sábado, 25 de marzo de 2017

¿A que no te atreves? (Diario de unos jugadores XXXI).




En estos últimos relatos, vengo haciendo una pequeña introducción, en la que describo algún comportamiento o actitud muy frecuente y que suele salir de forma natural en los juegos. En este que viene a continuación vamos a ver una de esas actitudes o comportamiento que yo llamo: "¿A ver si te atreves".

Esta actitud, la podríamos considerar de nivel "pro" dentro de las actitudes spankees y consiste básicamente, en poner a prueba la capacidad de resistencia del spanker, ya que a diferencias de otras es un reto a cara descubierta, sin demasiada sutileza. En ella sale a la luz esa parte más kamikaze de toda spankee. Eso si, salvo que uno quiera ser parte pasiva, si se ve venir, puede ser muy divertido jugar a no darse por aludido, provocando así que el reto vaya en aumento, y que evidentemente se actúe en consecuencia. A mi personalmente me recuerda mucho a eso que los ingleses llaman actitud "brat", aunque con alguna diferencia. Que mejor para verlo que a través de un relato.

Viernes noche, acabábamos de ver un "peli" apalancados en el sofá. Había sido una semana muy larga para mi y estaba literalmente muerto de sueño.

-Bicho nos vamos a la cama?
-Ve tirando tú si quieres yo no tengo mucho sueño aún...
-Vale, porque yo me duermo
-No tardes mucho...
-No te preocupes además mañana he quedado con aquellas para ir de compras, así que tampoco quiero levantarme muy tarde.
-Muy bien, buenas noches.

Le di un beso, me metí en la cama y fue como apagar la luz, me quedé dormido al instante, en un sueño tan profundo, que cuando desperté ya entraba mucha luz por las rendijas de la persiana. Tras un visita obligada al baño, antes de volver a la cama me dio por abrir las persianas del salón, ante mi sorpresa estaba todo mojado, por lo tanto había llovido y ni me había enterado. Miré el reloj del mueble y marcaba las 10 y media, sorprendido de lo que había dormido, pensé que ya no valía la pena volver a la cama. Fui de nuevo a la habitación ella estaba dormida profundamente y no quise perturbar su sueño, así que fui a la cocina y puse una cafetera, en aquel silencio placentero, solo interrumpido por el café subiendo, mientras ese aroma a café recién hecho invadía toda la cocina. Entonces escuché ruido y la puerta del baño que se cerraba, dos minutos después aparecía ella en la cocina con cara de sueño.

-Llegas a punto....
-Lo se me ha despertado el olor creo... por cierto que hora es?
-Pues deben ser casi las once ya...
-Joder!!!!!
Se levantó rápido justo cuando se acababa de sentar y apareció de nuevo con el móvil en la mano y tecleando.
-Que pasa?
-Pues que había quedado para ir de compras no te acuerdas?
-Si y?
-Pues que habíamos dicho de ir temprano joder.
No dije nada, la deje que siguiera dando caña al whatsapp mientras servía los cafés. Entonces ella dijo.
-Paso ya no voy
-Por que?
-Porque es muy tarde y ellas ya están desayunando
-Bueno como quieras...
-Ya podias haberme despertado.
-Bueno hace un cuarto que me he levantado...y no sabía que habías quedado tan pronto
-Va da igual
-Haberte puesto el despertador chica..

Quizás esta última frase sobró, lo digo por la mirada que me echó nada más decirla. Y por el silencio por su parte mientras desayunábamos. Y por aquello de dar conversación en un momento determinado dije.

-Ha llovido esta noche y ni me enterado.
-Mucho y con viento.
-Joder pues a que hora
-A las 5 llovía a mares.
-Que hacías despierta a las 5?
-Es que me quedé dormida en el sofá y me he despertado a las 5....
-Ya te vale, te vas a joder la espalda...
No me dejo terminar de hablar y me interrumpió bastante borde.
-No empieces de buena mañana con tus rollos moralistas que no esta el horno...
Ahí empecé a sospechar que estaba en modo: "¿ a ver si te atreves?", pero si quería reto lo iba a tener. No contesté, vamos no entré en el juego....de momento.
-Quieres otro café?.
-No, gracias...
-Pues yo si que me voy a tomar otro.
-Tu mismo...

Me preparé un segundo café y me encendí un cigarrito, que me quitó nada más darle la primera calada.

-Enciéndete otro.

