sábado, 8 de octubre de 2016

Ensanchando límites( Diario de unos jugadores VIII)






La prudencia es algo fundamental en los juegos para mí. De llegar más lejos si te quedas corto siempre estas a tiempo. En cambio si te pasas, ya no hay marcha atrás.

En aquellos ya más de dos meses de convivencia, también la prudencia había estado presente, es cierto que nos conocíamos ya mucho, que habíamos jugado antes, pero la situación era nueva y eso me hacia ser prudente. Conocía bien su cuerpo ya, y su mente, pero hasta antes de aquellas 9 semanas y media, no había estado en su espacio y en los juegos se mezcla todo. Así que estaba descubriendo algo que no conocía, ella, su mente y su cuerpo en cohabitación con su espacio y conmigo siendo parte de ese espacio y no una visita. Tal vez por eso seguía colgando aquella lista de normas de la puerta de la nevera, no deja de ser un forma de prudencia, de no arriesgarte a meter la pata. Pero también era muy consciente que solo era cuestión de tiempo, que llegasen nuevos retos y con ellos tambien nuevas sensaciones y riesgos.

Además por lo que la conocía, también notaba en ella cierta dosis de  prudencia y retención, a fin de cuentas al igual que yo probaba a ella, ella me probaba a mi y tomaba nota de mis reacciones y yo hacia lo mismo. De hecho es un juego dentro del juego,  a través del cual te descubres y descubres a la otra persona.

Pero claro algún día tenia que saltar esa prudencia por los aires y todo se empezó a gestar aquella noche. Ya toda la tarde había estado con síntomas, osea con alguna que otra mala contestación, así que algo imaginaba y fue cenando cuando si preguntar se soltó.

El tema una  metida de pata sin la menor importancia, que había provocado que una compañera con algo de mala leche se metiera con ella. La escuché con atención y cuando terminó hablé yo.

-Bueno por lo menos, lo has soltado.
-Y eso es todo lo que tienes que decir.
-Pues, si para mi es mucho
-Pues vale
-Pffffff no te enfades ahora conmigo que yo no tengo culpa.
-Pues vale.
-Hala  ya está, de morros.
-No se, esperaba algo mas
-Que quieres que te diga que tu compañera es un poco toca huevos, pero eso ya lo sabemos o no?.
-Si
-Entonces?. No ves que consigue lo que quiere, que te enfades, ignórala sonríe y verás como le pica.

 En cambio te pillas un mosqueo del 15 , que sigue 6 horas después, mientras ella debe estar tan feliz en su casa y ni tan siquiera se debe acordar.

-Bah si lo se me callo
-No he dicho eso, al revés te he dicho que me ha gustado mucho que no te callarás y tuviera que adivinar que te pasa.
-Pues ya ves de que ha servido. Ademas tienes razón la culpa es mía, si es que me lo merezco.
-No empecemos, no he dicho eso.
-Pues me acabas de decir que si me enfado quien gana es ella.
-Si eso si, pero eso no significa que tu hayas hecho nada mal. Es sólo un consejo de como gestionarlo.
-Es que tu eres muy listo. Gracias por el consejo.
-Lo ves es imposible. Te arrinconas y solo muerdes.
-Ya te digo, que es culpa mía y me lo merezco
-Y dale, quieres dejar de auto-castigarte, lo que te ha pasado es una tontería, no hagas una montaña.

Entonces se levantó me miró al pasar y cuando, estaba ya a la altura de la puerta me dijo.

-Buenas noches, gracias por el consejo. Pero estoy muy cansada.

Acto seguido portazo, al entrar en la habitación. En aquel momento me hubiera ido a buscarla y le hubiera dejado el culo marcado para una semana, pero en cambio me dio el ataque de prudencia y de sentimiento de culpa. Me quedé un rato sentado en la mesa, con la mente en blanco. Despues recogí la mesa y me senté en el sofá a fumarme un cigarrito y entonces empecé a pensar con lucidez. Y claro una de las primeras cosas que se me vino a la cabeza, esta quería cobrar hoy, vamos irse a la cama calentita. Ya era tarde  para eso, además a veces las cosas mejor en frío pensé. Cuando me fui a la cama ya estaba dormida o se lo hacia, le di un beso y a dormir.
Por la mañana ella se levantó pronto y se fue a trabajar, sin decir nada. Pero a media mañana me puso un mensaje conciliador.

-Hola....perdona por no decir nada, al irme, pero iba justísima que tal?

Pensé que era mejor hacer como si no hubiera pasado nada.

