jueves, 14 de junio de 2018

La próxima vez te lo pensarás (La libreta XX)




Una de las cosas que más me gusta de este juego, es que da la posibilidad de jugar con la vida real, de incluir cosas de la vida real en el juego y no tener la necesidad de andar buscando excusas, ni preparar escenarios muy elaborados. Ademas el meter cosas del día a día en el juego hace que acabes por involucrarte en esa cotidianidad, lo cual acaba por crear una conexión especial entre jugadores. Otra cosa que me parece muy excitante es la anticipación, la mayoría de juegos con la realidad, llevan implícitos una gran carga de anticipación ya que entre la comisión del "delito" y su correspondiente "correctivo" suele haber un margen de tiempo y si no lo hay es muy fácil conseguir ese efecto en la mente de tu compañera de juegos. Un efecto que lo llamo "no saber sabiendo", que puede ser muy excitante para los dos. En el fondo sabe que va a pasar, todos los caminos llevan a Roma o en este caso a la azotaina, pero no sabe ni cuando, ni como.

Así que os voy a narrar una ocasión donde se dieron ambas circunstancias, cotidianidad y anticipación y ese sabiendo sin saber que os comentaba.

Todo empezó cuando retomó las clases de inglés, como imaginaba en un principio cumpliendo estrictamente tanto con las clases como con las tareas para hacer en casa, pero como imaginaba también a medida que fue avanzando el tiempo, digamos que ese entusiasmo fue decayendo, entre malas excusas. Hasta que un día saqué el tema y le dije directamente que ya tenía una edad, que no era una niña como para andar haciendo novillos y que era tan fácil como si no le interesaba dejarlo y no andar poniendo excusas y perdiendo el tiempo y dinero. Aquella charla pareció surgir efecto, ya que las semanas posteriores digamos que sufrió un creciente interés o eso pensaba yo, hasta que un Miércoles de primavera se desencadenó todo.

Yo sabía que los Miércoles y los Lunes tenía clase, pero aquel Miércoles salí tarde de trabajar y me dio por llamarla sin caer que era Miércoles. Me cogió el teléfono y se escuchaba el ruido de fondo típico de  un lugar muy concreto o otras voces muy cerca y entonces fue cuando recordé y entonces recordé.

-Oye, pero tu no ibas a clase hoy?

Soltó una carcajada y me contestó.

-Upsss me has pillado, luego te cuento que estoy con más gente.

Me colgó y até cabos, yo no había acordado que tenía clase pero ella tampoco y me cogió el teléfono desde un bar, donde estaba con más gente. Entonces pensé esto merece una explicación convicente si quieres evitar una larga conversación.

Era ya sobre las 10 de la noche cuando me llamó ella muy efusiva

-Hola!!!!!!
-Hola ¿que tal la clase?....
-Jajajaja.....que cabrón ya lo sabes.
-Ya se que lo se, por eso espero una explicación.
-Hay poco que explicar, hacía una tarde preciosa iba a ir te lo prometo si tengo la carpeta en el coche y todo, pero me llamó María por si me apetecía tomar una cervecita y me pudo la tentación.
-¿Estas conduciendo?
-Si, pero voy con el manos libres...
-Cuantas cervezas has tomado.
-Pufff no empieces
-No empiezo solo que noto....alegre.
-Pues voy perfectamente mal pensado.
-Bueno el Viernes ya hablaremos de esto.

De repente se quedó muda, señal inequívoca que mis palabras habían hecho efecto y empezamos la  fase de incetidumbre del sabiendo sin saber que comentaba antes. Así que solté la bomba y cambié de conversación comos si nada. Los dos días siguiente no volví a nombrar el incidente, como si no hubiera pasado nada, aunque sabía que aquel "El viernes ya hablaremos" seguro que no podía quitárselo de la cabeza, aunque yo lo nombrase más. De hecho de camino estuve pensando si ponerle un mensaje en plan "espérame con la ropa de castigo", pero pensé que no, que era mejor no decir nada.

