Hoy hacemos una pausa en la serie "diario de unos jugadores" para compartiros un precioso y excitante relato que me han enviado. Su autora es RdG (Reportera de Guerra) y se titula: Profundizando. Espero lo disfruteís.
Llevaba unos cuantos días dándole vueltas a un
asunto y, cuanto más lo pensaba, más me apetecía. Hasta ahora él había
conseguido llevarme cada vez un poquito más allá, la verdad es que cada
vez que se ponía "manos a la obra" me volvía completamente loca. Era un
torturador nato, sabía cómo dar placer, se le daba bien la lectura
corporal, de eso no cabía duda. Al ver las marcas resultantes de sus
azotainas aún me costaba entender cómo lo hacía para hacerme disfrutar
tanto, consiguiendo que yo soportara sus sesiones de tal manera que,
lejos de costarme, sólo quería que siguiera, que no acabara nunca a
pesar del dolor.
La historia es que
era un tipo que parecía tenerlo todo siempre bajo control. En el tiempo
que llevábamos conociéndonos nunca había perdido los papeles, parecía
caminar dos pasos por delante, sobre tierra firme y bien conocida. Y
esto me fastidiaba un poco, tengo que reconocer. Quiero decir, igual que
él después de cada encuentro conseguía hacerme crecer un poco, me
preguntaba si yo lograría algún día llevarle a un terreno que no le
fuese tan familiar.
Él estaba a punto
de llegar, venía a pasar unos días de vacaciones a mi casa y esto había
hecho que me lanzase a intentarlo. No tenía una estrategia definida,
sólo unas cuantas ideas, y tampoco le quería dar muchas vueltas porque
sabía que si lo hacía desistiría en el intento... Era perfectamente
consciente de las consecuencias que puede tener jugar con fuego. Lo
único que sabía era que le tenía que pillar con la guardia baja y eso ya
iba a ser complicado.
Fui a
buscarle y nos fuimos derechos a casa a cenar. Noche de birras y risas,
un clásico entre nosotros ya. No tardamos mucho en irnos a la cama,
había tenido viaje largo y parecía cansado.
Por
la mañana me desperté temprano. Decidí que no iba a perder mucho
tiempo, así que esta vez me puse yo "culo a la obra". Me revolví un
poco y noté cómo se giraba para pegarse a mí. Me abrazó por la cintura y
empezó a dibujar circulitos en mi vientre. Cogí su mano y la llevé a
mis tetas, que acarició con gusto. Al poco estaba muy excitada, notaba
ya mis pezones muy duros y una humedad familiar en la entrepierna, pero
yo tenía un objetivo... Así que me levanté de un salto y me fui a la
cocina a preparar café. Sabía que aquello le habría extrañado.
No
tardé mucho en oír la ducha y al rato apareció por la cocina. Se acercó
a darme un beso, yo de mientras me hacía la tonta preparando el
desayuno. Procuré no mirarle a los ojos, sobre la marcha iba trazando mi
plan. No tardó en meter su mano en mis braguitas para hacer la
comprobación de lo evidente. Sus dedos hábiles se abrieron paso entre
mis labios, repasando mi vulva, mi clítoris empapado. Los sacó, se los
chupó y se me quedó mirando. Sabía que yo tramaba algo y empezaba a
ponerme nerviosa, pero tenía que intentarlo...
- Tenemos prisa hoy, o qué?
- No, por? Quería prepararte el desayuno como buena anfitriona.
-
Ya, pues como buena anfitriona se me ocurren otras cosas que podrías
haber hecho de buena mañana... Como buena anfitriona y como buena nena,
no sé si me explico.
- ...."De desagraïts l'infern es plé", que diuen.
Se
rió pero sabía que en el fondo aquella respuesta mucha gracia no le
había hecho. Nos sentamos a la mesa, pegó un par de sorbos al café y se
encendió un cigarro. En cuanto le dio la primera calada se lo quité,
sabía que eso le fastidiaba mucho. Se me quedó mirando y esta vez le
devolví la mirada; bufff, ese brillo en sus ojos, medio jocosos medio
mosqueado... Supe que estábamos en el buen camino.
- Nos hemos levantado revoltosita, veo.
- Jajajaja, que no hombre, no empieces con historias raras.
- Historias raras no, que nos vamos conociendo... Y cualquiera diría que estás haciendo acopio de boletos para...