Sabe perfectamente que eso me da mucha rabia, pero tranquilamente me encendí otro. Cuando ella terminó de fumar se levantó y se marchó al salón sin tan siquiera recoger su taza y dejarla en el fregadero, en aquel momento pensaba ya, "creo que alguien quiere no sentarse en todo el fin de semana". Pero con mucha calma, me puse a recoger y fregar los cacharros, cuando terminé me fui para el comedor y allí estaba en el sofá tirada con los pies encima de la mesilla y jugueteando con el teléfono y sin venir a cuento le dije.

-Todavia no se porque no has ido, si tenías tantas ganas.
-Porque era tarde tal vez? y aun tenia que ducharme, cambiarme....y no las voy a tener esperándome.
-Si quieres en media hora estás lista, lo que pasa es que la señorita se enfada con el mundo y ya no razona.
Yo sabía que ese dardo escocía...Soltó una risa irónica y me dijo.
-Si claro tu sabes mucho, tal vez si me hubieras levantado antes.
-¿Yo? ...te equivocas, ya eres mayorcita y yo no soy tu padre. La próxima vez te pones el despertador.
-Ahhh vale muchas gracias por tu consideración, mira yo ayer cuando me desperté tenía muchas ganas de algo y como estabas dormido, me quedé con las ganas.
-Porque quisiste haberme despertado
-Bueno que paso tío, que no tengo ganas de discutir, olvídame el resto del día.
-Que me estas diciendo, que voy a tener que aguantar yo, tu enfado con el mundo todo el día?
-Es lo que hay
-Pues ya te digo que lo llevas claro.
-Ya veremos
-Eso ya veremos

Salí del salón, entre otras cosas para que no viera como me partía de la risa y también para comprobar si la cosa iría a más. Me fui a la habitación a abrir las persianas y hacer la cama y de vuelta al salón donde seguía ella en su enfado consigo misma, que proyectaba hacía mi y como si no pasara nada le dije.

-Vamos a hacer algo  o que?
- Tu lo que quieras y yo lo mismo
-Piensas estar así todo el día.
-Pienso hacer lo que me salga del chichi...

Esa última frase era un "a ver si atreves" en toda regla.

-Se acabó hasta aquí hemos llegado.

Me fui hacía ella, enfadado, aunque por dentro me partía de la risa. La levanté a la fuerza del sofá...

-Si lo que quería era esto, enhorabuena. Objetivo cumplido,  pero vamos que el resto del día vas a ir suave como el terciopelo...

Tuvimos un forcejeo, en el que se consiguió escapar y refugiarse detrás de la mesa.

-Ven aquí.
-Jajajjaaja ni hablar.
-Tarde para las risitas, ven porque como tenga que cogerte yo....

Decidí atacar por el lado de la mesa que daba a la puerta así solo podía huir hacia dentro del salón y por fin la volví a coger, nada más cogerla de pie la llevé hasta el sofá a azotes como si fuera una niña pequeña. Cuando llegué al sofá directa a mis rodillas, y de un tirón y con brusquedad el pantalón del pijama hasta los tobillos, entre sus quejas porque no llevaba nada debajo a lo que respondí que eso no era mi problema.

La discusión sobre si debía o no empezar con el culo aire quedó zanjada enseguida, a la que mi mano empezó a actuar, durante los primeros momentos, no paraba de moverse e incluso trató de protegerse con las manos, cosa que solucioné agarrando fuerte las dos muñecas contra la espalda. Despejado el camino empecé a zurrarle el culo con ganas, si quería ponerme a prueba, quería que el mensaje quedara muy claro y si todo era cuestión de una pataleta, también pensaba zanjar el asunto. Tras unos minutos de azotaina continuada, noté como ya no hacia fuerza con las manos y como había dejado de moverse, solo escuchada su respiración y tímidas quejas ante mis continuas palmadas, que ya habían puesto su culo bien rojo. Entonces paré y le dije que se levantase, lo hizo, acto seguido me levanté yo la cogí del brazo e hice que me acompañara hasta la habitación, haciéndola caminar con el pantalón en los tobillos. En la habitación sin soltarla cogí uno de mis cinturones y otra cosa del armario y cogida del brazo de vuelta al salón. La solté al llegar al sofá justo enfrente y le dije:

-Túmbate por encima del reposabrazos

Lo hizo y le dije.

-Mete las manos por debajo del cojín

Metió las dos manos, en la ranura que separa un asiento del otro, doble el cinturón y le dije.

-Van a ser dos docenas, si te portas bien..