Aterricé en su casa la tarde del Viernes, sobre las 7 de la tarde. Saludo, sonrisas, ponerme cómodo y normalidad absoluta como si nada hubiera pasado, de vez en cuando una mirada severa pero sin pasar de ahí, cenamos como si nada, charlando y echando unas risas, recogimos y nos fuimos al comedor a apalancarnos, bueno me apalanqué yo primero mientras ella tendía una lavadora en la terraza y desde la terraza me dijo mientras acababa de tender.

-Te apetece ver una peli?
-No se si duraré estoy cansado
-Pues anda que yo, ha sido semana dura.
-Si imagino sobre todo por las clases.

Fue decirlo y quedarse otra vez muda, metió las manos en la palangana de la ropa y siguió tendiendo, no dije nada más hasta que entró llevaba la palangana apoyada en la cadera, mientras cerraba y corría las cortinas.

-¿Estás?
-Si
-Muy bien pues deja eso y ven que quiero hablar contigo.

Tampoco dijo nada, su cabeza debía ir a mil ya, paso por delante de mi, fue hasta la cocina y entonces escuché sus pasos hacía la habitación.

-Nena ¿Donde vas?
-Un momento que termino...
-No, ven aquí ahora mismo.

Se volvió a hacer el silencio no se escuchaba ningún ruido, hasta que sonaron sus pasos. Yo me estaba sentado en el sofá pero me había incorporado, con las manos entrelazadas apoyadas en las piernas, cuando entró en el comedor, la miré mientras se acercaba con la sonrisa de una niña a la que acaban de pillar haciendo una travesura y quiere camelarse al profesor.

-¿Sabes de que quiero hablar ?
-Me lo imagino
-Pues empieza a explicar.
-Ya te lo dije, hacía una buena tarde y...bueno
-Esa parte la recuerdo, pero no se porque tengo la sensación que si no llega por una serie de casualidades, no me entero ¿verdad?.

No contestó

-Te acabo de hacer una pregunta. ¿Me lo hubieras dicho o hubieras hecho como si habías ido a clase?
-No se
-Si claro y yo me chupo el dedo. Pero no es todo seguimos. ¿Que hablamos de salir y coger el coche?
-Eso si que no, no se puede llamar salir a lo del otro día, tomamos unas cervezas por la tarde y ya.
-Ya....pero tu tienes un camino de vuelta por carretera.
-Joder que no pasa nada, que sabes que soy responsable.
-No estamos debatiendo nena, vas a tener el castigo que te mereces, pero considera esto como  un acto de cortesía el permitir explicarte.

Al pronunciar la palabra castigo se volvió a quedar sin palabras, no sabía donde mirar y se puso roja. Fin de la conversación, cogí aire profundamente y le dije

-Vete al rincón.

Entonces empezó a protestas y darme explicaciones poco convincente, yo simplemente la miraba fijamente, hasta que se calló.

-No te lo voy a repetir y no hagas que me levante.
-Pufffffff

Se dio la vuelta enfadada y se fue para el rincón, una vez allí seguía hablando y quejándose.

-Creo que para tu culo, será mejor que te calles de una vez y pienses un rato.

Se calló y entonces le dije con mucha calma pero firme.

-Y pon las manos encima de la cabeza.

Lo hizo lentamente, es lo que quería aquel silencio tenso y que su mente empezara a saborear ese temor creciente (que no miedo) ante lo que iba a pasar en minutos. Exactamente 5 minutos del reloj la tuve en el rincón y pasados estos la llamé. Se acercó a mi, al llegar a mi altura, la cogí de la mano y la acerqué hasta tocar mi pierna derecha. Y sin decir nada, metí las dos manos por debajo de la camiseta del pijama buscando la cintura del pantalón que le bajé hasta las rodillas de un tirón seco y sin darle tiempo a reaccionar de un tirón también la coloqué en mis rodillas. Ahí volvió a empezar a quejarse, de porque empezaba directamente y bla, bla, bla. No le hice caso, me limité a levantarle la camiseta, para descubrir de bajo el pijama llevaba un pantaloncito ajustado de hacer deporte, ella seguía quejándose, al verlo sonreí y pensé "no es lista la cabrona", y me dije pues te vas a enterar. Le cogí las dos manos con la izquierda y se las sujeté detrás de la espalda, con la dereche la sujeté de las caderas y tiré hacía arriba para ponerla bien. Entonces sin  decir nada más empecé a azotarla con la mano encima del pantaloncito, fue caer el primer azote y dejar de moverse y protestar, ya no había nada que negociar, la suerte estaba echada.