No
le dejé acabar la frase; me levanté y me fui a la ducha. En ese momento
pensé que iba a venir de la misma a ponerme las pilas, odiaba que le
dejaran con la palabra en la boca, pero no lo hizo. Esto hizo que en la
ducha me volviera a replantear todo, sabía que cuando saliera me
esperaba una buena, pero en realidad ya era eso... Tenía que seguir
adelante.
Me vestí y lo encontré
sentado en el sofá, con sus brazos apoyados sobre las piernas y bastante
serio, la verdad. Me quedé parada en la puerta.
- Ven aquí.
- Tenemos que ir a hacer la compra.
- La compra puede esperar. Ven, no te lo voy a repetir.
- Jooo, es que tienes cara enfadado y cuando se te ponen esos o...
Se
levantó de un salto y antes de acabar la frase ya me había cogido del
brazo. No me resistí demasiado porque estaba claro que aquello era lo
esperado. Me llevó hasta la habitación y me hizo tumbar sobre sus
rodillas.
- No sé qué mosca te habrá picado pero te voy a contar lo poco que me gusta.
Me
empezó a azotar fuerte, golpes secos y duros, primero por encima del
vestido pero no tardó en levantármelo. No recuerdo cuántos fueron, los
suficientes para dejarme el culo bien rojo, aunque no me quitó las
braguitas. Me acarició levemente las nalgas y me tanteó el coño, dándose
cuenta de que estaba empapada. Reprimió su impulso natural y me dio un
último azote como con efecto látigo, de esos que dejan una huella más
larga.
- Levántate -me ordenó- Ahora
vamos a ir a la compra y cuando volvamos de hacer lo que tendríamos que
estar haciendo hace rato, tú y yo vamos a hablar de esa mosca que te ha
picado, que la tengo ya detrás de la oreja.
- Vale... Pero me puedo cambiar de braguitas, por favor? Así no puedo ir... :(
- Sí, será mejor, la verdad... Vaya tela que tienes, Vanessita...
En
ese momento no pude evitar sonreír para mis adentros. Hasta ahí todo
había sucedido más o menos de manera normal. Este tipo de jueguecito era
el habitual entre nosotros. Ahora él se relajaría un poco y yo tenía la
oportunidad que buscaba. Sin pensármelo abrí el cajón de las braguitas y
cogí unas, pero no me las puse, las dejé caer tras de mí en el pasillo,
justo en ese punto que es el primero que se ve al abrir la puerta de
entrada. Un escalofrío recorrió mi espalda, mis pezones se volvieron a
endurecer.
Ya en la calle nos fuimos
al súper. Sentía el aire correr intensamente, entre que no llevaba
bragas y que iba mojadita, me sentía más fresca que nunca, en todos los
sentidos. Pensar en el momento que descubriese que iba sin ropa
interior me excitaba y asustaba a partes iguales, estaba claro que seca
no iba a volver a casa. En ese momento aún no sabía hasta qué punto iba a
volver mojada...
Hicimos la compra y
él no había descubierto mi fechoría aún. El ambiente ya se había
relajado, íbamos riendo, bromeando, nuestro buen rollo habitual. De
vuelta a casa le propuse hacer una cerveza a mitad de camino, sabía que
no le parecería raro. Escogí la mesa más apartada y me senté a su lado.
Esperé a que le diese un par de sorbos a la cerveza y entonces me eché
hacia atrás, apartando un poco la silla de la mesa.
- Qué a gustito, al solecito, eh?
- Joder que sí.
- Me dejas estirar las piernas encima tuyo? A ver si empiezan a coger un poco de color.
- Hombre, se me ocurren otras maneras de colorearlas, jajaja!! Va, venga, estira.
Apartó
su silla de la mesa para que pudiese apoyarme en él, y en el momento en
el que estaba esperando, mirándome, me levanté el vestido dejando mis
muslos a la vista y cuando estaba subiendo una pierna separé mis
rodillas lo justo para mostrarle mi travesura... No sé lo que vio
exactamente aunque puedo hacerme una idea; en ese momento yo estaba muy
excitada. No le hacía falta tocar para saberlo, estoy segura de que se
veía desde donde estaba. Me clavó su mirada.
- Me estás vacilando, no?
- Yooo?? Por qué lo dices???
