la silla frente a ella. Sin decir nada la cogí de la cintura del pantalón del pijama y la acerqué, metí la mano dentro busqué su coño, le metí un dedo y la saqué mostrándole el dedo mojado.

-No parece que confesar haya sido muy traumático no crees?

Se puso roja como un tomate. No dije nada más, la cogí del brazo y la cara a la pared.

-Ve pensando que ahora te haré unas preguntas importantes.

La dejé allí y me fui a la otra habitación a buscar algo, que dejé encima de la mesa, sonó a madera en el momento de dejarlo. Me fui a por ella que seguía cara a la pared, la llevé otra vez junto a la silla de pie, me senté y le dije cogiendo el papel escrito por su puño y letra.

-¿Ante semejante listado de "faltas" como crees que debería ser el castigo adecuado: leve, medio o severo?

Se puso roja otra vez y supongo que tenía muy clara que dijera lo que dijera yo iba a hacer lo que considedara y asi que optó por la opción segura.

-Severo
-Bueno por lo menos lo reconoces, ya es algo, y si, severo va a ser, quiero que siente precedente.

Entonces ya la hice tumbarse en mis rodillas en la silla. Le eché otra vez la charlita incidiendo en el hecho que aunque yo por momentos estuviera menos alerta eso no quería decir manga ancha y que esperaba que el castigo de hoy le sirviera para eso, al terminar la charla empecé a azotarla, con el pantalón del pijama puesto, un buen rato de azotaina con la protección del pijama y la hice levantarse, solo para bajárselo, volverla a hacer ponerse y seguir ya sin protección directamente en el culo desnudo y con más alegría, vamos una señora zurra como dios manda, hasta ponerle el culo como un tomate. Cuando me cansé, paré y la hice levantarse, al levantarse el pantalón del pijama le cayó hasta los tobillos. La hice caminar hasta el centro de la habitación, entre mi mesa y la tabla de planchar de espaldas a mi, una vez allí le hice extender los brazos con las palmas de la mano, cogí la paleta de madera que había dejado en la mesa y se la puse en las palmas de la mano.

-Ahora la vas a aguantar un ratito y cuando te lo diga me la darás, para que siga el castigo.

Me senté en la silla, la observé un rato allí con el pantalón en los tobillos, el culo rojo y sujetando la paleta con la que iba a recibir en un ratito, cogí el móvil y le hice unas fotos para el álbum de los castigos. Pasados unos 5 minutos la llamé, le dije que me diese la paleta y que se colocase apoyada sobre mi mesa del despacho, con las piernas un poco abiertas y el culo bien expuesto. Estuve un rato pasándole la pala por la piel roja, hasta que le dije.

-Seran una docena, los cuentas y das las gracias ¿entendido?

No contestó:

Entonces empecé a darle la docena con la paleta, si prisa uno a uno dejando pasar unos 20 o hasta 30 segundo entre azote y azote, para que sintiera bien la picadura de cada golpe de pala en su culo a los 6 hice una pausa más larga, dejé la pala en la mesa y pasé mis dedos por aquellas zonas que empezaban a coger un tono azulado en su piel de cada paletazo, la volví a coger y siguiendo el mismo ritmo le dí los 6 siguientes, ni se quejó apenas, solo un suspiro de alivio al decir el "doce, gracias"....Me senté en la mesa le acaricié el pelo, la cara pero no el culo y cuando pasaron un par de minutos con voz dulce tranquila pero firme le dije:

-¿Crees que una docena es suficiente castigo para las faltas que has cometido?. Piénsalo no hay prisa.

Seguí acariciándola muy suavemente, hasta que me dijo.

-No, creo que no es suficiente.
-Mmmm lo mismo pensaba yo, ¿cuantos crees que se necesitarían, una docena más?
-Si

Lo dijo con una entereza que me dejó de piedra, dos docenas de azotes con la pala es  un castigo duro. Me levanté y cogí de nuevo la vara, la pase varias veces sobre su piel marcada ya, hasta dejarla apoyada en su culo.

-Preparada mi nena?
-Si

Le dí el primero fuerte, se movió un poco, pero enseguida recuperó la posición, dijo el número y dio las gracias. Y uno a uno fueron cayendo la segunda docena. Al terminar la dejé tomar aire un rato, luego la ayudé a levantarse, la acompañé hasta el rincón y allí le dije:

-Ahora mi niña, mientras yo preparo unas cosas piensa en bien en el castigo.

Le hice extender de nuevo las manos y dejé otra vez la paleta para que la sostuviera. Era un momento, porque lo que buscaba lo había preparado mientras ella escribía y yo recogía la cocina. En un platito  un plug de jengibre y en otro unos cubitos de hielo.

Subí con todo, lo dejé en la mesa, le quité la paleta, la cogí de la mano y la llevé hasta la silla de despacho con ruedas, allí me senté y la hice poner de nuevo en mis rodillas.

-Ahora te vas a separar los cachetes y no quiero tener que repetirlo.

No hizo falta lo hizo, cogí el jengibre, y se lo metí, una vez dentro, le dije que podía soltar y empecé a acariciarle los muslos y la espalda, a los 30 segundos aproximadamente empezó a quejarse del escozor del jengibre, entonces llevé mi mano a su sexo, pocas veces  la había visto tan mojada, empecé a masturbarla y se olvidó del jengibre rápido, se corrió enseguida en mis rodillas, no pude evitar decirle.

-No se si esto es un castigo "señorita"

Pero en cuanto se le pasó el efecto del orgasmo empezó  a quejarse
-Puffff quema...
-¿Que quema?
-Todo
-¿Has aprendido la lección?
-Si..
-Aunque me relaje a veces
-Claro que si.
-Muy bien a partir de ahora los castigos serios, serán aquí en el despacho

Entonces le quité el jengibre y pasé al hielo que la hizo estremecerse, primero para calmar el escozor del jengibre, pero después pasándole los cubitos por todo su precioso culito marcado. Ya aliviada, le hice quitarse el pantalón del todo, eso si doblarlo y llevarlo con ella a la habitación.

Ya cuando nos fuimos a la cama le puse cremita, buena falta le hacía y los moratones estarían ahí días. Una cosa llevó a la otra y de la crema pasamos a otros juegos para disfrute de los dos. Antes de irnos a dormir la puse de nuevo en mis rodillas, le di una pequeña azotaina de recuerdo con la mano y dormimos como angelitos los dos.

Desde aquel día el despacho lo empezamos a ver como algo más que una habitación de trabajo...

Continuará.

1 comentario:

  1. Uffff, fantástico... Me siento como la contraparte de tu historia.

    Saludos desde México.

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