sábado, 20 de abril de 2019
¿Provocadora o provocativa?.
Llevaba unos días en plan insoportable, moviéndose por esa delgada línea que separa la provocación de la insolencia, vamos entre provocadora y borde. Pero bueno como sabía la causa o al menos una parte de la misma decidí tener manga ancha y no entrar al trapo, aunque siempre con la duda aquella de si es lo pretendía o no.
Se podría decir que el motivo de aquel comportamiento en realidad era un cúmulo de ello, en el que pesaba especialmente una presentación que tenía que hacer aquella semana, no solo la presentación en si, sinó todo el preparativo. Pero como todo en la vida mi paciencia tiene un límite y una noche, lo que empezó siendo un tonteo, un juego, con comentarios irónicos del tipo "cada día te vas a la cama antes abuelo...." que me pueden resultar muy divertidos o incluso entrar al trapo, terminaron en un par de contestaciones que de no haber sido porque al día siguiente tenía la presentación hubieran acabado con los dos prontito a la cama solo que ella encima con el culo como un tomate.
Pero decidí que quizás no era el momento, pero en la libreta de mi cabeza había anotada una gran cruz en rojo, lo que significaba que ya ajustaríamos cuentas.
Al día siguiente, después de la presentación le puse un mensaje.
-Hola guapa que tal ha ido?
-Hola!!!!!! genial me han felicitado y todo.
-No sabes cuanto me alegro. ¿Estás más tranquila ya?
-Siiiii!!!!!! no sabes el peso que me he quitado de encima
-Genial, ¿que vas a hacer ahora?
-Pues irme para casa, tirarme en el sofá y perrear.
-Me parece muy bien, perrea lo que quieras, pero con la ropa de castigo puesta y me esperas que llegue.
-¿Que?....¿Y eso por qué?
-¿En serio? ¿tienes dudas?
-Pues si, no creo que haya hecho nada para merecerme un castigo.
-¿Seguro?
-Segurísimo
-Pues nada, así tendrás un buen rato para pensar.
-Pero es que no hay nada que pensar.
-Ya te lo contaré cuando llegue. Ya lo sabes. Y ahora te dejo que tengo lío.
Corté la conversación, no quería entrar en una discusión de mensajitos. Además quería atacarla por el orgullo y un par de hora más tarde me volvió a escribir.
-Hola, ya estoy en casa.
-Muy bien, yo no creo que tarde mucho.
-Oye, que te quería decir una cosa.
-Dime
-Que siento mucho si he estado un poco insoportable estos días, pero el lio de la presentación me tenía saturada.
-No te preocupes, en un rato lo hablamos.
-Vale
-Venga va que quiero acabar e irme.
Tampoco quise seguir la conversación, aunque sugería una pequeña retirada, mi decisión estaba tomada. Lo cierto es que cuando recibí el mensaje estaba ya a puntito de salir, así que no tardé mucho en llegar a casa.
Allí la encontré, estaba acurrucada en el sofá, se levantó y extrañamente cariñosa me saludo con mucha efusividad, beso, abrazo.....Enseguida me fijé en la ropa, llevaba un vestido negro con grandes botones por delante y una cinta/ceñidor a la cintura, cortito y aun más si tenemos en cuenta que en la parte más baja de delante faltaba un botón, con lo que hacía una pequeña raja, medias negras y descalza, así que no había duda era el mismo vestido de la presentación y con carita de niña buena me dijo.
-¿Que tal el día, cansado?
-No demasiado, tu la presentación bien ¿no?
-Siii al final tranquila y me ha salido genial, les ha encantado.
-Jjajajaa con ese vestido me da que estaban más pendientes de otra cosa.
-Oye que también había mujeres
-Lo que no se, es que haces así vestida, creo que te había dicho que te quería encontrar con la ropa de castigo.
-Puffff ya estamos, pero ¿por qué?
-Porqué lo digo yo
-Eso no es motivo
-Yo no digo nunca las cosas sin motivo.
-Me siento ridícula con esa ropa
-Eso es bueno, es parte del objetivo
-Me la hubiera puesto si hubiera motivo.