Empecé a azotarla a ritmo constante, alternando cachete y cachete sin parar un buen rato, a medida que la azotaina progresaba se fue dejando llevar y le solté las manos a la vez que hacía una pausa y le acariciaba los muslos desnudos, entonces metí la mano izquierda por dentro de la cintura del pantaloncito y estiré de el hacia arriba haciendo que parte de los dos globos suaves y carnosos de su culo asomaran por los lados del pantaloncito y reanudé la azotaina, golpeando la mitad tapada y la mitad descubierta de sus nalgas, durante otro rato, hasta que paré y estiré mas el pantaloncito hasta arriba, ya descubriendo casi todas sus nalgas que tenían ese color rosa uniforme que significa que ya están calientes y es el momento de continuar sin ropa, también me fijé en la mancha de humedad que habia calado en su entrepierna.

-Levántate.

Se levantó quejándose algo así que le hice poner las manos en la cabeza mientras me recreaba en el momento de bajarle el culotte de deporte despacio y mirándola. Lo dejé a medio muslo y esta vez le dije yo que fuera ella quien se colocase de nuevo en mis rodillas. Colocada sin más empecé a azotarla al mismo ritmo que llevaba antes, alternando mejilla y mejilla, un larga muy larga zurra como me gusta a mi gradual y creciente componiendo una preciosa banda sonora de impactos piel con piel con rompían la quietud de aquella noche apacible, los azotes pasaron de alternar un cachete y el otro a dar más fuerte y seguido de tres en tres cada cachete, luego cuatro seguidos y cambio y acabando con una tanda especial y dura de seis en seis, hasta que el culo tenía ya ese color rojo vivo tan típico. Entonces paré los dos necesitabamos coger aire pasando mis dedos por sus muslos por el contorno de su caderas, pero sin tocar su culo, quería que sintiera bien el ardor de los azotes y mientras la acariciaba le dije.

-Ve pensando una disculpa para cuando acabe contigo.
-No hay nada de que disculparse

Me dijo borde.

-Ya lo veremos.

Entonces dejé las caricias y cogí una botellín de agua que había en  la mesilla, abrí el difusor y dejé caer varias gotas en su culo, la cerré la dejé sobre la mesa y sin más le di  una tanda de azotes rápida y fuerte hasta secar las gotas de agua de su culo, el efecto mojado hace que los azotes piquen más, bastan  unas pocas gotas para lograr ese efecto y por sus gemidos diría que lo conseguí. Secado el culo volví a las caricias, un rato en silencio.

-Ve a buscar el cepillo

Se hizo la loca, hasta que volví a coger el agua, entonces se levantó de mi regazo, le pisé el pantalón del pijama que ya estaba en sus tobillos, lo entendió a la primera y sacó los pies, pero le dejé el pantaloncito a medio muslo, y así fue hasta el baño a por el cepillo y con el de vuelta, me lo entregó. Yo sabía que no era precisamente su instrumento favorito, pero aquello era un castigo y como tal tenía que sentirlo. Le cogí el cepillo y la "invité" de nuevo a mis rodillas sobre las que había puesto un cojín. Se colocó y entonces le dije.

-Presenta bien el culo y no quiero que aprietes los glúteos o buscaré otra posición.

