jueves, 18 de julio de 2024

No quiero oír ni pío

 





Sabía perfectamente que los dos habíamos tenido una semana para olvidar, que largo se hace algún mes. Pero si algo tengo claro, es que en el momento que me monto en el coche para ir para casa, el día se queda atrás y los problemas laborales, en horario laboral y más un viernes. 


Con esa intención me fui para casa, además incluso con ganas de al menos salir a cenar fuera y despejar. 


Cuándo llegué, allí estaba me extrañó que aún estuviera vestida de calle y hablaba por teléfono en una conversación claramente tensa y que intuí con una compañera de trabajo, además parecía leona enjaulada, no era la típica conversación telefónica sentada, estaba de pie y no paraba de moverse por el apartamento, no quise interrumpirla y fui a cambiarme y ponerme ropa cómoda, aún seguía dando vueltas y al pico, así que fui a por una cervecita y me apalanqué en el sofá. 


Finalmente colgó, me miró y me dijo.


- Voy a cambiarme.


Poco después apareció, ya con ropa cómoda y claro pregunté.


- ¿Pasa algo?


- Pffffff que estoy muy harta de todo, que me mato para hacer las cosas bien y no sirve de nada, porque "otras" pasan de todo y encima nadie te agradece nada....


Siguió despotricando un rato, hasta que la interrumpí.


- Nena...escucha un momento. Te digo esto cómo consejo, no te lo tomes cómo condescendencia, pero intenta pasar de los demás, tú haz lo tuyo y ya, la gente no te va a corresponder siempre tú tienes tu baremo y otros el suyo, no es responsabilidad tuya, y no puedes pretender que todo el mundo, se lo tome tan en serio, es triste pero eso así y te ahorrará pasar muchos malos ratos, créeme. 


- Si claro, es muy fácil decirlo desde fuera pero hoy he llorado dos veces!!! 


- ¿Y que has ganado con eso?


- Bahhh paso no me entiendes.


- Hala, ya está enfadado con el mundo, no tienes que volver hasta el lunes ¿Te merece la pena estar de morros el fin de semana por otra gente que no vas a cambiar?


- Vale ya!!!!! Sólo me falta el hombre de hielo y sus sermones!!!!


Me levantó la voz, en la última respuesta. 


- Baja el tono, que te entiendo igual sin necesidad de gritar.


- No!!!! No me entiendes!!!! Sólo me sueltas tu teoría!!!!


- Nena, vale ya...


- Pffffff me voy a tomar el aire


- ¿Dónde vas? Ven aquí


No me contestó, cogió la llaves y salió toda enfurruñada, dando un portazo al salir. Y ahí entendí cómo acabaría aquello, había dos opciones. La primera es que volviera poco después con bandera blanca y la otra es que tuviera que ir a buscarla cuando se me.agotara la paciencia. Muy lejos no podía haber ido, por como iba vestida. 


Esperé media hora y salí a buscarla, además se había dejado el móvil, no tarde en encontrarla sentada en un banco en el parque de al lado de casa. Y fui directo al grano. 


- Venga va deja de hacer la adolescente y vamos para casa.


- Que me dejes, ya iré...


- Nena, vamos a gestionarlo por las buenas, yo también estoy cansado y he tenido un día para olvidar, pero ya está, ya ha pasado.


- Antes me has dicho, que cada cual gestiona a su manera ¿No? Pues esta es la mía.


- No tergiverses mi palabras, no he dicho eso y lo sabes. Vamos para casa.


La cogí del brazo pero lo apartó de malos modos.


- Hasta aquí.


Al segundo intentó la levanté y le di un par de azotes fuertes. 


- Se acabó la pataleta. 


Un pequeño forcejeo y acabamos conmigo sentado en el banco y ella en mis rodillas.


- Para que nos van a ver!!!!


No había nadie y sus súplicas no tuvieron efecto, allí en el banco del parque le di una sonora y rápida azotaina, tampoco era cuestión de tentar a la suerte y que nos viera algún vecino. Lo suficiente para calmarla.


- Ahora te vas a levantar y derechita a casa, se han acabado las tonterías por hoy. 


