-¿A. alguna vez te has sentido castigada en los juegos?-Si claro, ¿y esa pregunta?-Ya, pero me refería si alguna vez has tenido, la impresión que ese castigo buscaba una corrección de verdad-Alguna vez sí.-Joder, pues eso me lo tienes que contar en una entrada.-Eso es muy difícil.- Te espabilas, para el jueves la quiero.
Así mas o menos fue una conversación de la semana pasada con el "jefe",
a veces no se como puedo ser tan inocente y meterme yo solita en la
boca del lobo. He estado haciendo varios borradores de lo que quiero
contar y no me acaban de convencer, ya que me pongo a hacerlo me
gustaría que se me entendiera y la mejor manera para conseguirlo que se
me ocurre, es contar una anécdota real, que aunque me da mucha
vergüenza, creo que es la manera en que me vais a entender mejor.
Estaba
de rodillas en el rincón, la posición es ya de por si incomoda cuando
llevas un rato, y mas aun cuando tienes que estar con las manos encima
del cabeza, ademas de incomoda es humillante y todavía mas, cuando
tienes la falda enrollada sobre ella misma y las medias y las braguitas
bajadas, pero en aquel momento no sentía ninguna de esas sensaciones, ni
la incomodidad de la posición, ni la vergüenza de estar como estaba, la
sensación que mas sentía era el quemor en mi culo insoportable, tanto
que ni sentía el juguete que se alojaba en su interior, en aquel momento
solo tenia ganas de aliviar ese quemor, todo lo demás me daba igual.
Toda
esa situación, había empezado unas semanas antes, un día sin esperarlo,
el apareció con un nuevo juguete: una paleta de las grandes y con
agujeros. Habíamos hablado en algún ocasión de aquel juguete, a mi me
resultaba muy morboso, pero claro no me esperaba tenerlo un día encima
de la mesa de mi comedor, me puse hasta blanca, aunque el enseguida me
dijo que no tenia intención de usarla...de momento, que quería que la
guardara yo y que la usaríamos solo en "circunstancias especiales", tal
vez fue eso, lo que aun le dio mas misterio e intriga al juguetito.
Ademas me hizo dejarla en un lugar visible, "para que recordara que
estaba ahí dispuesta a ser usada si hacia falta".
Pasaron
los días y las semanas, la paleta seguía allí en su sitio, cada día lo
veía y no podía evitar sentir una extraña mezcla de morbo y miedo al
fijarme en ella, algún día incluso la cogí, la toque, fría y dura, sabia
de sus efectos, había visto unos cuantos vídeos y eso aumentaba mi
extraña contradicción deseo/miedo. Durante aquella semana hubo alguna
amenaza de uso incumplida, hubo algún juego, pero sin que usara la
amenazante paleta. Lo cual reconozco que alguna vez me creo cierta
frustración.
Hasta
que llego el día, y como suele pasar en estos casos, no me lo esperaba.
Por aquel entonces yo colaboraba con una asociación dando clases para
adultos, uno de los días las clases las daba en un local situado en un
barrio conflictivo, tanto que incluso nos dieron instrucciones de
seguridad, algunas me parecieron muy exageradas, como la de usar
pantalones desde el principio, otras me parecieron sensatas, pero como
suele pasar, después de varios días asistiendo, me relaje y me pareció
todo exageradisimo, es mas el se lo comente en alguna ocasión, con
cierta chulería toda sea dicho, y el sentencio "nunca pasa nada hasta
que pasa", como un premonición. Un día al salir del curso, me encontré
el vidrio trasero de mi coche reventado, me había dejado la chaqueta y
una mochila en el asiento de atrás, lo gracioso es que hacia un par de
días había "alardeado" de ello y no que no había pasado ante el.
Me
asuste había cristales por todas partes, y lo primero que se me ocurrió
fue llamarle, el me tranquilizo, sin echarme la bronca, me dijo lo que
tenia hacer, llamé a la policía y a la asistencia del seguro, hice la
denuncia y los del seguro me limpiaron el coche. Luego ya en casa
tranquila, me volvió a llamar, sin darle importancia al asunto y
quedamos para vernos al día siguiente.
Al
vernos todo transcurrió con normalidad hasta que salio el tema, que
encima saque yo, volviendolo a contar la historia, cuando termine dijo
algo que me revoluciono: "Ahora me toca hablar a mi" y fue entonces
cuando vi que estaba perdida, me toco tragarme un bronca, de las
tranquilas pero que escuecen, porque en todos momento sabes que tiene
razón, me hizo pequeña muy pequeña, a la vez que me excitaba y entonces
me volvió a decir algo que me paralizo: "Te has ganado estrenar la
paleta". No hubo como otras veces resistencia ni demasiado intento de
justificación por mi parte, el tímido intento fue cortado enseguida, con
una serie de azotes con la mano, que a la vez hicieron de único
calentamiento. Dos minutos después estaba apoyada en la mesa, con la
falda levantada y las medias y las braguitas por las rodillas, esperando
que el apareciera con la paleta en la mano, con las pulsaciones a mil,
entre asustada y excitada.
El
primer azote me pilló de imprevisto, en el momento después del impacto,
no sentía nada, respire aliviada no era para tanto, pero un instante
después empece a sentir un quemor en aumento, que parecía no parar de
subir, y aun me quedaban 14 pensé resoplando. Fue todo muy ritual,
incluso diría que algo frío, me dio los 15 azotes anunciados, cuando
termino me dijo que no me moviera, se fue a guardar la paleta y al
volver lo hizo con un extra, un plug anal, que ya podéis imaginar donde
terminó.
Después
al rincón de rodillas, que es como empezaba la narración. Estando allí,
fue cuando tome conciencia de todo, el quemor del culo, fue bajando de
intensidad y eso me hizo sentir el resto de sensaciones, la sensación
de estar castigada de verdad, por algo que había hecho de verdad, que me
hacia sentir avergonzada y arrepentida de mi soberbia y mi falta de
responsabilidad, y también la sensación de hormigueo y humedad que tenia
por toda mi entrepierna, es muy difícil de explicar, pero me sentía a
la vez mal por lo que había pasado y también muy pero que muy excitada
por la situación.
Cuando
ya me levantó el "castigo" ocurrió algo que nunca antes me había
pasado, le pedí perdón, hablamos y terminamos en la cama, donde tuve una
experiencia nueva, la de echar un polvo, con el culo incandescente
rozando las sabanas en cada embestida, molesto pero a la vez muy
excitante, aunque bueno de eso igual escribo otro dia y al terminar de
manera espontanea en el mimos post juegos, le volví a pedir perdón.
No
se si era su intención, creo que no, pero lo cierto es que aquella vez
el juego si resulto correctivo, nunca mas volví a dejarme nada en el
coche cuando me tocaba ir allí, ademas hice caso del resto de
precauciones que nos habían recomendado lo que duro el curso. Se que
parece no tener lógica, si en el fondo reconozco haberme excitado mucho
con aquel juego, quizá sea una cuestión de orgullo, de no ponérselo
fácil, para repetir un juego así, no se, lo único que se, es que aquella
vez funciono.
No espero que nadie me entienda a veces no me entiendo ni yo.
Es difícil entender cómo algo que se sabe que es un juego, puede ser tomado en serio.
ResponderEliminarLa mente engañando a la mente. Quizá sea posible.