sábado, 4 de febrero de 2017

El peta de mi vida (Diario de unos jugadores XXV).






La mayoría por no decir la totalidad, a veces me falla la memoria de los relatos responden a un guión, que no es más que el guión mas habitual de la realidad. Este guión se basa sobre todo en un orden muy concreto de acontecimientos. Un juego previo, que conduce a una acción de juego, que a su vez culmina en sexo. Como decía antes así es en el 99% de los juegos reales al menos en mi experiencia. Sin embargo eso no quiere decir que otras formulas no puedan resultar también divertidas, aunque salgan menos naturales o se den con menos frecuencia como vamos a ver.

Así que ya aviso que va a ser un relato un poco diferente y muy políticamente incorrecto. Los "gurus" de los mundos oscuros, en todos sus decálogos de normas de juego y demás (ellos son muy de protocolos), tienen una que se repite muy a menudo:

-Nunca jugueis, bajo el influjo de ninguna substancia.

Seamos serios, estoy bastante de acuerdo con esa idea, sin embargo tengo ya una edad como para saber, que todos hemos follado alguna vez con una copa de más o algo en el cuerpo mas allá de un copa ¿verdad?. Además en las pocas fiestas "corporativas" a las que he acudido siempre me ido con algo de mal rollo, ya que los baños de los locales parecen tener algún tipo de virus que provoca muchas sinusitis repentinas, o al menos esa impresión me ha dado. Bromas a parte, y sin ponernos moralistas, aquí somos ya todos mayores de edad y hay que ser responsables de lo que se hace y con quien se hace. Sin más rodeos me meto en la historia.

Era un domingo de invierno, habíamos amanecido tarde ya, la tarde noche anterior había sido intensa con jueguecito de nivel incluido. Pero hacía un día bonito y soleado, de aquellos en los que se está tan agradable al sol. Así que decidimos ir de excursión, elegimos un precioso pueblo marinero: Tossa de Mar. Nos caía relativamente cerca así que después de desayunar en el apartamento y tomarnos un café en un terracita nos pusimos en marcha. Llegamos al lugar a la hora del aperitivo y tras aparcar, nos dirigimos al casco antiguo, hicimos el  habitual paseo por las murallas y acabamos en la terracita del bar del faro, al sol de invierno tomando unas cervezas. Un rato de confesiones y  batallitas, antes de emprender de nuevo el camino murallas hacia abajo, entre una cosa y otra eran ya las tres del mediodía y estuvimos debatiendo un rato si comer o no. Lo cierto es que habiamos desayunado tarde y no habia mucha hambre, buscamos una terraza en el paseo marítimo y nos sentamos a disfrutar del sol de nuevo y cayeron unas cervecitas más. Pero las tardes de invierno son muy cortas y pronto empezó a caer el sol y a llegar el frío. Decidimos que era el momento de volver a busca el calorcito del apartamento.

Ya había oscurecido cuando llegamos y el agradable día se habia transformado en noche fría y húmeda que calaba los huesos mientras caminábamos por las estrechas callejuelas al pie de la catedral de Girona. Ya refugiados en el apartamento nos pusimos cómodos, yo me puse el pijama que me iba algo estrecho, para su cachondeo y ella el vestido verde que usaba para estar por casa, eso si con las piernas cubiertas con unos calentadores de lana, que le llegaban justo por debajo de donde tapaba el vestido. Un par de latas de cerveza en la mesilla y nos apalancamos en el sofá, pusimos la tele y estuvimos un rato a medias entre comentar lo que daban en la tele y más confesiones. Entonces ocurrió algo que cambió el destino de aquella tarde. Ella me dijo:

-Creo que voy a probar tu marihuana...

La historia venia a que desde hacia años, venía cultivando en mi terraza unas plantas de marihuana cada verano, la culpa la tenía mi  hermano que es el consumidor, pero aquel fin de semana decidí llevarme unos cogollos por si acaso.

-Tu misma, sabes liar?
-Jajajaja con quien te crees que  hablas?
-Vale, vale porque yo no..

