Después de una mañanita movida, por distintos motivos, después de la pausa de comer, le puse un mensaje.
- Hola!!! ¿Cómo llevas el día?
- Bien, a punto de salir ¿Y tú?
- Luego te cuento...¿Vas a ir la gimnasio?
- Si ¿por?
- Por saber si tienes algún plan más.
- Que va, en cuanto termine a casa.
- Pues nos vemos allí. Un beso.
- Un beso.
La tarde se me pasó rápido, en comparación con la mañana y cuando ya salía a buscar el coche la llamé.
- Hola!!!
- Hola ¿Estás en casa ya?
- Saliendo de la ducha, que interés ¿No?
- No lo sabes bien, en 15 minutos estaré en casa. Escúchame con atención, cuando llegue te quiero encontrar, en la cama boca abajo, con las almohadas debajo y el culo al aire ¿Está claro?
- Pero ¿ Por qué? ¿Que pasa?
- ¿No lo sabes? Pues tienes un cuarto de hora para pensar, porque hay un motivo y serio.
Colgué para no dar opción a réplica y monté en el coche.
Al abrir la puerta reinaba el silencio, dejé mis cosas en el comedor y no estaba, así que me fui para la habitación, que estaba cerrada, abrí la puerta y allí estaba, tumbada boca abajo en la cama, con las almohadas pero vestida y jugando con el móvil.
- ¿Me explicas de qué va esto?
Me dijo con un toque de soberbia. No le contesté, le quité el móvil.
- Joder, no entiendo nada.
- Ya imagino, ni tan siquiera has pensando ¿Verdad?
- Pensar ¿En qué? No estoy par adivinanzas.
- No te preocupes, tienes tiempo de sobra. Esto me lo quedo - le dije mostrándole el teléfono- y cuando te diga algo, no es para que lo hagas a medias.
Me senté en la cama y le bajé el pantalón de pijama hasta medio muslo entre quejas.
- Es que no entiendo nada.
- Pues piensa.
Cogí el bote de aceite de jengibre efecto calor, eché un chorro en cada nalga y lo extendí.
- Me voy a dar una ducha, tienes un ratito más para pensar el porqué. Así que piensa.
Cogí ropa y me fui a la ducha entre quejas y preguntas, sin responder.
- Piensa...
Me di la ducha y con ropa cómoda volví a entrar a la habitación. Me senté en la cama y mientras le acariciaba el culo aún aceitoso pero caliente, le dije.
- ¿Has pensado?
- No!!! Que quieres que piense...
- Está bien, pues haremos una cosa, vamos a probar si masy calor te refresca la memoria.
Me levanté, fui a buscar mi pantalón de trabajar que colgaba de la silla, le quité el cinturón, lo doblé y lo puse sobre el final de su espalda. Sentado en la cama y mientras le seguía sobando las nalgas, le dije.
- ¿No se te ocurre ningún motivo?
- No...
- Pues piensa bien que alguno tiene que haber.
Me levanté cogiendo el cinturón, lo desplegué de nuevo, la hebilla tintineó
- Si estás así es que alguna trastada gorda has hecho, así que haz memoria.
Al terminar levanté el brazo y dejé caer el cinturón, golpe seco y sonoro, aumentado por la piel recubierta de una película de aceite, apretó los puños y suspiró.
- ¿No? no se te ocurre nada?
Su respuesta fue un resoplido, al que siguieron media docena de azotes con el cinturón seguidos.
- Pufffff
- ¿Pica?
- Pica no entender nada!!!!
- Pues veo que aún tiene que picar más.
Otra media docena de azotes seguidos y rápidos. Al terminar ya tenía el culo bien rojo a franjas y seco...
Dejé el cinturón otra vez, en su espalda y me senté a acariciarle la piel castigada.
- ¿No se te ocurre nada?
- No
- Pues ayer te lo repetí varias veces...
La yema de mis dedos rozaba su piel, en silencio.
- Es más recuerdo, que la última vez, me respondiste de malos modos "que sí, que me lo has dicho mil veces, no soy tonta"...
Seguí acariciándola un instante y la miré, estaba sonrojada...
- ¿Vas haciendo memoria?
- Puffff es que vaya coche, más raro.
- Lo sé, pero te lo dije...te dije acuérdate que hay que apagar la luces con el motor en marcha, si no, aunque las apagues y quites el contacto se quedan encendidas...
