viernes, 24 de febrero de 2017

Entre mujeres /Relato F/f por D.)





Esta semana vamos a hacer una excepción y van a salir dos relatos. El habitual de los Sábados y este de hoy. Es un relato que ha escrito D. Y que contiene una novedad, es un relato entre dos chicas.

En el tren, a cuatro paradas para  llegar, repasaba mentalmente nuestra última conversación, después de las reglas que habíamos pactado, se había pasado por el forro dos de ellas.

Estaba enganchada a Netflix, ésta chica procrastina más que yo incluso y tiene excusas para todo da igual lo que le intentes explicar, ella siempre te hace sentir que saltarse la pauta era lo que necesitaba y que por supuesto, está bien hecho y no merece castigo alguno. La verdad es que la gota que colmó el vaso fue ese mensaje en mitad de la noche:

-No he podido aguantar y he tenido que tocarme…

Digo yo, antes de no poder aguantar más, habrá tenido tiempo de pensar, de que le entraran las ganas, de desvestirse, ¿no? Ahí se puede perfectamente mandar un mensaje pidiendo permiso, pero no. Así que decidí tomar el camino recto y le contesté:

-Mañana voy a verte, no hagas planes.

Sé que me estuvo escribiendo después porque notaba el móvil vibrando, pero no iba a mirarlo porque podría caer de nuevo en sus excusas y esta vez no pasaría.

Dos horas más tarde de mi salida, el tren anunciaba la llegada a su estación, sabía que estaría esperándome nerviosa mirando la hora cada dos por tres, paseando de arriba abajo el andén sabiendo qué le esperaba, sin saber de qué humor vendría yo.

Bajé y la vi, era imposible no hacerlo ya que se había puesto ese vestido que dejaba lo justo a la imaginación con ese pedazo de escote, su piel blanca resaltaba sobre esa tira de tela negra que cruzaba todo el escote hasta su cuello. Sin duda lo había hecho como maniobra de distracción y pensando que así rebajaría su pena.

-¿Intentas apelar a mis bajos instintos para que no te castigue rubia?
-Puede, ¿funciona?
-Nop, lo siento.

Subimos en el coche dirección su piso, puse mi portadocumentos en el asiento trasero. Si alguien me pedía que lo abriera algún día se iba a llevar una buena sorpresa ya que en vez de planos, iba a encontrar toda clase de instrumentos para azotar.  Sabía que mientras conducía iba mirando de reojo al asiento y luego me miraba a mí esperando que le dijera algo.

Cuando cerró la puerta de casa, le dije que se sentara en el sofá, coloqué el portafolios a su lado, lo abrí y fui colocando uno a uno los instrumentos que había traído en el sofá mientras le hablaba:

-A ver, cuéntame cómo fueron esas ganas tan fuertes que no te dejaron ni mandarme un mensaje antes.
-Bueno, en realidad no fue exactamente así, es que no tenía el móvil cerca..
-Ajá, así que no tenías el móvil cerca, ya, entonces ¿cómo me mandaste el mensaje después?
-Sí, es verdad, es que lo encontré luego debajo de la almohada…
-Claro, claro. Sabes que no cuela señorita. ¿Y Netflix qué?
-Llovía, día libre, estaba aburrida, mi amiga no llegaba y no me apetecía ir al gimnasio así que…
-Es la tercera vez que te aviso de lo del gimnasio este mes. Ya no lo paso más

Acerqué una silla de la mesa del comedor y la puse en mitad del salón, la cogí de la mano y la llevé hasta la silla, le dije que se arrodillara y usara la silla para poner los codos, como si fuera a rezar y le puse énfasis cuando le solté que quería que el culo quedara bien accesible.

Le levanté la falda por detrás, lo suficiente para que ella se sonrojara al notar el frío en el culo mientras le explicaba que lo que hacía lo hacía por su bien, que intentaba ayudarla para que lograra sus metas pero que ella me lo ponía muy difícil a veces y no podía dejárselo pasar siempre.