Total que ella inicio los preparativos, yo la observaba con atención, la advertí que el producto era fuerte, que no cargara mucho el porro, algo de caso me hizo. Cuando lo tuvo listo lo encendió y le dio una primera calada...

-Mmmmm que rica está?
-Seguro, está cultivada con todo el cariño...

Después de una segunda calada, me lo pasó a mi, le dí un par o tres de caladas como mucho y se lo devolví, y entonces ella se apalancó bien en el sofá poniendo los pies en mi regazo, me miró y miró a la mesilla, en ella había un bote de crema de pies, sonreí y entendí la indirecta, cogí la crema y agarrando uno de sus pies, empecé a masajearlo despacio sin prisa recreándome, el empeine, la planta, los dedos, el espacio entre los deditos y después seguía con el otro pie, alternativamente, concentrado en ello, hasta que me empecé a dar cuenta que el porro me estaba subiendo y me estaba entrando la tontería, entonces la miré ella estaba entre extasiada y colocada también, pero su cara me transmitía placer mucho placer, para concentrarme mas y que se me pasará la tonteria, decidí que con los pies no era suficiente, así que le quite los calentadores de lana y seguí con el masaje por todas las piernas, hasta el límite que marcaban las braguitas que habia debajo del vestido, piernas y pies despacio de una en  una, el tendón de aquiles, los gemelo alrededor de la rótula, los muslos y vuelta a empezar desde los dedos de los pies. Ella apenas decía algo mas que algún gemido y alguna risa tonta efecto del porro,  yo tampoco decía mucho, concentrado en el trabajo de mis manos. No se el rato que estuvimos asi, no lo recuerdo, pero pudo ser perfectamente más de una hora.

 De repente nos quedamos mirando, no sonreímos algo nos dijimos, lo único que recuerdo es que mis  manos se colaron por debajo de su vestido y deslizaron por sus piernas algo que me estorbaba sus bragas, que despues quité sus piernas de mi regazo doblándolas y separándolas, me giré hacia ella y mis dedos empezaron a hacer dibujos en la cara interna de sus muslos, no por mucho rato, ya que enseguida buscaron el calor y la humedad de su sexo suave perfectamente depilado, buscado el tesoro escondido entre la carne de sus labios, o esos segundos labios ocultos y sensibles, ganas de alargarlo todo, pero tambien ganas de hacerla explotar y aún mas ganas de poseerla de todas las maneras posibles. En ese dilema ganó la parte más animal, cuando dos dedos de mi mano derecha entraron en su sexo, con la yema mirando hacia arriba y primero empecé jugando muy despacio con sus sensaciones internas, pero me podían las ganas y empecé a meterlos y sacarlos, primero solo los dedos, pero a medida que aumentaba la velocidad, con un movimiento de muñeca hice que a cada nueva embestida la palma de mi mano chocara con su clítoris, cada vez mas rápido, el sonido de mi mano golpeando su sexo mientras mis dedos entraban y salían, me excitaba aún más y a la vez hacia que fuera mas rápido, ella gemía , sonaba a piel mojada, y al final tuve lo que quería un orgasmo o más bien un inicio de lo que quería.