-Lo hay y lo peor es que lo sabes, pero además no voy a entrar en negociaciones de ningún tipo, vamos solo me faltaba eso, y más cuando fuiste tu quien aceptó mi autoridad. Así que caminito a cambiarte.
-No, no es justo
-Mira nena, llevo días aguantando impertinencias, con mucha paciencia además y entendiendo la situación, pero ayer me soltaste dos borderías que por ahí no paso y encima te me pones chula ahora
-No me pongo chula, solo que no estoy de acuerdo.
-Ese no es mi problema.
Fue lo último que dije, en ese momento un movimiento rápido, la cojo de la mano, me dejo caer en el sofá y la pongo en mis rodillas vestida de calle. Ella intenta zafarse, pero enseguida mi pierna pasa sobre las suyas y con mi mano izquierda la sujeto firmemente de la cintura a la vez que empiezo a azotarla. Se queja intenta patalear pero no puede, eso si me obliga a parar un par de veces para volverla a colocar bien.
-Yo de ti me estaría quietecita, por el bien de tu culo.
Una tanda de azotes rápidos y fuertes sobre el vestido, que quedaba arrugado a medio levantar, al parecer surgieron efecto, porque aunque seguía quejándose verbalmente al menos se estaba quieta, así que le levanté el vestido y continué la azotaina por encima de los pantys hasta la cintura, un buen rato si parar, hasta que se rindió jadeante, cuando ya a pesar de las medias oscuras se intuía la piel ya enrojecida de sus nalgas y entonces volví a hablar.
-Mira nena, si crees que el hecho de concederme la autoridad, es para ejercerla solo a tu antojo lo llevas claro y hoy vas a aprender algo, si te digo "ponte la ropa de castigo" no es opcional, te la pones y punto y tal vez si te encuentro con ella puesta hubiera pensado que habías reconocido que tu comportamiento de estos días y sobre todo de ayer no fue el de una mujer, pero te puede el orgullo, muy bien, pues te va tocar un largo y picante baño de humildad. Así que levántate, firmes al lado de mis piernas y con las manos en la cabeza y te aviso, llevo cinturón.
Se levantó y me hizo caso eso si su cara no era precisamente de aprobación, aunque el suspiro cuando metí mis dedos por la cintura de los pantys y empecé a bajárselos, era más de excitación que otra cosa, se los bajé hasta las rodillas, debajo llevaba un tanga negro, no era de lencería pero pensé que total para lo que protegía lo mejor era bajárselo también y ahí si se puso roja, cuando lo deslicé muslos hacía abajo. Otro tironcito de la mano y de nuevo en mis rodillas, tuve que volver a levantarle el vestido para descubrir, aquellas preciosas, suaves y algo rojas nalgas ya. Por si acaso volví a pasar mis piernas sobre las suyas y le hice poner las manos en la espalda que sujeté con mi mano izquierda antes de empezar a azotarla de nuevo sobre el culo desnudo. Aunque empecé progresivamente la idea era ponerle el culo como un tomate, así que cuando cogí un ritmo cómodo de velocidad e intesidad lo sostuve un largo rato, unos cuantos minutos de azotaina sin pausa, hasta conseguir el objetivo de dejarle todo el culo de un precioso color rojo uniforme y que debía picarle pero bien. Me detuvé porque a mi también me picaba la mano y empecé a pasarle los dedos rozando su piel roja y palpitante, en un determinado momento, busqué la reacción entre sus piernas, y como imaginaba estaba totalmente mojada, cosa que le recordé, antes de hacer que volviera a levantarse.
Lo hizo, ya no había en ella ni resto de aquella rebeldía inicial, muchas sensaciones juntas, el escozor de los azotes, la excitación entre sus piernas y entonces le dije.
-Quiero ver ese culito insolente bien expuesto, sobre el brazo del sofá.
Un momento de duda, pero la cogí firme del brazo y la llevé a su destino. Sin escapatoria adoptó la posición de castigo, otra vez el vestido había caido, así que nada más colocarse lo primero que hice fue levantárselo. En esa posición queda el culo a la altura ideal, perfectamente expuesto, levantado, vamos ideal para seguir el castigo. Me desabroché el cinturón, me lo quité despacio, como un ritual, lo doblé por la mitad y lo dejé sobre su culo rojo y caliente.