Empecé a pasar mi mano por su culo, acariciando primero sobre sus bragas, escuchando sus suspiros y viendo como acentuaba la curva de su espalda cuando pasaba entre sus muslos. Ahí cayó el primer golpe, no se lo esperaba y pegó un respingo mientras soltaba un pequeño ¡Ay!, le dije que esa tarde iba a acordarse bien de lo que había hecho puesto que había ido hasta allí para recordarle las normas y no iba a ser algo light, que tenía la silla si quería agarrarse a algún sitio. Empecé a azotarla con la mano alternando de una a otra nalga, uno fuerte uno flojo, para que fuera cogiendo un bonito color y ella se fuera relajando. Después de unos 30 azotes así, le bajé las bragas hasta más de medio muslo, casi por encima de las rodillas ya que tenía pensado extender los golpes hasta esa zona. Me acerqué hasta el sofá para coger algo que ella odiaba, la paleta grande. Sé que pica mucho y es muy efectiva a parte de dejar unas marcas potentes con pocos golpes. Me acerqué a su oído y le dije que los contara y no se quejara porque si no volvería a empezar de cero.

En la habitación resonaban los golpes y su voz mientras contaba…1, 2, 3, 4…mientras contaba la veía cada vez moverse más, incómoda, dando pequeños saltitos. Yo le puse la mano sobre el final de su espalda para  mantenerla quieta. Cayeron otros 20 con la pala grande y al terminar la tanda, estaba resoplando y su culo se había vuelto de un precioso rojo púrpura. Me tomé un momento para acariciarlo, estaba caliente y muy sensible a mi tacto, al pasarle las uñas por encima podía ver como la piel se ponía de gallina. Con mi pié le toque las rodillas para que las separara, pasé mi mano entre los muslos y noté lo mojada que estaba, al meter mi dedo entre sus labios soltó un gemido y echó el culo hacia atrás buscando la palma de mi mano.

-Todavía no nena, una última tanda.

Me acerqué de nuevo al sofá y esta vez cogí la vara de disciplina inglesa, su mango redondeado se adaptada perfectamente a mi mano y me sentía cómoda con ella.

Esta vez serán 20 le dije, los contarás fuerte y rápido, no te descontarás porque ya sabes que pasará,  y te van a doler. La hice cambiar la postura y levantarse cogiéndose al respaldo, quería tener sus muslos a mi alcance. El primer golpe inesperado la hizo doblarse sobre la silla, pero contó 1 y se recompuso. Dos, tres, cuatro…la escuchaba quejarse, le costaba aguantar, me acerqué a ella mientras le acariciaba la zona con mis manos para decirle que ya quedaba menos, que aguantara un poquito más, volví a tocar entre sus muslos y ya no me hizo falta ni llegar a sus labios, su humedad resbalaba hacia abajo. Reanudé los azotes diez, trece, dieciséis, dieciocho, veinte. Con ese último azote casi sin esperar a que la vara se separara de su piel, metí mi mano por el escote de su vestido y le cogí el pecho con fuerza, apretando el pezón entre mis dedos, con la otra mano la cogí de la barbilla y le hice mirarme, estaba completamente roja del esfuerzo, pero tenía una cara de vicio que no pude aguantarme las ganas de besarla mientras apretaba mis dedos en su pecho.

La ayudé a ponerse recta y le dije que mientras yo recogía, me esperara en el rincón, que se quitara toda la ropa y se pusiera cara a la pared. Guardé todos mis juguetes mientras me deleitaba con la vista y sabiendo las ganas que tenía de poder descargar esa tensión en la cama, una vez recogido, le avisé de que viniera y me desvistiera que iba a ponerle fin a esas ansias que tanto llevaba aguantando.

Le di la mano y nos fuimos hacia la cama, ella ya estaba completamente desnuda y podía ver todas las marcas que tenía en el culo después del castigo  que acababa de darle por sus faltas. Cogí el aceite que tenía junto a la cama especial para después de los juegos, le hice que se tumbara boca abajo, ella pensó que iba a untarla en aceite pero lo que hice fue aprovechar y me hice con la vela encendida que tenía en la mesita, llevaba un buen rato puesta así que se había convertido casi toda la cera en líquido.

Me senté a horcajadas sobre ella, le cogí del pelo y se lo levanté sobre la cabeza, la primera gota cayó en su nuca y la sorpresa hizo que pegara un pequeño salto al notar el calor momentáneo.

-ssshhh….estate quieta si no quieres que te caiga toda la cera de golpe.

Gota a gota fui derramando la cera sobre su columna vertebral, bien juntas, sin darle mucho tiempo entre cada una, sabía que cuanto más rápido más se juntaba la sensación de calor y que le encantaba. Me senté sobre sus piernas y me deleité viendo como la cera se acumulaba en los hoyuelos de su espalda, en la cadera, sobre sus nalgas. El color blanco de la cera contrastaba maravillosamente con el púrpura de su culo y sus muslos.