-No te preocupes, bien y tu que tal?
-Mejor, oye siento haberme puesto ayer así, vamos haberlo pagado contigo, he estado  pensando y eso...
-No te preocupes no pasa nada.

Total que ambos hicimos como asunto olvidado aunque mi idea aquella tarde era otra. Cuando llegué a casa aquella tarde el ambiente era radicalmente contrario al que me había encontrado la tarde anterior. Ella estaba activa en vez de apagada, cariñosa en vez de borde y distante y con muchas ganas de  hablar, estaba yo en la cocina recién salido de la ducha cuando apareció canturreando, me dio un beso y me dijo.

-Te apetece un cervecita en el sofá tranquilos
-Me parece un plan genial.

Ella abrió la nevera saco dos latas y entonces le dije.

-Antes me has dicho que habías estado pensando y me gustaría saber en que has pensado.

Yo sabia que aquella frase le iba a hacer cosquillas y eso intuí al verla dejar las cervezas en la encimera y cruzarse de brazos en silencio. Lo que en lenguaje no verbal significa me cierro.

-Pues eso que te dije, que no debí ponerme así de borde.
-Bueno por lo menos lo reconoces
-Ya sabes como soy
-Como eres?
-Inaguantable, no se como me aguantas la verdad.
-No tengo vocación de mártir
-Eso que quiere decir.
-Que si fueras inaguantable, no te hubiera aguantado este tiempo.
-Vale
-Ahora lo que si que eres es una puñetera cabezona orgullosa.
Entonces bajo la mirada...
-Y aunque me temo que eso no tiene solución, suavizarlo lo suavizó como me llamo Javier. Y si pensabas que con cuatro besitos y un par de sonrisas encantadoras me iba a olvidar del numerito de ayer, pues te equivocabas mucho. Así que las cervezas pueden esperar.

Lo siguiente que hice fue cogerla del brazo en silencio, ella tampoco dijo nada ni puso resistencia, se dejó llevar, de camino al salón, paré en el baño y sin sotarla cogí el cepillo del pelo de madera, que colgaba tras la puerta y seguimos hasta el salon. Todo el rato en silencio y con mis gestos cada vez mas bruscos. Tan solo la solté para sentarme pero casi al mismo momento de sentarme, de un tirón mientras aun estaba de pie, le baje el pantalón del pijama y la ropa interior. Para acto seguido tumbarla boca abajo en mi regazo. Ahí protesto ligeramente, quejándose que empezara directamente sin ninguna protección.

-Voy a tener el mismo miramiento que tuviste tu ayer, así que ni calentamiento ni hostias.

Y así fue, cogí el cepillo, aquel día ni un solo azote con la mano. Y empecé directamente con el cepillo, y el culo desnudo. El único miramiento que tuve, fue empezar de manera escalonada, suave los primeros azotes y progresivamente fui aumentando la intensidad. Tras una primera tanda, larga, le había puesto ya el culo bien rojo. El cepillo es un instrumento muy efectivo y bastan una 20 de azotes, para que su picor y calor se note bien, y tan solo en la primera tanda, le habían caído unos cuantos mas de 20. En la pausa no hubo ni una sola caricia. Mas bien al contrario seguí azotándola mentalmente.

-Que sepas que lo que pasó ayer, va a ser la última vez que se repita y me voy a encargar de dejártelo muy claro, para que la próxima te lo pienses dos veces o te atengas a las consecuencias....

Tras el discurso incidiendo en aquello que se que pica, volví a ocuparme de su culo con el cepillo. Otra tanda mas de azotes seguidos, de nalga a nalga el cepillo fue haciendo su trabajo, y a ella le costaba estarse quieta y se empezaba a quejar, así que paré tenia el culo en llamas, muy rojo. Pero tampoco hubo consuelo en forma de caricias, dejé que tomara el aire un par de minutos y entonces le dije que se levantara, cuando lo hizo me levanté yo, la cogí otra vez del brazo y bruscamente la lleve hasta el rincón. Allí le dije.

-De rodillas y las manos encima de la cabeza.

Se arrodilló despacio y puso ambas manos entrelazadas encima de la cabeza mientras yo miraba desde al lado. Una vez colocada, me fui a sentarme de nuevo al sofá. Y desde allí la observaba, tenia el culo muy rojo, por los efectos del cepillo, además no le había dado ni una sola caricia, con lo cual imaginaba su incomodidad, entre el ardor y no poder aliviarse y la posición. La tuve allí un cuarto de hora. Sin decir nada, pero sin moverme, para que sintiera que la estaba mirando. Pasado es tiempo me levante y sin decir nada también me desabroché el cinturón, haciendo todo lo posible para que se diera cuenta de lo que estaba haciendo.

