jueves, 9 de marzo de 2017

Ese pequeño momento a solar (Por A.)



Momentos en los juegos hay muchos. Un juego es la suma de todos esos pequeños momentos y cada uno de ellos tiene su importancia en el desarrollo final. No se vosotras, pero en mi caso, ese resultado final se puede resumir con la expresión: "ufff que bien me siento....". Para llegar a esa sensación, tienes que pasar por todos esos pequeños momentos. Hoy os voy a hablar de uno, para mi muy especial, que necesito para poder sentirme así. Lo voy a llamar: ese pequeño momento a solas.

Un juego, por más veces que hayas jugado al menos para mi, es siempre algo abrumador. Quizás os pueda parecer exagerado, pero la sensación que tengo es parecida al día que perdí la virginidad, osea sabes que está pasando, deseas que pase, pero sin embargo pasan demasiadas cosas, que no soy capaz de asimilar, la sensación es que todo se ha descontrolado y está pasando muy rápido. Todas las veces que he jugado he tenido esa sensación, para ponerte en las rodillas de alguien, tienes que vencer muchas resistencias, vale que si la otra persona sabe como hacerlo, no es ni mucho menos traumático, pero no deja de ser un momento difícil y contradictorio.

 ¿Que hago aquí y así? te preguntas, estás excitada muy excitada, pero no es en principio una excitación que reconozcas como sexual, es tensión, nervios, no es desagradable, pero si dificil de clasificar. Todo el clima alrededor es tenso y perturbador. Sabes que va a pasar, por momento quieres incluso huir, pero no puedes, te puede más la incertidumbre, quieres llegar al final y para llegar a ese final, tienes que recorrer todo un camino de sensaciones: vergüenza, sumisión, excitación, humillación. Todo de golpe en muy corto espacio de tiempo, además te sientes observada, el centro del mundo y a todo eso pronto se añadirán las sensaciones físicas, desde el aire que acaricia tu culo desnudo cuando te lo descubre, esa sensación es para mi indescriptible o esas caricias que te ponen la piel de gallina, que pronto se transformaran en golpes y aparece el dolor. Los azoten pican y no solo pican en la piel, también pican en la mente. Todos los estímulos son perturbadores, su voz, el sonido de los azotes, el dolor, el saber donde estás, como estás y porque estás, sentir que en ese momento no tienes ningún control sobre ti, que se lo has dado a esa persona y que ella decide, que estás a su merced. Todo eso se va a agolpando en tu cabeza, por momentos se te olvida y por momentos se hace todo muy presente.

Entonces  llega ese momento en que todo se detiene, en ese momento la sensación que reina es el dolor, escozor, picor..., llamadlo como queráis. De ese momento va esta entrada, de ese pequeño momento a solas que digo yo. He leído a que a mucha gente, no le gusta nada el momento rincón, para mi cuando es después, es muchas veces una bendición, al menos los primeros dos minutos. Allí sola con el culo rojo y palpitante, ordeno mis ideas, de alguna manera asumo todo lo que está pasando, necesito ese momento de silencio, de estar de alguna manera conmigo misma, no precisamente para reflexionar sobre mi falta, sino para asimilar todas esas sensaciones. No siempre hay rincón cuando todo termina, pero también en esas veces necesito de ese pequeño momento conmigo misma, con los ojos cerrados y sintiendo el ardor de mi culo, sus caricias, su respiración a la vez que ordeno todas esas sensaciones y tomo conciencia de una nueva, de como toda esa tensión, perturbación y excitación nerviosa de hace un momento se ha concentrado toda entre mis piernas y se expresa de una forma que no puedo disimular, saberme así también me perturba, me hace sentir una niña traviesa que se pone cachonda con su castigo, pero eso es ya otra historia.

Me gusta ese momento conmigo misma, es como la linea que separa la excitación, del placer, pasado ese momento, todas las sensaciones abrumadoras de mi cabeza, se hacen físicas y la excitación empieza  a dar paso al placer. Yo al menos yo nunca he sentido placer, durante la azotaina, excitación como nunca en mi vida, pero placer no. El placer empieza después, pasado ese pequeño momento a solas, a partir de el, todo mi cuerpo es sensación y receptivo al placer. Hago las paces conmigo misma, y ya puedo disfrutar.

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