- Cuándo te las has quitado?
- No me las he llegado a poner.
- .....
- Jajajaja!!! Te enfadas?? Pensaba te gustaría...
- Prefiero que me lo comentes antes, y lo sabes.
- Bueno... Renovarse o morir, no???
-
Ya hablaremos de esto en casa. Parece que hoy se nos acumulan las
charlas a ti y mí. Te has metido en un lío gordo hoy, Vanessita.
Se
quedó serio y pensativo, acariciándome las piernas. Aproveché para
pedirle al camarero otra ronda. Él estaba tan absorto maquinando que
creo que ni se dio cuenta. De repente sonó mi móvil dentro del bolso que
había colgado del respaldo de mi silla, giré el brazo de una manera un
poco brusca con la mala suerte de no ver al camarero que se acercaba por
detrás con nuestras cervezas. Le dí en una pierna, desequilibrándole, y
las cervezas fueron a parar sobre mí...
La
estampa era bonita. Yo calada de arriba a bajo, el vestido empapado se
había convertido en una segunda piel, marcándome el coño desnudo, que se
intuía perfectamente. El camarero se quedó cortado ya que claro, la
primera reacción fue intentar secarme con el trapo que llevaba, pero
entre que se veía perfectamente que no llevaba nada debajo y la mirada
fulminante que le echó el Sr "L", se limitó a disculparse un millón de
veces y a alejarse abochornado.
Nos
levantamos rápidamente y tiramos hacia casa. En algún momento me agarró
del brazo para que fuera más rápida. Ahí supe que estaba enfadado, sólo
me agarra así del brazo cuando estamos jugando. No me atreví a decir
nada, se le notaba el mosqueo en la cara. Abrir la puerta de casa y ver
mis braguitas ahí tiradas en medio del recibidor fue la gota que colmó
el vaso. Dejó las bolsas en la encimera, se giró y me quitó rápidamente
las que yo llevaba para dejarlas con las otras, yo estaba inmóvil.
- Levanta los brazos!!
Me
quitó el vestido bruscamente, igual que el sujetador, todo empapado. Me
cogió del pelo por encima de la nuca y me llevó hasta el sofá.
- Reclínate sobre el apoyabrazos, YA.
Mientras
yo me colocaba él ya estaba volviendo de la cocina con...la bolsa del
pan. .?? En un momento había sacado la cuerda y me estaba atando las
manos, que a su vez ató a la pata de la mesa de la sala. Lo siguiente
que oí fue la hebilla del cinturón que se quitó del tirón. Si hubo un
momento en el que me sequé fue ese, pero no tuve tiempo de pensar
demasiado; al momento comenzó a descargar lo que llevaba aguantando un
rato ya.
Dejé de contar pasados los
50, pero aún se tiró un rato más. No rebajó ni el ritmo ni la intensidad
en ningún momento, a pesar de mis quejas, ladridos, gimoteos, lloros
y/o súplicas. Y de repente paró. Noté que se sentaba en el sofá, la
respiración me iba muy rápida. Empecé a calmarme cuando sentí que me
ponía la mano en la nuca. Fue entonces cuando le miré y vi que no
estaba. Tenía cara de cansado y sus ojos estaban en otro lugar. Comenzó a
desatarme las muñecas lentamente, noté una pequeña gota de sangre caer
nalga abajo, entendí que la visión de mi culo debía de ser impactante.
En
ese momento me supo mal haber provocado aquello. Quería que volviera.
En cuanto me vi libre de la cuerda me arrodillé entre sus piernas y le
empujé hacia atrás lentamente, él se dejaba hacer. Le desabroché el
pantalón comprobando que no me seguía, estaba como en shock, ido. Se la
mamé largamente, despacio al principio hasta notar que volvía en sí y
después con el vigor necesario para hacer que se corriera. Cuando abrió
los ojos ya estaba de vuelta. Trepé por él hasta sentarme encima suyo y
le abracé. Nos quedamos así un buen rato, abrazándonos muy fuerte.
Después
recuperó su estilo habitual. Preocupado por las secuelas en mi culo,
nos dio un baño a los 2, me puso el pijama y nos fuimos al sofá a hacer
las curas pertinentes. Repasando el día sobre sus rodillas concluí:
objetivo cumplido.
Continuará...
Fdo.: RdG (Reportera de Guerra)
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