- Pffffff
- Eso multiplicado por mil, es lo que he pensado yo esta mañana al ir arrancar y sorpresa, sin batería... así que imagina, suerte que un vecino me ha dejado arrancar con las pinzas, pero bueno la batería está para tirar y la nueva me ha costado 114 euros...pero claro sólo te lo dije "mil veces y no eres tonta"
- Ya te pagaré yo batería
- Eso no es señorita, eso ya está, es algo con tu orgullo y para que escuches.
Dejé de acariciarla, me levanté y cogí el cinturón. Sin decir nada más, los azotes empezaron a caer, tras una docena más empezó a tensar los glúteos y aplastar el culo contra las almohadas.
- Levanta el culo y relaja, no te lo voy a decir más.
Pero al tercer azote volvió.
- Te he avisado.
Dejé el cinturón, sobre su espalda otra vez, abrí el cajón de la mesilla de noche, cogí uno de los plugs, el de acero estriado que lubriqué con un lubricante muy especial; el aceite de jengibre.
Me senté le separé las nalgas bien rojas ya y procedí a meterle el plug, empapado de aceite de jengibre. Bien metido, cogí el cinturón y me levanté.
- Ya verás cómo ahora relajas el culo.
Una docena más de azotes, pero volvió a la andadas, a apretar el pubis contra las almohadas y contraer los glúteos...
- No te muevas.
Dejé el cinturón en la silla fui al baño y cogí el cepillo cuadrado que colgaba detrás de la puerta.
- Date la vuelta..
- Pffff vale...lo intento.
- Date la vuelta...
Lo hizo quejándose, dejé el cepillo en la mesilla de noche, la cogí por los tobillos, le di un cuarto de vuelta. Le quité el pantalón del pijama del todo.
- Levanta las piernas.
Sabía que odiaba esa posición, boca arriba, las levantó un poco y yo terminé de elevarse las, sujetándolas altas con mi mano izquierda por los tobillos.
- Así seguro que no escondes el culo.
Cogí el cepillo y empecé a azotarla con el, alternando nalga y nalga.
A la vez que dibujaba a base de cepillo dos círculos rojo oscuro en su piel, podía ver su coño hinchado y brillante. No paré hasta notar que empezaba a quejarse de verdad.
Tiré el cepillo a la cama.
- ¿Ahora tienes claro el porqué?
La miré fijamente, estaba roja, mezcla de vergüenza y excitación.
Llevé mis dedos a su coño, desbordante, dos entraron con las yemas hacia arriba y empezaron a entrar y salir a la vez que hacían presión hacia fuera, cada vez más rápido.
- Así que la señorita se moja, cuando tiene el culo marcado...
- Joder...sigue...
- ¿Crees que te mereces un premio?
- Puffffff...
Ya no contestó, sólo gemidos y jadeos.
Pero me detuve, abrió los ojos, me miró con expresión de frustración. Mientras nerviosamente desataba el nudo que sujetaba mi pantalón de pijama a la cintura, luego me bajé los bóxer, puse sus piernas sobre mis hombros y empecé a pasarle la polla entre los labios, hinchados y jugosos, me movía suavemente y despacio hasta que busqué el plug, lo saqué despacio de su culo, entonces apunté mi polla a su pequeño agujero.
- Mírame...
Cuando abrió los ojos empecé a presionar su pequeña rosa y la miré fijamente mientras avanzaba centímetros a centímetro despacio, hasta que se relajó y mi polla se alojó en su culo.
- Yo me voy a dar el gusto, para compensar el enfado de esta mañana, tú tendrás que espabilarte sóla.
Empecé a moverme, mi polla entraba y salía de su culo, con sus piernas en mis hombros y viendo su cara y sus gestos, al principio no hizo nada, pero en un determinado momento su mano empezó a juguetear en su sexo, mientras le follaba el culo y apenas tardó un par de minutos en correrse. Yo no tardé mucho más en correrme en su culo.
Terminamos estirados en la cama los dos un rato...
- Creo que me voy a dar otra ducha
Y se levantó. Yo también me levanté. La cogí del brazo y le dije.
- Ahora nos duchamos los dos, pero antes vas a estar un rato cara a la pared.
La llevé hasta la esquina. Me tumbé en la cama y le hice unas fotos, de los efectos del castigo.
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