No le di tiempo a recuperar, a penas, saque los dedos empapados de mi mano derecha, para cederle ese espacio al pulgar de mi izquierda, mientras los recién relevados se divertían ahora masajeando su ano, hasta que el dedo corazón decidió que debía entrar ahí también, mientras el pulgar hacia rato ya que estimulaba, esa parte interior rugosita de su sexo, moviendo los dedos que perforaban su cuerpo por distinto canal, conseguí un segundo orgasmo. A partir de ese todo se descontroló solo me apetecía torturarla de placer, mientras yo gozaba de verla retorcerse, hubo un momento en el que cuatro dedos de una de mis manos estaban dentro de su coño y tres de la otra en su culo, dejándonos ir del todo, conseguí que encadenara varios orgasmos y de repente como por arte de magia nos relajamos, recuperamos aire y tambien la compostura. Yo estaba muerto de hambre, así que preparé algo de picar, corte queso, fuet y algo de pan, que devoramos por lo que hice una segunda tanda de picar que tambien nos acabamos.
Pasado un rato, ella se ofreció para darme un masaje a mi, cosa que acepté sin pensármelo, me tumbé boca abajo en el sofá , me quité la camiseta, y tras la primera impresión del aceite frio en mi espalda, empecé a sentir el placer de sus manos, masajeándome la espalda, el cuello,  los hombros, la zona lumbar y tímidamente me bajó un poco el pantalón del pijama para masajearme también la parte más alta de las nalgas, en una segunda tongada de masaje se atrevió más  y me bajo un poco más el pantalón para tener acceso a todo mi culo, de la relajación inicial del masaje pasé rápidamente a la excitación, todo ocurrió muy rápido yo me di la vuelta y me puse boca arriba y ella se sentó encima de mi polla y empezó a cabalgarme, yo cada vez mas excitado, con sus movimientos, ella seguía moviéndose pero mi necesidad de desahogo era ya indomable. La paré, le di la vuelta la puse boca abajo en el sofá y le dije.

-Sabes me muero de ganas de algo.

.Con una mano separé sus nalgas, mientras con la otra apuntaba la polla a la entrada de su culo y sin miramiento apreté con los riñones, mientras mi polla se abría sitio para hundirse dentro de su culo hasta el fondo, entonces empecé a moverme, a bombear rítmicamente y rápido notaba su mano tocándose a la vez por debajo de su cuerpo lo que aun me excitaba más y me hacia aumentar el ritmo, hasta que por fin obtuve mi desahogo.

Después nos quedamos un rato, simplemente acariciándonos, hasta que decidimos irnos a la cama. Pero algo me decía que aquella tarde no iba a acabar así, que faltaba algo y no equivocaba. Tras un rato en la cama tonteando y jugando apareció la provocación en forma de mordisco, tras el primero supe que aquello no iba a acabar hasta que no acabara con el culo ardiendo y acerté. Tras el primer mordisco ignorado, cayeron unos cuantos más y varias advertencias, pero no sirvieron de nada, Hasta que la puse en mis rodillas boca abajo, le levanté el vestido y le bajé las bragas. Aun tenía el culo marcado del día anterior, pero quien busca encuentra y eso no me cortó en empezar a azotarla sin protección y con intención, con la intención que picara desde el principio. Una buena azotaina en frío, que hizo que por momentos se retorciera en mis rodillas. Pero como quería asegurarme para la segunda tanda de azotes, cambie mi mano por la pequeña paleta del tamaño de un cepillo, también con ganas aunque parecía resistir mucho mejor la paleta, tal vez porque la zona ya estaba caliente, lo cierto es que aunque con toda la intención busqué golpear la zona mas sensible, la que esta justo en la frontera entre nalgas y muslos, resistió mejor el castigo con la paleta. Eso si al terminar, el color de su culo era impactante, rojo vivo y muy, muy caliente como comprobé al agarrar las dos nalgas con mis manos.

-¿Vas a morder más esta noche?
-No....
-Túmbate boca abajo que voy a por la crema.

Me levanté y fui a buscar la crema de áloe vera puro, al llegar me esperaba tumbada boca abajo en la cama. Lentamente y suavemente le extendí la crema por los dos globos al rojo vivo que era su culo, dejándolo mojado de gel, para que notara el frescor en la piel. Y no pude resistirme a volver a buscar con mis dedos entre sus piernas, otra vez buscando su sexo mojado, estimulándolo desde atrás, para terminar dándole  placer de nuevo con esa herramienta tan precisa que se llama pulgar.

Ese fue el colofón a un fin de semana intenso. Tal vez diferente en los tiempos del guión, pero a fin de cuentas dicen que el orden de factores no altera el producto ¿no?. Nos fuimos a dormir tarde eso si y yo madrugaba al día siguiente, pero también dicen que sarna con gusto no pica y eso que no me libre de un mordisco de buenas noches.

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