Separé una de las nalgas y levantando la vela más arriba para bajar la temperatura, dejé caer una gota justo en sus labios, lo que hizo que gimiera y levantara la cadera ofreciéndome más espacio donde jugar. Repartí la cera que quedaba entre sus ingles y sus muslos y aparté la vela. Empezó a sonar Inertia creeps de Massive attack y eso siempre me inspira, me acerqué a su muslo y la mordí, primero flojo, mordiscos que se alternaban con mis manos agarrando la carne fuertemente. Cogía los dos muslos con mis manos y los separaba mientras ella me ofrecía su sexo para que me acercara y le prestara atención, pero torturándola un poco más, pasaba por su lado con la lengua, mordiendo fuerte de vez en cuando en sus ingles, en la parte baja de la espalda, en su nuca.

Me quité la parte de arriba de la ropa y me quedé con el sujetador, le levanté las manos sobre su cabeza y le dije que no las moviera de ahí, puse mis uñas en sus muñecas y empecé a bajar lenta pero dolorosamente por sus brazos, antebrazos, hombros, espalda, se retorcía de dolor y placer mientras yo veía las marcas que iban apareciendo en esa piel blanca idéntica a la mía. Me tumbé sobre ella y le susurré al oído que me iba a centrar en su culo. Cogí el aceite y sin calentarlo tiré un buen chorro sobre cada una de sus nalgas y otro donde la espalda se convierte en culo, froté las dos nalgas al  mismo tiempo mientras escuchaba ese suspiro de alivio que salía siempre al contacto con sus marcas.

Cogí el charquito que se había formado al final de su espalda y lo empujé hacia abajo, para que resbalara entre ellas, las abrí y pasé la mano desde arriba entre sus piernas embadurnando todo su sexo como si  no estuviera mojado ya. Recorrí el camino con mi dedo índice y lo llevé a su ano, lo rodeé lentamente viendo la reacción que provocaba eso en su cuerpo, fijándome como se contraía el músculo a mi paso, hice un poco de presión mientras a la vez mi dedo corazón rozaba entre sus labios. Un poquito más de presión y mi dedo se deslizó completamente lubricado, dentro de su culo. La escuché gemir de placer y en ese momento metí mi dedo corazón entero en su sexo mientras ella se movía acompasando mis movimientos lentamente, dentro fuera, dentro fuera. Tardó poco en pedirme permiso para correrse, y al dárselo se corrió casi al instante. Con su orgasmo, notaba como mis dedos eran aprisionados por sus músculos, cada contracción me atraía hacia su interior.

Me quité la parte de debajo de la ropa y me dejé el tanga puesto, le dije que se diera la vuelta, quería tener esos pechos entre mis manos, morderlos, chuparlos, saborearlos y que ella no pudiera hacer otra cosa que rendirse. Até sus manos al cabecero para que no tuviera la opción de apartarme, pensaba castigarla con placer hasta que me pidiera que parara. Me metí su pecho en la boca, succionando el pezón, jugando con mi lengua sobre él dentro de mi boca mientras bajaba mi mano izquierda y comprobaba que estaba lista para volver a la carga. Alargué el brazo y cogí el vibrador que había traído dentro del portaplanos y una cuerda pequeña, hice un nudo rodeando su muslo derecho, rodeando el vibrador y después el muslo izquierdo y lo encendí al mínimo. Tenía el vibrador pegado a su sexo y no había manera de que pudiera quitárselo, se retorcía mientras yo jugaba con el botón del vibrador cambiando la potencia, acercándoselo y retirándolo lo justo para que cogiera aire.

-Ahora nena, va, córrete para mí.

Su cuerpo entero se estremeció cuando me escuchó y aumenté la potencia al máximo del vibrador pegándolo a su sexo hasta que se corrió entre gemidos de placer. Subí hasta su oído y apartándole el pelo  y cogiéndole la cara con la otra, le susurré:

-Esto no ha hecho más que empezar puta…voy a hacer que supliques que te lo quite de entre las piernas…

Me quité el tanga y el sujetador y me apoyé sobre su cuerpo para que notara que yo también estaba muy excitada de verla así, ajusté el vibrador fuerte a máxima potencia sobre su sexo y apoyé también el mío sobre él, frotándome mientras la miraba a la cara y nos besábamos, mordiéndonos los labios, nos corrimos casi al mismo tiempo.

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