Decidí hacerlo en tandas de cuatro, tres de un lado y tres del otro. Sin aviso cayeron los primeros cuatro seguidos, rápidos y fuertes, al terminar arqueo la espalda, mire que siguiera con las manos donde le había dicho. Me tomé mi tiempo, que sintiera el quemazón en su piel de los azotes, antes de seguir con  una nueva tanda de cuatro rápida como la primera, tras ella otra pausa y la tercera. Al terminar la primera docena, hice una pausa más larga, para acariciar un poco su culo y separarle un poco las piernas. Luego volví a tomar el cinturón, recreándome, osea repitiendo el ritual de extenderlo y volver a doblarlo. Y me dispuse a aplicarle la segunda docena de azotes, otra vez en tres tandas de cuatro azotes rápidos y seguidos, esta última tanda, procure aplicársela en eso que lo ingleses llaman "seat zone" osea zona de asiento, que es esa zona que apoyamos al sentarnos y que vendría a ser la frontera entre nalgas y muslos. Al terminar la piel de su culo tenía un aspecto impactante, al rojo vivo, con esas marcas tan características del cinturón. Lo primero que hice sin soltar el cinturón fue comprobar que tuviera las manos donde le había dicho, estaban donde tenían que estar, entonces deje el cinturón colgando de una de las sillas y saqué de uno de los bolsillos el otro objeto que había cogido de la habitación: un plug metálico cuyo tope era una imitación de piedra preciosa. Le pasé suavemente el frío metal del plug por su piel hirviendo, provocando un suspiro de alivio y que parte de la enrojecida piel se erizara, en especial la de la "seat zone". Cuando me  cansé de pasarlo con la mano izquierda le separé las nalgas, y vi el brillo que salia de su entrepierna mojada, como el plug es pequeñito, ni lo lubriqué, se lo metí simplemente apretando con mi pulgar la piedra, hasta que hizo tope, su única reacción fue un suspiro en el momento que entró. Entonces le dije.

-Ahora te vas a ir un rato al rincón.

No se movió de la posición hasta que le dije.

-Te tengo que llevar yo?.

Entonces a regañadientes se levantó y se fue hasta el rincón caminando despacio con el pantalón del pijama aun enrollado en sus tobillos. Yo me senté en el sofá y cuando estuvo en el rincón le dije.

-De rodillas y con las manos encima de la cabeza.

Se volvió a quejar y le recordé donde estaba el cinturón. Suficiente para que obedientemente  me hiciera caso y adoptara la posición que le había dicho. Yo sabía que el rincón ya era de por si humillante, pero que de rodillas aun le daba mayor sensación de castigo. Cinco minutos más tarde, le dije que se levantara, y que se acercara a mi. Cuando estuvo frente a mi, le dije que se quitara del todo el pantalón del pijama, lo hizo dejándolo encima de la  mesilla, entonces le dije que pusiera las manos detrás de la espalda. Y yo empecé a acariciarle la cara interna de los muslos, ella estaba de pie enfrente mio, desnuda de cintura para abajo, con el culo que debía arderle, las manos detrás de la espalda y mi dedo indice empezó a pasar entre medio de sus labios, por ese caminito empapado que conduce desde su vagina hasta su clítoris.

-Que, se te ha pasado ya la tontería?...

No me contestó la agarré con fuerza de una nalga con  mi mano izquierda para acercarla a la vez que mi dedo entraba entero dentro de su sexo caliente y mojado.

-Esto forma parte de tu castigo. ¿Seras capaz de aguantar?.

Entonces empecé a masturbarla de pie, frente a mi, con las manos en la espalda, mientras dos de mis dedos, entraban y salían solo unos poquitos centímetros, friccionando con fuerza la parte mas sensible de su vagina, mientras el pulgar de la otra mano frotaba con frenesí su clítoris y ella cerraba los ojos a la vez que su respiración se agitaba, y yo me preguntaba si aguantarían sus piernas el orgasmo que se avecinaba. En el momento de clímax, en acto reflejo echo el cuerpo hacia atrás y dobló un poco las piernas, pero no pudo evitarlo y se corrió así de pie delante de mi, con las manos en la espalda. Conseguido el orgasmo, le empecé a acariciar el culo recién azotado, aun los dos de pie, sin dejar de hacerlo me levanté, la besé y le susurré que se tumbase boca abajo en el sofá. Lo hizo, le puse un cojín debajo para levantarle el culo. Después me desnudé yo, me monté en el sofá entre sus piernas, busqué la piedra que adornaba su culo, la cogí por debajo con mis dedos en forma de  uve y suavemente tiré de ella para atrás, para sacar despacio el plug. Cuando estuvo fuera cambié el frío del metal, por el calor de mi polla, que se encontró el camino ya preparado por el plug y ocupo su lugar en su culo, sin prisa despacio,  acomodándose bien, hasta que hecho a mi polla, empecé a moverme y buscar mi placer.

Continuara....


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