Entonces la  llamé se levantó despacio, al darse la vuelta me vio con el cinturón doblado en la mano derecha. Y con la izquierda indicándole el reposabrazos del sofá, entonces dijo una cosa.

-Puedo decir algo?
-No, ponte

Puso cara de resignación y vergüenza y se colocó en la posición de castigo. Yo seguí quieto hasta que estuvo colocada, entonces me acerqué hasta donde tenia la cara, me puse de cuclillas y cogiéndole la cara con la mano haciendo que me mirará le dije.

-La proxima vez, pondremos un espejo, para que así pueda verte la cara mientras te azoto.

Al terminar, me fui hacia detrás, el culo rojo quedaba perfectamente elevado por el reposabrazos, deje el cinturón encima de su espalda, para separarle un poco las piernas y al volver a cogerlo, lo desdoble para volver a repetir el ritual del doblado. Entonces lo puse encima de la piel de sus nalgas, para calcular la trayectoria y zasssssssssss cayó el primero de los azotes, seguido de un largo suspiro y dije en voz alta.

-Mas fuerte.

Y así fue en el segundo aplique mas fuerza, esperé de nuevo la reacción, otro largo suspiro, tras el cual le di el tercero, al que siguió un leve quejido.

-Sigues reteniendo,esta bien tenemos tiempo.

Los azotes siguieron su ritmo y claro, al séptimo u octavo conseguí romper la barrera de la retención y escucharla quejarse. Así que repetí aun unas cuantas veces mas para que terminara de expulsar esa retención, en los últimos azotes estos se acompañaban de un grito contenido después de cada azote. Entonces sin tocarla todavía me volví a colocar el cinturón con parsimonia. Y sin decir nada la dejé en aquella posición, me fui al baño y volví con la crema hidratante. Cuando deje caer un chorro en cada nalga arqueo la espalda y suspiro. Fue ent0nces cuando empecé a extenderle la crema despacio por aquellas dos nalgas entre moradas y rojas cuando la toqué la piel por primera vez aquella tarde. Estuve extiéndole crema unos dos minutos y entonces le dije.

-A este culo le falta algo, para estar perfecto.

Me levante, me desabroché el pantalón, me lo baje y también la ropa interior, cogí la crema y me embadurné con ella un dedo, separe sus nalgas y simplemente aplique algo de crema a modo de lubricante alrededor de su ano y le metí el dedo. Mientras con la otra mano me sujetaba la polla. Moví el dedo dentro de su ano, dando la vuelto y metiéndolo y sacándolo varias veces.

-Suficiente

Entonces lleve la punta de mi polla entre sus nalgas buscando el mas estrecho de sus agujeros, le pasé  punta de la polla varias veces para lubricarla y empecé a empujar hacia delante, para ir notando como despacio se abría paso, ella gemía llevo su mano hacia atrás como para decirme que parara, pero se la aparte y continué haciendo fuerza hasta que toda la polla entró. Su nalgas ardiendo tocaban mi piel, así estuve un rato quito hasta que empece a moverme, entrando y saliendo, cogiéndola de la cintura, para hacer mas fuerza y follarme con ganas su culo, hasta me corrí dentro,  aun estuve un rato dentro, hasta recuperarme y sacarla, antes de decir nada pase mis dedos por su sexo para comprobar, estaba muy mojada y supongo que esperaba algo, sin embargo le dije

-No te lo mereces.Ve al baño no te iría mal un ducha.

Me subí los pantalones, ella se estuvo quieta sin reaccionar un instante como no creyendo lo que estaba pasando. Hasta que se levantó y cabizbaja se fue  hasta el baño, yo espere un minuto no mas y pasado el minuto me fui para el baño. Cuando abrí la puerta estaba apoyada en el lavabo frente al espejo llorando. Me acerque por detrás la abracé y le susurré al oído.

-Pensabas que lo había dicho en serio?

No contestó solo rompió a llorar mas. Le di la vuelta y la puse mirándome a mi.

-Yo no lo digo en serio, tu si, cuando tu me dices de ti misma que no te lo mereces, si lo dices en serio y que sepas que también me duele.

Le sequé las lagrimas con la mano, y entonces me sonrió, al mismo tiempo que lo ponía las dos manos el culo.

-Nos damos  un ducha- le dije...

Continuará...

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