Se movió un poco levantando más el culo, sobre el cual pasaba suavemente la parte lisa del cepillo, entonces la cogí con la mano izquierda de la cintura, señal de que iba a empezar y empecé como con la mano a ritmo lento y constante de mejilla a mejilla, poco a poco aumentando el ritmo y fuerza y repartiendo bien por todo el culo los azotes, el rojo fue ganando profundidad del rojo brillante de la mano, al rojo oscuro en el centro de las nalgas del cepillo, empezó a dar síntomas de agotamiento y decidí hacer una pausa, necesitaba tocar para ver si la piel empezaba a tomar aquella textura dura de cuero, que indica que hay que parar y para darle un respiro. Tras un rato de pausa decidí que no había sido suficiente castigo, cogí el cepillo y lo llevé al pliegue de los muslos, una última tanda allí sería un buen final y seguro que muy efectivo. Y me puse a ello, en un principio pensé en hacérselos contar pero eso sería una pista de duración del castigo y quería seguir con la incertidumbre de que no supiera cuando iba a acabar, asi que no dije nada y empecé a aplicarle los azotes, en esa zona tan sensible, cada azote se retorcía un poco y jadeaba, pero fui inflesible quería llevarla a ese límite de resitencia donde solo hay dolor sin pasarlo. Cuando creí llegar paré, dejé el cepillo y no hice nada, nada que pertubase la sensación, simplemente  observar, intentó llevar una de sus manos a una nalga, pero se la frené, y esperé un poco a que la picadura fuera bajando y se quedase en ese punto estable, de calor constante. Entonces le dije.

-Ve al rincón cuenta a 100 y vuelve.

Se levantó con el pantaloncito a medio muslo todavía y se fue al rincón con las manos en la cabeza, aunque por si inquietud era evidente que el culo le quemaba. Solo fueron un par de minutos y estuvo de vuelta, la ayudé a colocarse de nuevo en mis rodillas y muy suavemente empecé a pasarle la yema de los dedos por las nalgas, mientras yo observaba los efectos en su piel, como la zona de asiento, lo que es la parte baja del culo, hacia el centro tenía ya un tono tirando a azulado que destacaba entre el rojo intenso del resto y como justo al pasar mis dedos por ahí suspiraba profundamente. Así estuve un buen rato hasta que su respiración se volvió relajada y pensé que era momento de agitarla de nuevo, aunque aquel día quería que se sintiera castigada, y creo que lo conseguí y ya tenía algun plan para que así lo siguiera sintiendo el fin de semana, pero también se había comportado durante todo el largo y duro castigo y eso merecía algun premio.

Mis dedos fueron a buscar entre sus piernas ahí a la fuente del placer, que chorreaba a pesar de la azotaina, primero un masaje en los labios y el clítoris hasta que mi dedo pulgar entró en su coño, con la yema mirando hacia abajo, de esa forma con los otros cuatro dedos la podia sujetar con fuerza del coño, con el pulgar dentro busqué esa zona rugosa que ahí dentro y empecé a masajearla con la yema del dedo, primero despacio y haciendo circulitos después más rápido de arriba a abajo y haciendo presión, notando como se hinchaba por dentro, con la mano izquierda la volví a sujetar fuerte de la cadera y seguí con la tortura del pulgar hasta que se corrió mojándome toda la mano con su lubricación, mientras volvía a recuperar, con la mano que la habia masturbado volvía a acariciar su culo muy prejudicado del castigo y con la izquierda buscaba su frente, húmeda del sudor. Cuando recuperó el aliento, la hice levantarse e ir a llevar el cepillo a su sitio y traer la crema fresquita. Yo también me levanté fui a por la libreta que estaba encima de la mesa y escribí en ella.

"A ounce of prevention is worth a ton of cure" . Frase dicha en inglés que traducida seria: Vale mas  una onza de prevención que una tonelada de curas.

Cuando estuvo de vuelta le cambie la libreta por la crema, le dije que su tumbase boca abajo en el sofá y empezase a copiar la frase, mientras yo le daba cremita en el culo. Durante el ritual de la crema le dije, que tanto el Sábado como el Domingo, se sentaría un rato con el culo desnudo a copiar la frase y que el Domingo antes de irme, le daría una azotaina de recuerdo y así fue.

Continuará.







No hay comentarios:

Publicar un comentario

"

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...>