-Nena, me voy a asegurar que la próxima vez que te diga que te pongas la ropa de castigo, ni se pase por la cabeza de tentación de no hacerlo. Van a ser 40, en dos tandas de 20, que vas a contar y además tras el número vas a decir "Siento mucho mi comportamiento infantil de estos días", como no escuche alta y clara la frase tras cada azote, volvemos a empezar. ¿Esta claro?.
No dijo nada, así que la única forma de saberlo era hacer la prueba. Cogí el cinturón apunté y golpe de brazo seco para estrellar el cinturón en la piel desnuda de su culo. El número le salió instantaneamente, pero tuve que esperar un poco a escuchar la frase.
-Siento mucho mi comportamiento infatil de estos días. Si ninguna prisa le fui aplicando el castigo anunciado y aunque en algún momento tuve que esperar, acabo repitiendo la frase las 40 veces, en todos y cada uno de los 40 azotes.
Al terminar me coloqué de nuevo el cinturón pero sin abrocharlo, después le pase el dorso de la mano una vez solo por cada nalga, la ayudé a levantarse y cogiéndola de la mano, la llevé al rincón, allí le puse las dos manos detrás en la espalda, para que sujetasen el vestido levantado, con los pantys y el tanga por encima de la rodilla. Me senté en el sofá a observarla un rato, la escuchaba respirar, el culo debía arderle, pero quería que sintiera un ratito esa sensación.
Unos cinco minutos después me levanté, muy excitado, me acerqué por detrás y directamente llevé mi mano entre sus piernas, aun estaba más mojada, así que empecé a frotarle el sexo con toda la mano en movimiento de delante hacia detrás. Hasta que en un determinado momento, le cogí las manos que sujetaban el vestido levantado, se las puse con energía contra la pared y entonces cogiendola de la cintura estiré de ella hacia detrás haciendo que doblase la espalda y me ofreciese de nuevo el culo. Sin más me desabroché el pantalón y lo dejé caer, tras el me bajé los boxer, me cogí la polla y empecé a frotar la punta en la humedad entre sus labios, hasta que cogiendola de la cintura y de un golpe seco hacía mi, la polla entró en su coño empapado hasta el fondo y empecé a follármela allí contra la pared y con el culo ardiendo de los azotes, al principio estuvo totalmente pasiva solo pequeños jadeos pero en un determinado momento empezó a acompañarme en mi movimiento, moviendo también sus caderas , entonces noté algo, era su mano que se tocaba a la vez que mi polla entraba y salía de su coño, se la cogí y la volví a poner contra la pared.
-Señorita esto no es un premio para ti de momento.
Ya no paré hasta correrme, al terminar la saqué, la hice ponerse de nuevo en posición firmes y con las manos detrás de la espalda sujetando el vestido levantado. Y la tuve de nuevo un ratito así castigada y usada. Hasta que fui a buscar la crema hidratante. Entonces la llamé, de nuevo a mis rodillas, pero esta vez para darle mimos ahí donde los necesitaba: en el culo. Empecé a acariciarla a la vez que le aplicaba la refrescante crema, entonces en un momento determinado mientras la seguía acariciando le dije.
-Ahora si quieres si, mientras te acaricio puedes tocarte.
Al principio, parecía que iba a ganar el orgullo, pero finalmente sentí su mano bajar buscando entre sus piernas y empezó a masturbarse mientras yo seguía sobándole el culo, hasta que entre jadeos y gemidos tuvo el deseado orgasmo, tras el cual le volví a coger la mano y retirarla de alli, seguí un rato con la crema y en un momento dado le dije.
-Esto ha sido el castigo por tu comportamiento de estos días, pero aun falta el de desobedecerme y no esperarme con la ropa de castigo como te había dicho, ese un día de estos te diré que me esperes con la ropa de castigo puesta y volveré a ponerte el culo como un tomate y ya te aviso que no pasarán muchos días, a ver si así la próxima vez me haces caso a la primera.
Continuará.
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