Y entre la sorpresa y las ganas que le puse pareció surgir efecto , cogiditos de la mano nos fuimos para casa. 


Nada más entrar le dije.


- ¿Se te ha pasado ya?


- No


Un par de azotes más de pie.


- Pues ya te pasará, mientras te vas a mirar un rato la pared y no quiero oír ni pío. 


Suspiró se dió media vuelta y en voz baja dijo:


- Pío


Estuvo a punto de entrarme un ataque de risa.


- ¿ Que has dicho?


- Nada...


- Hay días que lo necesitas y para eso estamos.


La cogí del brazo...


- No he dicho nada!!!!


De camino otro par de azotes cogida del brazo.


- A ver si con el culo rojo como un tomate aún te quedan ganas de vacilarme.


Agarré una silla al pasar por la mesa, sin soltarla, la puse en el centro del comedor, me senté y la solté, un par de azotes más.


- Las manos detrás de la espalda.


- Pfffff


Otro para de azotes...y convencida. Llevaba unos pantalocitos cortos de deporte de estos tipo culote, que de un tirón los dejé a medio muslo, si más explicaciones a mis rodillas.


- Mira cómo va a acabar tu guerra con el mundo.


Ya no dije nada más, la que empezó a hablar fue mi mano, pero curiosamente no encontré resistencia alguna, era cómo si realmente lo estuviera deseando y eso que estuve un largo rato, coloreándole el culo, con ganas. Paré porque empezaba a quemarme a mi la mano. 


- Ahora te vas a levantar y a mirar la pared ¿Estamos?


No dijo nada, ni resopló, ni se quejó, nada, se levantó y se fue cara a la pared con el culo bien rojo. Hasta que la llamé. 


Se dio la vuelta y caminó hasta mi.


- ¿Se te ha pasado?


- Un poco.


- Muy bien, pues ahora, sal cierra la puerta como las personas y vuelve a entrar.


-Pffffff


Entonces agarró los pantalones con la intención de subirselos y le di un manotazo.


- ¿Te he dicho que podías subírtelos?


- No voy a salir al rellano así!!!


- O sales por tu iniciativa o te llevo de la oreja, tu decides...


Me miró.


- Está bien te llevo yo


No me dio tiempo a levantarme y fue por iniciativa propia, entrar y salir rápido. Yo la miraba desde el pasillo.


- Lo ves no ha sido para tanto. Cuando vengas tráeme el cepillo.


Otro suspiro, yo me fui a esperarla en la silla, cuando entró llevaba el cepillo en la mano. Se lo pedí y me lo dio.


- Ya conoces las normas, comportamiento infantil y pataletas es igual a dormir boca abajo. Así que ya sabes.


No tuve que decir nada más, se colocó en mis rodillas otra vez. Dejé un momento el cepillo sobre su espalda, le terminé de bajar el pantaloncito hasta las tobillos, cogí el cepillo y me aseguré de cumplir mi promesa, aquella noche dormiría boca abajo y con el culo al aire seguro. El cepillo es muy efectivo para conseguir eso. Después de una buena dosis de cepillo, sumada a la dosis anterior a mano, la tormenta había dado paso a la calma más absoluta. 


Durante un rato le estuve acariciando el culo en silencio, me podría pasar horas, pero también podía ver y notar que la calma ambiental, no era del todo cierta y su cuerpo mostraba otras necesidades que calmar, cómo comprobé con mis dedos cuando pasaron a explorar que sucedía entre sus piernas, mojada y excitada, terminé de calamarla del todo en mis rodillas, con mis dedos y el culo rojo.


Un rato después terminamos de relajar en la ducha. Y acabé cumpliendo mi plan de salir a cenar fuera, eso sí ella sin ropa interior y con el culo rojo. 








3 comentarios:

  1. Me encantó este relato. Refleja tan bien esos momentos en que la spankee está con todo el malhumor. Y ese juego de casi tocar la línea que trazamos, o pasarla apenas. El momento en que dice "pío" es perfecto y clarísimo. Eso que se sale casi sin querer pero ya no hay marcha atrás

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    1. Seguro que se te hizo conocido ese tipo de respuestas jajajaja

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  2. Me encantó, la manera en que le quita el mal humor es fenomenal.

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